Desde hace un par de meses a la fecha que comenzamos
con el estudio de la serie de enseñanzas bíblicas titulas: Esclavos de Cristo,
hemos aprendido que todos los seres humanos somos esclavos, ya sea del pecado o
de Cristo, la falsa enseñanza del libre albedrío en la salvación solo le roba
Gloria al Señor que nos compró a precio de sangre en la cruz del calvario.
En las dos últimas enseñanzas vimos basados en Juan 15:15 que, a sus esclavos, el
Señor también los llama sus amigos, y que el ser amigo de Cristo es una
relación basada en la comunicación, en otras palabras, la oración es básica en
nuestra relación con Cristo y aquellos que no oran al Rey de la gloria no ha de
sorprenderles que sientan a Cristo como alguien lejano, pues no puedes amar a
quien no conoces.
El día de hoy seguiremos viendo los grandes beneficios
que como esclavos de Cristo tenemos, pues recordemos que, en la cultura
grecorromana, la calidad de vida del esclavo dependía en su mayoría al tipo de
amo que tenían, así si el dueño era cruel y despiadado trataba de manera
inhumana a sus esclavos, si, por el contrario, el amo era amable y cariñoso
llegaba la grado de considerar como un miembro más de la familia a alguno de
sus esclavos.
Lamentablemente la mentalidad modernista y humanista
nos hacen ver la esclavitud para con Cristo como algo malo, como algo que no
debería de ser así, que nosotros no deberíamos de llamarnos esclavos, pues eso
implica que no somos nuestros propios dueños.
Las personas NO entienden y les molestan o entristecen
las Verdades eternas, es difícil para los no creyentes el imaginarse como
esclavos de alguien, así ese alguien sea DIOS mismo, es algo ofensivo que hiere
la sensibilidad de quienes están en contra, por ello decirles que DIOS nos
quiere como Esclavos de Cristo es
inaceptable.
Sin embargo, la realidad bíblica de ser esclavos de
Cristo es maravillosa, es de hecho la bendición más grande que pudimos haber
recibido de parte de DIOS, nuestro nuevo dueño:
1. No solo es bondadoso, es la norma de bondad misma.
Juan 10:11.
¿Quién
nos va a tratar mejor que la bondad personalizada? Eso es sencillamente
imposible, así como los esclavos grecorromanos rogaban por tener al mejor y más
bondadoso amo, nosotros SIN SER MERECEDORES lo tenemos.
Nuestro
nuevo dueño, es tan bondadoso, que su vida puso por sus ovejas, que su vida dio
en la cruz por sus esclavos, esto es algo inaudito en todas las culturas, pero no
para nuestro bondadoso Dueño.
2. Su carácter para tratarnos es perfecto.
No
estamos en la incertidumbre si algún día cambiará de opinión y nos comience a
tratar con desdén y desprecio, no tenemos temor de que un día nos deseche de su
lado, no tenemos temor a ser castigados, pues todo el castigo LO LLEVÓ ÉL MISMO sobre la Cruz
3. Su poder para preservarnos es incomparable. Romanos
8:28-39.
Este
aspecto era tan entendido por el apóstol a los gentiles, que inspirado por el
Espíritu escribió los versos citados, simplemente no hay poder alguno en el
universo que nos pueda separar de nuestro dueño, esto es alentador, pues si
nuestro antiguo dueño, el pecado, pudiera llevarnos nuevamente con él, sería lo
más catastrófico en nuestras vidas.
Significaría
que perdimos nuestra posición en Cristo y por consecuencia nuestra salvación y
vida eterna, pero esto nunca pasará, pues no hay poder que siquiera se acerque
al de nuestro amo, ni el diablo, ni la muerte, ni el pecado, ni nosotros
mismos.
4. Su sabiduría es infinita, sabe siempre lo que más nos
conviene. Romanos 12:2.
Él
sabe lo que es mejor para nosotros, siempre, pues su voluntad no es arbitraria,
ni caprichosa, sino buena, agradable y perfecta, por lo tanto, si estamos en el
valle de sombra de muerte, es porque él sabe que es eso lo que más nos
conviene, pues así aprendemos a depender única y exclusivamente de él.
5. Su amor es completamente incondicional. 1ª Juan 4.16.
A
diferencia de los seres humanos, que somos volubles, nuestro Señor Jesucristo
no lo es, Él nos ama pase lo que pase, hagamos lo que hagamos y, es más, Él ya
sabía cómo éramos desde antes de siquiera naciéramos y aun así decidió amarnos
desde la eternidad pasada.
Por
eso no hay nada que podamos hacer para que Él nos deje de amar, nuestro
comportamiento no define su amor, aunque eso no significa que tenemos pase
libre para pecar, por el contrario, al ser tan amados lo primero que viene al
corazón de sus esclavos es corresponder ese amor con obediencia a su Palabra.
Ya que Cristo es nuestro amo y Señor, podemos confiar
en él plenamente en que va a cuidar de nosotros como su propiedad exclusiva, él
cuidará de nosotros en cada situación de la vida, eso incluye por supuesto las
circunstancias más difíciles, él proveerá lo que necesitamos para seguirle
siendo fieles, pues por supuesto que eso también viene de DIOS y no de
nosotros:
·
2ª
corintios 9.8.
·
Filipenses
4:19.
·
Hebreos
13.5-6.
·
Salmo
23:1-4.
En la cultura grecorromana, los esclavos se sentían
aliviados pues a diferencia de muchos otros, tenían asegurada la comida diaria
y un lugar caliente y digno para dormir, pero para nosotros los esclavos de
Cristo es importante entender que la bendición de que él sea nuestro dueño van
mucho más allá de que el provee todo en nuestras vidas o correremos el riesgo
de tener el Cristo hedonista de la mayoría de la cultura cristiana de la
actualidad.
Ser esclavos de Cristo también es una posición de
grandes privilegios, pues estamos en compañía ni más ni menos que del Rey de
Reyes y Señor de Señores, del Soberano del universo, del Ser supremo que
trasciende por mucho a toda la creación, es obvio que no podemos aliarnos con
alguien de mayor posición en el cosmos.
En los tiempos del nuevo testamento los esclavos
obtenían su status según la posición social que tuviera su dueño, al grado de
que con mucha frecuencia incluían los nombres de sus dueños en sus lápidas. En
esa época no se podía tener un status como esclavo más alto que el ser esclavo
del emperador, a los esclavos del César se les tenía en alta estima, y se les
trataba con respeto.
Para darnos una idea, pensemos en la persona más
influyente que conozcamos, tal vez no conocemos al Presidente del país, pero
mucha gente con ser amigo del primo del vecino de un diputado o senador se sienten
“palancas” y su comportamiento se ve
drásticamente alterado.
Si crees que ser esclavo del César era algo grande o
si crees que ser amigo del presidente es maravilloso, ¿Imagínate ser esclavo y
amigo de Cristo? Él es el Rey de Reyes, no hay nadie superior a Él, nadie se
acerca a su majestad y gloria, ahora entiendes porque los primeros cristianos
al ser perseguidos se identificaban como Esclavos de Cristo.
Hacerlo no fue sino una afirmación de su sumisión
completa al Amo; pero también fue una declaración de la posición privilegiada
que cada cristiano disfruta al estar vinculado con el Señor. Ninguna relación puede ser mayor que esta.
Como esclavos no tenemos gloria en nosotros ni por nosotros mismos, es
nuestro amo y Señor Jesucristo. 2ª Corintios 10:17.
¡Qué gozo y qué privilegio es ser esclavo del Rey de
Gloria!
Por siempre cantaremos sus alabanzas, deleitándonos en
el esplendor de su gloria y adorándole con corazones llenos de reverencia y
amor. Su Nombre es sobre cualquier otro y se escribirá en nuestras frentes por
toda la eternidad.
Junto con los santos de todos los tiempos, nunca
dejaremos de maravillarnos por el hecho de que, a pesar de nuestras propias
faltas y debilidades, el Señor nos escogió para ser suyos. No hay honor más
grande que estar en compañía del Rey.
Y así como las personas que tiene ciertos amigos
influyentes cambian en su comportamiento, nosotros somos radicalmente
diferentes en nuestras acciones y pensamientos, no por nosotros mismos, sino
por Cristo, nuestro dueño, nuestro Rey, nuestro amigo, podemos decir como el
salmista: venid y aclamemos alegremente
al Señor...Salmo 95:1-6.
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