Continuamos con nuestras enseñanzas del capítulo 16
del evangelio de Juan, la semana ante pasada comenzamos con este capítulo,
aclaramos varios detalles para poder profundizar más en su enseñanza, el que
más resalta es el hecho de que este capítulo es llamado de las predicciones de Jesús.
Así como el capítulo catorce, se enfocó en consolar a sus
discípulos, y en el capítulo quince les dio la advertencia de las tribulaciones
que sufrirán en el mundo, ahora en este, aunque poco a poco, pero el tema
cambia a la predicción de lo que habrá de acontecer, en el futuro inmediato y
en el futuro a mediano y largo plazo.
Jesús comienza el capítulo repitiendo algunas
advertencias y exhortaciones acerca de su pronta partida con El Padre, no sin
antes dejarles ver que su indiferencia marcada respecto al tema es producto de
su egocentrismo desmedido, a lo cual El Señor les da un de las mayores palabras
de consuelo que encontramos en este evangelio: les conviene.
Los discípulos no lo sabían en ese entonces, pero para
que el Espíritu Santo pudiera aplicar los méritos redentores del Señor Jesús,
obviamente era necesario que primero hubiera méritos redentores que aplicar,
dicho en palabras más simples, la partida de Jesús con Su Padre fue lo mejor
que nos pudo parar, pues ganó nuestra salvación y envió al Espíritu Santo a
aplicar esa salvación a sus elegidos.
Pero en lo que nos detuvimos, fue en esa frase corta
pero impactante: les conviene, es lo
mejor, es necesario, sabemos que la voluntad de DIOS es buena, agradable y
perfecta, solo que no siempre lo recordamos cuando estamos en medio de las
pruebas y tribulaciones que esta vida caída nos presenta.
Muchas veces perdemos la perspectiva de las
situaciones y llegamos a desesperarnos y querer dejar de seguir a Cristo,
cuando en realidad, sea lo que sea que estemos pasando, a excepción claro de
una vida de pecado desvergonzado, es para nuestra conveniencia, DIOS usa todo
lo que nos acontece para que seamos como
Cristo, porque eso es lo que más nos conviene a sus hijos.
Pero las palabras predictivas del Señor Jesús apenas
van comenzando, todavía tiene mucho que decir, en el siguiente verso lo leemos:
8 Y cuando él (Espíritu Santo) venga,
convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Ya sabemos que lo que más nos conviene es que el Señor
Jesús se vaya, para que el Espíritu Santo venga a impartir los méritos
redentores ganados en la cruz, la acción del Espíritu se describe en estos tres
versículos, convencerá al mundo, en está ocasión no se refiere a la sociedad
separada de DIOS, aunque tampoco a todos
los habitantes de la tierra, sino más bien a que no hará distinción de
raza, lengua, tribu o nacionalidad.
El verbo convencer es muy importante paran nuestra
mejor comprensión de este pasaje pues no se trata, como en nuestro idioma de la
acción de solo persuadir, es mucho más, este verbo viene del vocablo griego elenco
(ἐλέγχω, G1651), se traduce como redargüir, reprochar, reprender y
poner en evidencia.
Este verbo, convencer, es algo ambiguo porque se
utiliza:
a. Probar la culpabilidad, aunque no se esté dispuesto a
admitir y confesar su culpa.
b. Despertar la conciencia de culpa.
Sin duda que no es casualidad que se haya elegido
específicamente esta palabra pues cuando el Espíritu Santo convence al mundo por
medio de la predicación del evangelio, se obtienen ambos resultados:
·
Personas admitiendo pecado delante de DIOS.
·
Personas que no aceptan ser pecadores y hasta
ofendidas decírselos.
Esas son las dos reacciones que podemos esperar si
estamos predicando correctamente el evangelio, la aceptación o el rechazo, no
de Cristo, primeramente, sino de culpabilidad a causa de su pecado. El
evangelio demuestra de inmediato que todo el mundo es culpable.
En el caso de muchos esta culpa les llega a la
conciencia, de forma que la sienten. Y entre ellos hay algunos, que son los elegidos
de Dios, que no sólo se convencen de ello en su alma, sino que también lo
admiten abiertamente, se arrepienten de verdad, y confesando todo lo malo que
han hecho, se rinden a la misericordia de Dios en Cristo.
En consecuencia, el verbo convencer no tiene el mismo
significado para todos. En general, el mundo malvado continúa en abierta
hostilidad hacia Dios, su Cristo, y su pueblo. Aunque se ha puesto de
manifiesto o demostrado su culpa por medio de la predicación del evangelio, no
se arrepienten, insisten en que no son pecadores, que no son tan malos, que
todos somos hijos de DIOS por el solo hecho de haber nacido, y que, por
consecuencia, todos iremos al cielo de una u otra forma.
El Espíritu Santo, por medio de la predicación del
evangelio, pondrá públicamente de manifiesto la culpa del mundo entero y lo invitará
al arrepentimiento. Lo convencerá respecto a tres asuntos: pecado, justicia, y
juicio.
Que el Espíritu Santo nos convenza tiene dos y solo
dos resultados posibles y auto excluyentes: el arrepentimiento y la conversión, o el endurecimiento y perdición
eterna.
Jesús lo sabe, por ello es que desglosa una por una,
las áreas en las cuales nos convence, primero nos dice que de pecado. 9 De pecado, por
cuanto no creen en mí.
Por medio de la gran labor que están por salir a
realizar primero los apóstoles y después todos los discípulos en general en la
predicación del evangelio, el Espíritu Santo, no sólo pondrá al descubierto el
pecado del mundo, sino que, en el caso de algunos, despertará la conciencia de
culpa que conduce a verdadero arrepentimiento.
Por medio de la labor de convencimiento del Espíritu
Santo, habrá pesar genuino y un acudir al Salvador en busca de refugio y
perdón. Lucas 5:8. 1ª Timoteo 1:15. No
serán nuestras bonitas palabras, no será nuestra culta preparación, es más ni
siquiera se interpondrá nuestra falta de elocuencia al hablar, el resultado no
está en nuestras manos, nunca lo estuvo y nunca lo estará, está siempre en las
del Espíritu Santo.
Dejemos de lado las excusas mosaicas para salir y predicar el evangelio:
·
Nadie me creerá.
·
No sé cómo decirles.
·
No soy bueno hablando.
·
Mejor manda a alguien más preparado.
·
Etc.
Eso no es sentimiento de inferioridad personal, es
pensar menos, pero del Espíritu Santo, nosotros prediquemos el evangelio, y
dejemos el resultado en sus manos, si se arrepienten o se endurecen, es
solamente su asunto, no el nuestro.
Pero estemos gozosos, pues habrá muchos casos de
verdadera conversión, de hecho, no habría ni una sola conversión si Él no interviniera
a convencer de pecado, habrá millones de personas que en el curso de la historia
se despertarán al conocimiento de su culpa.
Como consecuencia de la operación de la gracia
soberana de Dios, hombres de todas las latitudes y naciones confesarán a Jesús como
su Señor y Salvador de sus vidas, por la obra exclusiva del Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo, por medio de la predicación
del evangelio, convenza a los hombres de su pecado, veremos una reacción más o
menos como la de Hechos 2:37. Sentirán
la presencia de su pecado y no pensarán en otra cosa sino en cómo deshacerse de
él.
También el Espíritu Santo convencerá al mundo de
Justicia.10 de justicia, por cuanto voy
al Padre, y no me veréis más.
La expresión convencerá
al mundo de justicia debe explicarse a la luz de lo que sigue de inmediato:
porque voy al Padre, y no me veréis más,
si desligamos una frase de la otra, perderemos el sentido original en el cual
fue dicha.
El mundo, representado aquí por los judíos, iba a crucificar
a Jesús. Llegado el momento su declaración será: debe morir, en el nombre de la justicia iban a condenarlo a la
muerte, ellos, muy seguros de hacer lo correcto, pensando que era un hombre
malo e injusto, le daría el trato de malhechor, pues eso fue siempre a sus
ojos. Juan 19:7.
Pero la verdad era precisamente lo contrario. Aunque
el mundo lo rechazó, el Padre lo favoreció, lo favoreció en el camino de la
cruz, pues fue la cruz la que lo condujo a la corona. Los discípulos ya no iban
a observar sus actividades diarias como cuando andaba con ellos. Iba a morir,
iba a recibir su recompensa. Filipenses
2:9–11.
Por medio de la resurrección el Padre pondría el sello
de su aprobación en su vida y obra, Jesucristo el mismo a quien el mundo había
llamado malhechor, por medio de una ida victoriosa al Padre sería señalado como
el Justo:
·
Lucas
23:47.
·
Hechos
3:14.
·
Hechos
7:52.
·
1ª
Pedro 3:18.
·
1ª
Juan 2:1.
Así pues, el mundo sería convencido de justicia. De Su
Justicia, de que, en realidad, aunque fue tratado como malhechor y puesto entre
ladrones, fue todo lo contrario y su ascensión al Padre, para estar a su
diestra, coronado en gloria, es la más grande prueba ello.
El Espíritu Santo había de convencer al mundo de la
justicia de Cristo, había de reivindicar Su Nombre, éste es el sentido de la
frase justificado en el Espíritu de 1ª Timoteo 3:16.
Pero no todos son capaces de aceptar esta verdad, solo
aquellos del mundo caído a los cuales el Espíritu Santo nos convence de esta
verdad, seremos capaces de asimilarla y decir con todo nuestro ser: Gracias Cristo, por poner tu vida Justa y
santa en la cruz, en lugar de mi vida vil y pecaminosa.
Y esta convicción resultará en la condenación del mundo,
es decir, en la condenación de Satanás y de todos los que se negaron a
arrepentirse, lo vemos en el siguiente versículo: 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya
juzgado.
Al inducir a los judíos a condenar a muerte a Cristo,
el diablo, el príncipe de este mundo, el
cual engaña al mundo entero como dice Apocalipsis
12:9, se juzgó y se condenó a sí mismo como mentiroso y homicida, es decir,
como el gran Engañador y el gran Destructor.
Apocalipsis 9:11, le aplica tanto en hebreo como en griego para
advertir y prevenir al judío y al griego, es por este motivo que la romántica, pero ilusa idea de orar por el diablo para que se arrepienta es
además de anti bíblica, imposible.
Primero, porque su final estuvo escrito desde antes de
que el mundo se fundará, en segundo lugar, porque su ofensa no fue algo que con
un simple perdón por lo que hice se
pueda arreglar, él es el culpable y responsable de la muerte de Cristo, su
sangre inocente está en sus manos y en las de todos aquellos que decidan
rechazarle, es por demás justo que su pago por dicho vil y despreciable acto
sea el fuego eterno. Apocalipsis 20:10.
Satanás al condenar a Cristo, se condenó a sí mismo. Colosenses 2:15. Por la obra de Cristo
en la cruz, el diablo fue desposeído de sus mal adquiridos derechos legales
sobre las naciones de este mundo y sobre las almas de los seres humanos.
Con ese juicio y condenación del príncipe de este
mundo se muestra una vez más, que Cristo es más fuerte que el diablo. El juicio
del mundo y de su príncipe muestra que la venida de Cristo a este mundo tuvo
por objeto poner en orden lo que el diablo había desordenado. Hebreos 2:14.
Pero no olvidemos que para nada significa que el
diablo fue echado fuera del mundo el
día en que Jesús triunfó en la cruz, el diablo sigue merodeando como león rugiente buscando a quien devorar,
su juicio llegó, pero su sentencia no ha sido ejecutada porque el mismo diablo
sirve a los planes y propósitos eternos de DIOS.
Nos damos cuenta que está palabra predictiva del Señor
Jesús, se cumplió literalmente en el día de pentecostés, cuando Pedro, lleno
del Espíritu Predicó a los de su nación:
a. Convenció de pecado. El pecado de rechazar a Cristo. Hechos 2:23.
b. Convenció de justicia. La justicia de Cristo. Hechos 2.22.
c. Convenció de juicio. El juicio de los hostiles a Cristo. Hechos 2:34-35 y 40.
El resultado fue: Al
oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron: Varones hermanos, ¿qué
haremos?… y se añadieron aquel día como tres mil personas. Hechos 2:37-41.
Nos damos cuenta que verdaderamente nos convino como lo dijo Jesús, que él
se fuera y que el Espíritu Santo llegara, pero no lo veamos como algo lejano,
que solo le ocurrió a los apóstoles o imposible de vivir por cada uno de
nosotros.
El Espíritu Santo sigue presente, está en nuestro
corazón, y nos ha convencido:
·
De
pecado. De nuestro propio pecado, el cual no nos dejaba
acercarnos ni un poco a DIOS, antes de que el Espíritu nos convenciera no solo
no queríamos, no podíamos acercarnos a DIOS y ni sabíamos que nuestra condición
era tan desastrosa.
·
De
justicia. Hoy por hoy llamamos a Jesús Señor, Pablo le dijo a
los corintios que nadie puede hacer eso si no es por obra del Espíritu. 1ª Corintios 12:3.
Si
reconocemos el Señorío de cristo, su Santidad, su divinidad, su justicia, todos
sus maravillosos atributos y tenemos el ardiente deseo de ser como él es, no es
porque nació de nosotros mismos, esa es la obra de convencimiento del Espíritu
Santo a nuestro corazón.
·
De
juicio. Nuestro corazón descansa en que Cristo ya juzgó y
halló culpable a satanás, lo exhibió en la Cruz, si aún no aplica su sentencia,
es porque Cristo sabe lo que es mejor, y si en su Soberanía deja que seamos
atacados por él, nos reconforta saber que todo redundará para la Gloria de DIOS
al ser más y más como Cristo.
Como podemos darnos cuenta, el Espíritu Santo sigue convenciendo a los suyos de entre el
mundo, nos convence de nuestro pecado, de la justicia de Cristo y del juicio que
dictó sobre el diablo en la cruz.
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