Cuando Felipe el evangelista es llevado por el Espíritu del Señor
de Samaria hacia Gaza, al sur de Jerusalén, se dio un encuentro providencialmente
planeado entre Felipe mismo y un funcionario eunuco de Etiopía, como lo vimos
la semana pasada, fue el Señor quien controló todo para que este encuentro se
diera:
·
Puso a
Felipe en el camino.
·
Puso al
eunuco en el mismo camino.
·
Dicho
camino se prestaba para la lectura placentera.
·
Ambos eran
de habla griega.
·
El Espíritu
le señaló a Felipe el momento exacto en que se acercara.
Ahora el eunuco y Felipe van sentados en el carruaje el etíope, lo
que nos narra a continuación Lucas es lo que sucedió en este providencial
encuentro:
8:32. El pasaje de la Escritura que
leía era este:
Como oveja a la muerte fue llevado;
Y como cordero mudo delante del que
lo trasquila,
Así no abrió su boca.
33. En su humillación no se le hizo
justicia;
Mas su generación, ¿quién la
contará?
Porque fue quitada de la tierra su
vida.
a. “Ahora el pasaje de la Escritura
que leía era este”. El libro
de la profecía de Isaías que tenía el etíope no consistía de páginas, sino que
tenía la forma de un rollo. Este rollo estaba hecho de hojas de papiro pegadas juntas
una por una. Cada extremo de esta larga hoja de papel estaba pegado a un palo;
a medida que el lector enrollaba y desenrollaba ambos extremos, podía encontrar
el pasaje que buscaba leer.
La columna que el oficial leía resultaba ser Isaías 53:7–8.
La redacción que registra Lucas es idéntica a la de la Septuaginta (LXX) que
difiere ligeramente del texto original en Hebreo. Este pasaje nos habla de las
aflicciones del Mesías, se le conoce como el pasaje del siervo sufriente del
Señor y habla obviamente de nuestro Señor Jesucristo, es especifico en su
estado o condición de humillación.
b. “Fue llevado como oveja al
matadero”. Este es un
pasaje mesiánico que claramente habla de la vida y muerte de Cristo. Pero
debido a que Isaías no menciona el nombre de la persona, sino que habla sólo de
“él”, por este motivo el etíope no logra descifrar el sentido del texto. Para
Felipe, este pasaje de la profecía de Isaías habla cosas grandes. Él ve a Jesús
arrestado en el huerto de Getsemaní y llevado a la casa del sumo sacerdote para
someterle a juicio. Mientras los testigos lo acusan de querer destruir el
templo y reconstruirlo en tres días, Jesús permanece en silencio Mt.
26:60–63.
c. “Y como cordero mudo delante del
que lo trasquila”. Felipe
conoce estas palabras que Juan el Bautista dijo a sus discípulos cuando Jesús
se acercó a él: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” en Juan 1:29-36. Pedro también describe
a Jesús como un cordero sin mancha ni defecto: 1ª Pedro 1:19. Cuando en
la traducción del griego en el AT aparece la palabra cordero, quiere decir
cordero sacrificial.
En la Escritura, a menudo los términos cordero y oveja se usan
indistintamente. Esto es claro en Isaías 53:7, donde el profeta habla de
un cordero que es sacrificado, y de una oveja que se mantiene quieta cuando el
trasquilador le quita su lana. Además, cuando las expresiones cordero y oveja
aparecen en Isaías 53:7, se refieren no literalmente a estos animales si
no metafóricamente a un ser humano que cumple la función de ellos cuando son
sacrificados.
d. “En su humillación no se le hizo
justicia. Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra
su vida”. Esta es la
redacción de la LXX de Isaías 53:8, pero en el AT la redacción es
diferente pues dice: “Por cárcel y por juicio fue quitado”. Proféticamente, esta forma apunta al injusto
juicio y a la posterior muerte de Jesús.
El pasaje en el cual el profeta Isaías predice los sufrimientos y
la muerte del Mesías es especialmente importante, pues más de 500 años antes de
que Cristo naciera y muriera, ya estaba escrito como iba a suceder, Lucas sigue
narrando el pasaje:
34. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe:
Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo o de algún
otro? 35. Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura,
le anunció el evangelio de Jesús.
El etíope no sólo es receptivo a las Buenas Nuevas, sino que no
está lejos del reino. Le pide a Felipe que le interprete el pasaje que ha
venido leyendo porque es incapaz de ver el contenido espiritual del mismo.
“Te ruego que me digas: ¿de quién
dice el profeta esto?”, pregunta.
La respuesta de Felipe podría ser resumida, en una palabra, un Nombre: Jesús.
Cuando Isaías escribió su profecía mesiánica, no estaba escribiendo de sí
mismo, Isaías habla del rey mesiánico, a quien Dios llama “mi siervo”. Este
siervo, dice Isaías sufre en el lugar de otros, es despreciado y rechazado por
los hombres, muere por los pecados del mundo, es sepultado con los malhechores,
y declara justos a muchos.
Desde un punto de vista cristiano, el texto de Isaías 53 sin
lugar a dudas se refiere al Mesías y no al profeta. Hasta donde podemos
determinar, sin embargo, los judíos del siglo I carecieron de una doctrina de
un Mesías sufriente. Esta doctrina se originó con Jesús, quien “se vio a sí
mismo cumpliendo el papel de siervo sufriente del Señor”.
Sabemos qué pasaje del libro de Isaías leía el eunuco etíope, pero
no sabemos qué explicación le dio Felipe acerca del texto ni tampoco el
contenido del sermón acerca de Jesús que le expuso. Debemos asumir, por tanto, que
por el hecho de que el oficial etíope tenía el libro de Isaías en sus manos,
Felipe le explicó el contexto amplio de los versículos que no le eran claros al
eunuco.
Lucas dice que Felipe comenzó con el pasaje que el oficial había
estado leyendo y luego siguió predicando las buenas nuevas acerca de Jesús. Por
consiguiente, Felipe enseñó que Jesús cumplió las profecías mesiánicas,
especialmente aquella del libro de Isaías.
Podemos llegar a la conclusión de que el sermón de Felipe estuvo
compuesto de selecciones del AT explicadas a la luz de las enseñanzas, sufrimientos,
muerte y resurrección de Jesús.
Muchos creen que también Felipe le explicó al eunuco que el
bautismo significa el lavamiento de los pecados, y que el bautismo es una señal
y sello de ser recibido oficialmente como parte del pueblo de Dios. Implícitamente
el texto nos dice que el eunuco puso su fe en Jesús, confesó sus pecados, y por
lo tanto expresó su deseo de ser bautizado.
36. Y yendo por el camino, llegaron
a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea
bautizado?
Primero aclaremos una vaga objeción a este pasaje, como ya
sabemos, Lucas describe el camino entre Jerusalén y Gaza como el camino del
desierto, aunque no indica cuánto tiempo predicaba Felipe las Buenas Nuevas al
eunuco, pero suponemos que no fue un lapso muy largo. En una región desértica,
“el problema no es dónde encontrar suficiente agua como para practicar un
bautismo por inmersión, sino que es, simplemente, dónde encontrar agua”. Algunos
por lo tanto pueden llegar a creer que este pasaje en realidad no es verídico.
Sin embargo, cerca de Gaza, un arroyuelo llamado Wadi el-Hashi
corre al norte de la ciudad hacia el Mar Mediterráneo. Otra posibilidad es que
algunos estanques en esa área hayan provisto un lugar adecuado para el
bautismo.
No tiene mucho sentido en realidad tratar de encontrar el lugar
exacto de este bautismo. Lo importante es lo que se nos cuenta en el pasaje
bíblico.
a. Versículo 36. “Dijo el eunuco: ‘¡Aquí hay
agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?’. Aunque el texto sólo da las
palabras dichas por el eunuco, podemos imaginarnos la emoción, el gozo y la
felicidad en su voz. Él es el único que hace mención del agua y plantea la
pregunta retórica sobre si habría alguna dificultad para ser bautizado. La
respuesta obvia a esta pregunta es, ninguna. A través del bautismo,
Felipe acepta a este hombre oficialmente como un mimbro más de la iglesia
cristiana.
No pocos se preguntan lo mismo que el eunuco ¿Qué impide que sea
yo bautizado? El libro de los hechos y la historia temprana de la iglesia no
muestra que como sucedió con Simone el mago, el eunuco, cornelio y su familia,
el carcelero de Filipos y su familia y muchos cientos de personas más en el
primer siglo, casi inmediatamente después de que escuchaban el evangelio de
nuestro Señor Jesucristo, eran bautizados y contados como miembros oficiales de
la iglesia.
¿Qué cambió entonces? ¿Por qué en nuestra congregación y en varias
más ya no es así? Si leemos libros de historia de la iglesia, sobre todo
en el periodo posterior a los padres apostólicos, nos daremos cuenta que antes
de poder bautizar a aun creyente primero lo discipulaban alrededor de 2 y hasta
3 años y solo si mostraba rasgos de ser un verdadero discípulo, fiel al Señor,
de comportamiento y testimonio leal a las Escrituras, solo entonces era
bautizado.
Esto se dio así por las múltiples persecuciones que
sufría la iglesia, en específico se menciona la del año 249, bajo el
emperador Decio, la persecución que este emperador desató tuvo características
muy distintas de las anteriores. El propósito del emperador no era crear
mártires, sino apóstatas. Se lograba que algún cristiano, ante la amenaza de
muerte o el dolor de la tortura, renunciase de su fe, ello constituiría una
victoria en la política imperial de restaurar el paganismo. Por mandato
imperial, todos tenían que sacrificar ante los dioses y que quemar incienso
ante la estatua del emperador. Quienes así lo hicieran, obtendrían un
certificado como prueba de ello.
Y quienes carecieran de tal certificado serían
tratados como criminales que habían desobedecido el mandato imperial. Puesto
que el propósito de Decio era obligar a las gentes a sacrificar, fueron relativamente
pocos los que murieron durante esta persecución. Lo que se hacía era más bien
detener a los cristianos y, mediante una combinación de promesas, amenazas y
torturas, hacer todo lo posible para obligarles a abjurar de su fe. Y no fueron
pocos los que preferían negar la Fe en Jesucristo, aun a pesar de ya ser bautizados, por este motivo la iglesia
estableció el catecismo que es la palabra en latín para discipulado.
Muchos son los que alegan que en este pasaje de Hechos
8 el eunuco etíope bajó a las aguas sin antes ser discipulado, lo que
ignoran quienes así piensan es que los libros históricos como el libro de los Hechos NO son para hacer doctrina de
ellos, son el apoyo de la doctrina, ya aclaramos la diferencia entre la Historia Salutis y el Ordu Salutis.
Además, lamentablemente, como hace siglos, la situación sigue
siendo crítica, no pocos son los que se consideran así mismos seguidores de Cristo,
pero, en la práctica siguen siendo paganos, desean tener los beneficios de ser
la Esposa de Cristo, pero no quieren ninguna responsabilidad con el Señor, se
comportan como la amante, como la concubina.
Que nos quede claro, el bautismo
es el requisito para la membresía en la congregación y no podemos decir que
somos hijos de DIOS sin ser miembros de una iglesia local sana doctrinalmente,
es una contradicción, eso es comportarnos como concubina y no como la novia
esperando a ser desposada. Lamentablemente muchas personas en las
congregaciones, en parte por la falta de información al respecto y en parte por
la comodidad de no comprometerse, viven sin ser miembros reales de su iglesia,
solo se comportan como la amante del Señor, quieren sus beneficios, su ayuda,
su amor, su paz, pero no quieren el comprometerse con Él, su Señorío, su
voluntad en sus vidas.
No han entendido que la iglesia no es un club social más, o una institución
de voluntarios, como los Cinépolis o Sam’s Club, la iglesia es la embajada del
Reino de DIOS aquí en la tierra, no estamos en ella para vender productos, ni
para proporcionar recursos que alguien puede tomar o dejar como si nada.
Toda membresía tiene un costo, eso es algo indiscutible, pero la
manera en que podemos entrar en la iglesia no tiene costo calculable, es tan
alto que ningún ser humano la pudo pagar, por eso es que DIOS mismo por amor
asumió esa responsabilidad y enviar a Jesucristo a pagar el precio en la Cruz
del Calvario. El Costo De Nuestra Membresía Es La Sangre De Cristo, del
siervo sufriente del Señor. Todo lo narrado en Isaías 53 es el costo
de nuestra entrada al Reino de los cielos.
Vivir Sin Membresía De La Iglesia
No Es Saludable espiritualmente hablando, la mayoría de las veces es el
reflejo de la independencia que deseamos de DIOS, es el deseo de elegir por sí
mismo lo que es bueno y lo malo, de no rendir cuentas a nadie. Necesitamos la
lección de humildad de someternos a pastores y ancianos.
Necesitas saber que estamos todos juntos en esta vida llamada
cristianismo, y que no nos vamos a alejar de ti solo fácilmente o porque no
estamos de acuerdo en algo o por un contratiempo. Juntos nos edificamos los
unos a los otros a la imagen de Cristo; nadie puede hacerlo por sí solo. Te
animo a reconsiderar la importancia de la membresía de la iglesia, vamos a
entrar en la gloria juntos.
b. Versículo 37. Felipe dijo: Si crees de todo
corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de
Dios. Todos manuscritos más importantes no tienen este versículo. Bruce M.
Metzger dice, “No hay ninguna razón para que los escribas hayan omitido este
material, si originalmente estaba en el texto”.
Quizás en la iglesia primitiva se consideró necesario que el
etíope primero profesara su fe antes de ser bautizado. Los escribas, entonces,
agregaron el comentario de Felipe y la confesión del eunuco al margen del
manuscrito de Hechos. Las palabras dichas por el eunuco pudieron haber sido
usadas como una fórmula bautismal hacia el final del siglo II; las palabras
eran conocidas en aquellos días, lo que es evidente en los escritos de Ireneo,
el padre de la iglesia, quien cita parte de esta fórmula.
En pocas palabras, el versículo 37 fue agregado al texto griego
vía manuscritos medievales posteriores; y de allí fue traducido a nuestra
propia lengua. Sin embargo, es un reflejo de las enseñanzas ortodoxas a lo
largo del tiempo en la iglesia.
c. Versículo 38. 38. Y mandó parar el carro; y descendieron
ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. El etíope da ahora una orden. Dice al
conductor que detenga el carruaje. Luego descienden al agua donde Felipe le
bautiza. Aunque el texto mismo es breve, podemos afirmar con toda seguridad
que, en armonía con la práctica de la iglesia primitiva, Felipe bautizó al
eunuco en el nombre de Jesucristo y no en el nombre del Trino Dios.
39. Cuando subieron del agua, el
Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió
gozoso su camino. 40. Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el
evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.
El relato tiene un abrupto final cuando Felipe es físicamente
sacado de la escena por el Espíritu Santo. No sabemos cómo el Espíritu del
Señor arrebató a Felipe del lugar donde se efectuó el bautismo. Tampoco tenemos
que entrar en fantasías y especulaciones: que se hizo invisible Felipe o que
voló por los aires, o que fue como en el caso del profeta Elías cuando fue
llevado al cielo, eso es especular con el relato.
Lucas no reporta ninguna sorpresa por parte del eunuco cuando Felipe
desaparece de repente. El sigue su camino, pero ahora lo hace lleno de gozo. El
que reanuda la travesía es una nueva criatura en Cristo, con el Espíritu Santo
en su corazón.
Asumimos que él no pudo guardar ese gozo sólo para sí, sino que
tuvo que compartir con sus compatriotas su experiencia con Jesús y el mensaje
de salvación. Sin embargo, durante los tres primeros siglos no se sabe nada
acerca de una iglesia en Etiopía. Sólo a partir del siglo IV la tradición
registra datos de conversiones como resultado de la palabra expuesta por el
eunuco y se tienen datos acerca de una iglesia cristiana en aquella nación.
“Pero Felipe se encontró en Azoto”. La siguiente obra para Felipe es
predicar el evangelio de Cristo en las aldeas costeras, comenzando con Azoto
hasta llegar a la misma Cesarea. Azoto es una de las cinco antiguas ciudades
filisteas. Era conocida como Asdod 1ª Samuel 5:1, y estaba ubicada a
unos treinta kilómetros al norte de Gaza. Felipe llevó el evangelio a aquellas
localidades costeras, incluyendo a Jope y a Lida, donde Pedro más tarde fue
para visitar a los santos (9:32–38). Finalmente, en Cesarea, Felipe estableció su
hogar. Años más tarde, Pablo se hospedó en casa de Felipe el evangelista.