La semana pasada comenzamos con el estudio del
capítulo 13 de este maravilloso evangelio, Juan comienza su narración con el evento
que se dio en el aposento alto al momento de cenar, justo unas cuantas horas
antes de que Jesús fuera entregado a la muerte de Cruz.
Juan nos dice que Jesús estaba perfectamente
consciente de su misión, su divinidad y de que su tiempo para ser el sacrificio
propicio había llegado, pero, antes de comenzar a cenar, fieles a la tradición
oriental de la época, había llegado el momento de que se lavasen los pies.
Lavar los pies era una tarea que se delegaba al
servidor de menor rango, es por ello que Juan el bautista declaró que ni esa acción
era digno de hacer a nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, entre los discípulos
no reinaba esa idea, por el contrario, sus aires de grandeza producto del
orgullo los tenía completamente cegados.
A tal extremo era la situación, que el Rey del
Universo, el creador y sustentador de todo lo que hay, se humilló nuevamente,
está vez no se despojó del uso de sus atributos divinos, en está ocasión se
despojó de sus vestidos terrenales, se ciñó la toalla de lino y de dispuso a
lavar los pies de estos hombres arrogantes, entre los cuales había un incrédulo
y hasta un traidor, y obviamente el Señor estaba al tanto de ello.
El mayor ejemplo de servicio lo encontramos en este
supremo acto de humildad del Señor Jesús, y entendimos que no somos creados y
llamados solo para consumir, DIOS nos hizó con el fin de aportar, pues de esta
manera es que reflejamos a Cristo. La última cosa que muchos creyentes necesitan en la actualidad es ir a
otro estudio bíblico. Ya saben más de lo que están poniendo en práctica. Lo que
necesitan son experiencias de servicio en las que puedan ejercitar sus músculos
espirituales.
Un cristiano en verdad maduro en esta área deja de
preguntarse ¿Quién va a suplir mi necesidad?
Y comienza a preguntarse ¿Cómo puedo suplir alguna necesidad? Lo más
maravilloso de todo esto es que en realidad: Dios No Nos Necesita Para Hacer Nada. El Servicio Es Un Gran
Privilegio, Pues Somos Un Instrumento En Manos De DIOS.
Pero aún hay más que vamos a aprender de este relato, vamos a desglosar detenidamente
los versos del 6 al 11, para después desde una perspectiva general poder
adentrarnos a nuestro tema del día de hoy.
Juan continúa y nos dice: 6
Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Juan no deja registrada la reacción de
ningún otro discípulo, solamente la de Pedro fue escrita, lo más probable es
que los demás se mantuvieron perplejos, en silencio y avergonzados ante el acto
de humildad del Señor, con la excepción claro está de Judas.
Lo que ellos tenían que haber hecho por él y entre ellos mismos, lo
terminó haciendo quien menos debía, sin embargo, al llegar a Pedro, el
impetuoso Pedro, las cosas cambiaron, de inmediato, con un gesto de alta estima
le llama Señor, y le lanza la pregunta asombrado: ¿Tú me lavas los pies?
Pedro se da cuenta de la incongruencia de lo que sucede. El Señor de la
gloria, por una parte, y los sucios pies de Pedro, por otra; ¡qué contraste!
Para este discípulo la sola idea del Señor lavándole los pies resulta intolerable. Pedro estaba más
que sorprendido.
7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora;
mas lo entenderás después.
Pedro había objetado enfáticamente lo que Jesús comenzaba a hacer precisamente
ahora que fue su turno, la incomodidad del momento lo orilló a hacerlo. Un acto
tal de humillación para confortar físicamente a Pedro era demasiado. Pero no
acertó en modo alguno a ver que lo que el Señor trataba de hacer en este momento
formaba parte de todos los acontecimientos de esa noche memorable y de las
horas que iban a seguir.
El lavamiento de los pies de los discípulos fue parte del plan
redentivo, es una obra más en el estado de humillación de nuestro Señor Jesús,
que comenzó en la encarnación y culmino cuando resucitó de entre los muertos.
Así que Pedro simplemente no sabía lo que decía; solo se oponía porque
lo hacía sentir terriblemente incomodo esa situación, pero el rechazarla es en
parte rechazar el plan completo de DIOS, no estaba a contentillo o a votación,
o se aceptaba todo el plan o si se rechaza una parte se rechaza todo por
completo.
Por esta razón Jesús, quien dio no sólo una parte sino el todo de sí
mismo, le dice a Pedro, Lo que yo hago,
tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Hay un par de interpretaciones
muy apresuradas de esta afirmación, que caen en dos extremos:
A.
Que el Señor se refería a cuando Pedro allá entrado en el cielo,
entendería este sublime acto que formó parte del plan de redención.
B.
Que en cuanto el Señor acabará de lavar los pies a los demás entendería
lo que pasó.
No nos apegamos a ningún extremo, más bien en armonía con Juan 16:12–14 debemos interpretar la expresión
en el sentido de después de mi muerte,
resurrección, ascensión; sobre todo, después del derramamiento del Espíritu
Santo. Entonces te resultará claro el significado no sólo de este lavado de los
pies sino de toda mi obra de humillación.
8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no
te lavare, no tendrás parte conmigo.
Como lo acabamos de explicar Pedro ve en partes no ve el todo. Él solo piensa acerca
de lo que está sucediendo en ese momento, e incluso este hecho no lo ve en su
verdadero contexto. Jesús, sin embargo, constantemente piensa en toda la obra
de humillación, de la cual este lavado de los pies es sólo parte.
Es necesario mantener esto en mente, de lo contrario,
será imposible comprender correctamente el diálogo.
Pedro, estaba consciente de la incongruencia en la
situación, pero al mismo tiempo estaba completamente inconsciente de la
incongruencia de que un discípulo le diga a su Señor qué debe hacer y qué no
debe hacer, entonces Pedro exclama: No me
lavarás los pies jamás.
Debemos imaginar el cuadro: Pedro, con los pies ya
lavados en parte, de repente los retiró con una protesta decidida. Jesús
respondió, Si no te lavo, no tienes parte
conmigo.
El significado de esta frase es sencillo, aunque al
mismo tiempo muy profundo. Jesús estaba diciendo: Pedro, a no ser que por medio
de toda mi obra de humillación, de la cual este lavamiento de los pies es sólo
parte, te purifique de tus pecados, no participas conmigo en los frutos de mis
méritos redentores.
Jesús, y sólo él, es el Hijo, el verdadero Heredero. A
él le fueron prometidas todas las cosas. También las ganó con su obra de humillación,
lo que tiene, lo comparte con los suyos. Romanos
8:17. Los creyentes somos coherederos con Cristo. Pero si Cristo no lava a
Pedro, éste no puede compartir nada con él.
9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino
también las manos y la cabeza.
Pedro no ha entendido el significado de las palabras de
su Señor y ha malinterpretado la situación. Jesús no ha querido enfatizar lo
físico, como si de una manera misteriosa la limpieza física haría al individuo participante
de las bendiciones provistas por Jesús y como si mientras más grande sea el
área lavada, más grande o numerosas serían las bendiciones.
Procediendo de esta idea errónea, Pedro dice abruptamente,
Señor, no sólo mis pies, sino también las
manos y la cabeza. Es de gran notoriedad como este discípulo va de un
extremo al otro. Eso era característico de Simón Pedro. En los Evangelios se le
pinta como un hombre que muchas veces pierde el equilibrio.
·
En un momento le vemos caminando con valor sobre las
aguas. Mateo 14:28; poco después le
oímos gritando, Señor, ¡sálvame! Mateo 14:30.
·
Un momento hace la gloriosa confesión, Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Mateo 16:16; apenas se apaga el eco
de esa maravillosa declaración, y Pedro comienza a reconvenirle al Señor a
quien ha confesado. Mateo 16:22.
·
Primero Simón promete decididamente entregar su vida
por Jesús. Mateo 26:33-35. Pocas
horas después le oímos decir una y otra vez, No soy su discípulo. Mateo
26:69–75.
·
Años más tarde, en Antioquía, Pedro es el primero en
poner de lado la separación racial y come con los gentiles. Sin embargo, poco
después se retira completamente de los conversos del mundo pagano. Gálatas 2:11-14.
El caso de Pedro es una muestra de que la gracia actuó
gradualmente, hasta que por fin ganó la victoria sobre su vida, rindiéndolo en
obediencia al Señor, como es evidente de sus epístolas. Pero lo que tenemos
aquí en Juan 13 es el Simón común de
doble ánimo.
La respuesta de Pedro aquí en 13:9 nos hace recordar la respuesta de la mujer samaritana
registrada en 4:15 cuando
la mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí
a sacarla. Ambos, Pedro y la samaritana, no vieron más allá de
lo físico y solo pensaron en su propio beneficio temporal.
10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino
lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no
todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios
todos.
Jesús, que continúa hablando en el aspecto espiritual,
usando palabras en su sentido más profundo y amplio, contesta a la solicitud de
Simón de que se le laven no sólo los pies sino también las manos y la cabeza y
le dice: El que está lavado, o sea, el que ha sido lavado por mi sangre (justificado), no necesita sino lavarse los pies (Santificarse).
En este punto podemos ser un poco más condescendientes
con Pedro, pues nosotros lo entendemos al tener la luz de la obra de redención
completa, algo que él no tuvo sino hasta tiempo después.
Este dicho para ilustrar la relación entre la
justificación y la santificación es más que apropiado por parte del Señor, en
la esfera de la vida diaria del oriente la persona que hubiera tomado un baño antes
de ir a una cena no necesitaba volver a hacerlo al llegar al lugar del
banquete. Lo único que era necesario era
lavarse los pies.
Pero aquí Jesús no habla de lo físico sino de lo
espiritual como era su costumbre:
·
En el capítulo 3 habla acerca del nacimiento
espiritual.
·
En el capítulo 4 acerca del agua espiritual.
·
Y en el capítulo 6 acerca del alimento espiritual que
él como pan de vida suministra.
·
Aquí en 13:10 habla acerca de la limpieza espiritual.
Le sigue la frase: No
estáis limpios todos. La cual refuerza aún más el hecho de que Jesús habla
del aspecto espiritual, pues si solo se está refiriendo a la limpieza física, la
lógica exige que entonces interprete los versículos como sigue: Jesús le dijo, el que se ha bañado
físicamente no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio
físicamente. Y vosotros estáis físicamente limpios, pero no todos. En el rostro
de Judas veo suciedad.
Y vosotros limpios estáis,
Jesús agrega; es decir, sois partícipes
de la redención adquirida por mi humillación para vosotros.
A fin de indicar a la posteridad que Judas no le toma
por sorpresa sino que él controla completamente la situación, y a fin de hacer
al traidor único responsable de sus acciones, Jesús agrega esta significativa
cláusula de excepción: aunque no todos.
Judas no estaba espiritualmente limpio. Y Jesús conocía a aquél que incluso
ahora estaba a punto de traicionarlo. Pero no mencionó a Judas. Ni siquiera
dijo en qué sentido este hombre no era limpio. Tiene una buena razón para ello,
y lo veremos semanas más adelante.
El cuadro completo es el siguiente:
·
Llegó la hora de la cena y del lavamiento de los pies,
tarea designada por lo regular al sirviente de más humilde condición.
·
Ninguno de los orgullosos discípulos quiso tomar la
toalla del servicio, y fue el Señor Jesús quien por fin tomó el lebrillo y la
toalla para servir a los suyos.
·
Después de lavar a algunos de ellos llega el turno del
intempestivo de Pedro, el cual interrumpe al Señor para que no lo siga
haciendo.
Pero el motivo por el cual lo hace, no es porque se da
cuenta de lo que está sucediendo, por el contrario, sus motivos fueron
puramente egoístas, pues la situación le hacía sentir muy incómodo, de no ser
así, se hubiera parado antes, desde que Jesús comenzó con el primero y le
hubiera reconvenido no continuar.
Pero Pedro no sabía lo que decía, se estaba oponiendo a parte esencial
en el plan de redención, pues esta humillación estaba planeada junto a todas
las demás como parte de un todo, Pedro no entendía como muchos de nosotros que o
se aceptaba todo el plan o si se rechaza una parte se rechaza todo por
completo.
Si algo le hiso el pecado al ser humano es que lo volvió rebelde y
obstinado, siempre queriendo hacer las cosas a su manera y no a la manera de
DIOS, el primer y muy claro ejemplo lo tenemos con Abel y Caín, muchas veces o he mencionado, si el sacrificio de Caín
no fue aceptado fue porque lo hiso a su modo y no al modo que DIOS estableció,
y esa misma rebeldía abunda en nuestros
corazón aun hoy en día, al igual que Pedro, queremos hacer las cosas como
nosotros decimos y no como DIOS dice en Su Palabra:
·
Me discípulo, pero no me dejo corregir.
·
Creo en Cristo como Salvador pero no como Señor de mi vida.
·
Ayudo en la iglesia, pero a mi manera.
·
Asisto, pero no me comprometo.
·
Me digo cristiano, pero me niego a perdonar a alguien.
·
Me congrego pero no obedezco a DIOS.
·
Soy miembro pero nadie e dice que hacer.
·
Me digo cristiano pero hago lo que quiero de mi vida.
·
Y un largo y penoso etc.
Aun el concepto de salvación que la gran mayoría de los seres humanos
tienen está plagado de la rebeldía que el pecado introdujo, todas las
religiones dicen: has más obras buenas que malas para que vayas al cielo, aun
los budistas dicen que tu karma debe ser en balance positivo sobre las cosas
negativas para que evoluciones espiritualmente, en pocas palabras se centran en
el ser humano.
Pero el concepto de DIOS es total y diametralmente opuesto, por eso es
que el cristianismo bíblico es tan sustancialmente diferente a todas las demás
religiones en el mundo, pues el evangelio dice: eres salvo por gracia, porque DIOS en su misericordia mandó a Su hijo
Jesucristo a morir por ti, tú no haces nada más que recibir con fe ese regalo
de amor.
Pero como Pedro exclamamos: No me lavarás los pies jamás. Así no lo hagas Señor, mejor hazlo a
mi modo, a mi manera con mis métodos, con mis fuerzas, como Pedro no entendemos
bien los asuntos espirituales, pero nuestra arrogancia nos ha hecho creer que sabemos, cuando en realidad
estamos en pañales, y no vemos el cuadro completo.
Pero, al igual que con el arrebatado Pedro, DIOS no va
a dejar de trabajar en nuestras vidas con su gracia hasta transformarnos cada
vez más y más a la imagen moral de Cristo, el Pedro que quería hacer las cosas
a su manera, a su modo, como él creía que eran, años después, con el trato dela
gracia de DIOS en su vida terminó diciendo: 1ª Pedro 5:6-7 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
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