El día de hoy comenzaremos a escudriñar versículo a
versículo el capítulo 13 del evangelio del discípulo amado, el apóstol Juan.
Este capítulo se divide en 3 secciones principales:
·
El lavamiento de los pies de los discípulos por parte
de Jesús.
·
La sorpresa de los discípulos al saber que Jesús será
traicionado.
·
La predicción de la negación de Pedro.
Sin embargo, como ya es nuestra costumbre, nosotros lo
vamos a ir desglosando aun en más partes, pues así se requiere para nuestra
edificación espiritual integra, así que vamos a comenzar.
13:1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús
que Su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a
los Suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
En este versículo comienza lo que muchos eruditos en
la materia llaman: la segunda parte de
este evangelio, pues como lo mencionamos al final del capítulo anterior la
diferencia se vuelve muy marcada dado que ahora su ministerio publico ha
terminado, todo lo que sucede de aquí en adelante tiene que ver con sus
discípulos en la gran mayoría y un poco con los dirigentes.
Ahora estamos a escasas horas de que sea entregado a
los judíos para ser sacrificado, Juan aclara que la pascua está por llegar, y
que Jesús sabía perfectamente que su hora había llegado, de pasar de este mundo
a regresar al lado del Padre.
Juan deja ver varias situaciones en este verso:
Primero, que Jesús estaba totalmente consiente de su
misión, de su persona, de su divinidad, en todo momento Jesús hace mención de
su misión y deidad, Yo y el Padre uno
somos les dijo a los judíos, y él sabía que su hora había llegado, esto es importante hacerlo notar, pues desde
los inicios mismos del cristianismo hay algunas corrientes filosóficas que
catalogan a Jesús como chivo expiatorio
sin estar enterado, dicen que él no tenía la intención que ni siquiera
sabía que iba a morir, lo cual es una ofensa a su Omnisciencia y su cometido
mesiánico y redentor.
Juan también aclara que amó a los suyo y que los amó hasta el fin, habla de la demostración
en toda la plenitud de su amor incondicional, el cual está a punto de mostrarse
al ir sumisamente a morir colgado de la Cruz en lugar de los suyos, los que el Padre le dio desde antes de la fundación del
mundo, sus elegidos por Gracia.
Por último, pero no menos importante nos aclara que la
fiesta de la pascual, la más importante celebración de la nación judía, que
conmemora la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto por lamo de
Moisés, estaba a punto de ser celebrada.
Juan continúa su relato: 2 Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de
Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase.
En cuanto a esta situación, en unas predicaciones más
adelante nos adentraremos en este importante tema, solo haremos mención una vez
más de la Omnisciencia del Señor al saber el momento exacto en que satanás
llenó el corazón codicioso de Judas para entregarle.
Después Juan nos dice que 3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las
manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se
quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego puso
agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a
enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
Es jueves por la noche. El sol se ha puesto,
recordemos que para los hebreos el día comienza a las 6 pm. Es hora de cenar. La
situación tal como se describe aquí es la siguiente:
Jesús y los discípulos han llegado de Betania. Los
pies, cubiertos sólo por las sandalias, habían estado en parte expuestos al
polvo y la arena. Estaban sucios, o por lo menos incómodos. En tales
circunstancias, se acostumbraba el lavamiento de los pies. El anfitrión, aunque
no solía prestar él mismo este servicio, se aseguraba que se realizara. Era,
después de todo, una tarea servil, es decir, tarea que debía realizar un sirviente.
1ª Samuel 25:41.
Cuando Juan el Bautista quiso expresar su sentimiento
de indignidad en relación con Cristo, no pudo pensar en una forma mejor de
expresarlo que decir que se consideraba indigno de arrodillarse frente a Jesús
para desatar sus sandalias y quitárselas, pensando en lavar los pies del
Maestro.
Pero aquí en el aposento alto no había sirviente. En
consecuencia, uno de los discípulos debería haber prestado este servicio. Pero
nadie estaba dispuesto. Todos ellos eran hombres orgullosos. Unos momentos
antes (probablemente en relación con el orden en que se situarían alrededor de
la mesa) habían estado discutiendo entre sí acerca de la cuestión de la
grandeza. Lucas 22:24.
Y esta no era la primera vez que habían disputado en
torno a ello. La pregunta, “¿Quién es el mayor de entre vosotros?” parece haber
ocupado sus mentes y corazones repetidas veces. No había traspasado en ellos el
hecho de que la grandeza se mide con la vara del servicio.
En el aposento alto todo estaba listo. Ahí estaba el lavamanos
(lebrillo) y la jarra; y estaban también los paños de lino. Había agua en la
jarra. Pero nadie se movió. Todos esperaban que otro tomara la iniciativa. Y
entre estos discípulos había uno de un carácter tan vil que incluso en este
mismo momento estaba pensando en la forma de hacer dinero fácil traicionando al Señor.
Era el diablo quien había puesto en el corazón de
Judas Iscariote este vil propósito. Habiendo descubierto desde hacía tiempo que
no era buen negocio el ser discípulo de Jesús, y siendo una persona muy
avarienta, estaba decidido a no ser excluido de la sinagoga sino, por el
contrario, a ganarse el favor de las autoridades indicándoles dónde estaba Jesús.
Fue en medio de tales hombres, que en su interior se
sentían muy importantes, hombres entre los cuales estaba Judas el traidor, que
Jesús estaba a punto de presentar un ejemplo de humildad y servicio. Esta
alusión a Judas, en consecuencia, hace que la acción se destaque en toda su
verdadera grandeza. ¡Así es, el Maestro lavó, incluso, los pies de Judas!
Otra circunstancia maravillosa que agrega gloria a la
acción fue el hecho de que cuando Jesús la realizó, lo hizo con plena
conciencia como ya lo hemos aclarado, de que era el Hijo unigénito de Dios; en
consecuencia, el heredero legítimo de todas las cosas. Sabía que el Padre le había dado todas las cosas
en las manos y que había salido de Dios, y a Dios iba.
Jesús esperó bastante. Los discípulos ya habían
ocupado su lugar en torno a la mesa en forma de U. La comida estaba
servida, y a punto de comenzar. Pero ninguno se ofrecía para prestar el
servicio del sirviente. La jarra, el lavamanos y la toalla, colocados allá a plena
vista de todos los estaba acusando. Estos utensilios constituían una silenciosa
acusación contra estos hombres. Pero nadie se movió.
Fue entonces que Jesús comenzó a actuar. Con calma y
se levantó, y se quitó las vestiduras. Juan utiliza el plural “vestiduras” tanto aquí como en el
versículo 12. Viene de inmediato a la mente el texto de Filipenses 2:7. Se había quitado tanto el manto exterior como la
túnica, al igual que el cinturón, desde luego. Entonces Jesús tomó un paño grande
de lino (toalla), y se lo ciñó de forma que la extremidad de esta toalla le
sirviera para secar los pies de los discípulos después de habérselos lavado con
las manos. Verdaderamente, el Señor de la gloria se había “revestido de humildad”. Se nota que esto es lo que tenía en mente
el apóstol Pedro en su exhortación. 1ª Pedro 5:5.
Se describen uno a uno los detalles de la acción. La
escena había dejado una impresión indeleble en la mente del evangelista Juan,
que estaba presente. En consecuencia, el relato es muy gráfico, y con razón, ya
que el propósito es que la mente del lector pueda ponderar esta manifestación
de maravillosa condescendencia.
El corazón debe detenerse unos momentos aquí, hasta
que se haya aprendido la lección. Jesús derramó agua de la jarra en el
lavamanos. Colocó ésta en el piso justo detrás de uno de los hombres cuyos pies
salían por encima de la litera en la cual estaba reclinado. Con esta agua el
Señor procedió entonces a lavar los pies de este discípulo. Luego los secó con
la extremidad de la toalla con la que se ceñía la cintura.
No sabemos que pies Jesús lavó en primer lugar. Las
palabras comenzó a lavar probablemente
sirven para preparar al lector respecto al hecho de que iba a haber una interrupción.
La interrupción se relata en los versículos 6–11.
Ya hemos entendido perfectamente que DIOS, sin nosotros pedirlo ni mucho
menos merecerlo nos escogió desde la eternidad pasada y nos salvó aquí en el
tiempo, y también entendimos que uno de los motivos por los cuales DIOS nos
tiene en la tierra entre el tiempo de la salvación y la glorificación es para
que reflejemos a Cristo, lo que ahora es importante entender es que una de las
maneras en que mejor reflejamos a Cristo es sirviendo a los demás, tal como Él lo hizo. Mateo 20:28. Estamos aquí para servir no para ser servidos.
La mentalidad que muchos aún tienen es de consumir en lugar de aportar,
vienen a la iglesia preguntándose cosas como:
·
¿Qué DIOS puede darme hoy?
·
¿Cómo puede DIOS bendecirme?
·
¿Cómo puede DIOS ayudarme en mi problema o necesidad?
·
¿Qué puede ofrecerme la iglesia a mi vida?
·
¿Qué hacen por mí los demás?
Debemos entender que fuimos creados para contribuir en algo, no solo
para consumir, para aportar no solo para quitar, para ayudar y no solo para
recibir ayuda.
Dios nos ha diseñado para marcar la diferencia, sin embargo, el
pensamiento cristiano contemporáneo es todo lo contrario, pensamos en DIOS como
nuestro genio mágico:
·
Ayúdame.
·
Bendíceme.
·
Libérame.
·
Socórreme.
·
Levántame.
·
Dame.
·
Prospérame.
Son las palabras que más usamos en nuestras oraciones. Lamentablemente
muchos se escudan en la que se oye muy espiritual, pero nada bíblica frase de yo sirvo a DIOS no a los hombres, sin
embargo, cada vez que servimos a los hombres servimos a DIOS, además si no
servimos a los hombres que vemos, ¿Cómo podemos servir a DIOS que no vemos? Mateo 25:44-45. El Señor Jesús es el
más grande ejemplo de servicio dedicado a DIOS Su Padre, y lo demostró
sirviendo a los hombres, entre ellos un traidor, varios orgullosos, un
incrédulo, etc.
El servicio a DIOS se da como repuesta al gran gozo de ser sus hijos, no
servimos por obligación, ni por miedo a represalias de su parte, sino en
gratitud por lo que ha hecho por nosotros, si no tenemos ganas de servir, tal vez aún no hemos comprendido por completo lo
que significa nuestra salvación. Mateo
8:15.
Un verdadero cristiano debe de saber que el servicio no es una opción,
no es algo que podemos elegir hacer en nuestro tiempo libre o cuando tengamos
algo de ganas de hacerlo, el servir es el corazón de la vida cristiana, por la
falta de servicio es que muchos “cristianos” se han atorado, dejado de crecer,
o definitivamente se han regresado a un estado peor que antes de llegar a los
pies de Cristo, por no entender que SERVIR es un deleite, pues así nos
parecemos más a Cristo.
Una persona madura espiritualmente no es aquella que hace milagros o que
tiene 25 años en la iglesia, un cristiano maduro es entre otras cosas, aquel que
da y sirve de forma natural. Pero el ser maduros no es un fin en sí mismo, no
podemos decir ya soy maduro, ya terminé
mi labor aquí, la madurez es para servir, para suplir una necesidad donde
quiera que la haya, crecemos para dar, no basta con pensar que ya sabemos
mucho, que estudiamos escuela pastoral, que entendemos hebreo, griego, arameo,
que sabemos homilética, hermenéutica, etc. Si no servimos...de nada sirve.
La última cosa que muchos creyentes necesitan en la actualidad es ir a
otro estudio bíblico. Ya saben más de lo que están poniendo en práctica. Lo que
necesitan son experiencias de servicio en las que puedan ejercitar sus músculos
espirituales.
Necesitamos ejercitar nuestros músculos espirituales para crecer y eso solo
se logra sirviendo, pues el servir es algo que va completamente en contra de
nuestra naturaleza egocéntrica de seres humanos, mucha gente anda en busca de
una iglesia que supla sus necesidades espirituales pero pocos buscan una
iglesia donde puedan ellos suplir alguna necesidad que haya ahí, los seres
humanos estamos esperando a que otros nos sirvan y no al revés, la comodidad es
algo que siempre nos ha llamado la atención por eso es que DIOS NOS SACA DE LA COMODIDAD Y NOS LLAMA A SERVIR.
Un cristiano en verdad maduro en esta área deja de preguntarse ¿Quién va
a suplir mi necesidad? Y comienza a
preguntarse ¿Cómo puedo suplir alguna necesidad? ¿Usted alguna vez se ha hecho
esta pregunta?
Lo más maravilloso de todo esto es que en realidad: Dios No Nos Necesita Para Hacer Nada.
Hay quienes piensan que somos indispensables para que DIOS haga algo en
la tierra, dicen que somos sus manos y
sus pies en el mundo, eso es antropocentrismo, pero eso no es cierto, si
nosotros no hacemos las cosas, DIOS puede hacer que de vuelta un asna hable o
que las piedras alaben, él no está limitado o sujeto a nuestra indisposición,
como no lo estuvo Jesús a sus discípulos y tomó la iniciativa en su lugar.
El Servicio Es Un Gran Privilegio, Pues Somos Un Instrumento En Manos De
DIOS. ¿Qué esperas para ceñirte la toalla?
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