lunes, 24 de septiembre de 2018

El Evangelio De Juan 93: No Es A Tu Manera. Juan 13:6-11.


La semana pasada comenzamos con el estudio del capítulo 13 de este maravilloso evangelio, Juan comienza su narración con el evento que se dio en el aposento alto al momento de cenar, justo unas cuantas horas antes de que Jesús fuera entregado a la muerte de Cruz.

Juan nos dice que Jesús estaba perfectamente consciente de su misión, su divinidad y de que su tiempo para ser el sacrificio propicio había llegado, pero, antes de comenzar a cenar, fieles a la tradición oriental de la época, había llegado el momento de que se lavasen los pies.

Lavar los pies era una tarea que se delegaba al servidor de menor rango, es por ello que Juan el bautista declaró que ni esa acción era digno de hacer a nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, entre los discípulos no reinaba esa idea, por el contrario, sus aires de grandeza producto del orgullo los tenía completamente cegados.

A tal extremo era la situación, que el Rey del Universo, el creador y sustentador de todo lo que hay, se humilló nuevamente, está vez no se despojó del uso de sus atributos divinos, en está ocasión se despojó de sus vestidos terrenales, se ciñó la toalla de lino y de dispuso a lavar los pies de estos hombres arrogantes, entre los cuales había un incrédulo y hasta un traidor, y obviamente el Señor estaba al tanto de ello.

El mayor ejemplo de servicio lo encontramos en este supremo acto de humildad del Señor Jesús, y entendimos que no somos creados y llamados solo para consumir, DIOS nos hizó con el fin de aportar, pues de esta manera es que reflejamos a Cristo. La última cosa que muchos creyentes necesitan en la actualidad es ir a otro estudio bíblico. Ya saben más de lo que están poniendo en práctica. Lo que necesitan son experiencias de servicio en las que puedan ejercitar sus músculos espirituales.

Un cristiano en verdad maduro en esta área deja de preguntarse ¿Quién va a suplir mi necesidad?  Y comienza a preguntarse ¿Cómo puedo suplir alguna necesidad? Lo más maravilloso de todo esto es que en realidad: Dios No Nos Necesita Para Hacer Nada. El Servicio Es Un Gran Privilegio, Pues Somos Un Instrumento En Manos De DIOS.

Pero aún hay más que vamos a aprender de este relato, vamos a desglosar detenidamente los versos del 6 al 11, para después desde una perspectiva general poder adentrarnos a nuestro tema del día de hoy.

Juan continúa y nos dice: 6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?  Juan no deja registrada la reacción de ningún otro discípulo, solamente la de Pedro fue escrita, lo más probable es que los demás se mantuvieron perplejos, en silencio y avergonzados ante el acto de humildad del Señor, con la excepción claro está de Judas.

Lo que ellos tenían que haber hecho por él y entre ellos mismos, lo terminó haciendo quien menos debía, sin embargo, al llegar a Pedro, el impetuoso Pedro, las cosas cambiaron, de inmediato, con un gesto de alta estima le llama Señor, y le lanza la pregunta asombrado: ¿Tú me lavas los pies?

Pedro se da cuenta de la incongruencia de lo que sucede. El Señor de la gloria, por una parte, y los sucios pies de Pedro, por otra; ¡qué contraste! Para este discípulo la sola idea del Señor lavándole los pies resulta intolerable. Pedro estaba más que sorprendido.

7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.

Pedro había objetado enfáticamente lo que Jesús comenzaba a hacer precisamente ahora que fue su turno, la incomodidad del momento lo orilló a hacerlo. Un acto tal de humillación para confortar físicamente a Pedro era demasiado. Pero no acertó en modo alguno a ver que lo que el Señor trataba de hacer en este momento formaba parte de todos los acontecimientos de esa noche memorable y de las horas que iban a seguir.

El lavamiento de los pies de los discípulos fue parte del plan redentivo, es una obra más en el estado de humillación de nuestro Señor Jesús, que comenzó en la encarnación y culmino cuando resucitó de entre los muertos.

Así que Pedro simplemente no sabía lo que decía; solo se oponía porque lo hacía sentir terriblemente incomodo esa situación, pero el rechazarla es en parte rechazar el plan completo de DIOS, no estaba a contentillo o a votación, o se aceptaba todo el plan o si se rechaza una parte se rechaza todo por completo.

Por esta razón Jesús, quien dio no sólo una parte sino el todo de sí mismo, le dice a Pedro, Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Hay un par de interpretaciones muy apresuradas de esta afirmación, que caen en dos extremos:

A.   Que el Señor se refería a cuando Pedro allá entrado en el cielo, entendería este sublime acto que formó parte del plan de redención.

B.   Que en cuanto el Señor acabará de lavar los pies a los demás entendería lo que pasó.

No nos apegamos a ningún extremo, más bien en armonía con Juan 16:12–14 debemos interpretar la expresión en el sentido de después de mi muerte, resurrección, ascensión; sobre todo, después del derramamiento del Espíritu Santo. Entonces te resultará claro el significado no sólo de este lavado de los pies sino de toda mi obra de humillación.

8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.

Como lo acabamos de explicar Pedro ve en partes no ve el todo. Él solo piensa acerca de lo que está sucediendo en ese momento, e incluso este hecho no lo ve en su verdadero contexto. Jesús, sin embargo, constantemente piensa en toda la obra de humillación, de la cual este lavado de los pies es sólo parte.

Es necesario mantener esto en mente, de lo contrario, será imposible comprender correctamente el diálogo.

Pedro, estaba consciente de la incongruencia en la situación, pero al mismo tiempo estaba completamente inconsciente de la incongruencia de que un discípulo le diga a su Señor qué debe hacer y qué no debe hacer, entonces Pedro exclama: No me lavarás los pies jamás.

Debemos imaginar el cuadro: Pedro, con los pies ya lavados en parte, de repente los retiró con una protesta decidida. Jesús respondió, Si no te lavo, no tienes parte conmigo.

El significado de esta frase es sencillo, aunque al mismo tiempo muy profundo. Jesús estaba diciendo: Pedro, a no ser que por medio de toda mi obra de humillación, de la cual este lavamiento de los pies es sólo parte, te purifique de tus pecados, no participas conmigo en los frutos de mis méritos redentores.

Jesús, y sólo él, es el Hijo, el verdadero Heredero. A él le fueron prometidas todas las cosas. También las ganó con su obra de humillación, lo que tiene, lo comparte con los suyos. Romanos 8:17. Los creyentes somos coherederos con Cristo. Pero si Cristo no lava a Pedro, éste no puede compartir nada con él.

9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.

Pedro no ha entendido el significado de las palabras de su Señor y ha malinterpretado la situación. Jesús no ha querido enfatizar lo físico, como si de una manera misteriosa la limpieza física haría al individuo participante de las bendiciones provistas por Jesús y como si mientras más grande sea el área lavada, más grande o numerosas serían las bendiciones.

Procediendo de esta idea errónea, Pedro dice abruptamente, Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Es de gran notoriedad como este discípulo va de un extremo al otro. Eso era característico de Simón Pedro. En los Evangelios se le pinta como un hombre que muchas veces pierde el equilibrio.

·         En un momento le vemos caminando con valor sobre las aguas. Mateo 14:28; poco después le oímos gritando, Señor, ¡sálvame! Mateo 14:30.
·         Un momento hace la gloriosa confesión, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Mateo 16:16; apenas se apaga el eco de esa maravillosa declaración, y Pedro comienza a reconvenirle al Señor a quien ha confesado. Mateo 16:22.
·         Primero Simón promete decididamente entregar su vida por Jesús. Mateo 26:33-35. Pocas horas después le oímos decir una y otra vez, No soy su discípulo. Mateo 26:69–75.
·         Años más tarde, en Antioquía, Pedro es el primero en poner de lado la separación racial y come con los gentiles. Sin embargo, poco después se retira completamente de los conversos del mundo pagano. Gálatas 2:11-14.



El caso de Pedro es una muestra de que la gracia actuó gradualmente, hasta que por fin ganó la victoria sobre su vida, rindiéndolo en obediencia al Señor, como es evidente de sus epístolas. Pero lo que tenemos aquí en Juan 13 es el Simón común de doble ánimo.

La respuesta de Pedro aquí en 13:9 nos hace recordar la respuesta de la mujer samaritana registrada en 4:15 cuando la mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Ambos, Pedro y la samaritana, no vieron más allá de lo físico y solo pensaron en su propio beneficio temporal.

10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.

Jesús, que continúa hablando en el aspecto espiritual, usando palabras en su sentido más profundo y amplio, contesta a la solicitud de Simón de que se le laven no sólo los pies sino también las manos y la cabeza y le dice: El que está lavado, o sea, el que ha sido lavado por mi sangre (justificado), no  necesita sino lavarse los pies (Santificarse).

En este punto podemos ser un poco más condescendientes con Pedro, pues nosotros lo entendemos al tener la luz de la obra de redención completa, algo que él no tuvo sino hasta tiempo después.

Este dicho para ilustrar la relación entre la justificación y la santificación es más que apropiado por parte del Señor, en la esfera de la vida diaria del oriente la persona que hubiera tomado un baño antes de ir a una cena no necesitaba volver a hacerlo al llegar al lugar del banquete.  Lo único que era necesario era lavarse los pies.

Pero aquí Jesús no habla de lo físico sino de lo espiritual como era su costumbre:

·         En el capítulo 3 habla acerca del nacimiento espiritual.
·         En el capítulo 4 acerca del agua espiritual.
·         Y en el capítulo 6 acerca del alimento espiritual que él como pan de vida suministra.
·         Aquí en 13:10 habla acerca de la limpieza espiritual.

Le sigue la frase: No estáis limpios todos. La cual refuerza aún más el hecho de que Jesús habla del aspecto espiritual, pues si solo se está refiriendo a la limpieza física, la lógica exige que entonces interprete los versículos como sigue: Jesús le dijo, el que se ha bañado físicamente no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio físicamente. Y vosotros estáis físicamente limpios, pero no todos. En el rostro de Judas veo suciedad.

Y vosotros limpios estáis, Jesús agrega; es decir, sois partícipes de la redención adquirida por mi humillación para vosotros.

A fin de indicar a la posteridad que Judas no le toma por sorpresa sino que él controla completamente la situación, y a fin de hacer al traidor único responsable de sus acciones, Jesús agrega esta significativa cláusula de excepción: aunque no todos. Judas no estaba espiritualmente limpio. Y Jesús conocía a aquél que incluso ahora estaba a punto de traicionarlo. Pero no mencionó a Judas. Ni siquiera dijo en qué sentido este hombre no era limpio. Tiene una buena razón para ello, y lo veremos semanas más adelante.

El cuadro completo es el siguiente:

·         Llegó la hora de la cena y del lavamiento de los pies, tarea designada por lo regular al sirviente de más humilde condición.
·         Ninguno de los orgullosos discípulos quiso tomar la toalla del servicio, y fue el Señor Jesús quien por fin tomó el lebrillo y la toalla para servir a los suyos.
·         Después de lavar a algunos de ellos llega el turno del intempestivo de Pedro, el cual interrumpe al Señor para que no lo siga haciendo.

Pero el motivo por el cual lo hace, no es porque se da cuenta de lo que está sucediendo, por el contrario, sus motivos fueron puramente egoístas, pues la situación le hacía sentir muy incómodo, de no ser así, se hubiera parado antes, desde que Jesús comenzó con el primero y le hubiera reconvenido no continuar.

Pero Pedro no sabía lo que decía, se estaba oponiendo a parte esencial en el plan de redención, pues esta humillación estaba planeada junto a todas las demás como parte de un todo, Pedro no entendía como muchos de nosotros que o se aceptaba todo el plan o si se rechaza una parte se rechaza todo por completo.

Si algo le hiso el pecado al ser humano es que lo volvió rebelde y obstinado, siempre queriendo hacer las cosas a su manera y no a la manera de DIOS, el primer y muy claro ejemplo lo tenemos con Abel y Caín, muchas veces o he mencionado, si el sacrificio de Caín no fue aceptado fue porque lo hiso a su modo y no al modo que DIOS estableció, y esa misma rebeldía abunda en  nuestros corazón aun hoy en día, al igual que Pedro, queremos hacer las cosas como nosotros decimos y no como DIOS dice en Su Palabra:

·         Me discípulo, pero no me dejo corregir.
·         Creo en Cristo como Salvador pero no como Señor de mi vida.
·         Ayudo en la iglesia, pero a mi manera.
·         Asisto, pero no me comprometo.
·         Me digo cristiano, pero me niego a perdonar a alguien.
·         Me congrego pero no obedezco a DIOS.
·         Soy miembro pero nadie e dice que hacer.
·         Me digo cristiano pero hago lo que quiero de mi vida.
·         Y un largo y penoso etc.

Aun el concepto de salvación que la gran mayoría de los seres humanos tienen está plagado de la rebeldía que el pecado introdujo, todas las religiones dicen: has más obras buenas que malas para que vayas al cielo, aun los budistas dicen que tu karma debe ser en balance positivo sobre las cosas negativas para que evoluciones espiritualmente, en pocas palabras se centran en el ser humano.

Pero el concepto de DIOS es total y diametralmente opuesto, por eso es que el cristianismo bíblico es tan sustancialmente diferente a todas las demás religiones en el mundo, pues el evangelio dice: eres salvo por gracia, porque DIOS en su misericordia mandó a Su hijo Jesucristo a morir por ti, tú no haces nada más que recibir con fe ese regalo de amor.

Pero como Pedro exclamamos: No me lavarás los pies jamás. Así no lo hagas Señor, mejor hazlo a mi modo, a mi manera con mis métodos, con mis fuerzas, como Pedro no entendemos bien los asuntos espirituales, pero nuestra arrogancia nos ha hecho creer que sabemos, cuando en realidad estamos en pañales, y no vemos el cuadro completo.

Pero, al igual que con el arrebatado Pedro, DIOS no va a dejar de trabajar en nuestras vidas con su gracia hasta transformarnos cada vez más y más a la imagen moral de Cristo, el Pedro que quería hacer las cosas a su manera, a su modo, como él creía que eran, años después, con el trato dela gracia de DIOS en su vida terminó diciendo: 1ª Pedro 5:6-7  Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.

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