martes, 2 de agosto de 2022

Epístola A Los Hebreos 12: No Endurezcan El Corazón. Hebreos 3:7-11.

  

En los versículos 1 al 6 de este tercer capítulo de la carta a los hebreos, nuestro autor hace una comparación nuevamente del Señor Jesús, pero esta vez con Moisés, quien es considerado como el mayor profeta y hombre de ley entre los judíos, pero el punto al cual quiere llegar nuestro autor es a mostrarnos que la salvación si bien es un regalo eterno, preservación de los santos le llamamos algunos, tiene una característica y es la perseverancia, es decir no hay tal cosa como que una vez que eres salvo puedes vivir como quieras, se nota la salvación por una vida transformada y una perseverancia insistente en vivir reflejando a Cristo, esta es la idea de nuestro escritor que sigue delineando en los siguientes versos y ahora apoyándose del AT, en especifico una vez más del salterio.

 

7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz.

 

Por lo cual. Esta conjunción une los versos anteriores con lo que va a enseñarnos a continuación, como dijimos, esta dando continuidad al tema de la perseverancia.

 

Como dice el Espíritu Santo. Uno de los recursos estilísticos que usa el escritor para introducir una cita del Antiguo Testamento es la fórmula Dios dice o el Espíritu Santo dice. El escritor se refiere al escritor del Antiguo Testamente sólo como portavoz de Dios. Sabemos que Dios es el autor primario de la Escritura, y el hombre es el autor secundario por medio del cual Dios habla.

 

La Escritura es, para el escritor de Hebreos, Palabra de Dios, y esa Palabra es divina. No cabe duda de que él tiene un alto concepto de la Escritura. Muchas veces el escritor cita en primer lugar la Escritura, a continuación, la explica aplicando las palabras a los lectores de su epístola, tras lo cual a veces fundamenta su aplicación con ejemplos tomados de la historia bíblica, en este caso cita el Salmo 95:7-11.

 

En el ritual del templo y en las celebraciones religiosas de la sinagoga, el uso del Salmo 95 estaba ya bien establecido. Los salmos 95 y 96 eran ambos conocidos como salmos de invitación a la adoración. Podemos suponer que estos salmos también constituían una parte significativa de las primitivas liturgias cristianas.

 

David, el autor del Salmo, no es quien habla. Es el Espíritu Santo quien habla, dirigiéndose tanto al pueblo de Dios de la época del Antiguo Testamento como a los lectores de la epístola a los hebreos. Dios le habló al pueblo de Israel en el desierto; David compuso el Salmo 95, por medio del cual Dios se dirigió a los Israelitas; el escritor de Hebreos cita cierto número de versículos de dicho salmo y dice que el Espíritu Santo habla a aquellos que leen la epístola. La Palabra de Dios todavía nos habla hoy.

 

Si oyeren hoy su Voz. 8 No endurezcáis vuestros corazones. La referencia apunta a los cantantes y oyentes originales del Salmo 95, y en el original hebreo está expresada en forma de deseo, pero en griego recibe la forma de una oración condicional.

 

 

 

La oración significa lo siguiente: Si llegáis a oír la voz de Dios, escuchad lo que él tiene que decir. No seáis como vuestros antepasados que hicieron oídos sordos a la voz de Dios. Por lo tanto, Dios les está diciendo: “No endurezcáis sus corazones. Es decir, nunca dejen de hacer caso a mi voz, ya que ello ocasiona dificultades”.

 

La frase no endurezcáis vuestros corazones tiene un origen semita, pero nadie tenemos dificultad en entender lo que significa, que es rehusarnos a escuchar, a hacer caso a lo que nos dicen, en este caso, a la voz de Dios.

 

8b. Como en la provocación (Meriba), en el día de la tentación (Masah) en el desierto.

 

Dios la habla a su pueblo, Israel, y le recuerda lo que sucedió en el desierto durante el peregrinar de los cuarenta años. Hasta hace referencias a lugares específicos: Meriba y Masah Salmo 95:8. La lección histórica viene, es cuando el pueblo de Israel al comienzo de su viaje de éxodo de Egipto, hubo dejado atrás el desierto de Sin cercano a Refidim, la faltó el agua. Cuando contendieron con Moisés, Dios le dijo a éste que golpease una roca. Él lo hizo, y el agua brotó. Moisés llamó a dicho lugar Masah, que quiere decir prueba, y Meriba, que es el término que significa rencilla Éxodo 17:7.

 

Casi al fin de su viaje de cuarenta años, el pueblo de Israel contendió nuevamente a causa de la sed. Esta vez Moisés perdió los estribos, golpeó la roca dos veces en vez de hablarle como Dios le había dicho, y perdió el derecho a su puesto como líder de los israelitas. En consecuencia, no se le permitió entrar a la Tierra Prometida. Moisés llamó a ese lugar Meriba Números 20:13.

 

9 Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años.

 

Desde el primer hasta el último año, cuarenta en total, el pueblo de Israel puso a prueba la paciencia de Dios. La historia de los cuarenta años que los judíos viajaron por el desierto está repleta de ejemplos de incredulidad e infidelidad tanto de jóvenes como de ancianos. Sin embargo, en medio de la rebeldía del pueblo de Israel, Dios exhibió sus obras poderosas: una columna de fuego durante la noche para protegerlos del frío del desierto, una nube durante el día para protegerlos de los quemantes rayos del sol, maná para satisfacer su hambre, y agua de la roca para calmar su sed; además, su ropa y calzado no se gastaron Ex. 13:21; 16:4–5; 17:6; Dt. 29:5. El Señor Dios de Israel fue su roca y escudo durante cuarenta años.

 

La paciencia de Dios había sido probada hasta el límite por esa gente rebelde. Su ira estalló. Dios estaba exasperado con esa generación. Dos veces se dirigió Dios a estos obstinados israelitas y les habló directamente.

 

10 A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos.

 

Podemos encontrar lo dicho por Dios palabra por palabra en Números 14 y en Deuteronomio 1, pasajes en los cuales Moisés registra el relato histórico de la rebelión de Israel. Cuando el pueblo rehusó entrar en la Tierra Prometida, quiso regresar a Egipto y eligió otro líder, Dios le dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo me tratará este pueblo con desprecio? ¿Hasta cuándo rehusarán creer en mí, a pesar de las señales milagrosas que he ejecutado en medio de ellos?” Números14:11.

 

Los israelitas se rebelaron contra Dios una vez: tras el regreso de los espías, pusieron a prueba a Dios diez veces Números 14:22 y se negaron a escuchar su voz. Sus corazones estaban llenos de incredulidad y sus ojos estaban ciegos a los milagros que hacía Dios así que no podían ni querían andar en los caminos del Señor, es decir no le obedecían para nada.

 

11 Por tanto, juré en mi ira:  No entrarán en mi reposo.

 

Puesto de que el pueblo de Israel trataba a Dios con desdén, éste juró solemnemente: “Ningún hombre de esta malvada generación verá la buena tierra que juré que daría a vuestros padres”; Números 14:23. Deuteronomio 1:35. Dios le quitó la promesa de reposo a los incrédulos israelitas y les dijo que morirían en el desierto. Los hijos de ellos que tuvieran veinte años o menos podrían entrar en la tierra que Dios les había prometido a sus antepasados.

 

La tierra que los israelitas iban a poseer es llamada reposo, ya que allí ellos tendrían una morada permanente y segura Deuteronomio 12:9. La tierra de Israel le sería dada a aquellos que no habían despreciado a Dios. En su ira Dios juró que todos los demás no verían la tierra, sino que morirían en el desierto. Dios decía que dejaría de ser Dios, por así decirlo, antes que dejar que esos israelitas rebeldes entrasen en la tierra de Canaán.

 

En el contexto de la posesión de la tierra por parte de los israelitas, el concepto de reposo se había cumplido solamente en un sentido limitado. La manera de vivir del nómada errante había terminado y la carrera del valiente soldado cesó cuando la tierra fue conquistada. Sin embargo, la palabra reposo tiene un significado mucho más profundo, que el escritor explica más adelante, en Hebreos 4.

 

Conclusiones y aplicación.

 

Como podemos darnos cuenta, nuestro autor anónimo sigue muy preocupado por sus lectores, los está exhortando con un fuerte ejemplo, que sin lugar a dudas como hebreos conocían, con la historia del pueblo de Israel, su propia historia nacional, la cual ellos sabían de memoria, pero no solo eso, entendían perfectamente las palabras del Salmo que estaba citando, entendían perfectamente a que se refería, Dios los deshecho, no los dejó entrar en la tierra prometida, al menos no a esa generación, por eso vagaron 40 años en el desierto.

 

Tal vez pensamos mal del esa generación, tal vez pensamos, como al menos yo lo hice algunas veces, que como era posible viendo tan grandes señales de parte del Señor, que desobedecieran y tentaran a Dios, sin embargo, antes de apresurarnos a juzgarlos, sería bueno echar un vistazo a nuestro interior, no vaya a ser que al igual que ellos, tengamos un corazón endurecido.

 

Puede ser que por un tiempo hayamos sido muy tiernos hacia Dios y frecuentemente afectados o movidos en nuestros corazones por Su Palabra. Pero ahora, lamentablemente, las cosas hayan cambiado y ahora podamos pasar por alto los deberes de la oración, la lectura y el escuchar la palabra de Dios sin preocuparnos mucho.

Siempre estemos alerta si estamos en una situación parecida. Esta condición puede empeorarse y mucho. No es suficiente hacer que su corazón tiemble ante la posibilidad de endurecerse y tomar el pecado a la ligera. No es suficiente temblor ante el peligro de considerar ligeramente la gracia y la misericordia divinas, la sangre preciosa de Cristo, la ley de Dios, el cielo y el infierno.

 

Cuando nos acomodamos en algún pecado de la carne, corremos el peligro de endurecer nuestro corazón, estemos siempre alerta.

 

Recordemos a David y todas las aflicciones que experimentó porque falló en la penitencia de su deseo pecaminoso hacia Betsabé. ¿Acaso no le importa que su falla en eliminar todo pecado en su vida le pudiera traer disciplina que cause dolor y que podría continuar con usted hasta la sepultura?

 

Si no tenemos temor de ser disciplinados fuertemente cuando cometemos un hábito pecaminoso entonces es porque nuestro corazón ya se ha endurecido.

Dureza De Corazón | Ministerios Palabra de Fe

 

Corremos el riesgo de tener un corazón endurecido cuando dejamos que un deseo pecaminoso nos corrompa por un largo periodo de tiempo, sin un real esfuerzo por detenerlo, sin cortar nuestra manos o sacar nuestro ojo con tal de que ese deseo, ese hábito termine de una vez por todas.

 

Un deseo pecaminoso así, trae el alma a la condición lamentable que David describe en el Salmo 38:3-5. En casos así, una simple humillación para pedir confesar el pecado no será suficiente. Este apetito ha corrompido la conciencia hasta tal grado, que el deseo pecaminoso y la conciencia pueden vivir juntos, sin fijarse mucho uno en el otro, sin interferirse mutuamente.

 

El deseo pecaminoso hace más o menos lo que quiere, y la conciencia apenas sabe lo que está pasando. En un tiempo pasado, la conciencia hubiera estado muy alarmada ante tal circunstancia, pero ahora está casi dormida.

 

Tal deseo pecaminoso necesita ser tratado con la misma seriedad con la cual un buen doctor trata una herida antigua y descuidada. El doctor sabe que tales heridas siempre son peligrosas y frecuentemente fatales y las trata con urgencia.

 

Quizás el peligro de este deseo pecaminoso puede ser visto mejor considerando la siguiente solemne pregunta: ¿Seguro que realmente has nacido de nuevo si te entregas a este deseo constantemente?

 

Un deseo pecaminoso al cual se le ha permitido continuar quieto y cómodo es como el óxido que ha corrompido en el metal; solo puede ser removido con gran dificultad.

 

El deseo pecaminoso nunca muere por sí mismo; si no es mortificado diariamente simplemente se fortalecerá más y más, hasta dejarnos como a los israelitas en el desierto, con un corazón endurecido.

 

 

 

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