domingo, 10 de febrero de 2019

El Evangelio De Juan 111: El Espíritu Santo Nos Convence. Juan 16:8-11.


Continuamos con nuestras enseñanzas del capítulo 16 del evangelio de Juan, la semana ante pasada comenzamos con este capítulo, aclaramos varios detalles para poder profundizar más en su enseñanza, el que más resalta es el hecho de que este capítulo es llamado de las predicciones de Jesús.

Así como el capítulo catorce, se enfocó en consolar a sus discípulos, y en el capítulo quince les dio la advertencia de las tribulaciones que sufrirán en el mundo, ahora en este, aunque poco a poco, pero el tema cambia a la predicción de lo que habrá de acontecer, en el futuro inmediato y en el futuro a mediano y largo plazo.

Jesús comienza el capítulo repitiendo algunas advertencias y exhortaciones acerca de su pronta partida con El Padre, no sin antes dejarles ver que su indiferencia marcada respecto al tema es producto de su egocentrismo desmedido, a lo cual El Señor les da un de las mayores palabras de consuelo que encontramos en este evangelio: les conviene.

Los discípulos no lo sabían en ese entonces, pero para que el Espíritu Santo pudiera aplicar los méritos redentores del Señor Jesús, obviamente era necesario que primero hubiera méritos redentores que aplicar, dicho en palabras más simples, la partida de Jesús con Su Padre fue lo mejor que nos pudo parar, pues ganó nuestra salvación y envió al Espíritu Santo a aplicar esa salvación a sus elegidos.

Pero en lo que nos detuvimos, fue en esa frase corta pero impactante: les conviene, es lo mejor, es necesario, sabemos que la voluntad de DIOS es buena, agradable y perfecta, solo que no siempre lo recordamos cuando estamos en medio de las pruebas y tribulaciones que esta vida caída nos presenta.

Muchas veces perdemos la perspectiva de las situaciones y llegamos a desesperarnos y querer dejar de seguir a Cristo, cuando en realidad, sea lo que sea que estemos pasando, a excepción claro de una vida de pecado desvergonzado, es para nuestra conveniencia, DIOS usa todo lo que nos acontece para que seamos como Cristo, porque eso es lo que más nos conviene a sus hijos.

Pero las palabras predictivas del Señor Jesús apenas van comenzando, todavía tiene mucho que decir, en el siguiente verso lo leemos: 8 Y cuando él (Espíritu Santo) venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

Ya sabemos que lo que más nos conviene es que el Señor Jesús se vaya, para que el Espíritu Santo venga a impartir los méritos redentores ganados en la cruz, la acción del Espíritu se describe en estos tres versículos, convencerá al mundo, en está ocasión no se refiere a la sociedad separada de DIOS, aunque tampoco a todos los habitantes de la tierra, sino más bien a que no hará distinción de raza, lengua, tribu o nacionalidad.

El verbo convencer es muy importante paran nuestra mejor comprensión de este pasaje pues no se trata, como en nuestro idioma de la acción de solo persuadir, es mucho más, este verbo viene del vocablo griego elenco (ἐλέγχω, G1651), se traduce como redargüir, reprochar, reprender y poner en evidencia.

Este verbo, convencer, es algo ambiguo porque se utiliza:

a. Probar la culpabilidad, aunque no se esté dispuesto a admitir y confesar su culpa.

b. Despertar la conciencia de culpa.

Sin duda que no es casualidad que se haya elegido específicamente esta palabra pues cuando el Espíritu Santo convence al mundo por medio de la predicación del evangelio, se obtienen ambos resultados:

·         Personas admitiendo pecado delante de DIOS.
·         Personas que no aceptan ser pecadores y hasta ofendidas decírselos.

Esas son las dos reacciones que podemos esperar si estamos predicando correctamente el evangelio, la aceptación o el rechazo, no de Cristo, primeramente, sino de culpabilidad a causa de su pecado. El evangelio demuestra de inmediato que todo el mundo es culpable.

En el caso de muchos esta culpa les llega a la conciencia, de forma que la sienten. Y entre ellos hay algunos, que son los elegidos de Dios, que no sólo se convencen de ello en su alma, sino que también lo admiten abiertamente, se arrepienten de verdad, y confesando todo lo malo que han hecho, se rinden a la misericordia de Dios en Cristo.

En consecuencia, el verbo convencer no tiene el mismo significado para todos. En general, el mundo malvado continúa en abierta hostilidad hacia Dios, su Cristo, y su pueblo. Aunque se ha puesto de manifiesto o demostrado su culpa por medio de la predicación del evangelio, no se arrepienten, insisten en que no son pecadores, que no son tan malos, que todos somos hijos de DIOS por el solo hecho de haber nacido, y que, por consecuencia, todos iremos al cielo de una u otra forma.

El Espíritu Santo, por medio de la predicación del evangelio, pondrá públicamente de manifiesto la culpa del mundo entero y lo invitará al arrepentimiento. Lo convencerá respecto a tres asuntos: pecado, justicia, y juicio.

Que el Espíritu Santo nos convenza tiene dos y solo dos resultados posibles y auto excluyentes: el arrepentimiento y la conversión, o el endurecimiento y perdición eterna.

Jesús lo sabe, por ello es que desglosa una por una, las áreas en las cuales nos convence, primero nos dice que de pecado. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí.

Por medio de la gran labor que están por salir a realizar primero los apóstoles y después todos los discípulos en general en la predicación del evangelio, el Espíritu Santo, no sólo pondrá al descubierto el pecado del mundo, sino que, en el caso de algunos, despertará la conciencia de culpa que conduce a verdadero arrepentimiento.

Por medio de la labor de convencimiento del Espíritu Santo, habrá pesar genuino y un acudir al Salvador en busca de refugio y perdón. Lucas 5:8. 1ª Timoteo 1:15. No serán nuestras bonitas palabras, no será nuestra culta preparación, es más ni siquiera se interpondrá nuestra falta de elocuencia al hablar, el resultado no está en nuestras manos, nunca lo estuvo y nunca lo estará, está siempre en las del Espíritu Santo.

Dejemos de lado las excusas mosaicas para salir y predicar el evangelio:

·         Nadie me creerá.
·         No sé cómo decirles.
·         No soy bueno hablando.
·         Mejor manda a alguien más preparado.
·         Etc.

Eso no es sentimiento de inferioridad personal, es pensar menos, pero del Espíritu Santo, nosotros prediquemos el evangelio, y dejemos el resultado en sus manos, si se arrepienten o se endurecen, es solamente su asunto, no el nuestro.

Pero estemos gozosos, pues habrá muchos casos de verdadera conversión, de hecho, no habría ni una sola conversión si Él no interviniera a convencer de pecado, habrá millones de personas que en el curso de la historia se despertarán al conocimiento de su culpa.

Como consecuencia de la operación de la gracia soberana de Dios, hombres de todas las latitudes y naciones confesarán a Jesús como su Señor y Salvador de sus vidas, por la obra exclusiva del Espíritu Santo.



Cuando el Espíritu Santo, por medio de la predicación del evangelio, convenza a los hombres de su pecado, veremos una reacción más o menos como la de Hechos 2:37. Sentirán la presencia de su pecado y no pensarán en otra cosa sino en cómo deshacerse de él.

También el Espíritu Santo convencerá al mundo de Justicia.10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más.

La expresión convencerá al mundo de justicia debe explicarse a la luz de lo que sigue de inmediato: porque voy al Padre, y no me veréis más, si desligamos una frase de la otra, perderemos el sentido original en el cual fue dicha.

El mundo, representado aquí por los judíos, iba a crucificar a Jesús. Llegado el momento su declaración será: debe morir, en el nombre de la justicia iban a condenarlo a la muerte, ellos, muy seguros de hacer lo correcto, pensando que era un hombre malo e injusto, le daría el trato de malhechor, pues eso fue siempre a sus ojos. Juan 19:7.

Pero la verdad era precisamente lo contrario. Aunque el mundo lo rechazó, el Padre lo favoreció, lo favoreció en el camino de la cruz, pues fue la cruz la que lo condujo a la corona. Los discípulos ya no iban a observar sus actividades diarias como cuando andaba con ellos. Iba a morir, iba a recibir su recompensa. Filipenses 2:9–11.

Por medio de la resurrección el Padre pondría el sello de su aprobación en su vida y obra, Jesucristo el mismo a quien el mundo había llamado malhechor, por medio de una ida victoriosa al Padre sería señalado como el Justo:

·         Lucas 23:47.
·         Hechos 3:14.
·         Hechos 7:52.
·         1ª Pedro 3:18.
·         1ª Juan 2:1.

Así pues, el mundo sería convencido de justicia. De Su Justicia, de que, en realidad, aunque fue tratado como malhechor y puesto entre ladrones, fue todo lo contrario y su ascensión al Padre, para estar a su diestra, coronado en gloria, es la más grande prueba ello.

El Espíritu Santo había de convencer al mundo de la justicia de Cristo, había de reivindicar Su Nombre, éste es el sentido de la frase justificado en el Espíritu de 1ª Timoteo 3:16.

Pero no todos son capaces de aceptar esta verdad, solo aquellos del mundo caído a los cuales el Espíritu Santo nos convence de esta verdad, seremos capaces de asimilarla y decir con todo nuestro ser: Gracias Cristo, por poner tu vida Justa y santa en la cruz, en lugar de mi vida vil y pecaminosa.

Y esta convicción resultará en la condenación del mundo, es decir, en la condenación de Satanás y de todos los que se negaron a arrepentirse, lo vemos en el siguiente versículo: 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Al inducir a los judíos a condenar a muerte a Cristo, el diablo, el príncipe de este mundo, el cual engaña al mundo entero como dice Apocalipsis 12:9, se juzgó y se condenó a sí mismo como mentiroso y homicida, es decir, como el gran Engañador y el gran Destructor.

Apocalipsis 9:11, le aplica tanto en hebreo como en griego para advertir y prevenir al judío y al griego, es por este motivo que la romántica, pero ilusa idea de orar por el diablo para que se arrepienta es además de anti bíblica, imposible.

Primero, porque su final estuvo escrito desde antes de que el mundo se fundará, en segundo lugar, porque su ofensa no fue algo que con un simple perdón por lo que hice se pueda arreglar, él es el culpable y responsable de la muerte de Cristo, su sangre inocente está en sus manos y en las de todos aquellos que decidan rechazarle, es por demás justo que su pago por dicho vil y despreciable acto sea el fuego eterno. Apocalipsis 20:10.

Satanás al condenar a Cristo, se condenó a sí mismo. Colosenses 2:15. Por la obra de Cristo en la cruz, el diablo fue desposeído de sus mal adquiridos derechos legales sobre las naciones de este mundo y sobre las almas de los seres humanos.

Con ese juicio y condenación del príncipe de este mundo se muestra una vez más, que Cristo es más fuerte que el diablo. El juicio del mundo y de su príncipe muestra que la venida de Cristo a este mundo tuvo por objeto poner en orden lo que el diablo había desordenado. Hebreos 2:14.

Pero no olvidemos que para nada significa que el diablo fue echado fuera del mundo el día en que Jesús triunfó en la cruz, el diablo sigue merodeando como león rugiente buscando a quien devorar, su juicio llegó, pero su sentencia no ha sido ejecutada porque el mismo diablo sirve a los planes y propósitos eternos de DIOS.

Nos damos cuenta que está palabra predictiva del Señor Jesús, se cumplió literalmente en el día de pentecostés, cuando Pedro, lleno del Espíritu Predicó a los de su nación:

a. Convenció de pecado. El pecado de rechazar a Cristo. Hechos 2:23.

b. Convenció de justicia. La justicia de Cristo. Hechos 2.22.

c. Convenció de juicio. El juicio de los hostiles a Cristo. Hechos 2:34-35 y 40.

El resultado fue: Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron: Varones hermanos, ¿qué haremos?… y se añadieron aquel día como tres mil personas. Hechos 2:37-41.

Nos damos cuenta que verdaderamente nos convino como lo dijo Jesús, que él se fuera y que el Espíritu Santo llegara, pero no lo veamos como algo lejano, que solo le ocurrió a los apóstoles o imposible de vivir por cada uno de nosotros.

El Espíritu Santo sigue presente, está en nuestro corazón, y nos ha convencido:

·         De pecado. De nuestro propio pecado, el cual no nos dejaba acercarnos ni un poco a DIOS, antes de que el Espíritu nos convenciera no solo no queríamos, no podíamos acercarnos a DIOS y ni sabíamos que nuestra condición era tan desastrosa.

·         De justicia. Hoy por hoy llamamos a Jesús Señor, Pablo le dijo a los corintios que nadie puede hacer eso si no es por obra del Espíritu. 1ª Corintios 12:3.

Si reconocemos el Señorío de cristo, su Santidad, su divinidad, su justicia, todos sus maravillosos atributos y tenemos el ardiente deseo de ser como él es, no es porque nació de nosotros mismos, esa es la obra de convencimiento del Espíritu Santo a nuestro corazón.

·         De juicio. Nuestro corazón descansa en que Cristo ya juzgó y halló culpable a satanás, lo exhibió en la Cruz, si aún no aplica su sentencia, es porque Cristo sabe lo que es mejor, y si en su Soberanía deja que seamos atacados por él, nos reconforta saber que todo redundará para la Gloria de DIOS al ser más y más como Cristo.

Como podemos darnos cuenta, el Espíritu Santo sigue convenciendo a los suyos de entre el mundo, nos convence de nuestro pecado, de la justicia de Cristo y del juicio que dictó sobre el diablo en la cruz.

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