El relato que estamos estudiando en el octavo capítulo
de este evangelio nos narra la historia, de una mujer que casada sostuvo
relaciones sexuales con un hombre que no era su esposo, en otras palabras, fue
hallada cometiendo el acto mismo del adulterio.
La semana pasada vimos los 3 tipos de adulterio que encontramos
en las Escrituras:
·
El adulterio carnal.
·
El adulterio con el mundo.
·
El adulterio espiritual.
El día de hoy veremos la respuesta que le da Jesús a
los líderes religiosos de Jerusalén, que, con tal de encontrar un fallo, una
excusa para hacerle caer, llevaron únicamente a la mujer a donde Jesús estaba
enseñando, a la mitad del patio, en el templo para ver qué haría Jesús ante tal
situación.
Ellos pensaban, si la perdona, lo acusaremos de
quebrantar la ley de Moisés, si la condena, podemos ir con las autoridades
romanas y acusarle de insurrección y también podemos acusarle frente al pueblo
de ya no ser más su amigo, pues ahora condena a muerte a los pecadores.
Pero no estaban preparados para la gran respuesta que
el Señor y la lección de vida que les dio en tan solo unas cuantas palabras,
pero antes nos dice algo la segunda mitad del verso 6: Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el
dedo.
Juan nos relata que Jesús escucho las acusaciones de
los líderes religiosos y sin mediar palabra con ellos o con la mujer adúltera,
se agacho (Ya estaba sentado) y comenzó a escribir con su dedo en el suelo.
¿Qué escribía en el suelo? Se han dado varías teorías:
a)
Los nombres y pecados de los que acusaban a la mujer.
b)
Una palabra de advertencia contra los escribas y
fariseos.
c)
Solo garabatos, pues no sabía que decir.
d)
Garabatos para mostrar su desdén a casos como este.
La más probable es esta última opción, pero
previamente ya habíamos aclarado, que no es prudente hablar donde la biblia
calla, si El Espíritu Santo no inspiró a Juan para decirnos que era exactamente
lo que el Señor escribía, lo mejor es no conjeturar nada para evitar caer en
interpretaciones privadas y herejías posteriormente.
Al Señor no le ha placido decirnos si Jesús escribió o
dibujó algo o para quien lo hizo, sin embargo, por medio del contexto si
podemos saber por qué actuó de esa forma.
Ya anteriormente hemos hablado acerca de la
profundidad de la depravación del ser humano, y en este pasaje encontramos
muestras muy claras de esa gran depravación, no tanto en la mujer pecadora en
sí, sino más bien en los nefastos líderes religiosos, perversos y engreídos,
cuyo corazón maquinaba toda clase de homicidios, contra la mujer y contra el
Señor Jesús, tan malvados que, sin mostrar el menor rastro de misericordia,
solo utilizaron a la pobre mujer para lograr sus fines.
Es por eso que Jesús, conmovido por la abierta dureza
de corazón de los escribas y fariseos, permaneció en silencio por un buen
momento, si escribía, dibujaba o garabateaba es lo de menos, lo importante es
la actitud de guardar silencio, pues fue algo más impactante y elocuente que el
contender con palabras contra los endurecidos corazones, muy semejante a lo
sucedido en Apocalipsis 8:1.
El silencio es símbolo, en ambos pasajes de
expectativa a lo que está por suceder, eso es precisamente lo que Jesús estaba
haciendo al agacharse a escribir en el suelo y no decir nada, estaba creando
expectativa, tanto en el corazón de los líderes religiosos, como en la multitud
que lo miraba fijamente para ver qué haría y también en el corazón de la pobre
mujer pecadora.
En los siguientes dos versículos vemos la magistral
respuesta del Señor Jesús: 7 Y como
insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin
pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8 E inclinándose de
nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
No entendieron el silencio del Señor Jesús, por ello
es que dice Juan que insistían en preguntarle, le importunaban una y otra vez:
¿Qué hacemos con ella?
¿La apedreamos aquí o a las afueras? ¿La dejamos ir sin castigo a su
pecado? ¿Qué dices Jesús? Fueron las preguntas que una y otra vez lanzaron.
No nos sorprendamos de estos hombres, pues también
nosotros, y no pocas veces estoy seguro, hemos caído en la impaciencia, y el
problema con caer en ella no es que vayamos una y otra vez al trono de la
gracia a rogar a DIOS por un asunto, tal como la viuda en la parábola de Lucas 18, sino al contrario, por no
entender el silencio que muchas veces hace el Señor en nuestras vidas, actuamos
alocadamente, como si no fuéramos sus hijos.
Hemos olvidado muchas veces que el hecho de que no
podamos escuchar, ver, sentir a DIOS trabajando en nuestras vidas, NO significa
que no esté ahí, no significa que se alejó, no significa que ya no le
importamos, no significa que se olvidó de nosotros, simplemente, es tiempo de
entender el silencio y ejercitar la fe.
Hebreos 11:6.
Siempre habrá momentos en nuestras vidas en las que
DIOS parecerá distante, esto está escrito en nuestro mapa de la predestinación:
aunque
ande en valle de sombra de muerte…Salmo 23:4.
Pero no olvidemos que el resto de este verso cita: no
temeré mal alguno porque TU ESTARÁS CONMIGO, cuando DIOS a propósito
nos haga pasar por el silencio, aprovechemos y vayamos más profundo con él,
perfecciones nuestro carácter, nuestra paciencia, nuestra confianza y nuestra
fe en Él.
Estos incircuncisos de corazón no entendían nada, así
que le insistieron, hasta que el Señor se enderezó y les dijo una de sus frases
más citada fuera de contexto: El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
Hace poco entendimos lo que es tener discernimiento o juzgar
con justo juicio y no según las apariencias, y nada tiene que ver con
esta frase, pues no pocos la sacan de contexto para o bien abusar de su
posición en la iglesia y hacer lo que se
les da la gana o bien para pecar deliberadamente sin que haya quien les
ponga un alto.
En la primera razón nos adentramos en la enseñanza del
justo juicio, la segunda razón, el usar esta frase para cometer pecados
desvergonzadamente, me he encontrado muchas veces personas, que queriendo
justificar su mal caminar, se escudan en esta frase del Señor, la sacan de su
contexto y la aplican a su conveniencia, junto con la frase saca la viga de tu ojo.
Jesús no nos está dando un permiso para pecar sin que nadie se meta en nuestras vidas, eso
tenlo por seguro, él se puso de pie
(para darle aún más peso a sus palabras). No rebajó las demandas de la ley ni
excusó el pecado de la mujer; ni siquiera rebajó la pena de lapidación
conmutándola por otra más suave, pero les mostró que ellos no eran testigos
competentes para ejecutar la sentencia, pues habían incurrido en el mismo pecado
del que acusaban a la mujer: El que de
vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
Junto con la frase de sacar la viga de tu propio ojo,
el Señor se estaba señalando en contra de la descarada hipocresía. Romanos 2:1.
Siempre que hallemos faltas en otros, debemos
reflexionar y ser más severos con relación a nuestros pecados que contra los
ajenos, principalmente porque conocemos los motivos y circunstancias de los
nuestros, mientras que desconocemos las intenciones y circunstancias de los
demás. La perversidad del corazón de estos acusadores era muchas veces mayor
que el pecado carnal de aquella mujer.
Hoy una frase más, muy utilizada para cometer todo
tipo de excesos, aunque esta no es bíblica, muchos dicen: Solo DIOS puede
juzgarme, ¿Eso no los llena de temor? La biblia dice que dura cosa es caer en manos de un DIOS vivo, tengamos
cuidado de querer escudar nuestro pecaminoso andar bajo falsa espiritualidad.
Una vez que pronunció la inesperada sentencia, Jesús inclinándose de nuevo hacia el suelo,
siguió escribiendo en tierra. Como si dijese: ¡Ahí queda eso! Ahora, hagan
lo que mejor les parezca, pero, ¿Se atreverán a apedrearla siendo ustedes
peores que ella?
Los escribas y fariseos quedaron como fulminados por
las palabras de Jesús, así que dejaron de perseguir al Señor al que querían
tentar, y de molestar a la mujer, a la que ya no se atrevieron a acusar. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su
conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
A estos perversos les amedrentó la denuncia que les
hizo ante la conciencia de ellos, tenían temor de que se hicieran públicos sus
pecados más privados, pues al levantar la primera piedra estarían diciendo a
los presentes: mis intenciones y mi vida
con puros y sin pecado, lo cual era absolutamente falso, el único que se atrevió a que le
descubrieran un solo pecado fue el Señor Jesús, porque Él nunca cometió una
sola falla delante de DIOS.
Esto no quiere decir que estos escribas y fariseos
quedasen sinceramente avergonzados de sus pecados; el texto no da motivo alguno
para pensar así. Al marcharse rápidamente, mostraban que no les agradaba
permanecer por más tiempo con la conciencia descubierta. Si hubiesen estado en
buena disposición, habrían permitido que quien les había abierto la herida,
sacara la ponzoña y sanara lo que estaba enfermo.
Lo de comenzando
desde los más viejos hasta los últimos no necesariamente hay que interpretarlo—según
hacen muchos—como si los más viejos tuviesen conciencia de haber cometido mayor
número de pecados que los otros, sino que tenían mayor astucia para comprender
que no les quedaba más remedio que salir cuanto antes para evitar el ridículo.
El hecho de que saliesen uno por uno también da a entender que no querían salir
todos a la vez, para disimular así mejor la derrota que habían sufrido.
Cuando, por fin los malvados de corazón abandonaron la
escena, quedaron solo el Señor Jesús y la mujer pecadora. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo:
Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
Este tipo de preguntas se conoce como preguntas
retoricas, por supuesto que sabía la situación perfectamente, no solo por su Omnisciencia,
estaba ahí, vio todo lo que sucedió, es un tipo de pregunta parecida a la hecha
a Adán en el huerto del Edén después de pecar. Génesis 3:9-11.
Las preguntas retoricas son solamente un recurso
expresivo, una forma de reforzar el propio punto de vista, en el caso de Adán,
que se descubriera su falta, en el caso de la mujer que se diera cuenta de la
misericordia recibida, en el corazón de esta mujer quedó aún más grabado el
favor recibido.
La mujer no trató de escapar, como lo habían hecho los
enemigos de Jesús, sino que se quedó delante del Juez ante quien la habían presentado;
sólo quedaban al rededor, pero algo más lejos, los que habían venido a escuchar
las enseñanzas de Jesús.
Es maravilloso observar en este pasaje que quienes son
llevados ante el tribunal del Señor, nunca tendrán ocasión ni necesidad de
apelar a un tribunal superior. ¿Quién más grande en amor, gracia y misericordia
que Jesús en persona para ser el juez de esta mujer?
¿Quién mejor para ser también nuestro Juez? Cristo no
tenía pecado y, por tanto, estaba en condiciones de arrojar el primero la
piedra; pero, aunque nadie hay tan severo como Él contra el pecado, al mismo
tiempo, no hay nadie tan misericordioso como Él hacia el pecador, pues es tardo para la ira, y grande en misericordia.
Vemos que la mujer le responde: 11 Ella dijo: Ninguno, Señor.
Se dirige a Jesús con todo respeto, llamándole Señor,
del griego Kurios y que era una forma
de demostrar reverencia y profundo respeto a alguien.
Notemos también que, al verse libre de la acusación de
los escribas y fariseos, no se alegra por la derrota de éstos ni les insulta en
su retirada, sino que se limita a contestar humilde y concisamente sobre lo que
sólo a ella le concernía. Los verdaderos arrepentidos tienen bastante con dar a
Dios cuenta de sí mismos, y no se ocupan en declarar los pecados ajenos.
¿Quieres saber que tal anda tu corazón? Examínate a ti
mismo y responde con toda sinceridad: ¿Qué piensas de los demás? ¿En específico
de aquellos con los que tienes diferencias? ¿Cuál es tu deseo a sus vidas? ¿te
alegran sus desgracias u oras por ellos?
Un corazón que entiende el perdón que ha recibido, es un corazón que
perdona de igual manera, la actitud de esta mujer es el mejor ejemplo de
ello.
Así que la prisionera es descargada con las palabras
del Juez: Tampoco yo te condeno; vete y no peques ya más.
Esta mujer pecadora queda descargada de la pena
temporal, pues Jesús viene a decirle: Si ellos no te condenan a ser apedreada,
tampoco yo te condeno. Cristo no quería condenar a esta mujer a la pena
capital. Porque no era ése su trabajo, vino a salvar no a condenar a los
pecadores y porque los que la habían demandado eran más culpables que ella y
habían desistido de proseguir el proceso.
Pero además quedó descargada de la condenación eterna.
Porque, al decirle Cristo: Tampoco yo te condeno, equivalía a decirle: Yo te
perdono, puesto que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para
perdonar pecados. Mateo 9:6.
Como conocía el interior del corazón, sabía que la
mujer estaba arrepentida sinceramente y, por eso, le dirigió estas consoladoras
palabras. Como observa Agustín de Hipona, Jesús no le dijo a esta mujer: Vete y haz lo que quieras, sino: Vete y
no peques más. Romanos 6:1 y 15.
Hay una postura frente al perdón, la misericordia y la
gracia de DIOS, que los seres humanos llegamos a tomar, se le conoce como
Antinomianismo o libertinaje, es tomar la ley, los mandamientos, de DIOS y
pasarlos por alto bajo el supuesto de que somos perdonados y vivimos bajo la
gracia, y aunque muchos no se apeguen doctrinalmente a esta herejía, en la
práctica si lo hacen.
Toman el perdón y la gracia divina, y como dice el
apóstol Pablo, viven en pecados constantes, continuamente ofenden a DIOS al
desobedecer su ley, pues creen que ya no tienen por qué hacerlo, ya no están en
condenación. Romanos 8:1.
También es conocida como liberalismo: puedes hacer lo que
quieras al cabo eres salvo siempre salvo, lo cual NO es bíblico.
Los libertinos, son aquellos de los que hablamos la
semana pasada, que adulteran con el mundo, le coquetean, son como el mundo es,
pero se creen cristianos genuinos, lo cual a la luz de la Escritura es falso. 1ª Juan 2:15-17.
Estamos llamados, como la mujer pecadora, a obedecer a
DIOS, a no seguir pecando después de recibir el perdón divino, no podemos
afirmar ser de Cristo, sus hijos, sus seguidores, sus esclavos, si seguimos
pecando deliberadamente, sino hay evidencia, si no damos fruto, poco a poco,
pero palpable de que escuchamos la misma sentencia: ni yo te condeno, vete y no peques más.
Recordemos que todo se reduce a como es el árbol son las ramas, el árbol es Cristo, él es la vid,
nosotros somos ramas, pámpanos, la unica forma de dar fruto, de perseverar
firmes en su perdón y obedecer de corazón, no es esforzándonos, es
permaneciendo en Cristo, descansando en él, buscándole a él y solo a él, no
estamos en condenación, entonces, permanezcamos en Cristo y no pequemos más.
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