Después de que Simón el mago es duramente reprendido por el
apóstol Pedro, lo siguiente que Lucas nos narra es que la iglesia en Samaria
fue ampliamente confirmada y que tanto los apóstoles Juan y pedro, así como
Felipe el evangelista regresaron a Jerusalén, seguimos todavía en el octavo capítulo
del libro.
Ahora Lucas comienza a relatar la segunda fase del ministerio de
Felipe. La primera misión de Felipe fue predicar a los samaritanos y la segunda
es explicar las Escrituras a un gentil convertido al judaísmo. Guiado por el Espíritu
Santo, Felipe proclama las Buenas Nuevas en círculos cada vez más amplios,
teniendo a Jerusalén como punto de partida.
No olvidemos que Felipe era un judío de la dispersión que hablaba
griego, por este motivo tiene un papel distintivo y diferente en el ministerio
creciente de la iglesia cristiana. Y como un judío de la dispersión, se
constituye en un puente que une a los judíos y a los gentiles o no judíos. Va
de Samaria, quizás vía Jerusalén, hasta la parte sur de Judea hasta llegar a Gaza.
8:26. Un ángel del Señor habló a
Felipe, diciendo: Levántate y vé hacia el sur, por el camino que desciende de
Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.
a. “Un ángel del Señor”. Lucas es bastante sereno en su
relato acerca de los viajes de Felipe. No dice absolutamente nada sobre dónde
estaba Felipe cuando un ángel le habló. Pudo haber sido cuando acompañaba a los
apóstoles a Jerusalén, o en una de las aldeas samaritanas. Pero el lugar donde
estaba Felipe no es importante en el relato. Lo que importa es el contenido de
la siguiente tarea que le es dada a través de un ángel del Señor.
¿Quién es este ángel del Señor? En Hechos Lucas menciona cuatro apariciones del ángel: a Moisés en
la zarza ardiendo en el discurso de Esteban, 7:30–38, a Felipe 8:26, a
Pedro para liberarle de la cárcel 12:7–10, a Herodes para herirle de
muerte 12:23. En el caso de Felipe, Lucas revela que este ángel es en
realidad el Espíritu del Señor lo sabemos por los versículos 29 y 39.
Felipe como buen diacono está siempre al servicio del Señor, cuyo
Espíritu se comunica con él a través de un ángel que en el griego significa eso
precisamente, mensajero. No se sabe si el ángel se le apareció o le habló en
una visión, como dijimos eso no es lo importante en este relato, por lo tanto,
Lucas lo omite, lo trascendente es el mensaje el cual es muy es claro:
b. “Levántate, y ve hacia el sur,
por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza”. El verbo “levantarse” aparece
frecuentemente en el NT, por lo cual su significado es determinado por el
contexto inmediato. Aquí Lucas usa la palabra anistemi (ἀνίστημι, G450)
y su aplicación quiere decir, “prepárate”.
En otras palabras, el ángel le da instrucciones para que haga
arreglos para un viaje. Le dice en qué dirección debe viajar, que es por el
camino que corre en dirección sur, pasando los cerros de Judea y luego doblar
hacia el oeste a la ciudad costera de Gaza.
En esa época un viajero podía tomar uno de dos caminos para ir de
Jerusalén a Gaza:
·
El primero corría
recto en dirección oeste, hacia las planicies costeras vía la aldea de Lida,
para unirse con la ruta de las caravanas que hacen el viaje entre Egipto y
Damasco.
·
La otra
corre hacia el sur de Jerusalén a Hebrón para luego tomar al oeste hasta llegar
a Gaza.
Las instrucciones dadas a Felipe eran que tomara la segunda ruta.
De hecho, Lucas agrega una nota explicatoria que dice, “Este es el camino
por el desierto”. Era un camino poco transitado por aquellos días, por cuya
razón la orden del ángel pudo haber sonado extraña a Felipe. Lo extraño de esta
orden encaja bien con la tarea que esperaba a Felipe.
El énfasis en el relato cae no en las ciudades ni en Jerusalén ni
en Gaza, sino en un oficial etíope quien por la lectura de las Escrituras llega
a ser cristiano. Y Felipe se le une precisamente allí, en un camino poco
transitado.
27. Entonces él se levantó y fue. Y
sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el
cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,
Felipe escucha obedientemente las instrucciones que recibe, se prepara
para un largo viaje, y sale tomando el camino del desierto rumbo a Gaza. Debido
a lo poco usual de la dirección que debe tomar, Felipe se da cuenta que algo
extraordinario está por ocurrir. Ve un carruaje ocupado por un hombre de color
viajando de Jerusalén a Gaza.
El viajero es de Etiopía, una nación africana al sur de Egipto. En
el AT Etiopía es conocida como Cus. Sus ciudades más importantes
eran Meroe, Napata, y Kerma y estaban localizadas a lo largo del Nilo. Sus
habitantes eran de la raza nubia, raza originaria entre Egipto y Sudán.
Pareciera que Felipe no tuvo problemas para identificar al etíope
por su raza, por su lenguaje y por la forma de vestir. Además, es posible que
el carruaje haya tenido alguna indicación de que pertenecía a la casa real etíope.
Lucas da el detalle de que el ocupante del carro es un eunuco, que por lo
general eran los encargados de cuidar los harenes.
Una persona así tenía que ser castrada. Sin embargo, el término
también es dado a los oficiales del gobierno de aquellos días, por lo que
quizás no debe tomarse literalmente ya que no siempre significaba que estos
hombres fueron privados de sus funciones masculinas.
Si tomamos la palabra eunuco literalmente, entonces estaríamos
viendo al cristianismo echar abajo las barreras levantadas por el judaísmo. Un
extranjero podía convertirse al judaísmo, pero este etíope, por ser eunuco, no
podía participar plenamente en la adoración del templo según la ley ceremonial
en Deuteronomio 23:1.
Aquellos que aseguran que el cristianismo es racista o
exclusivista, sobre todo para personas blancas privilegiadas, no pueden estar
más equivocados, un hombre negro, muy probablemente castrado, estaba a punto de
escuchar el evangelio y convertirse en sacerdote del DIOS Todopoderoso, por
medio del sumo sacerdocio del Señor Jesucristo.
Aunque él eunuco haya viajado a Jerusalén para adorar, seguía
siendo considerado un casi-prosélito. Sin embargo, el AT predijo los
días cuando extranjeros y eunucos no serían más excluidos del compañerismo del
pueblo de Dios. Isaías 56:3–7.
Aquí encontramos un dato curioso: Felipe primero trajo a la
iglesia a los samaritanos, que se encontraban en una posición intermedia entre
los judíos y los gentiles. Ahora trae a un etíope, medio convertido al judaísmo
a la congregación del Señor.
Este etíope es un oficial de la corte de Candace, reina de
Etiopía. Aunque, dicho sea de paso, Candace no es el nombre de una
persona sino el título de la reina madre, que gobernaba en lugar de su hijo. El
oficial que se topa con Felipe servía en la corte como tesorero en jefe. Tenía
allí la posición prominente de Ministro de Hacienda, o Ministro de Finanzas, responsable
por el tesoro real y la renta nacional.
Este había viajado a Jerusalén a adorar. No sólo adoraba a Dios en
la sinagoga judía del lugar donde vivía; sino que había tomado la religión tan
seriamente que había hecho un peregrinaje hasta Jerusalén. Registros históricos
muestran que numerosos judíos habían fijado sus residencias en Egipto y en
Etiopía. Estos judíos adoraban al Dios de Israel e invitaban a los gentiles a
sus servicios religiosos, con el resultado de que muchos de éstos llegaron a
temer a Dios, lo veremos nuevamente más adelante en Hechos 10:2, en el
relato de Cornelio.
Solo como dato anecdótico, hay una leyenda que narra la historia
de cómo la reina de Saba viaja a Jerusalén para conocer al sabio rey Salomón.
Durante su visita preguntó al rey sobre el Dios que adoraba, hasta aquí el
relato es verídico, lo encontramos en 1ª Reyes 10. La leyenda dice que la
reina, asombrada por las respuestas y la sabiduría del rey y de su Dios,
decidió adoptar para su reino el monoteísmo basado en la figura de Yahvé.
Además, cuenta que la reina permaneció seis meses con Salomón y que,
de esa visita, surgió un romance entre ambos monarcas. De vuelta a Etiopía, la
reina dio a luz al hijo de Salomón y le puso el nombre de Menelik, que
significaba hijo del sabio. Menelik se convertiría en el rey de Etiopía
y en el primero de los leones de la tribu de Judá de la que descenderían todos
los futuros reyes del país africano, siglos después con la venta de esclavos
africanos en América, muchos de los etíopes fueron llevados a Jamaica donde
fundaron un movimiento conocido como rastafari, basado en gran medida en esta
leyenda.
28. volvía sentado en su carro, y
leyendo al profeta Isaías. 29. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate
a ese carro.
En Jerusalén, es posible que el oficial aquel haya comprado un
ejemplar de la traducción al griego de la profecía de Isaías y, en camino a
casa, haya ocupado el tiempo leyéndola. Antiguamente, la gente leía en voz alta
y se sentía extraño cuando un lector no lo hacía así. Indudablemente, los
rabinos eran de la opinión que leer un manuscrito en voz alta ayudaba a la
memorización y por el otro lado, una lectura silenciosa ayudaba a olvidarla.
El etíope sabe que la Palabra de Dios le llevará a la salvación,
por eso lee con aspiración el texto del libro de Isaías. Aunque no puede
entender todo lo que allí se dice, tiene confianza de que los judíos allá en su
patria lo podrán explicar. Ahora, el Espíritu Santo instruye a Felipe a que se
aproxime al carruaje real. Así lo hace y escucha las palabras de Isaías que le
son tan conocidas, saliendo de los labios de aquel etíope. Inmediatamente
entiende que se trata de un hombre temeroso de Dios que busca el camino de la
salvación.
No podemos dejar pasar por alto y no mencionar que, en su
providencia, fue Dios quien guio a Felipe hasta el funcionario etíope justo en
el momento en que éste leía en voz alta la profecía mesiánica del libro de
Isaías. El eunuco que lee no puede entender el mensaje de Isaías y necesita que
alguien se lo explique, pero por si fuera poca providencia, el etíope está
leyendo del griego, que es la lengua nativa de Felipe. Este es el punto de
contacto que Felipe necesita para superar todo obstáculo y acercarse al carruaje
real.
Cuando el Señor tiene planeado un encuentro divino entre una
persona y Su glorioso evangelio, es el Señor mismo quien pone y dispone
absolutamente todo para que ese encuentro se dé, no opongamos resistencia jamás
a los perfectos planes del Señor, solo porque la situación no esté como nosotros
hubiésemos querido, ten por seguro que la situación estará justo y como
DIOS quiera que este: idónea para predicar el evangelio.
30. Acudiendo Felipe, le oyó que
leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31. Él dijo: ¿Y
cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara
con él.
Un hecho más de la providencia es que pareciera que el oficial
etíope había elegido a propósito el camino menos transitado entre Jerusalén y
Gaza para disponer de más tiempo para leer las Escrituras. Sin duda, el
carruaje era conducido por algún siervo quien mantenía a los caballos a una
velocidad muy lenta. Eso permitió que Felipe pudiera caminar al lado del carruaje
y escuchar lo que el oficial leía. Es obvio que Felipe sabía la profecía
mesiánica de Isaías de memoria e inmediatamente reconoció las palabras que se
leían. ¡Qué oportunidad maravillosa para enseñar el evangelio de Cristo!
Tenemos aquí a un hombre que con hambre lee la Palabra de Dios,
pero que no puede entender el significado de lo que lee. Entonces Felipe,
guiado e impulsado por el Espíritu Santo, escucha las palabras que este hombre
va pronunciando. Sabe que Dios le ha puesto aquí en este momento preciso para
guiar al eunuco etíope a Cristo.
Le hace la pregunta obvia: “¿Entiendes lo que lees?” En el griego,
la pregunta es un juego de palabras la cual aparentemente es incluso una transliteración:
ginoskeis (entiendes) ha anaginoskeis (lees).
Es muy importante hacer notar está expresión idiomática porque nos
revela que la conversación se desarrollaba en griego, una lengua que ambos tienen
en común, con lo que queda superada una posible barrera de tipo lingüístico,
una obra más de la providencia divina.
Ya con toda seguridad, Felipe opta por interrumpir la lectura del
etíope, ahora tiene la confianza que el viajero no se va a ofender, sino por el
contrario, con su pregunta, sugiere estar en buena disposición para ayudarle a
entender las Escrituras. El oficial responde con amabilidad a lo que Felipe le
pregunta.
Su respuesta es interesante, pues responde con una contra pregunta:
“¿Cómo podré si alguien no me enseñare?” Abiertamente admite su
ignorancia y su incapacidad para captar el sentido del texto que lee. Las
diferencias en rango, raza, y nacionalidad desaparecen cuando el etíope
reconoce su necesidad de un intérprete. Ni el orgullo ni la vergüenza se
interponen en la necesidad espiritual que este hombre tenía, las hizo a un lado
con tal de aprender más acerca del Señor.
El eunuco se vuelve a Felipe, que como judío conoce las profecías
y como cristiano sabe cómo explicar su cumplimiento. Jesucristo es el centro de
estas profecías, porque él es aquel acerca de quien el profeta Isaías escribe.
El evangelio de Cristo comienza con estas profecías mesiánicas y demuestra que
Jesús las ha cumplido. Es más, Cristo envía a sus siervos a interpretar el
mensaje de salvación a la gente que está lista para recibir las Buenas Nuevas.
La forma en que está escrita la pregunta del etíope expresa
perplejidad “¿Cómo podré?” y la necesidad de que alguien le guíe “si
alguien no me guíe”. Felipe está listo para abrir las Escrituras y guiar al
etíope a Cristo.
Podemos darnos cuenta de que hay un marcado paralelo con el relato
de los dos hombres que iban en el camino a Emaús cuando se les unió Jesús.
Jesús les explicó lo que la Escritura decía acerca de él Lucas 24:27.
La visita a Jerusalén no ha sido una experiencia muy afortunada
para el oficial etíope. No ha podido encontrar respuesta a sus preguntas
espirituales, y aunque pudo haber oído mencionar el nombre de Jesús, no llegó a
comprender la verdad. Por eso ahora, cuando Felipe le ofrece interpretarle las
Escrituras, el buscador está listo. Lo invita a subir al carruaje, a sentarse
junto al oficial y a explicarle el texto de la Escritura.
Conclusiones y aplicación:
Todos tenemos necesidad de ser enseñados en la Verdad. Los verdaderos hijos de DIOS, tarde o temprano tendrán el deseo de ser
discipulados, enseñados, corregidos, es algo que viene constituido en nosotros
de parte de DIOS al nacer de nuevo, y vamos a abrazar la verdad con amor, y
solo los genuinos hijos de DIOS son capaces de escuchar la verdad: Juan 8:31-47.
Cuando se empieza a renovar mi mente es
cuando empiezan a venir los cambios en mi vida, en todos los aspectos, es
cuando mi familia, mis amigos, mis vecinos y todos los que me rodean comienzan
a ver el fruto en mi vida, es cuando de verdad comienzo a ser un discípulo y
por ello la gente comienza a reconocerme como un CRISTIANO.
Madurar no es sinónimo de muchos años en la
iglesia o de ser capaz de “hacer milagros” madurar es cuestión de renovar
nuestro entendimiento con la Palabra de Verdad y por consecuencia vivir en
Santidad, al igual la santidad no es cuestión de comportamiento solamente, la
Santidad es fruto de nuestra relación con Cristo y está se da por medio de la
renovación de la mente. Efesios 4.17-24.
Renovar nuestro entendimiento va de la mano
con el discipulado, no podemos separar uno de lo otro, es algo que haremos
hasta reflejar el carácter de Cristo a las dos estaturas del discípulo, primero
como el maestro: siendo discipuladores también nosotros (A su debido tiempo y
en su debida forma) y segundo, a la estatura del Señor Jesucristo, así que
vamos a renovar nuestra mente toda nuestra vida. Colosenses 3:9-10.
Dios en su providencia perfecta,
dispondrá siempre de sus recursos que son ilimitados, para proveernos un
maestro que nos lleve a ser un genuino discípulo.
La doctrina implica mucho más
que el hecho de que Dios sea un espectador de los acontecimientos humanos.
Conlleva más que una simple referencia a su previo conocimiento y provisión de
las cosas.
El punto central de la doctrina
de la providencia es la importancia otorgada al gobierno de Dios sobre el
universo. Él gobierna a su creación
con absoluta soberanía y autoridad. Gobierna todo lo que acontece, desde lo más
importante hasta lo más insignificante. No sucede nada que esté fuera del
alcance de su gobierno PROVIDENCIAL soberano. Él hace que caiga la lluvia ~ que brille el sol. Él hace que
surjan los reinos y los hace caer. Él tiene contados los cabellos sobre
nuestras cabezas y los días de nuestra vida.
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