Después de dar de comer a más de 5000 personas, Jesús
cambio de lugar y fue al otro lado del mar de Galilea, a Capernaum, ahí, en la
sinagoga, reprocha duramente a la multitud que lo buscó con intensidad, pero
únicamente por el interés de lo que él les pudiera dar, pues comieron una vez y
se saciaron.
Pero no todo fue reproche, también les dicta un mashal
que habla de poner la mirada en las cosas eternas y no en las pasajeras y
temporales del aquí y el ahora, pero, por la respuesta de los judíos, podemos
darnos cuenta que malinterpretaron las palabras de Jesús, pues en su mente
religiosa de inmediato pensaron en las obras de la ley para poder ser salvos.
Jesús los corrige y les muestra las dos facetas de la
fe, ambas son necesarias para la salvación:
·
La interna: creer en él como el Hijo de DIOS.
·
La externa: mostrar el fruto de una vida transformada.
Los moralistas únicamente tienen la faceta externa,
son personas buenas, que no hacen cosas malas, pero no porque amen a Cristo,
solo es por llevar una vida con una buena moral y una conducta ética aceptable.
En cambio, los casi
cristianos son aquellos que solo tienen la faceta interna, dicen creer de todo corazón, pero no hacen
nada por alejarse de los hábitos pecaminosos y no hacen nada por parecerse a
Cristo por medio de la renovación de sus mentes.
Los judíos, entendieron la magnitud de lo que Jesús
les estaba diciendo, pues de inmediato y a pesar de que Jesús ya había
presentado testigos y autentificaciones de su autoridad divina y mesiánica, aun
así, le compararon con Moisés, prácticamente le dijeron: si nos vas a exigir
como Moisés lo hizo con la ley del Sinaí entonces danos una señal a la altura
de lo que hizo Moisés: danos pan del cielo.
Jesús les contesta y les deja bien claro que NO fue
Moisés quien les dio el Pan del Cielo, que Moisés solo fue el intermediario,
además el Padre que es quien en realidad les dio el maná en el desierto, es
quien ahora envía al verdadero Pan del Cielo: Jesucristo mismo.
En el siguiente versículo, podemos darnos cuenta que
una vez más los judíos no entendieron la afirmación del Señor: 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este
pan.
La misma intención con la que le respondieron en
Samaria es con la que le responden aquí al Señor, solo mostrando interés
temporal, ciegos a la verdad espiritual detrás de las palabras de Cristo, le
piden que les dé de ese pan. ¿Qué podría ser mejor que esto? Un pan que
satisface las necesidades materiales y que, además, según ellos, imparte vida
física.
En los siguientes versículos, una vez más, lleno de
amor y paciencia, el Señor les explica el significado real de sus palabras: 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida;
el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed
jamás.
Jesús les empieza explicando que él mismo es el Pan de
Vida, que no se está refiriendo a una clase peculiar de pan con cualidades
especiales que les daría solo vida física, por lo tanto, al referirse a no
tener hambre y sed nunca más, se refiere al aspecto espiritual.
No es el tema especifica del día de hoy, por lo tanto,
solo me limitare a recordar lo que ya hemos mencionado con anterioridad: aquellos que tenemos a Cristo NO nos falta
nada y aquellos que tienen todo menos al Señor, no tienen nada en realidad.
Jesús continua, ahora reprochando su incredulidad: 36 Mas
os he dicho, que, aunque me habéis visto, no creéis. Aquí el Señor hace
referencia a lo dicho en versículo 26: me han visto hacer señales, me han visto
sanar enfermos, me han visto multiplicar el pan, PERO NO TERMINAN de creer en
mí.
Lo que el Jesús estaba haciendo notar es que ellos
eran totalmente responsables por su incredulidad, ellos eran los únicos
responsables por sus actos pecaminosos, no podemos culpar a DIOS de nuestros
pecados cometidos solo por el hecho de que DIOS tenga todo predestinado desde
la eternidad, eso es querer zafarnos de
la culpa, moral e intelectual y
espiritualmente somos responsables delante de DIOS de cada uno de nuestros
actos.
Lo siguiente que les dice el Señor Jesús es: 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí;
y al que a mí viene, no le echo fuera. Nadie puede ser salvo a menos que
venga a Cristo y nadie va a Cristo si no les es dado por el Padre hacerlo, una
vez más vemos el monergismo en la Escritura.
Paralelo a esta serie de predicaciones, a media semana
estamos estudiando la doctrina de la salvación, si deseas conocer más acerca de
esta maravillosa doctrina, puedes asistir o seguirnos en las redes.
En el siguiente verso el Señor recalca una vez más su
total obediencia y dependencia de DIOS: 38
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me envió. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, siendo total y
plenamente DIOS, al mismo tiempo fue total y plenamente un ser humano, por ello
es que descansaba y dependía del Padre y esto causaba una obediencia total a la
perfecta voluntad divina.
Además, Jesús hace esta mención para demostrarle a los
incrédulos judíos que no estaba para nada en contra de la voluntad de DIOS,
para que no lo tomaran como pretexto en su religiosidad y dejaran de
escucharlo.
En los siguientes 2 versículos, encontramos el centro
de nuestra enseñanza del día de hoy y son los que nos llevarán a la aplicación
práctica de este día: tomar la cena del Señor.
39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que
me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta
es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en
él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
La voluntad revelada de DIOS para los elegidos es
clara en este aspecto: NO perdernos, sino llegar hasta el final, a la vida
eterna, es comúnmente conocida como perseverancia de los santos, los 100 que
conoció en la eternidad pasada son los 100 que glorificó en la eternidad
futura.
Sin embargo, por ser malinterpretada y mal aplicada,
esta enseñanza recibe duros golpes y críticas de parte de propios y extraños,
los propios, al aplicarla de forma errónea a sus vidas, creen que podemos pecar
deliberadamente, pero por ser elegidos DIOS no nos va a desechar o a borrar
nuestro nombre del Libro de la Vida.
Mientras que por este mal testimonio, los extraños o
detractores de esta enseñanza, nos llaman libertinos, seguidores de la triple S: Salvo Siempre Salvo.
Son dos, las evidencias totalmente necesarias para
determinar si una persona está siendo preservada por DIOS para Vida Eterna,
ambas son indispensables, no podemos tener una sí y la otra no, las cosas no
son a medias nunca:
· Estar produciendo el fruto del Espíritu: nuestro
carácter a la imagen moral del de Cristo.
· Pertenecer a la iglesia universal del Señor por medio
de nuestra membresía a una iglesia local de sana doctrina.
Le repito, son inseparables estos dos requisitos, no
podemos solo asistir a la iglesia, pero no dejar que DIOS trate nuestras vidas
y nuestro carácter, pero tampoco podemos jugar al espiritual en casa y dejar de
asistir a una congregación local y ser miembro
de ella.
Agustín de Hipona dijo: No puede tener a DIOS como Padre
quien no tiene a la iglesia por madre.
Pero, no solo se trata de asistir semana a semana a
una congregación, el plan de DIOS es que seamos parte de ella, que tengamos
comunión con DIOS y en consecuencia también con nuestros hermanos.
La biblia nunca dice nada acerca de vivir en soledad, nada ermitaños ni
de los llamados llaneros solitarios, de
hecho, dice todo lo contrarios, usa palabras tales como
·
Puestos
juntos.
·
Unánimes
juntos.
·
Unidos.
·
Miembros.
·
Herederos
juntos.
·
Seremos glorificados
juntos.
No estamos diseñados para vivir en soledad, y aunque nuestra relación
con Cristo es personal no significa que es privada, todo lo contrario, lo que
recibimos de DIOS al descansar en Cristo hemos de comunicarlo a nuestros
hermanos en la Fe para edificarlos y ser edificados.
Es aquí en la iglesia donde somos fortalecidos por la
comunión y donde somos exhortados a permanecer de la mano con DIOS, pues en
soledad somos presa fácil, no solo del enemigo, en primer lugar, somos presa de
nuestra propia carne, es aquí en las iglesias de sana doctrina bíblica donde
recibimos las advertencias necesarias para no caer en apostasía:
Apostatar significa negar o dar la espalda a la fe
cristiana y a Cristo como Señor, los síntomas de una persona apóstata se van
dando gradualmente y son:
1. Descuidan
poco a poco su relación íntima diaria con DIOS.
2. Luego huyen de la compañía de los cristianos fervorosos y
entusiastas: asisten irregularmente a la congregación.
3. Empiezan a poner como pretexto los errores de otros cristianos.
4. Después empiezan a convivir más con hombres carnales, licenciosos y
livianos.
5. Por fin empiezan a jugar abiertamente con diversos pecadillos,
llamándolos cosa de poca importancia. Se empiezan a descarar.
6. Por último, endurecimiento de corazón y alejamiento total de DIOS y
de la congregación, si un milagro de la gracia no lo previene, perecen para
siempre en sus propios engaños. Hebreos 3:12-13.
Pensar que alguien NO necesita congregarse para ser
cristiano o es altamente ignorante, pues la Escritura lo recalca continuamente
con metáforas de comunidad o es alguien altamente arrogante y orgulloso, que no
solo cree que es capaz por sí mismo de lograr la madurez en Cristo, sino que
además cree que sabe más que DIOS que fue quien planeo que vivamos en familia,
como hijos suyos por medio de congregarnos fiel y regularmente.
La cultura actual ha promovido hasta el cansancio el
individualismo y la independencia total de los hombres, y en la iglesia ha
repercutido en muchos huérfanos espirituales, que son conocidos en el ámbito
cristiano como chapulines espirituales.
Estos cristianoides saltan de iglesia en iglesia, bajo
el falso argumento que todas son del Señor, cuando lo cierto es que mayormente
en estos tiempos son más escasas las iglesias verdaderamente bíblicas, pero la
falta de raíces en un solo lugar evita que aprenden a discernir entre falsas
doctrinas y sana doctrina.
Además, este tipo de vida evita que se rindan cuentas,
se vive muchas veces en pecados y si se confrontan se van a otra iglesia más
amorosa, Pablo mismo rendía cuentas a la iglesia local. Hechos 15:2-4. Hechos 21:19.
El congregarse en varias iglesias al mismo tiempo
provoca también que no se comprometan realmente con nadie, y lo peor es que
piensan que se puede ser un buen cristiano viviendo de esa manera, o
definitivamente hay quienes piensan que pueden ser buenos cristianos sin
asistir a ninguna iglesia y solo oyendo a los grandes ungidos de DIOS en tv,
radio o internet, su mayor pretexto es que buscan la iglesia perfecta pero
nunca la encuentran ellos solo son órganos sin cuerpo, ovejas sin rebaño, niños
sin familia.
Si tenemos la oportunidad de hacerlo, pero aun así no
nos congregamos, entonces no hay motivo para pensar que somos realmente
cristianos, lo trágico del asunto es que no tenemos motivo para pensar en que
estamos en el Camino de la vida Eterna.
Pero no desfallezcamos, acabamos de escuchar que el
plan de DIOS es que aquellos que el Padre
le dio a Cristo, ninguno se pierda.
Contrario a lo que los detractores del T.U.L.I.P.
creen, la forma en que Cristo nos guarda de perdernos no es mágica o fantástica, el Señor lo hace
principalmente de 3 formas:
1. Las
exhortaciones a no caer o apostatar, tanto en la Escritura como en las
predicaciones pastorales.
2.
Los
medios de gracia: oración, lectura de la biblia, comunión con otros cristianos.
3.
Los
sacramentos: bautismo y santa cena.
Solo los verdaderos miembros de la iglesia cristiana
toman sagradamente, con orden y con la real importancia que se merecen los
sacramentos establecidos por DIOS: el bautismo y la santa cena.
La santa cena no solo es tomar pan y beber vino como un mero símbolo, a
pesar de ser pan y vino normales, no deja de ser algo espiritual, pues aquellos
que toman esta ordenanza dignamente se alimentan exteriormente de los elementos
y al mismo tiempo se alimentan espiritualmente de Cristo, esto por medio de la
fe, al saber que son beneficiarios de su obra en la cruz. Juan 6.35.
Tomar la
santa cena es identificarme plenamente con Cristo y con su iglesia. 1ª
Corintios 10.16.
Al igual que con la pascua judía, la santa cena es el recordatorio del
lugar de donde DIOS nos ha rescatado en Cristo: de la esclavitud del pecado, y sobre todo es el nuevo lugar al que
pertenecemos: SU IGLESIA.
Tomar la Cena del Señor es también:
·
Decir SI a la comunión con mis hermanos.
·
Es afirmar que pertenezco a su pueblo.
·
Es expresar que me identifico como discípulo.
·
Es estar dispuesto a ser enseñado y corregido.
· Es estar completamente comprometido con DIOS como su hijo y con su
iglesia con mis hermanos.
Por eso, es que al igual que con la pascua, la Cena se celebra no en
solitario o individualmente, se celebra EN FAMILIA, no con la familia terrenal
o carnal, recordemos que es más importante nuestra familia espiritual que la
terrenal, por ello es que ahora la celebramos en la iglesia, con nuestros
hermanos en la Fe.
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