Después de hacer su entrada triunfal en Jerusalén,
montado sobre un pollino en señal de que es el príncipe de paz, el Mesías
salvador y no el Mesías rey y libertador que el pueblo deseaba, el Señor Jesús
responde a Andrés y a Felipe acerca de la duda que los griego presentaron con
respecto al tema de la salvación.
Podemos deducir que ese era el tópico por el cual se
acercaron a Jesús, pues al ser griego de nacionalidad aunque prosélitos al
judaísmo, estaban acostumbrados a plantearse las más profundad dudas
filosóficas, y al no hallar respuesta en su filosofía corrieron a la religión
de los judíos, pero como es de esperarse tampoco esta los dejó por completo
satisfechos, es por este motivo que se acercan a Andrés y a Felipe, pues sus
nombres que son de origen griego les inspiran más confianza que los otros 10
apóstoles.
Andrés y Felipe se presentaron a Jesús y expusieron la
duda de los griegos prosélitos del judaísmo, a lo cual el Señor les presentó el
evangelio completo: Salvación y Señorío.
Lo primero que Jesús les responde es que ha llegado su hora, la semilla debe de
caer en tierra y morir si es que deseamos que haya mucha cosecha, entendimos
que fuera de la Cruz de Cristo no hay
cosecha espiritual, no hay otra forma de nacer de nuevo si no es por medio de
la fe en el sacrificio vicario de nuestro Señor Jesucristo.
Pero no fue toda la respuesta del Señor, esa primera
parte le compete solo a él, pero la segunda parte de su respuesta es extensiva
a todos sus discípulos: estar dispuestos hasta a morir por su causa.
El verdadero cristianismo debe de ser por definición
una contracultura...siempre
ha sido así, históricamente hablando, el verdadero seguidor de Cristo va en
contracorriente.
La contracultura, es el movimiento que se opone a los
valores ideológicos, culturales, educacionales, etc. establecidos por la
sociedad, en este caso no se trata de que vayamos
en contra de todo, sino más bien, somos una contra cultura, porque no nos
adaptamos ni aceptamos nada que vaya
en contra del carácter justo y Santo de nuestro DIOS. A la contracultura, la biblia le llama el camino estrecho. Mateo 7:13-14.
Sabiamente, como aplicando un bálsamo al corazón, el
Señor Jesús continua su respuesta diciendo a los discípulos, los griegos, los
judíos y a nosotros, que aquellos que le seguimos estaremos donde él esté, esto
es hablando del cielo y que seremos honrados por el Padre, no podríamos pedir
ni merecer nada mejor.
Pero la respuesta del Señor Jesús no ha terminado,
todavía hay palabras por decir y en esas palabras nos enfocaremos el día de
hoy. Lo siguiente que les dice el Señor es: 27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta
hora? Más para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Retoma el tema de su muerte, nuevamente hace hincapié
en la necesidad absoluta de ella, pero ahora la contemplación de su muerte le
llena de angustia mortal. Su alma, esta turbada
del griego taraáo (ταράσσω, G5015) que significa incierta, conmovida y
perturbada.
El Señor Jesús estaba pasando por un episodio parecido
a lo que ocurrió en el huerto del Getsemaní horas antes de su muerte. Lucas 22:41-44. Hace tiempo en nuestro
estudio de cristología vimos que la condición médica del Señor es conocida como
la hematidrosis que es el resultado
de un estrés intenso en extremo que provoca el sudar sangre literalmente, por
ello es que cuando el Señor dice mi alma
está perturbada, no solo era una expresión vana, era realmente una agonía
mortal.
Aunque hay quienes en su afán de desacreditar la
persona de Cristo citan este texto para decir que el Señor no deseaba morir,
que nunca fue su plan que él oraba ser librado de la agonía final, la cierto es
que es hacer malabares con el texto, cuando el Señor Jesús dijo: ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora?
No se estaba negando a morir, son conocidas en el
lenguaje como preguntas retoricas, cuya
respuesta es ya conocida, Jesús mismo lo aclara en su siguiente frase: Más para esto he llegado a esta hora.
Jesús no se rebeló en ningún momento a la perfecta
voluntad de DIOS ni en este pasaje ni en el huerto de Getsemaní, él siempre
estuvo consciente de su propósito terrenal y lo cumplió a cabalidad, no solo
fue obediente, que es la actitud externa, él fue totalmente sumiso, que es la
actitud interna.
Ese es el tipo de obediencia al cual los discípulos
somos llamados, no solo a obedecer externamente, pero en nuestro corazón haya
duda, temor, desenfado o hasta rebeldía, la verdadera sumisión es doble, es
interna con un corazón que tiene contentamiento en que DIOS tiene todo bajo control en su perfecta y
buena voluntad y se manifiesta externamente en obediencia al señor que lo
rescató.
Nuestro Señor Jesucristo Aunque tiene el alma llena de
horror, ni por un momento se rebela contra la voluntad del Padre. Cumplir esa
voluntad era su deseo más íntimo, tanto en ese momento como en Getsemaní. Pero
pide que si hay alguna otra forma de poder cumplir la voluntad del Padre,
alguna otra forma de muerte voluntaria y sustitutiva, que se manifieste dicha
alternativa, de forma que se pueda ahorrar la terrible agonía beber la copa de
la ira de DIOS.
El cuadro es algo como lo siguiente: Jesús orando: Padre, sálvame de esta hora de tan amargos
sufrimientos en la cruz. Pero mientras pronuncia estas palabras, el
pensamiento es algo como esto: si esto es
posible y está de acuerdo con tu santa voluntad, porque deseo cumplir tu
voluntad. Por ello es que dijo:
Padre Glorifica tu Nombre.
Al igual nosotros, no significa que siempre vayamos a disfrutar la voluntad de DIOS para
nuestras vidas, habrá veces y no pocas diría yo, en que no lo vamos a disfrutar
en nada, al contrario humanamente por el egocentrismo que aún tenemos vamos a
sufrir, pero como Jesús descansemos en su Soberanía del Padre, no hay ningún
mal en que pidamos humildemente que si es posible salgamos de esa situación,
pero descansemos en que DIOS sabe por mucho lo que es mejor para nosotros y
sobre todo recordemos que es para su Gloria.
Jesús había pedido que el Padre glorificara su nombre;
es decir, que el Padre, por medio de su revelación en el Hijo, hiciera que se
manifestara públicamente el resplandor de sus majestuosos atributos, a fin de
que los hombres pudieran darle el honor debido a su nombre.
El nombre del Padre es su revelación; aquí, su
revelación en Cristo. De inmediato salió una voz del cielo que decía, Lo he glorificado, y lo glorificaré otra
vez.
Está fue la 3ª vez que el Padre habló de manera audible
al Señor en público, las otras son:
·
En su bautismo. Marcos
1:11.
·
En su transfiguración. Marcos 9:7.
Por medio de esas voces directas y de los milagros y
poderosas sanidades que Jesús realizó, el Padre ya se había glorificado en el
Hijo, en esta ocasión promete que después de la humillación llegara el periodo
de exaltación y con Él la glorificación del Padre.
Las reacciones a la voz del cielo no se hicieron
esperar: 29 Y la multitud que estaba
allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un
ángel le ha hablado. 30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa
mía, sino por causa de vosotros.
Al igual que cuando Saulo de Tarso se dirigía a
Damasco, los que le acompañaban escucharon el ruido pero no llegaron a escuchar
las palabras concretas. Hechos 22:9. También
aquí las personas oyen un ruido que procede del o alto, pero no pueden
comprender el mensaje, en consecuencia para poder dar una explicación lógica
atribuyen el ruido a un trueno, aunque otros menos escépticos, admiten un
suceso extraordinario, pero lo atribuyen a un ángel del cielo.
Siempre nos encontraremos con estos dos tipos de
personas, aquellos que niegan toda realidad espiritual y que creen que todo
puede ser explicado mediante la lógica humana, la cual en nada se compara con
los pensamientos de DIOS y aquellos que creen en hechos espirituales pero que
en lugar de atribuir la gloria a DIOS tratan de satisfacer su curiosidad en
otros lados, como la astrología, el esoterismo, los horóscopos, etc.
Jesús respondió diciendo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.
Jesús no tenía necesidad de que al escuchar la voz
audible del Padre su fe fuera fortalecida, su fe nunca menguó, eso ya lo
aclaramos, él siempre fue obediente al plan perfecto divino.
Por eso es que la voz no fue por causa suya, sino por causa de ustedes: los discípulos, los
griegos y los judíos presentes a su alrededor, para que se dieran cuenta de que
la oración de Jesús fue de inmediato respondida, sabemos que algunos cuantos,
tal vez los discípulos nada más, pero si hubo quienes entendieron claramente la
voz del cielo, lo consta que haya quedado registrado en este evangelio.
Juan prosigue con su relato: 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo
será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí
mismo. 33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.
Al decir Ahora Jesús
está hablando como si su muerte y descenso al infierno ya estuviera sucediendo,
el término mundo ha de entenderse en
este contexto como la sociedad separada de la voluntad de DIOS, no se refiere
ni al planeta ni a su población, sino a la sociedad organizada bajo los
principios del maligno. 1ª Juan 5:19.
Hace un par de meses que hablamos acerca de satanás,
no nos vamos a detener innecesariamente para volver a hablar de él, basta con
recordar que hasta para predicar de él hay que hacerlo cristocéntricamente, el
diablo, el maligno tiene el mundo bajo su control es cierto, pero no olvidemos
que el diablo mismo está totalmente bajo la soberanía de nuestro Señor y DIOS y
que no puede hacer nada más de lo que Él le permite.
Cuando Jesús murió en la cruz pareció como si el mundo
triunfara y Cristo fuera derrotado. Incluimos en nuestro concepto de mundo al
pueblo judío que lo rechazó, a los líderes religiosos que lo condenaron, a
Judas que lo traicionó a los soldados que se burlaron de él, a Pilato mismo que
lo sentencia y a todos aquellos hombres que bajo la influencia del maligno se
rebelaron contra DIOS.
A todos ellos les llegó la hora de su juicio, y nunca
se dieron cuenta que por medio de su rebeldía y rechazo al Señor Jesús se
condenaron a sí mismos, la justicia divina cayó sobre todos ellos.
Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.
Este príncipe o gobernante escomo ya lo dijimos satanás. En otras partes el
escritor del cuarto Evangelio y del libro de Apocalipsis además del apóstol Pablo
y Lucas lo describen como gobernante:
·
Lucas
4:2 y 6.
·
2ª
Corintios 4.4.
·
Efesios
2.2.
·
Efesios
6:12.
·
Apocalipsis
12:3.
El echar fuera al príncipe de este mundo debe
explicarse a la luz de la afirmación que sigue de inmediato: Y yo, si soy levantado de la tierra, a todos
atraeré a mí mismo. La atracción de todos los hombres hacia Cristo es el
echar fuera al demonio. Este pierde el poder sobre las naciones.
Para nada significa que el diablo fue echado fuera del
mundo el día en que Jesús triunfó en la cruz, el diablo sigue merodeando como león rugiente buscando a quien devorar,
su juicio llegó pero su sentencia no ha sido ejecutada porque el mismo
diablo sirve a los planes y propósitos eternos de DIOS.
Recordemos que un momento antes los griegos habían
pedido ver a Jesús. Este es claramente
el contexto. Estos griegos representaban a las naciones, los elegidos de todas
las naciones que llegarían los pies de Cristo con fe viva, a través de la
gracia soberana de Dios.
En consecuencia, por medio de la muerte de Cristo que
quebranta el poder de Satanás sobre las naciones del mundo. Durante la pasada
época, la del A.T. Estas naciones habían estado bajo la esclavitud de satanás aunque
muchas veces sin siquiera saberlo y desde luego, nunca en el sentido absoluto
del término.
Con la venida de Cristo ocurre un tremendo cambio. En
Pentecostés, y después del mismo, comenzamos a ver la formación de una iglesia
de entre todas las naciones del mundo. Esto es lo que Jesús ve tan claramente en
cuando estos griegos se le acercan: ahora
de toda lengua, pueblo, tribu y nación es que se forma su iglesia.
Jesús promete atraer a todos los hombres a sí mismo.
Este todos los hombres, en este contexto
que coloca a los griegos junto a los judíos, debe significar hombres de toda
nación. Esta idea se encuentra a menudo en el cuarto Evangelio: la salvación no
depende de la sangre o de la raza. Jesús es el Salvador no sólo de los judíos
sino también de los samaritanos; en consecuencia, es el Salvador del mundo, tiene
otras ovejas que no son del redil judío, sino
del mundo gentil; morirá no sólo por la nación judía, sino para así reunir en
uno solo a los hijos de Dios que están dispersos, en resumen, es el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo.
Jesús atraerá a los hombres a sí mismo cuando es levantado
de la tierra. Este ser levantado se explica en relación con Juan 3:14. Por medio de la crucifixión,
resurrección, ascensión y coronación Jesús atrae a sí mismo a todos los
elegidos de Dios, de toda edad, región y nación.
Los atrae por medio de su Palabra y Espíritu. Esta actividad
del Espíritu es la recompensa por el levantamiento del Hijo. De esta acción de
atraer a los pecadores a Cristo no se debe excluir la operación del Espíritu
Santo en la regeneración del corazón. Antecede incluso a nuestra fe, dada por
Dios.
Juan nos dice claramente que Jesús decía esto dando a entender de qué muerte
iba a morir. O sea, lo decía para indicar que su muerte consistiría en ser
levantado en la cruz, como medio para salvar a sus elegidos de todas las
naciones y como el medio perfecto para glorificar El Nombre de DIOS.
Estas cortas líneas tienen un tema en común: que el
Nombre de DIOS sea glorificado:
·
Lo dice Jesús explícitamente: Padre glorifica Tú
Nombre.
·
Lo glorifica cuando en una actitud de sumisión y
obediencia se sujeta a su Voluntad.
·
Es glorificado en el juicio de la sociedad en rebeldía
contra Él.
·
Es glorificado cuando satanás es echado fuera de las
naciones y ahora de toda lengua, pueblo,
tribu y nación es que se forma su iglesia.
·
Es glorificado en la muerte y resurrección de Cristo.
El propósito final de nuestras vidas en glorificar el
Nombre de DIOS, apenas hace un par de semanas vimos que cuando entró a
Jerusalén nadie entendía el significado de su entrada, y al igual muchos vienen
a la iglesia sin entender que estamos aquí Por
Su Gracia Y Para Su Gloria.
Una vida que no glorifica a DIOS en todo, en especial
si te dices ser cristiano, es un desperdicio de vida, es hedonismo en el mejor
de los casos pero definitivamente no es cristianismo, no el que la biblia nos
delinea. ¿Qué esperamos para que nuestras vidas glorifiquen EL Nombre de DIOS?
Por algo la Escritura nos llama hijos de luz, lo cual veremos la
próxima semana.
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