Antes de bajar el cuerpo de Jesús de la cruz
para ser sepultado, se dieron dos sucesos simultáneos, ambos íntimamente
relacionados con otro que se dio más de 4000 años antes:
·
El
costado de Jesús traspasado.
·
El
velo del templo roto de arriba hacia abajo.
·
El
nacimiento de Eva del costado de Adán.
No fue un día cualquiera, además de ser
efectuada nuestra redención en la cruz, el sustituto perfecto, el justo por los
injustos, nos regaló su justicia a cambio de nuestro pecado, y, además, ese día
nació simbólicamente la iglesia de Cristo, su esposa, su amada, que al igual
que Adán, fue necesario un sueño profundo y ser sacada de su costado.
Cuando DIOS abrió
el costado de Adán para de ahí formarle una esposa, fue también un acto
simbólico que apuntaba a miles de años en el futuro, cuando por medio del
costado abierto de Cristo nacería su amada, su esposa, su
iglesia.
Antes, por el
pecado estábamos separados de DIOS, destituidos de Su gloria, no podíamos tener
intimidad con él, no lo amábamos, no lo anhelábamos, una vez que aquello que
nos estorbaba para poder entrar en el lugar santísimo fue quitado, ahora
podemos tener comunión con el Señor sin que nada ni nadie nos lo impida.
Nuestra vergüenza fue quitada, ahora podemos ser la Esposa de Cristo sin que
nada nos limite.
aun no han
terminado los acontecimientos, nuevamente los cuatro evangelistas se encargan
de narrarnos detalladamente como ocurrieron los hechos de bajar el cuerpo de la
cruz y ponerlo en el sepulcro, nos quedaremos con el relato de Juan y lo
completaremos haciendo menciones esporádicas de los otros evangelios.
Juan 19:38. Después de
todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por
miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de
Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.
39.También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino
trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40.Tomaron, pues,
el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según
es costumbre sepultar entre los judíos.
Unimos estos tres versículos porque José de
Arimatea y Nicodemo actuaron de común acuerdo.
Deben haber convenido de antemano en cuanto
a qué haría cada uno. En consecuencia, llegaron totalmente preparados. Por
otros Evangelios resulta claro que estuvieron presentes algunas mujeres, como
María Magdalena, Salomé y la otra María.
Después de haberse cumplido todo y de haber
determinado que Jesús estaba muerto de verdad, José de Arimatea se presentó en
la escena. Por el relato de Mateo 27:57 sabemos que era hombre rico, por
Marcos 15:43 sabemos que fue piadoso y Lucas 23:51 nos dice que
fue miembro del Sanedrín, y que no había consentido en la trama para condenar y
crucificar a Jesús, muy probablemente su oposición fue solamente pasiva, es
decir se abstuvo de votar a favor.
La región de Arimatea de la que procedía era
probablemente la antigua Ramataim-zofim, situada a un poco más de treinta y
cuatro kilómetros al noroeste de Jerusalén, o a veintidós kilómetros directamente
desde Joppa.
Había sido discípulo de Jesús sólo en forma
secreta. Se había llenado de un temor pecaminoso; pensando, quizá, que, si
hacía algo por Jesús, los otros miembros del Sanedrín lo separarían del
consejo, y no sólo de su consejo sino incluso de la sinagoga, hace un par de
meses, cuando vimos la sanidad del ciego de nacimiento hablamos acerca de lo
que significaba esta excomunión practicada por el sanedrín.
Pero ahora, como fruto de la muerte
expiatoria de Cristo y de su amor por él, este hombre de repente se ha vuelto
muy valiente. Acude a Pilato para pedir el cuerpo de Jesús. Marcos 15:43
pone de relieve la valentía de este acto. La valentía se manifiesta sobre todo
en que actuó a pesar del hecho de que sabía que sus colegas del Sanedrín se enterarían
de ello.
Como podemos darnos cuenta, el mensaje de
la cruz, como lo llama el apóstol Pablo en su carta a los Corintios, es
poderoso, nunca lo subestimemos, tiene la capacidad de transformar aun los más
duros y temerosos corazones, en valientes y entregados discípulos de Cristo.
Pilato, habiéndose asegurado de que Jesús
había muerto de verdad, le concedió la petición. Así, pues, José regresó al
Calvario y, con la ayuda de otros, bajó el cuerpo de la cruz. No se ha revelado
cómo lo hicieron a detalle, así que no hablaremos donde la biblia calla.
Lo que sí sabemos es que José contó con la
cooperación voluntaria de Nicodemo. Juan de inmediato aclara que sí,
efectivamente es él que nos relata en su tercer capítulo, el fariseo, también
miembro del concilio, que fue a visitar a Jesús de noche con el propósito de hacer
varias preguntas que rondaban su mente, al igual que José de Arimatea, lo hizo
de noche por el temor a ser expulsado del Sanedrín y perder su puesto de
importancia.
En esa entrevista, él Señor Jesús le hablo acerca del
nuevo nacimiento, su enseñanza impactó el corazón de Nicodemo, podemos decir
sin temor a equivocarnos, que Nicodemo nació de nuevo, entendió el evangelio,
pues nuevamente arriesga todo por el Señor Jesús.
Nicodemo y José de Arimatea, son dos ejemplos maravillosos
del poder transformador del evangelio, a pesar de ser miembros del concilio del
sanedrín, de ser fariseos, sacerdotes, versados en la ley de Moisés, como diría
Pablo, todo eso lo estimaron como basura por amor a Cristo. José proveyó los lienzos
y su propio sepulcro nuevo, Mateo 27:60, Nicodemo proveyó las especias
aromáticas, él trajo una mezcla de mirra y áloes.
La mirra se extraía de un pequeño árbol de
madera olorosa, el bálsamo dendron de Arabia; los áloes de un árbol grande, el agalocha,
cuya madera contiene resina y proporciona perfume. Nicodemo había traído una
mezcla de los dos, en cantidad no menor a las cien libras que equivalían a unos
treinta y dos kilogramos nuestros, contribución en nada insignificante.
A medida que se envolvía el cuerpo, miembro
por miembro, en los lienzos que eran trozos de tela de lino, se iban untando
con la mezcla de mirra y áloes. Así preparaban los judíos a sus muertos para sepultarlos.
No los embalsamaban como los egipcios, quienes les extraían el cerebro y las entrañas.
41. Y en el lugar donde
había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en
el cual aún no había sido puesto ninguno. 42. Allí, pues, por causa de la
preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca,
pusieron a Jesús.
El cuerpo de Jesús fue llevado a un
sepulcro. Como este sepulcro ocupa un lugar destacado en el relato de la resurrección,
debe prestársele atención más que pasajera. Al menos 4 cosas podemos decir del sepulcro:
(1) Su ubicación. El sepulcro
estaba ubicado en la cercanía inmediata del Calvario: En el lugar donde fue
crucificado había un huerto dice el evangelista. Como no sabemos dónde
estaba el Calvario, tampoco sabemos dónde estaba este sepulcro.
Hay un lugar que coincide mucho con la
descripción, hay hasta una iglesia católica ahí llamada la iglesia del
santo sepulcro, es un lugar recluido bajo una colina con forma de
cráneo humano, muchos están convencidos de que este sepulcro, con su antecámara
y la espaciosa cámara sepulcral, con sólo un lugar acabado para que descansara
un cuerpo, es el que menciona el Evangelio. Debe admitirse que en muchos
aspectos la descripción de este sepulcro concuerda con la información que se
saca de los relatos de los Evangelios.
Sin embargo, otros que también han visto e
investigado el lugar, no están del todo convencidos, y afirman que el sepulcro
del huerto es probablemente de fecha mucho más reciente que el siglo primero
d.C. Es probablemente imposible llegar a ninguna conclusión concreta respecto a
la identidad del sepulcro en el que fue colocado el cuerpo de Jesús.
Pero esto de ninguna manera es algo
lamentable o que repercuta en nuestra fe, lo que hay que resaltar es de su
ubicación es la cercanía al Gólgota, hay que destacar que la divina providencia
proveyó un sepulcro muy cercano. No olvidemos que era el día judío de la
Preparación. En otras palabras, era viernes. Se acercaba la puesta del sol. En consecuencia,
a fin de que todo pudiera concluirse antes del sábado, no se podía perder tiempo.
No se podía enterrar el cuerpo de Jesús en un sepulcro alejado. El tiempo no lo
permitiría.
(2) Su novedad. Este sepulcro
era nuevo en el sentido de que no se había usado antes no que tuviese poco
tiempo de labrado. Nunca habían entrado en él el deterioro y la descomposición
que la muerte causa. Era un lugar adecuado para que descansara en él el cuerpo
del Señor y apunta a otra profecía mesiánica más cumplida. Salmo 16:10.
(3) Su propietario. Según Mateo
27:60 era el sepulcro del propio José. Y José era rico. En consecuencia, se
cumple la profecía de Isaías 53:9.
(4) Su aspecto general. Este sepulcro no
era una cueva natural. Había sido labrado de piedra sólida según Marcos
15:46. Después de depositar el cuerpo de Jesús, José, con la ayuda de otros,
naturalmente, colocó una gran piedra frente a la entrada del sepulcro. Mateo
27:60.
Esta piedra era grande y pesada. La entrada
al sepulcro era baja, como se deduce del hecho
de que María y Pedro tuvieron que inclinarse para mirar en su interior. En
ambos extremos del lugar en el que se colocaba el cuerpo se había dejado la
roca lo suficientemente alta como para formar una especie de asiento. Por el
griego original y la descripción es evidente que la sala de sepultura del
sepulcro de José no contenía un nicho en el cual se introdujo el cuerpo de
Jesús por uno de los dos extremos.
En Palestina hay muchos sepulcros de esta
clase, pero éste no era uno de esos, porque en ese caso los ángeles no hubieran
podido estar sentados a la cabecera y a los pies. Parecería que la cámara
sepulcral tenia una especia de banca o cama labrada en la piedra misma, en
la cual pudo reposar el cuerpo de Jesús.
Dos grandes preguntas hay que responder el
día de hoy, y nos llevarán al cenit de nuestra enseñanza del día de hoy: ¿Por
qué tuvo que ser puesto 3 días en este sepulcro? ¿Qué sucedió en ese tiempo?
Jesús ya efectuó completamente la obra de la
salvación, ya lo exclamó desde la cruz, consumado es, ¿Por qué no resucitó
antes? ¿Por qué tuvo que ser puesto en el sepulcro?
Primero para cumplir las profecías que él
mismo mencionó. Mateo 12:40.
Segundo: para hacer valida u oficial su
muerte. Recordemos que para los judíos solo a los tres días de muerto era
valida la muerte, por ello es que al resucitar a lázaro después de 4 días fue
un milagro de milagros, oficialmente no aceptarían su muerte, no aceptarían ni
avalarían su sacrificio sustituto, si pasaba menos de ese tiempo en el
sepulcro.
¿Qué sucedió en ese tiempo? Hay opiniones
encontradas, hay quienes creemos que el Señor Jesús descendió a las partes
bajas de la tierra, en latín los infiernos, el credo apostólico lo menciona,
pero la interpretación que se le ha dado difiere, algunos grupos reformados más
conservadores creen que solo es una alusión a su victoria, nosotros preferimos
apegarnos a la interpretación literal no solo del credo, sino apoyada de los
siguientes pasajes: Efesios
4:8-9, Romanos 10:7 y 1ª Pedro 3:18-19.
El Señor Jesús fue a las
partes bajas de la tierra, es decir al Hades, NO al lago de fuego. El Señor Jesús no fue a sufrir al hades ni por él
mismo ni como castigo adicional para el pago de nuestros pecados.
Su hubiera pagado en el
hades por él mismo querría decir que tuvo algunos pecados que redimir, lo cual
es anti bíblico, Jesús jamás cometió pecado, Si hubiese
bajado a seguir pagando nuestros pecados, su sacrificio no hubiera sido
solo propiciatorio a DIOS, también hubiera sido para satanás, lo cual es un
absurdo. La peor de las herejías es la de Jonatan meza pseudo apóstol de su
secta redimidos que dice que al Señor hasta lo violaron los demonios en el
infierno.
¿Entonces a qué bajo
Jesús al hades?
1.
Fue por los justos que se
encontraban en el seno de Abraham.
a.
Zacarías 9:11.
b.
Colosenses 2:15.
2.
Por las llaves (el acceso y gobierno)
del Hades y de la muerte.
a.
1ª Corintios 15:55.
b.
Apocalipsis 1.18.
3.
En nuestra representación.
a.
Isaías 53:4.
b.
Oseas 13:14.
Jesús baja en nuestra representación, para que los que creemos en él,
resucitemos juntamente con él. Romanos 6:3-8.
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