miércoles, 16 de mayo de 2018

Pneumatología. Tema 3: Historia De La Doctrina Del Espíritu Santo. Cita: Mateo 3:16-17.


Ya hemos dejado en claro que el Espíritu Santo es no solamente una persona, sino que es una Persona especial, pues el DIOS, la Tercera Persona de La Trinidad para ser exactos, la biblia lo define claramente como persona:

·         Tiene intelecto, emociones y voluntad, características de una persona.
·         Lo diferencia de su poder claramente y en más de una ocasión
·         Le da el trato de persona, de hecho, del género masculino “EL”.
·         Nos muestra que mantiene relaciones interpersonales.
·         Realiza obras personales como enseñar, testificar, etc.

Sin embargo, para llegar a delinear no solo La Persona del Espíritu Santo, sino toda la doctrina de la Pneumatología hizo falta muchos años, literalmente siglos, no surgió en un punto determinado de la historia de la iglesia como sí ocurrió con la doctrina de la Trinidad o la cristología, por ejemplo.

Fue a medida que surgieron errores acerca de la persona y obra del Espíritu, que se fue condensando cada vez más la Pneumatologia ortodoxa, en la primera iglesia más que una doctrina del Espíritu, tenían una experiencia diaria e íntima con Él, pero al pasar de los años, se fue diluyendo.

Es por ello, que en esta clase vamos a tratar brevemente la historia de la doctrina sobre el Espíritu Santo, estudiando sobre los errores graves cometidos por los hombres en el transcurso de los siglos sí como la progresión de la doctrina.

1.    Montanismo. Como las iglesias comenzaban a enfriarse, apareció en Frigia un movimiento que tomó cuerpo por el año 170 por medio de Montano y dos mujeres, Prisca y Maximila, los tres se autonombraron profetas y anunciaron el nacimiento de una nueva era que llamaron la era del paráclito en la que supuestamente DIOS iba a dar nuevas revelaciones apoyados fuertemente en la proximidad del fin del mundo y la necesidad de una vida moral de mayor calidad en los creyentes.

A pesar de que el montanismo nació en oposición al gnosticismo, enfatizando la comunicación personal con DIOS por medio del ministerio del Espíritu Santo, aun así, fue rechazado por la iglesia por su fuerte insistencia en que haya nuevas revelaciones.

No Hay Nuevas Revelaciones Del Espíritu Aparte De Lo Que Ya Reveló En La Escritura.

2.    Monarquianismo. Este error lo tratamos en el curso de Cristología, es el nombre dado al sabelianismo o modalismo, en el cual, afirmaba Pablo de Samatosa a principios del siglo III que el Espíritu Santo (al igual que el Señor Jesucristo) no era una persona distinta, sino una manifestación de la gracia del Padre.

Fue Sabelio quien enseñó más abiertamente que en DIOS no hay Trinidad, sino que la unica persona de la Deidad, se manifestó como creador y legislador en su aspecto de Padre, como redentor en su aspecto de Hijo y como vivificador en su aspecto de Espíritu. Citas como Mateo 3:16-17, esclarecen el modalismo.

3.    Arrianismo. Del lado contrario del modalismo, está el subordinacionismo que habla acerca de que en las personas divinas hay subordinación ontológica, más DIOS que otro, se dio en dos formas la arriana y la macedonia.

Arrio quien fuera presbítero de Alejandría a principios del siglo IV comenzó a enseñar que sólo el Padre es DIOS eterno, que el Hijo fue creado por el padre y que lo primero que el Hijo creo fue al Espíritu Santo.

En el concilio de Nicea en el año 325 fue proclamada la divinidad plena y total de Cristo, pero no se hablo acerca del Espíritu Santo. a causa de este silencio, surgió una nueva controversia por Macedonio obispo de Constantinopla quien sostuvo que si El Hijo es plenamente DIOS pero que fue él quien creó al Espíritu Santo y por lo tanto está subordinado a Él.

En el concilio de Constantinopla en el año 381 se formuló la enseñanza ortodoxa sobre el Espíritu Santo en los siguientes términos: Creemos… Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificador, que procede del Padre, que ha de ser glorificado junto con el Padre y con el Hijo, que habló por medio de los profetas.

4.     Priscilianismo. Debe su nombre a Prisciliano de Ávila un laico que comenzó a organizar grupos independientes para estudiar la biblia, que tenían un gran énfasis en negarse a sí mismos y promovían una vida espiritual más profunda.

Sin embargo, se desviaron seriamente, afirmando que todos los seres espirituales, ángeles, almas humanas, y el Espíritu santo, pertenecían a la misma escencia de DIOS negando así la Persona del Espíritu Santo, de hecho, eran unitaristas pues negaban la Encarnación y afirmaban que no hay distinción de personas en la divinidad sino de atributos.

El priscilianismo continuó con vigor hasta el año 563, cuando fue condenado oficialmente en el Concilio de Braga.

5.    El sínodo III de Toledo. Tuvo lugar en la ciudad española de Toledo en el año 589, en él se proclamó solemnemente que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, con lo cual comenzaron a darle el lugar en la Trinidad como persona igual al padre y al Hijo, pues al hablar de proceder, no es en el sentido ontológico sino histórico.

6.    La división entre oriente y occidente. Más que doctrinal es un dato histórico, pues el oriente (Constantinopla) y el occidente (Roma) eran rivales en cuanto a poder y señorío uno sobre el otro, y aprovecharon en el año 858 que Focio fue nombrado patriarca de Constantinopla y mostró varias diferencias con los de roma, como el celibato de los clérigos, pero la más notable fue su adherencia a lo proclamado en el sínodo III de Toledo.

7.    Pedro Abelardo (1709-1142). Para muchos fue el mayor filosofo que dio la edad media, sin embargo, no se apegó a la ortodoxia trinitaria, su doctrina es catalogada como una forma sutil de modalismo.

8.    La Reforma Protestante del siglo XVI. Entre los mayores logros de la Reforma se cuenta el haber devuelto a la Persona del Espíritu Santo el lugar y las funciones que las Escrituras le asignan.

Mientras la Iglesia de Roma sostenía que sólo la jerarquía eclesiástica (el Papa, en definitiva) podía interpretar auténticamente las Sagradas Escrituras, la Reforma abogó abiertamente por el estudio de la Biblia, afirmando que todos los creyentes pueden aprender sus enseñanzas mediante el ministerio docente e iluminador del Espíritu Santo.

Y, mientras Lutero trató largamente de la obra del Espíritu Santo en conexión con la justificación, Calvino puso de relieve los aspectos doctrinales de la obra del Espíritu en conexión con el dogma de la Trinidad y con el ministerio del Espíritu Santo en el corazón y en la vida de los creyentes.

9.    El socianismo y arminianismo. En el extremo opuesto a lo desarrollado por los reformadores está el socianismo y el arminianismo.

En el siglo XVI, los socinianos afirmaron que era un error creer que las Personas de la Deidad eran consustanciales, lo mismo que habían dicho los arrianos. Pero todavía fueron más lejos que los arrianos, pues negaron la preexistencia del Hijo y dijeron que el Espíritu Santo era como una virtud o energía que fluía de Dios al hombre.

Aunque libre de los errores del socinianismo, el arminianismo surgió como una reacción contra el calvinismo de la Iglesia Reformada de los Países Bajos.

El arminianismo menoscaba la acción del Espíritu Santo en la obra de la regeneración del pecador y hace depender, al menos en la práctica, de la decisión humana la aceptación del Evangelio. El Sínodo de Dort (1618-1619) hizo frente, con éxito, al naciente arminianismo.

10. El sentimentalismo. Como reacción en contra del racionalismo que se dio en los siglos XVII y XVIII se dio el movimiento llamado sentimentalismo promovido por el teólogo alemán Friedrich Daniel Ernest Schleiermacher (1768-1834).

Proclamaba que racionalismo fracasaba pues ponía un énfasis en el conocimiento adquirido mediante la razón, ignorando los sentimientos, que según el eran la escencia misma de la religión cristiana.

Fue el precursor de que la experiencia de la vida cristiana se volviera subjetiva, pero con esto las doctrinas fundamentales del cristianismo se vienen abajo, pues lo que importan son los sentimientos.

Friedrich D.E.S. negó el valor objetivo de la Encarnación, la cruz y de la Trinidad, negó como los sabelianos que el Espíritu Santo fuera una persona distinta en la Trinidad, y definió la obra del Espíritu como el espíritu colectivo de la nueva vida corporativa que fue iniciada por Cristo.

11.  La neo-ortodoxia. Es un movimiento nacido en el siglo XX que se debe al teólogo suizo Karl Barth (1866-1968), proclamaba la necesidad de una nueva reforma regresando a la biblia como unica solución para los problemas morales de la humanidad.

Pero la Biblia de la neo-ortodoxia no es la verdadera Biblia, pues los teólogos de este nuevo movimiento negaron la inerrancia total de las Escrituras. En cuanto a la materia que nos ocupa, la mayoría de los escritores neo-ortodoxos niegan la personalidad distinta del Espíritu Santo. Según ellos, el Espíritu Santo es considerado como una actividad de Dios, más bien que como una Persona de la Deidad. Barth creía él mismo en la Deidad del Espíritu Santo, pero su modo de expresarse acerca de la Trinidad da motivo para pensar que fue un modalista.

12. El pentecostalismo- carismáticos. Es el movimiento que en la actualidad tiene más fuerza, gana adeptos día con día, enfatizan el bautismo del Espíritu como una segunda obra de la gracia para revestir de poder, y promueve una vuelta a la experiencia de todos los dones que fueron dados y usados en tiempo del Nuevo Testamento.

Aunque se adhieran en su mayoría a la doctrina ortodoxa acerca de la persona del Espíritu; lo que se promueven erróneamente es la obra del Espíritu Santo en la vida de los creyentes.



Nosotros nos apegamos a lo redactado en la CFB 1689 acerca de la Trinidad, y que incluye obviamente a la Persona del Espíritu Santo:

En DIOS hay tres subsistencias, el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, de una sustancia, un poder y una eternidad, teniendo cada uno toda la esencia divina, pero la esencia indivisible: el Padre no es de nadie, ni por generación ni por procesión; el Hijo es engendrado eternamente del Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo; todos ellos son infinitos, sin principio y, por tanto, son un solo Dios, que no ha de ser dividido en naturaleza y ser, sino distinguido por varias propiedades relativas peculiares y relaciones personales; dicha doctrina de la Trinidad es el fundamento de toda nuestra comunión con Dios y nuestra consoladora dependencia de él.


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