La semana pasada comenzamos una mini-serie de enseñanzas basadas
en la Palabra de DIOS que tienen como meta darnos la perspectiva bíblica acerca
del cristianismo actual, pues hoy en día como ha sucedido desde el nacimiento
de la iglesia cristiana los falsos maestros y los falsos profetas están
arrastrando al infierno a multitudes de ingenuos que por no leer la biblia y
basar sus enseñanzas solo en ella se dejan llevar por cualquier doctrina
novedosa que se les presenta.
El cristianismo contemporáneo está plagado de:
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Revelaciones extra bíblicas.
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Milagros diversos pero confusos.
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Sanidades varias pero dudosas.
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Éxtasis religiosos.
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Temblores y fuertes sacudimientos.
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Caídas y desmayos “en el espíritu”.
·
Una nueva revelación del...
·
Auto proclamaciones ostentosas.
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Doctrinas muy novedosas.
·
Y una muy larga lista.
El tema de los falsos maestros, profetas, apóstoles y hasta falsos
cristos no es algo nuevo, desde tiempos de la iglesia primitiva se viene dando,
tal es así que vemos varios pasajes de advertencia contra ellos:
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Mateo 7:15.
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Hechos 20:29-30.
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2ª Pedro 2:1.
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1ª Juan 4:1.
La primera carta de Juan se escribió casi 50 años después de la
muerte y resurrección de Cristo y al
menos 20 años después de las cartas de Pablo, y ya desde ese entonces los
falsos maestros presentaban una seria amenaza a la iglesia de Cristo.
Por este motivo el apóstol Juan inspirado por el Espíritu Santo
delineo una estrategia mediante la cual los creyentes podamos diferenciar
basados en la biblia entre la verdadera obra del Espíritu y la fraudulenta
manipulación.
El capítulo 4 comienza
diciéndonos que debemos de PROBAR a los
espíritus, la palabra griega para probar es dokimazo (δοκιμάζω, G1381) y significa poner a
prueba y se usa desde la antigüedad para
referirse al proceso metalúrgico de los metales a fin de determinar su pureza y
valor.
Los metales como el oro y la
plata se probaban en el crisol, que es un horno, el calor intenso hace salir la
escoria y la quema, de igual manera los cristianos debemos de evaluar los
ministros y el mensaje que nos dan, eso es criticar o en otras palabras eso es
DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS.
La primera prueba que toda
enseñanza, avivamiento, profecía, mover debe de pasar es: ¿EXALTA SOLO A CRISTO? 1ª Juan 4:2-3.
La verdadera obra del Espíritu
Santo es exaltar al verdadero Cristo, a diferencia de los falsos maestros y
profetas que parece que solo les interesa promover su persona, su ministerio,
su imagen, y que le dan un énfasis desmedido al mover, a las manifestaciones, a
la unción, a los dones y a los milagros, lo que en realidad ha venido a hacer
el Espíritu Santo es a exaltar y enfocarnos en la vida y obra de nuestro Señor
Jesucristo.
Para entenderlo a fondo
necesitamos entender el contexto en el cual fue escrita esta cita:
Una de las herejías más latentes
en la época del apóstol Juan es aquella promovida por un hombre llamado Cerinto, el enseñaba que
el Jesús humano y el Cristo divino NO eran el mismo, que en todo caso la
encarnación de Cristo solo había sido en apariencia, que Cristo jamás tuvo un
cuerpo humano físico, se le llamaba docetismo pues la palabra griega doceta
significa apariencia.
Se enseñaba que el cuerpo humano
de Cristo a lo mucho solo era una ilusión, y por la fuerte influencia griega en
el pensamiento de esa época, los griegos pensaban que lo espiritual era bueno y
lo material era malo, por lo tanto si Jesús tenía un cuerpo material no podía
ser el Hijo de Dios.
Esta doctrina herética prontamente tomo mucha fuerza, al grado de
que el mismo apóstol Juan tuvo que poner un remedio pertinente al escribir las
palabras si confiesa que Jesucristo ha venido en carne es de DIOS.
El punto al cual el apóstol Juan
nos lleva es inconfundible: Si alguien
predica una versión falsa de Cristo esa persona se revela así misma como falso
maestro y su ministerio no proviene de DIOS.
Una vez más podemos ver que la
verdadera obra del Espíritu Santo siempre es conducirnos al Señor Jesucristo,
en otras palabras cuando es el Espíritu Santo el que está obrando todo se
resume en una persona: CRISTO.
Quieres conocer más a Cristo,
deseas amarle más, adorarle, agradecerle por la obra en la cruz, deseas
servirle, amas lo que El ama, piensas en Cristo de mañana tarde y noche, Cristo
se vuelve tu entrar y tu salir, solo hablas de Cristo, predicas de Cristo,
imitas a Cristo, el todo de nuestras vidas es Cristo, es más nuestra vida misma
cambia de nombre, ahora nuestra vida es CRISTO.
Esta es una señal segura de
que ese espíritu es el Espíritu de Dios». Por el contrario, aquellos
ministerios que distraen a la gente de Cristo, o distorsionan la verdad de su naturaleza y su
evangelio, o tratan de disminuir su gloria, ciertamente no están facultados por
el Espíritu Santo, pues Él solo nos llevará a una persona: CRISTO.
El diablo busca torcer, confundir y ocultar
la verdad acerca del Señor Jesús, quiere alejar la atención de las personas del
Salvador por cualquier medio posible. Una verdadera obra del Espíritu hace
exactamente lo contrario: apunta hacia el Cristo bíblico y afirma la verdad de
su evangelio.
Una verdadera obra del Espíritu guía a las
personas a Cristo. Juan 14:26 y Juan 16:14.
La obra del Espíritu siempre está enfocada en
el Salvador. Y cualquier ministerio o movimiento al que él le da poder compartirá
la misma prioridad y claridad.
En contraste lamentablemente con la enseñanza
bíblica la gran mayoría de los movimientos cristianos de la actualidad y sobre
todo los más renombrado o reconocidos promueven las experiencias con El Espíritu,
con los dones, con el mover, con la unción, lo cual no es malo en sí mismo, sin
embargo esos y todo lo demás son asuntos secundarios el único tema que en
realidad debe de llamar siempre nuestra atención es CRISTO Y SOLO CRISTO.
Como Steve Lawson observa acertadamente: «El
deseo del Espíritu Santo es que nos centremos en Jesucristo, no en él mismo.
Ese es el ministerio principal del Espíritu. Él nos está señalando a Jesús.
Llevándonos a Cristo con mayor claridad. Cuando el Espíritu Santo se convierte
en un fin en sí mismo, entonces hemos malentendido su ministerio»
En palabras de Kenneth D. Johns, un antiguo
pentecostal, muchas iglesias carismáticas están centradas en el Espíritu en
lugar de en Cristo.
Es muy fácil emborracharse de poder, obsesionarse
con lo milagroso, tener fijaciones con lo sobrenatural y perder a Jesucristo de
vista en el proceso.
El Espíritu obra en la iglesia para que los hombres puedan ver a Jesús
como
Señor, reconozcan su autoridad y se sometan a su voluntad: 1 Corintios
12.3
Por lo tanto, una verdadera obra del Espíritu
dirige a la gente en primer lugar y sobre todo a exaltar a Cristo como Señor
soberano y a poner su atención y afecto en él. El Espíritu resulta más
glorificado cuando honramos al Hijo.
Si pensamos que hay que darle honra y
prioridad al ministerio del Espíritu Santo o si sientes que le estamos
menospreciando al hablar solo de Cristo y no de él, es porque no estamos
entendiendo a fondo, la mejor forma de Glorificar al Espíritu es obedeciéndole
y él quiere que lo que hagamos sea exaltar y hablar solo de una persona:
CRISTO.
El Espíritu Santo no solo dirige nuestra
atención hacia el Señor Jesús, sino también nos conforma a la imagen de Cristo:
Efesios 3.16–19.
Cuando los dones espirituales, el poder milagroso
o las promesas de salud y riquezas se ponen en primer lugar y son el centro, el
foco se dirige lejos de Jesucristo. Este tipo de desvío no es obra del Espíritu
Santo.
Una verdadera obra del Espíritu afirma la
verdad acerca de Cristo: JUAN 15:26.
El Señor Jesucristo es el tema de toda la Escritura
Juan 5.39, y el Espíritu Santo usa
la Palabra de Dios para señalarnos de manera directa la gloria de Jesucristo.
En conclusión podemos decir basados en la
palabra de DIOS por medio del apóstol Juan que Cualquier ministerio o mensaje
que no presenta a Jesucristo de una manera bíblica precisa no es una verdadera
obra del Espíritu.
Si no pasa la
primera y todas las pruebas (aún faltan otras 4) entonces no importa que
tan espiritual parezca, no importa que haga llover milagros, no importa cuántas
personas lo crean, no importa que tan real se vea, no importa si es visión,
sueño, don, unción, manifestación o algo sobrenatural, SI NO EXALTA POR SOBRE
TODO A JESUCRISTO como lo dice la biblia, entonces debemos de desecharlo.