El día de hoy llegamos al final de esta serie de enseñanzas bíblicas acerca del pecado de Sodoma y Gomorra en la actualidad, ya vimos, conforme a las Escrituras en Ezequiel 16:49-50 que el pecado de Sodoma no consistió solamente en la homosexualidad, fue mucho más, todo comenzó con la soberbia de creer que eran más sabios que Dios y dictaron sus propias leyes para regir su forma de vida, a esto le siguió la maldición de la abundancia lo cual provoco exceso de ociosidad y una falta de compasión para finalizar en la soberbia consumada, la cual es no solamente creerse más sabios que Dios, sino encima ser intolerantes con aquellos que no viven como ellos creen que es lo correcto.
Pero, aun a pesar de todo esto, con nuestro amoroso Señor y Dios, siempre hay lugar para el arrepentimiento, el cual comienza reconociendo la realidad, que se está obrando en contra de Su Ley y Voluntad, para lo cual es necesario indispensablemente el ser guiados por Su infalible Palabra, lo cual nos llevará a poner en orden nuestras prioridades, a redimir el tiempo, a tener una cultura de vida y a ser compasivos.
Pero, si esto no llega, el juicio entonces será inminente, así que la iglesia tendrá que anunciar fiel y valientemente el evangelio, manifestar y enseñar arrepentimiento, compartir el pan y proclamar, que aunque el juicio llegue, aun no es el fin, en algunas ocasiones todavía hay lugar para la restauración.
Aunque el Señor no está obligado a nada, y menos ante el pecado impenitente, en muchas ocasiones muestra su gracia al restaurar después de enviar su juicio.
Una sociedad que no se arrepiente de su mal andar, puede ser borrada de la faz de la tierra, como sucedió precisamente con Sodoma y Gomorra, que actualmente están sumergidas en el fonde de las aguas del mar muerto. Pero no son el único ejemplo, Babilonia nunca ha vuelto a reconstruirse por más personalidades celebres que ha tendí al frente como Sadam Hussein en el siglo XX, o Nínive que fue arrasada hasta sus cimientos y jamás ha sido levantada, son otros dos casos más que las Escrituras nos muestran de las consecuencias del juicio de Dios, que se pudo prevenir pues fue anunciado por los profetas.
Incluso podemos sumar a los ejemplos bíblicos, el ejemplo histórico del templo de Jerusalén, que después de ser una majestuosa obra de tiempos antiguos, hoy en día solo queda un tramo de muro en pie, pues como sabemos en el año 70 las tropas de Tito el general romano lo destruyeron por completo. Todo esto pudo evitarse, pues Dios siempre previene del juicio a los hombres por medio de sus profetas:
En la actualidad el profeta que debe proclamar el juicio venidero del Señor es la iglesia, basada siempre en las Escrituras, por eso su silencio la hace cómplice.
El ejemplo de una ciudad que se arrepintió y pospuso el juicio sin duda es Nínive, que al escuchar el mensaje de parte del profeta Jonás, pusieron manos a la obra. Jonás 3.
El pueblo de Israel era perdonado por Dios en muchas ocasiones, siempre que ellos se volvían a Él en arrepentimiento. Jueces 6:1-10.
Hay un principio en la Escritura y es que si aprendemos del juicio y ahora sí, nos arrepentimos, el Señor nos llevará a restauración. 2ª Crónicas 7:13-14.
Es muy claro y simple, la humillación ante Dios, la oración, el buscar su rostro y su voluntad, todo lo cual nos lleve a la conversión, siempre tendrá un resultado: ser restaurados. El Señor que es bueno, escuchará el clamor por muy distinta que haya podido estar la sociedad de Él, entonces impartirá su perdón, y restaurará no solo a nivel espiritual, sino también el entorno que ha sido objeto de su juicio.
La restauración es el volver a su estado original, no a lo que a nosotros nos gusta o nuestra fantasía, sino a lo que Dios diseñó que fuera originalmente, y eso siempre es lo mejor. Nahúm 2.:2.
Los ejemplos bíblicos claros son Daniel, quien contempló el final de la cautividad babilónica de su pueblo, o el de Nehemías quien vio con sus propios ojos la restauración de los muros de Jerusalén, o el caso de los profetas como Isaías, Amós y Habacuc que anunciaron la restauración del pueblo sabiendo que no la iban a vivir en persona pero que aun así no tenían duda alguna de que sucedería.
Deberíamos seguir ese ejemplo. Deberíamos humillarnos y reconocer hasta que grado nuestros pecados han alejado nuestros caminos del Señor, anteponiendo nuestra voluntad a lo que Dios dice en Su Palabra. Deberíamos orar si el juicio es inevitable, para que el Señor nos guarde hasta que concluya.
Deberíamos buscar su rostro para saber qué es lo que debemos de hacer y como conducirnos en medio de una sociedad que, de forma cada vez más descarada se rebela más contra Él y que inevitablemente va a recibir su justo juicio. Deberíamos convertirnos de nuestros malos caminos y caminar por la senda de justicia que Dios ha trazado para nosotros.
Vivimos tiempos difíciles, más de lo que parecen ser, y sinceramente se ve lejos el que llegue un arrepentimiento que retrase o evite el juicio, ante esta situación, lo mejor que podemos hacer es aceptar la realidad y comportarnos conforme a ella. Habacuc 3:17-18.
La clave para poder vivir en estos tiempo difíciles es la Fe en Cristo. Habacuc 2:4.