miércoles, 24 de abril de 2024

Un Dios Santo 03: Como Debemos Responder a la Santidad de Dios. Lucas 5:8.

La semana pasada entendimos, que a diferencia de los seres angelicales, nosotros los seres humanos estamos diseñados por Dios con la capacidad de admirar la belleza de la Santidad Divina, por el momento no será en toda su gloria y esplendor, eso es imposible debido a la impureza del pecado remanente que aún queda en nosotros, pero de aquel lado de la eternidad si podremos hacerlo plenamente, esto lo entendimos mediante el pasaje de Isaías 6.

 

Es aquí donde encontramos la esencia de la visión de Isaías. El canto de los serafines revela el asombroso mensaje de este texto. Isaías 6:3. Este canto es la repetición de una sola palabra:  Santo. Este canto es llamado el trihagion que significa infinitamente Santo.

 

Es fácil pasar por alto el significado de la repetición de la palabra santo. Esta expresión literaria que se encuentra en las formas hebreas de literatura, especialmente en la poesía, es una forma de énfasis. En el idioma español, para enfatizar la importancia de algo, tenemos varios recursos para escoger. Podemos subrayar las palabras o escribirlas con letras itálicas o marcadas. Podemos agregarle signos de exclamación o distinguirlas con comillas. Todo esto es para llamar la atención del lector a algo que es especialmente importante.

 

Los judíos del AT tenían diferentes técnicas para indicar énfasis. Una de ellas era el método de la repetición. Jesús usó la repetición de palabras, De cierto, de cierto os digo. Aquí, el doble uso de la frase de cierto significaba que iba a decir algo muy importante.

 

En raras ocasiones la Biblia repite algo hasta el tercer grado. Mencionar algo tres veces seguidas, es elevarlo a su grado superior y adjudicarle un énfasis de súper importancia. Por ejemplo, el terrible juicio de Dios se declara en el libro de Apocalipsis 8:13. O también se ve en la burla sarcástica del sermón de Jeremías 7:4.

 

En las Sagradas Escrituras sólo una vez un atributo de Dios se eleva al tercer grado. Sólo una vez encontramos una característica de Dios mencionada tres veces en sucesión, la Biblia dice que Dios es santo, santo, santo. No que Él es santo, o aun santo, santo. Él es santo, santo, santo. La Biblia nunca dice que Dios es amor, amor, amor; o misericordia, misericordia, misericordia; o ira, ira, ira; o justicia, justicia, justicia.

 

Isaías 6:4 nos dice que los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.

 

No pocas personas y en especial los jóvenes, se alejan de la iglesia por encontrarla aburrida, ese ha sido el causante del pragmatismo de muchos ministerios juveniles, que buscan juegos, actividades, dinámicas divertidas para que los jóvenes no se vayan del grupo y de la iglesia, el problema es que al final dejan de lado lo importante que es enseñarles por medio de las Escrituras, discipularlos, y tristemente de todos modos terminan retirándose.

 

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué la gente se aburre en la iglesia? Porque es difícil para mucha gente encontrar en la adoración una experiencia, profunda, emocionante y conmovedora.

 

Vemos en Isaías 6:4 que cuando Dios se apareció en el templo, las puertas y los quiciales se estremecieron. La materia muerta de las puertas, los quiciales inanimados, la madera y el metal, que no podían oír ni hablar, tuvieron el buen juicio, por así decirlo, de estremecerse por la presencia de Dios. Literalmente el texto dice que fueron sacudidas. Comenzaron a temblar.

 

Las puertas del templo no fueron lo único que se conmovió: Isaías 6:5. Lo que más tembló en aquel edificio fue el cuerpo de Isaías. Cuando él vio al Dios viviente, el Soberano del universo desplegado ante sus ojos en toda su santidad, Isaías exclamó ¡Ay de mí! La exclamación de Isaías suena extraña a los oídos modernos. Es raro oír a la gente hoy usar la expresión: ¡Ay de mí! Puesto que esta frase suena anticuada, algunos traductores modernos prefieren sustituirla por que miserable soy (Jüneman), o ahora si voy a morir (TLA) y todo se acabó para mí (NTV). Esto es un error serio.

 

La expresión ¡Ay de mí! es crucialmente bíblica y no podemos permitimos ignorarla. Tiene un significado especial. La fuerza completa de la exclamación de Isaías debe considerarse en el contexto del uso del lenguaje bíblico. La forma más frecuente para referirse a los mensajes de los profetas era oráculo. Los oráculos eran mensajes provenientes de Dios; podían ser buenos o malos., Los oráculos positivos empezaban con la palabra bienaventurado. En el Sermón del Monte, Jesús usó este tipo de oráculo. Sus oyentes entendían que Él estaba usando la fórmula profética, el oráculo que traía buenas noticias.

 

Pero Jesús también usaba la forma negativa del oráculo. Al pronunciar su airada denuncia contra los fariseos: Mateo 23:13-29. El repitió esto tantas veces que comenzó a sonar como una letanía. En los labios de un profeta la expresión ¡Ay! es un aviso de juicio. En la Biblia las naciones y los individuos son enjuiciadas pronunciando un oráculo de ¡ay! La manera en que Isaías usó la palabra Ay! fue extraordinaria. Al ver al Señor, el pronunció el juicio de Dios sobre sí mismo. ¡Ay de mí! exclamó, invocando el juicio de Dios, la severa maldición de juicio, sobre su propia cabeza. Una cosa era que un profeta maldijera a otra persona en el nombre de Dios, pero era otra totalmente diferente cuando un profeta pronunciaba esa maldición sobre sí mismo. Inmediatamente después de la maldición de juicio, Isaías gritó, ¡Soy muerto!

 

Si algo sabemos bien por los registros bíblicos e históricos es que Isaías hijo de Amoz era hombre de integridad, un hombre completo. Sus contemporáneos lo consideraban el hombre más recto de la nación y lo respetaban como un modelo de virtud. Pero cuando tuvo la repentina visión del Dios santo, en ese instante toda su autoestima fue sacudida. En un segundo su desnudez se descubrió ante la mirada de la norma más absoluta de santidad.

 

Comparado con otros mortales, él podía sostener una alta opinión de sí mismo. Pero en el instante que él se midió con la norma suprema, él fue como un muerto moral y espiritualmente hablando. Su sentido de integridad se derrumbó.

 

El gritó, Soy hombre de labios inmundos. Nosotros habríamos esperado que dijera, Soy hombre de hábitos impuros, o, Soy hombre de pensamientos impuros, o simplemente soy un hombre impuro. Pero en cambio se refirió a su boca diciendo, en palabras más entendibles: Tengo una boca sucia. ¿Por qué este enfoque en su boca? Una indicación respecto a esta expresión de Isaías se halla en las palabras de Jesús en Mateo 15:11. También encontramos referencia en Santiago 3:6-12.

La lengua es un mal arrollador, lleno de veneno. Esto es lo que Isaías estaba reconociendo. Pero él sabía que no estaba solo en este dilema, que toda la nación estaba infectada con bocas sucias: Yo vivo en medio de gente de labios inmundos. Isaías 6:5.

 

En un momento Isaías tuvo un entendimiento nuevo y radical del pecado. El vio que era invasivo en sí mismo y en todos los demás. Tal y como le sucedió a Pedro siglos después. Lucas 5:8.

 

En un sentido, nosotros somos afortunados en que Dios no se nos aparezca como lo hizo a Isaías. ¿Quién podría soportarlo? Normalmente Dios nos revela nuestra pecaminosidad poco a poco, y el reconocimiento de nuestra corrupción es gradual. Pero a Isaías Dios le mostró su corrupción súbitamente. No es extraño que hubiese sido devastado. Isaías lo explicó de esta manera: Mis ojos han visto al rey, Jehová de los ejércitos. Isaías 6:5.

 

El vio la santidad de Dios y por primera vez en su vida entendió quién era Dios; a la vez, por primera vez entendió quién era él mismo, Isaías. Isaías 6:6-7.

 

Isaías se arrastraba gimiendo por su vileza. Todas las fibras nerviosas de su cuerpo temblaban mientras buscaba donde esconderse, orando que de alguna manera la tierra lo cubriera, el techo del templo lo sepultara, o algo, cualquier cosa, lo liberara de la santa mirada de Dios. Pero no había dónde esconderse. Él estaba allí, desnudo y solo frente a Dios. A diferencia de Adán, no tenía a Eva para excusarse, ni hojas de higuera que lo escondieran. Lo suyo era la esencia de la angustia moral, ésa que desgarra el corazón de un hombre y destroza su alma en pedazos. Una gran culpa, una culpa sin tregua brotaba por todos sus poros.

 

Pero el Dios Santo es también el Dios de gracia, y no permitió que su siervo continuara postrado sin consuelo. Inmediatamente comenzó a limpiado y a restaurar su alma, enviando a uno de los serafines. El serafín voló rápidamente hacia el altar con unas tenazas, tomando del fuego un carbón encendido, demasiado caliente hasta para un ángel y se dirigió hacia Isaías. El serafín presionó el carbón al rojo vivo contra los labios del profeta y los quemó. Los labios son una de las partes más sensibles del cuerpo humano, por algo son el punto de contacto para un beso.

 

Pero lo que Isaías sintió, no fue un beso, sino que fue la llama santa quemando su boca. El sintió el desagradable olor de la carne quemada, pero el olor fue mínimo en comparación con el intenso dolor de la quemadura.

 

Esto fue una misericordia severa, un acto doloroso de limpieza. La herida de Isaías estaba siendo cauterizada, la inmundicia de su boca estaba siendo quemada; él estaba siendo refinado con el fuego santo.

 

Por medio de este acto divino de limpieza, Isaías experimentó un perdón por medio de la purificación de sus labios. Él fue limpiado completamente, perdonado en su esencia, aunque no sin el terrible dolor del arrepentimiento. El experimentó más allá de una gracia superficial y de un simple lo siento o un ay perdón. El lamentó su pecado, abrumado con angustia moral, y Dios envió un ángel para sanarlo. En un momento, el devastado profeta fue restaurado. Su boca fue purificada; él estaba limpio. Isaías 6:8.

La visión de Isaías adquirió una nueva dimensión. Hasta entonces él había visto la gloria de Dios, había oído el canto de los serafines, había sentido el carbón ardiente sobre sus labios, pero ahora por primera vez escuchaba la voz de Dios. Isaías 6:8.

 

De repente, los ángeles callaron y la voz que la Escritura describe como el estruendo de muchas aguas resonó en todo el templo. Aquella voz hizo eco con las agudas preguntas: ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros? Aquí vemos un patrón que se ha repetido en la historia:

 

Cuando Dios se aparece, la gente tiembla con terror, luego Dios perdona y sana, para después enviar. El patrón que es el quebrantamiento precede a la misión.

 

Cuando Dios preguntó, ¿a quién enviaré? Isaías entendió la fuerza de esa palabra. Ser enviado significaba funcionar como un emisario de Dios, ser vocero de la Deidad. La respuesta de Isaías fue: Heme aquí, envíame a mí. Hay una diferencia crucial entre decir, heme aquí y decir, aquí estoy. Si hubiese dicho aquí estoy, simplemente hubiera indicado su localización. Pero él le estaba indicando a Dios algo más que su ubicación, y al decirle heme aquí estaba dando un paso al frente como voluntario. Su respuesta fue simplemente Yo iré. No busques más, envíame mí. Aprendemos dos lecciones aquí, primero que:

 

Dios tomo a este hombre consiente de su pecado y después lo envió al ministerio. El tomo a un pecador y lo hizo un profeta; tomo a uno hombre cuya boca era sucia y lo hizo su vocero.

 

La segunda cosa importante que aprendemos de este evento es que la obra de gracia de Dios sobre el alma de Isaías no aniquilo su identidad personal. Isaías dijo heme aquí. Isaías podía aun hablar en términos de su propio ser. El conservó su identidad y personalidad. Vivir en santidad no significa perder nuestra esencia, aislándonos de todo y de todos en el mundo, como muchos creyentes falsamente creen, eso ya lo sabemos es ascetismo y es una distorsión del cristianismo bíblico ortodoxo.

 

Dios redime la individualidad. El sana nuestra personalidad para que pueda ser útil en la misión para la cual somos llamados. Lo personalidad de Isaías fue completamente restaurada, no aniquilada.

 

Al salir del templo, él seguía siendo Isaías ben-Amoz. Seguía siendo la misma persona, pero con su boca limpia. Es peligroso asumir que por el hecho de ser atraído hacia el estudio de la santidad, una persona es santa. Hay una ironía aquí:

 

La razón por la cual debemos de anhelar aprender de la santidad es precisamente porque no somos santos, no en el sentido absoluto de la palabra, seguimos siendo profanos, y es más el que tiempo que pasamos fuera del templo y de la presencia íntima de Dios que dentro de ellas. Sin embargo, hemos probado suficiente de la majestad de Dios para anhelar más. Conocemos lo que es ser perdonados y enviados a una misión. Mi alma clama por más. Mi alma necesita más.

miércoles, 17 de abril de 2024

Un Dios Santo 2: Diseñados Para Admirar La Grandeza De Su Santidad. Isaías 53:3.

La semana pasada comenzamos esta serie de enseñanzas tituladas, UN DIOS SANTO, lo primero que hicimos, por considerarlo trascendente, es resaltar la importancia que tiene para los creyentes comprender que tenemos un Dios infinitamente Santo, El reino de Dios nunca vendrá donde su Nombre no sea considerado Santo, además La manera en que entendemos la persona y el carácter y la Santidad de Dios Padre afecta cada aspecto de nuestras vidas, así que entender que Dios transciende a toda su creación y que Él está por encima de la corrupción de ella es de vital importancia para los creyentes, siempre.

La semana pasada mencionamos que alguien que fue transformado por completo al tener un encuentro con la Santidad del Señor fue el profeta Isaías. Pues bien, los profetas del AT eran un hombres solitarios. Eran unos individuos señalados por Dios para una penosa tarea, como una especie de fiscal designado por el Supremo Juez del cielo y tierra, un vocero para demandar a aquellos que habían pecado en su contra. El profeta no era filósofo que escribía para promover discusiones, ni era un escritor que componía dramas para entretener a la gente. Eran mensajeros, heraldos del rey del cielo. Con sus anuncios venían las palabras: Así dice el Señor.

La historia de los profetas se lee como un libro de mártires y suena como un reporte en zona de guerra. Cuando se dice de Jesús que fue: despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebrantos. Isaías 53.3, se le hace partícipe de una gran cantidad de hombres a quienes Dios destinó para tal sufrimiento. El azote al profeta era la soledad; a menudo su casa era una cueva y usualmente el desierto era su lugar de reunión con Dios. Algunas veces, su vestuario era la desnudez y su corbata un bastón. Sus canciones eran compuestas con lágrimas. De esa clase de hombre era Isaías ben-Amoz.

En la lista de los héroes del AT, Isaías sobresale destacadamente. Él fue profeta de profetas, un líder de líderes, un llamado profeta mayor por el gran tamaño del libro que lleva su nombre. Como profeta, era inusual. La mayoría de los profetas eran de origen humilde: campesinos, pastores, labradores, más Isaías, era de la nobleza. Él era un reconocido hombre de estado que tenía acceso a la corte real de sus días. Se relacionaba con príncipes y reyes. Dios lo uso a él para hablarles a varios monarcas de Judá, incluyendo a Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías.

Lo que destacaba al profeta de todos los otros hombres era que su llamado no fue de hombres. Él no podía solicitar este trabajo, tuvo que ser seleccionado, escogido directa e inmediatamente por Dios. Y el llamado fue soberano; no se podía ser rechazar. El trabajo de profeta era de por vida; no se podía renunciar o jubilar.

El registro del llamado de Isaías quizás sea el más dramático de todos los registrados en el AT. Se nos dice que sucedió en el año en que el rey Uzías murió. El rey Uzías murió en el siglo ocho A.C. Su reinado fue muy importante en la historia judía y fue uno de los mejores reyes que gobernó Judá. No fue un David, pero tampoco fue señalado por la corrupción que caracterizó a los reyes del norte, tales como Acab. Uzías ascendió al trono cuando tenía dieciséis años y reinó en Jerusalén por cincuenta y dos años. Son casi 9 sexenios, casi desde Echeverría hasta Obrador. Mucha gente en Jerusalén vivió su vida entera bajo el reinado del rey Uzías. La Biblia nos dice que Uzías comenzó su reino piadosamente haciendo lo que era recto ante los ojos del Señor. 2ª Crónicas 26:4. El buscó a Dios y fue bendecido.

Venció a los filisteos y a otras naciones en batalla, edificó torres en Jerusalén y fortaleció sus murallas, abrió grandes pozos en el desierto y estimuló un gran crecimiento en la agricultura nacional. También restauró el poder militar de Judá hasta un nivel casi tan alto como en los días de David. La mayoría de su vida Uzías fue conocido come un rey grande y amado. Sin embargo, la historia de Uzías terminó tristemente. Su carrera se deterioró por el pecado del orgullo después de haber adquirido gran riqueza y poder.

Él se sintió Dios; entró al templo con insolencia y arrogancia, reclamando para sí los derechos que Dios había dado solamente a los sacerdotes. Cuando ellos trataron de detenerlo en su acto sacrílego, Uzías se enfureció. 2ª Crónicas 26:21. Cuando Uzías murió, a pesar de la vergüenza de sus últimos años, la nación lo lloró. Aparentemente Isaías fue al templo buscando consolación en este tiempo de angustia personal y nacional. Pero él encontró más de lo que esperaba: Isaías 6:1. Uzías había muerto. Pero cuando Isaías entró al templo vio a otro rey, el Rey Supremo, el que se sienta eternamente en el trono de Judá, él vio al Señor.

Cuando estudiamos los Nombres de Dios entendimos que en el hebreo hay dos palabras distintas que se traducen Señor. Una es Adonai, que significa también el Soberano. Este técnicamente hablando no es un nombre de Dios sino un título, el título supremo dado a Dios en el AT. La otra palabra es Yahvé (Traducido como Jehová), el nombre sagrado de Dios, con el cual Él se reveló a Moisés en la salsa ardiendo. Este es Su nombre indecible, el Nombre Santo que los israelitas se guardaban de profanar. Normalmente lo encontramos en los originales sólo en forma de sus cuatro consonantes: YHWH. Por lo tanto se le conoce como el sagrado tetragrama, las cuatro letras inefables.

Para clarificarlo, cuando hablamos de algún presidente mencionamos su nombre y su título. Presidente es el título más alto en nuestros países; de igual forma, Soberano era el más alto en Israel. El título Adonaí estaba reservado para Dios. Este fue el título que se le dio a Dios en el NT. Cuando Cristo es llamado Señor en el NT, se le confiere el equivalente Adonaí del AT. Jesús es llamado el Rey de reyes y Señor de señores, un título reservado sólo para Dios el Padre, el Supremo Soberano de cielo y tierra. Estos diferentes usos de las palabras Yahveh y Adonai, indican el cuidado con que la gente se refería a la naturaleza Santa de Dios.

Es muy similar al uso de letras mayúsculas para referirnos a Dios. Puesto que Dios es inefablemente Santo, no podemos escribir ni dios, ni referirnos con articulo como él, es Dios y Él, es un gesto de respeto y de asombro hacia un Dios Santo.

 What Does YHWH Mean? History of the Tetragrammaton

 

 

Cuando Isaías vino al templo, había una crisis de soberanía en la nación. Uzías había muerto pero los ojos de Isaías fueron abiertos para ver al verdadero Rey de la nación. El vio a Dios sentado sobre el trono como el soberano. Las Escrituras nos advierten que ninguna persona puede ver el rostro de Dios y vivir. Recordemos la petición de Moisés cuando ascendió al monte santo de Dios. Él había sido testigo de asombrosos milagros, había escuchado la voz de Dios hablándole desde la zarza ardiendo, había visto el río Nilo convertido en sangre, había probado el maná del cielo y había visto la nube y la columna de fuego. También había visto los carros del Faraón inundados por las olas del mar Rojo. Pero todavía no estaba satisfecho; quería ver más. El anhelaba la excelsitud espiritual. Éxodo 33: 19-23. Luego, Dios le permitió a Moisés que viera su espalda, pero no su rostro. Cuando Moisés regresó del monte, su rostro resplandecía. La gente se aterrorizó y se alejaron de él con horror.

El rostro de Moisés era demasiado para poder mirarlo. Así que Moisés se puso un velo sobre su rostro para que la gente pudiera acercársele. Esta experiencia de terror se manifestó el rostro de un hombre que estuvo tan cerca de Dios que ahora reflejaba Su gloria, y sólo el reflejo de la gloria de la espalda de Dios, no de la de su rostro. Si la gente temía ver la gloria que se reflejaba de la espalda de Dios, ¿cómo podría mirarse directamente su Santo rostro?

Pero la meta final del cristiano es poder ver lo que se le negó a Moisés, queremos mirarlo cara a cara, queremos alegramos en la gloria radiante de su rostro. Todo judío lo esperaba, basado en la amada bendición de Israel: Números 6:24-26. Esta esperanza, cristalizada en esta bendición, se convirtió en una promesa para los cristianos.

Aquí tenemos su promesa: Nosotros le veremos tal como Él es.

1ª Juan 3.2. 1ª Corintios 13:12.  

Los teólogos llaman a esta expectativa futura la Visión Beatifica. Veremos a Dios tal como Él es. Esto significa que algún día veremos a Dios cara a cara. No veremos el reflejo de su gloria desde una zarza ardiente o en la columna de fuego. Le veremos tal como Él es, en su pureza y en su esencia divina. Ahora es imposible que nosotros veamos a Dios en su esencia divina. Antes tenemos que ser purificados. Cuando Jesús enseñó las bienaventuranzas, prometió esto a un grupo selecto: Mateo 5:8. En este mundo, ninguno de nosotros es puro de corazón y esa impureza nos impide ver a Dios. El problema no radica en nuestros ojos, sino en nuestro corazón. Hasta que nos encontremos purificados y totalmente santificados en el cielo, seremos capaces de verlo cara a cara.

En la visión de Isaías frente al trono de Dios, vemos que por encima de Él Señor había serafines; cada uno tenía seis alas, con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Isaías 6:2. Los serafines no son seres humanos pecadores con corazones impuros. Pero siendo seres angélicos son criaturas, y a pesar de su elevada posición como participantes de los ejércitos celestiales, tienen que cubrir sus ojos para no ver directamente el rostro de Dios.

Es terrible y maravilloso cómo fueron hechos, dotados por su Creador con un par de alas especiales para cubrir sus rostros en su majestuosa presencia. Estos serafines tienen además un segundo par de alas con el cual cubren sus pies. Esto no es una especie de zapatos angélicos para proteger la planta de sus pies o facilitarles su caminar en el templo celestial. La razón para esto es similar a la de la experiencia de Moisés con la zarza ardiente: Éxodo 3:2-5. Dios mando a Moisés quitarse sus zapatos, pues se encontraba en un terreno santificado por su presencia. Quitarse los zapatos era un medio por el cual Moisés reconocía que él era de la tierra o terrenal. Los pies humanos, a veces llamados pies de barro simbolizan nuestra condición de criaturas. Son ellos los que nos conectan a la tierra.

Los serafines no son de la tierra, sus pies no son de barro, y siendo ángeles son espirituales. Sin embargo, son criaturas, y las imágenes de la visión de Isaías sugieren que también se tienen que cubrir los pies reconociendo que son criaturas en la exaltada presencia de Dios.

 

Dios ha concedido por pura gracia una bendición  a sus hijos, que no compartimos ni siquiera con los propios ángeles: Podremos admirar la Belleza de Su Santidad.

 

jueves, 11 de abril de 2024

Un Dios Santo 1: La Importancia de Comprender la Santidad De Dios. Isaías 6:1-8.

 Hablar de santidad, sobre todo de la Santidad de Dios, o de un Dios Santo, es muy importante hoy en día, pues lamentablemente el cristianismo ha caído en dejar en desuso este tipo de temas por otros más importantes, y no me refiero solamente a las enseñanzas heréticas como doctrinas de la prosperidad, nuestra mejor vida hoy, milagros, profecías, sanidades, etc. También está el lado de los que nos denominamos sana doctrina, pues algunos han caído en tratar temas más profundos o urgentes, y se ha dejado de lado este tipo de enseñanzas.

Personalmente soy de la idea de que hay que tener equilibrio, hay que predicar y enseñar temas trascendentes como el marxismo cultural infiltrado en la iglesia y su influencia en la sociedad, a tener una cosmovisión bíblica en política, la cultura, la economía, etc. Pero no por eso debemos dejar de lado los temas fundamentales espiritualmente hablando como este, la Santidad, y no cualquier tipo de santidad, sino la santidad suprema, la Santidad Divina.

¿Qué significa que DIOS es Santo?

¿Cómo influye esa santidad en Él y en sus criaturas?

¿En qué sentido DIOS es Santo?

¿Por qué es tan importante entender que DIOS ES SANTO?

La moral en el mundo de hoy es cada vez más deplorable, lo que nuestros abuelitos conseguían solo en la zona roja de las ciudades y a altas horas de la noche no se compara   en lo más mínimo con lo que pueden encontrar en internet los niños de primaria, además los  programas de televisión con escenas explicitas de contenido sexual, lenguaje cada vez más florido en los hogares, vestimentas sin dejar mucho a la imaginación  sin que afecte  o incomode a nadie, en pocas palabras la sociedad SE HA OLVIDADO DE LO QUE A DIOS LE AGRADA.

En pocas palabras hemos aprendido a vivir con la falta de santidad y no lo vemos como algo malo por el contrario lo malo ahora es lo normal en esta sociedad, todo por la falta de conocimiento de quien es DIOS.

 Sabemos que ser cristianos significa que hemos nacido de nuevo y que una persona nace de nuevo sólo una vez. Cuando el Espíritu Santo activa en nuestras almas la nueva vida en Cristo, El no detiene su obra. El continúa trabajando en nosotros para cambiamos a la imagen de Cristo.

A pesar de ser nacidos de nuevo, no pocos nos hemos preguntado como muchos incrédulos por el hecho de que vivimos en un mundo lleno de lamentos, un mundo plagado de maldad. ¿Cómo pudo un Dios Bueno y Santo crear un mundo que ahora se encuentra en este caos? Y si estudiamos el AT encontramos historias sobre Dios ordenando la muerte de mujeres y niños, de Dios matando instantáneamente a Uza por tocar el arca, y algunos otros relatos que parecían revelar un lado brutal del carácter de Dios.

Sin lugar a dudas, el concepto, la idea central que encontramos en la Escritura, es que Dios es Santo. Sin embargo, esa palabra muchas veces nos es extraña, no conocemos a fondo su significado. El tema de la santidad de Dios, estoy convencido, es una de las ideas más importantes con las cuales un cristiano debe lidiar. Es básica para nuestro entendimiento de Dios y del cristianismo.

La idea de la santidad es tan central a la enseñanza bíblica que se dice de Dios que: Santo es su nombre. Lucas 1:49. Su nombre es Santo porque Él es Santo. Él no siempre es tratado con reverencia santa. Su nombre es pisoteado con la suciedad de este mundo. Se usa como una palabra para maldecir y una plataforma para la obscenidad. El poco respeto que este mundo tiene por Dios, es vívidamente evidenciado por la manera en que el mundo usa su nombre.

No hay honra, no hay reverencia ni hay asombro delante de Él. Si yo le preguntara a un grupo de cristianos cuál es la principal prioridad de su iglesia, sé que tendría una amplia variedad de respuestas. Algunos me dirían evangelismo, otra acción social y otra nutrición espiritual. Pero para poder responder adecuadamente debemos de saber de cuáles fueron las prioridades de Jesús. Mateo 6:9-10.

La primera línea de la oración en el Padre nuestro, no es una petición. Es una forma personal de acercamiento. Con frecuencia confundimos las palabras Santificado sea tu nombre, con la parte del acercamiento como si las palabras fuesen Santo es tu nombre.

Si ése fuera el caso, las palabras serían meramente una designación de alabanza a Dios. Pero no es así como Jesús lo dijo, más bien se expresó como la primera petición. Nosotros deberíamos de orar que el nombre de Dios sea santificado. Que Dios sea considerado Santo en toda la extensión de la palabra. Si somos observadores, nos daremos cuenta que hay una especie de secuencia dentro de esta oración, es decir:

El reino de Dios nunca vendrá donde su nombre no sea considerado santo.

Su voluntad no se hace en la tierra como en el cielo, si aquí su nombre es profanado. En el cielo el nombre de Dios es santo. Es pronunciado por los ángeles con un susurro sagrado. El cielo es un lugar donde la reverencia por Dios es total. Es necio buscar el reino donde Dios no es reverenciado.

La manera en que entendemos la persona y el carácter de Dios el Padre afecta cada aspecto de nuestras vidas.

Afecta más de lo que nosotros normalmente llamamos el aspecto religioso de nuestras vidas. Si Dios es el Creador del universo entero, entonces Él es el Señor de todo el universo. Ninguna parte del mundo se escapa de su Señorío.  Esto significan que ninguna parte de mi vida debe estar fuera de su Señorío. Su carácter Santo tiene algo que decir acerca de la economía, la política, los deportes, el romance,  en general todo en lo cual estamos involucrados.

No podemos escaparnos de Dios. No hay lugar que nos pueda esconder de Él. El no sólo se adentra en cada aspecto de nuestras vidas, sino que se adentra en su majestuosa Santidad. Por eso tenemos que buscar entender qué es la Santidad. No podemos darnos el lujo de evadir este tema. No puede haber adoración y crecimiento espiritual ni verdadera obediencia sin ello.

Esto define nuestra meta como cristianos. Dios ha declarado: Sed santos porque yo soy santo. Levítico 11:44. Para alcanzar esa meta, tenemos que entender qué es la santidad. Permitiendo que la Santidad de Dios Toque Nuestras Vidas. Isaías 6:1-8.

La palabra Santo, proviene de la palabra hebrea qadôsh (קָדוישׁ, H6918), que significa, separado, puesto aparte o separado de uso común. Con respecto a Dios la palabra tiene dos significados muy importantes. 



a.    Dios es Trascendente sobre Su Creación. La palabra trascendencia significa ir más allá, levantarse sobre, o exceder. Como Creador, Dios está sobre Su creación y totalmente distinto de cada ser creado. La distinción entre Dios y el resto de Su creación no es meramente cuantitativa (lo mismo, pero más grande), sino cualitativa (Dios es un ser completamente diferente).

A pesar del  esplendor que pueda llegar a tener, todos los demás seres en la tierra y en los cielos son meras criaturas. Sólo Dios es Dios, separado, trascendente, e inaccesible. El más espléndido ángel que se encuentra en la presencia de Dios no es más como Dios que el más pequeño gusano que se arrastra sobre la tierra.

¡Dios es incomparable! La santidad es el preeminente atributo de Dios y la más grande verdad que podemos aprender acerca de Él. Dios es santo, todo lo que es y hace es una expresión de Su santidad.

b.    Dios es Trascendente sobre la Corrupción de Su Creación. La santidad de Dios significa que Él transciende la corrupción moral de Su creación y que está separado de todo lo que es profano y pecador. Dios no puede pecar, no puede gozarse del pecado, y no puede tener compañerismo con el pecado. Es imposible sobre exagerar la importancia de la santidad de Dios. Lo que entendemos acerca de este atributo influenciará cada aspecto de nuestra relación con Él. Salmo 111:9.

Es importante entender que la santidad de Dios como todos sus atributos es intrínseca o inherente (i.e. de adentro, esencial, parte de Su naturaleza). La santidad no es meramente algo que Dios decide ser o hacer, sino es esencial a Su misma naturaleza, Él es Santo. Dios tendría que dejar de ser Dios para no ser santo. Él tendría que negar Su propia naturaleza para hacer algo que no es santo. Isaías 57:15.

En las Escrituras, encontramos que la santidad de Dios es preeminente y trascendente. Es preeminente en que no hay otro atributo divino que con tanta frecuencia se mencione y se explique en las Escrituras. Es trascendente en que simplemente no hay ninguna comparación entre la santidad de Dios y aquella de cualquier otro ser o cosa. Isaías 6:3 y Apocalipsis 4:8.

En la literatura hebrea, la repetición se emplea para dar énfasis a lo que se declara. El hecho de que la santidad de Dios se declara tres veces [llamado el trihagion en el griego, tri = tres + hagios = santo] denota que Dios es absolutamente e infinitamente santo, no solamente tres veces santo.

Ningún otro atributo divino se proclama con tan grande énfasis. Nunca leemos en las Escrituras que Dios es amor, amor, amor, o misericordioso, misericordioso, misericordioso, pero si leemos que Él es Santo, Santo, Santo. La santidad de Dios es el fundamento de todo lo que Él es y hace. Si hay un atributo de Dios que simplemente no podemos sobre enfatizar, es Su santidad. Éxodo 15:11. 1ª Samuel 2:2.

La gran mayoría de los cristianos no entienden la gravedad del pecado y los pecados porque sencillamente ignoran lo trascendente de la santidad de DIOS. Job 15:15.

La santidad de Dios no solamente significa que Él es único entre toda Su creación, sino que Él está separado de todo lo que es profano y pecador. Dios no puede pecar, no puede gozarse del pecado, y no puede tener compañerismo con el pecado. No hay absolutamente ninguna posibilidad de que Dios pudiera ser tentado o que Su naturaleza pudiera ser contaminado. Él siempre permanece como es, Santo e Incorruptible. Salmo 5.4.  Job 34.10. Habacuc 1:13a. Santiago 1:13. 1ª Juan 1:5.

Para reflexionar sobre a santidad de Dios, responda estas preguntas:

1.    Cuando usted piensa en Dios como Santo, ¿qué viene a su mente?

2.    Describa alguna ocasión en la que usted haya sido conmovido por la Santidad de Dios.

3.    ¿Le atrae la Santidad de Dios?

4.    ¿Qué significa para usted ser santo?

 

Un Dios Santo 11: Contender con Dios Parte 1. Habacuc 1:2-4.

La máxima expresión de la ira y la justicia de Dios se pueden ver en la cruz del calvario, es ahí donde la justicia santa de Dios se hace ...