1:5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás Mi Hijo eres tú Yo te he engendrado hoy, y otra vez Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?
Comienza el versículo con la conjunción porque, es decir esta ligando dos ideas, el argumento no está en el vacío, no es que de la nada comience ha mostrar la superioridad del Señor por encima de los ángeles, el sigue su línea de pensamiento acerca de la supremacía de Cristo mostrada por medio de:
1. El Profeta por medio de quien Dios ha hablado.
2. El Creador que hizo el universo.
3. El Heredero de todas las cosas.
4. La Representación del ser de Dios.
5. El Sustentador de todas las cosas.
6. El Sacerdote que proveyó purificación de los pecados.
7. El Rey que se sentó en su lugar de honor.
8. Es superior a los ángeles.
De inmediato podemos darnos cuenta de las numerosas citas del AT, sobre todo al libro de los Salmos, esto es con el fin de fortalecer su enseñanza de la superioridad de Cristo. En el primer capítulo solamente incluye cinco citas del Salterio y dos de otros libros. Y en el capítulo siguiente aparecen con cierta frecuencia citas de los Salmos; de hecho, casi llegan a ser un rasgo característico de la epístola.
Tenemos que entender que los destinatarios de la carta, aunque no haya sido una comunidad de judíos cristianos de Roma, ya se habían familiarizado con los Salmos puesto que en los cultos locales en las congregaciones del primer siglo se entonaban. Efesios 5:19. Colosenses 3:16.
Por lo tanto, fuera quien fuera su audiencia original, por ser parte de la iglesia primitiva, ya poseían un acopio de conocimiento que había sido comunicado oralmente en los cultos y aprendido de memoria. Por eso es que no nos sorprende que el escritor de Hebreos, en un intento por lograr una perfecta comunicación, fortalezca toda su epístola con citas del Salterio conocido en la liturgia de la iglesia: a decir verdad, ya en su primer capítulo él recurre a cinco pasajes de los Salmos y a uno del Cántico de Moisés.
Las citas en estos dos versos, el 5 y el 6, provienen del Salmo 2:7. 2ª Samuel 7:14 y Deuteronomio. 32:43. Comencemos con el Salmo 2:7 esta cita, que se refería originalmente a la coronación de un rey israelita sucesor de David, se aplica en el NT al Mesías. En el salmo se usa una fórmula de adopción en la que el rey, al ser coronado, era reconocido como hijo de Dios.
Este uso del Salmo se basa también en la información que encontramos en Hechos 4:22–26, que indica que la iglesia de Jerusalén había transmitido una antigua tradición respecto al escritor de este salmo. El pueblo judío entendía que este salmo era de carácter mesiánico, y el uso que se le daba en las sinagogas reflejaba dicho entendimiento. El apóstol Pablo la usa también de forma mesiánica. Hechos 13:33.
De hecho, hay citas del Salmo 2 también en Hebreos 5:5. Apocalipsis 2:26–27 y 19:15. Es también posible discernir alusiones a los vv. 2, 7, 8 y 9 en Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos, 2ª Pedro y Apocalipsis. Aunque no es el tema, pero confirma algo que no tiene mucho que aprendimos en Escatología, es la forma de interpretar el AT, que es a la luz del NT, el Señor Jesucristo, los apóstoles y los escritores del NT así lo hacían, y esa es la manera correcta, el AT es la sombra, hay que ver la figura que crea esa sombra, que es el NT para poder entenderla.
La pregunta en el Salmo 2:7 es ¿Dijo Dios alguna vez a alguno de sus ángeles ¿Mi Hijo eres tú Yo te he engendrado hoy, y otra vez Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? La respuesta a esta pregunta retórica es, obviamente, negativa, aunque a los ángeles se les llame hijos de Dios ocasionalmente como en Job 1:6; 2:1; 38:7. La posición descrita en este versículo nunca le ha sido conferida a los ángeles, ni a ningún ángel le ha sido otorgado el título de Hijo de Dios en ningún lugar de las Escrituras.
El titulo Hijo de DIOS, habla tanto de la función como de la persona del Mesías. El bautismo del Señor es el punto de partida del desempeño de su función mesiánica. Juan. 1:34. En el Nuevo Testamento Jesús se adjudicó este nombre. Sus discípulos e incluso los demonios ocasionalmente usan este nombre para dirigirse a él o para describirlo. Este nombre, tal como se aplica a Cristo, no siempre posee la misma connotación. Se usa de las siguientes maneras:
1. En el sentido natal, es decir, para indicar que la naturaleza humana de Cristo tiene su origen en la actividad directa y milagrosa del Espíritu Santo. Este hecho se expresa claramente en Lucas 1:35, es como Adán en ese sentido. Lucas 3:38.
2. En el sentido oficial o mesiánico, como una descripción del oficio y no de la naturaleza de Cristo. Al Mesías se le llama con frecuencia el Hijo de Dios en calidad de heredero y representante de Dios. Los demonios usaron evidentemente el nombre de esta manera. Mateo 8:29.
3. En el sentido trinitario o divino, el cual sirve para designar a Cristo como la segunda persona de la Trinidad. Éste es el sentido más profundo en que el nombre es usado.
Es muy probable que Jesús mismo constantemente empleara el nombre en este sentido particular. Es obvio que así fue usado en Mateo 11:27; 14:28-33; 16:16; 21:33-46; 22:41-46; 26:63, y en los pasajes paralelos en los demás evangelios. En algunos de los pasajes indicados también encaja, en mayor o menor grado, la idea de la filiación mesiánica.
Estrechamente ligado al nombre de Hijo de DIOS está el término Unigénito: Juan 3.16, del griego monogenes (μονογενής, G3439) significa literalmente hijo único, único, singular, sui generis. Decir que Jesús es el Unigénito del Padre no nos excluye a nosotros como hijos de DIOS (pues el decir unigénito en español significa hijo único) lo que significa es que Jesús es único en su forma de ser Hijo, de hecho, para diferenciarlo de nosotros la Escritura se refiere a él como Hijo con H mayúscula, mientras que a los que somos regenerados somos hijos con h minúscula.
Lo que hace diferente a Jesús como Hijo de DIOS de nosotros es que nosotros llegamos a ese estado por medio de la Fe en Él, mientras que Él es igual a DIOS, él es la segunda persona de la Trinidad.
Otro término muy parecido a Unigénito para referirse a Cristo es Primogénito. La palabra primogénito no se refiere al primero en ser creado, sino a la posición de privilegio sobre toda la creación. Para los hebreos el primogénito era el que mayor rango y autoridad tenía en la casa de su padre, la palabra griega prototokos para primogénito, se utiliza de Cristo como primogénito de María; en su relación con el Padre, se usa para expresar su prioridad sobre, y preeminencia por encima de, la creación, no en el sentido de ser el primero en nacer.
Las palabras del Salmo 2 se aplican, en última instancia, al Hijo de Dios. La frase Yo te he engendrado hoy, para nada significan que el Señor es un ser creado, o una deidad menor al Padre, para empezar la palabra Hoy no debe ser tomada literalmente, sino que debería entenderse generalmente como una referencia al tiempo de la obra de Jesús en la tierra, las palabras: Yo seré a él Padre, indican que Dios Padre desde la eternidad ha engendrado y continúa engendrando al Mesías, su Hijo. Y la palabra engendrar significa que procede de, es decir el Hijo procede del Padre, viene de Él, esto es así porque los tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son uno mismo, un solo ser, pero diferentes personas, se le conoce como Santísima Trinidad y es básico para la Fe cristiana creer en ella.
Así que las palabras del Salmo 2:7 no podrían haberse cumplido ni en David ni en Salomón sino solamente en Jesucristo. Y otra vez. El escritor usa una segunda selección del Antiguo Testamento para demostrar que Dios nunca ha sido llamado Padre de ángeles y que nunca ángel alguno se dirigió a Dios llamándole Padre. Ni los arcángeles, Miguel y Gabriel inclusive, experimentaron jamás tal honor.
2ª Samuel 7:14-15. Seré su Padre, y él será mi Hijo. El contexto de la cita refleja el deseo de David de construir una casa para el Señor Dios. La palabra es dada a Natán el profeta, quien informa a David que no será él sino su hijo quien construirá la casa de Dios. Declara el Señor: “Él es quien construirá una casa a mi Nombre, y estableceré el trono de su reino para siempre. Seré su Padre y él será mi hijo”. Las palabras del Señor apuntaban al hijo de David, Salomón, quien en efecto construyó el templo en Jerusalén. Pero por medio de su obra mediadora, el Hijo de Dios eclipsó completamente a Salomón.
El escritor de Hebreos evidentemente eligió este pasaje del AT a causa de su significado mesiánico. Las alusiones a 2ª Samuel 7 que hay en el NT especialmente en Lucas 1:32–33; y en Juan 7:42 indican que el pasaje se la aplicaba al Mesías.
La última cita es Deuteronomio 32:43 que se menciona en el verso 6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.
De un bien conocido salmo mesiánico y de un pasaje similar perteneciente a un libro histórico, el escritor de Hebreos pasa al Cántico de Moisés, registrado en Deuteronomio 32 y usado en los servicios religiosos del templo y en las sinagogas locales. Los judíos consideraban que los versículos finales de este himno eran mesiánicos.
Esta cita es introducida por la frase y otra vez, que es seguida por la cláusula “cuando introduce al Primogénito en el mundo. El sujeto es Dios Padre, quien trae a su Hijo al mundo. ¿Pero cuándo sucedió o sucederá esto? Es una referencia al nacimiento de Jesús, cuando la multitud celestial alabó a Dios en los campos de Belén Lucas 2:13.
La palabra primogénito en el v. 6 que acabamos de explicar también aparece para Cristo en Lc. 2:7; Ro. 8:29; Col. 1:15, 18; Heb. 11:28; 12:23; Ap. 1:5 como dijimos califica la palabra Hijo y es un título otorgado a Jesús.
En este versículo encontramos que El Hijo no solo es mayor que los ángeles, sino que es adorado por ángeles. El Hijo es el creador de los ángeles, y Dios ordena a estas criaturas que rindan homenaje al Hijo. Los ángeles, por ser creados, sirven al Hijo y “a aquellos que heredarán la salvación.
El Cántico de Moisés es más citado y aludido que cualquier otra porción del libro de Deuteronomio. El escritor de Hebreos cita dos veces este himno (Heb. 1:6; 10:30). En su carta a los romanos, Pablo cita el himno tres veces (Ro. 10:19; 12:19; 15:10). Se pueden encontrar alusiones al mismo también en Mateo, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Efesios, Hebreos, 1 Juan y Apocalipsis. Juan escribe en Apocalipsis 15 que los santos victoriosos recibieron arpas de Dios y “cantaron el cántico de Moisés, siervo de Dios” (Ap. 15:3).
Esta referencia al uso celestial del Cántico de Moisés refleja su uso litúrgico en la iglesia terrenal. Y en la iglesia terrenal el himno era cantado en otros idiomas, aparte del hebreo. Los judíos que vivían en la dispersión usaban la traducción griega de la cual el escritor citó una línea que describe la superioridad del Hijo sobre los ángeles. El destinatario en Dt. 32:43 es el Señor Dios, que debe ser adorado por sus ángeles. Este homenaje es transferido por el escritor de Hebreos, tras haber claramente establecido la divinidad de Jesús al Hijo. La cita refuerza la enseñanza del escritor sobre la deidad de Cristo.
Conclusiones y aplicación.
Los ángeles no comparten las promesas de Dios; no tienen parte en la herencia que se les otorga a los creyentes, nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Romanos 8:17. La Escritura no dice que ángel alguno sea Hijo de Dios; por lo cual un ángel, por más que sea exaltado al estar en la presencia de Dios, no es en modo alguno igual al Hijo de Dios, ni hay forma en que pueda comparársele. 1ª Pedro 3.22.
Estas palabras nos revelan de manera más amplia el resultado glorioso del sufrimiento de Cristo, es decir, Su exaltación después de Su resurrección y la posición elevada y honorable que Él ahora ocupa en los cielos a la diestra de Dios. Por encima de todo y de todos, ángeles, arcángeles, serafines y querubines, principados y potestades, nada ni nadie se compara en majestad y gloria a nuestro Señor Jesucristo.
Después de la tremenda humillación del Hijo de Dios, al grado de hacerle sustituto de la humanidad al descargar sobre de él la justicia divina por nuestros pecados, ahora es elevado a la más alta posición que pueda pensarse o concebirse en todo el cosmos. No podemos amar a quien no conocemos, y aplica totalmente con el Señor Jesucristo, si no conocemos su gloria, majestad y posición de privilegio y supremacía en el cosmos, no vamos a poder amarlo, obedecerlo y seguirlo correctamente, así que en esto quiero terminar, que visualicemos al Señor correctamente:
· No esta en pañales en un pesebre.
· No está siendo golpeado por los soldados del pretorio.
· No está en una cruz sufriendo en agonía.
· No está en la tumba inerte.
· Tampoco es un ser débil o afeminado como lo pintan.
· Ni mucho menos es el dios hippie que todo lo permite.
Es el ser por excelencia en el universo, esta por encima de todo, desde su nacimiento en esta vida terrenal los ángeles ya le adoraban, algo que hacían desde siglos antes, en la eternidad antes de que se encarnara, está sentado a la diestra del padre, es decir tiene el lugar primordial en el cosmos, él lo ordena, lo gobierna y dispone a su entera soberanía y conveniencia, ese es nuestro Dios, GRANDE, FUERTE, TEMIBLE, PODEROSO, MARAVILLOSO Y MAJESTUOSO, si no podemos verlo como tal, es importante y urgente orar al Señor que abra nuestro ojos para verlo en gloria y majestad, conocerlo así y adorarle como debe de ser.