Jesús fue arrestado por los alguaciles del sanedrín,
además de 600 soldados romanos, una turba de hombres incitados por el mismo
sanedrín y por su puesto Judas Iscariote, el traidor, al Señor lo trataron como
si fuera un vil delincuente, un ladrón, con espadas, palos, antorchas y
linternas salieron a buscarlo, lo hallaron en el huerto de Getsemaní donde se
gestó el inicio de su aplastante victoria.
En su arresto, el Señor manifestó su gloria y majestad
al dejar plasmados en un instante sus tres oficios: profeta, rey y sacerdote, y
aunque Pedro voluntariosamente, dándose valor por la escena de la majestad de
Cristo al tirar de espaldas a sus enemigos, sacó su espada y cortó la oreja de
Malco, el siervo del sumo sacerdote, pero el Señor lo aplaca, sana la oreja
cortada y voluntariamente accede a ser arrestado, él sabe que solo así tiene
que suceder, no está siendo derrotado, al contrario, las cosas están saliendo
exactamente como estaban planeadas desde la eternidad pasada por el Padre.
Para poder continuar sin contratiempos es necesario
que comprendamos que los evangelios nos narran, que de forma simultanea se
dieron dos hechos, la comparecencia de Jesús ante el sanedrín y las negaciones
de Pedro, es por eso que Juan, en su relato inserta la primera negación en
medio de la entrevista de Jesús con los dirigentes y después relata las otras dos
negaciones, Lucas por su parte, relata la negación antes de la audiencia, no
hay contradicción alguna, simplemente es que ambos hechos, se dieron al mismo
tiempo.
Nos vamos a apegar al orden dado por Mateo en su evangelio,
para poder observar y escudriñar a plenitud ambos acontecimientos, primero
vamos a tratar la presencia de Jesús ante el concilio y la semana entrante
veremos la negación de Pedro.
Para no confundirnos es necesario entender también
que, el juicio de Jesús fue doble, El primero se llama frecuentemente el juicio
eclesiástico; el segundo, el civil. Ambos juicios fueron en tres etapas,
primero frente a Anás, después frente a todo el concilio y después frente a
Caifás y todo el concilio.
El juicio civil fue primero frente a Pilato, después
con Herodes y finalmente de regreso con Pilato, Así como la audiencia
preliminar ante Anás se encuentra solamente en el Evangelio según Juan, también
la comparecencia de Cristo ante Herodes la relata solamente Lucas.
El día de hoy vamos a escudriñar como ya lo dijimos el
juicio ante el concilio, que es el juicio religioso o eclesiástico, que
encontramos en Juan18:13 y le llevaron
primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel
año.14 Era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, de que convenía
que un solo hombre muriese por el pueblo.
Los soldados y la policía del templo condujeron a
Jesús, atado, hasta Anás. La opinión más común (también entre los
comentaristas) es que Jesús fue llevado a Anás para un examen preliminar.
¿Quién fue este exsumo sacerdote que interrogó a Jesús?
Anás (o Ananus, como lo llama Josefo; el nombre procede
del hebreo Ananías, que significa gracia de Jehová) había sido nombrado sumo sacerdote
por Cirino en el año 6 d.C. y depuesto en el año 15. Aunque depuesto, siguió
siendo por mucho tiempo la mente gobernante del Sanedrín. Prueba de ello es lo
que narra Lucas 3:2.
Anás Era el miembro principal de la mafia jerárquica judía. Desde ese tiempo
ha habido mafias similares.
Generalmente para ser el cabecilla virtual de una de ellas hace falta ser un
hábil manipulador. Así era Anás. Lo siguieron en el sumo sacerdocio cinco hijos
(Eleazar, Jonatán, Teófilo, Matías, y Ananus), un yerno (Caifás), y un hasta un
nieto.
Al ser depuesto Anás, lo sucedió alguien que no era de
su familia, pero casi inmediatamente después fue nombrado un hijo de Anás.
Después de otro intervalo, le había sido otorgado el título al yerno (Caifás)
de Anás. Él era en este momento el sumo sacerdote. Luego el sumo sacerdocio recaería
en el segundo hijo de Anás; luego en el tercero; después de otro breve
intervalo, en el cuarto; y luego, después de varios años, en el quinto. Así
pues, durante todo el período del ministerio de Cristo y por mucho tiempo
después, Anás fue el responsable, en gran parte, de las acciones del Sanedrín
judío.
Quizá otra persona era el oficial que presidía el Sanedrín,
pero Anás era el hombre a consultar. Se puede imaginar cómo a menudo un sacerdote
acudiría con un plan o idea, o la mencionaría por primera vez, otro le
contestaría de inmediato, ¿lo has hablado
con Anás?
Anás era muy orgulloso, sumamente ambicioso y excesivamente
rico. Su familia era conocida por su avaricia. La fuente principal de su riqueza
parece haber sido una porción considerable de los beneficios del precio de los
sacrificios cruentos que se vendían en el Patio de los Gentiles. Él es quien había
convertido la casa de oración en guarida de ladrones. Incluso el Talmud afirma:
¡Ay de la familia de Anás! ¡Ay de los
silbidos de serpiente!
La intención de esta observación de Juan, casi a modo de paréntesis es
mostrarnos que Caifás había estado tramando por mucho tiempo la muerte de
Cristo. Pero su suegro, el verdadero poder detrás del trono, no solo lo
apoyaría en todo, sino que, de hecho, él fue la mente malévola detrás de todo.
Lo siguiente que sucedió nos lo narra Mateo 26:57 Los que prendieron a Jesús le
llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los
ancianos.
Estos acontecimientos están sucediendo en casa da
Caifás, ya presentaron a Jesús frente a Anás, casi de inmediato
los guardias lo llevaron ahora si frente al sumo
sacerdote oficial, pues, aunque su suegro era quien gobernaba tras bambalinas,
oficialmente es Caifás quien ocupa el poder.
Ahí en presencia de Caifás, están reunidos con él los
demás miembros del sanedrín, 70 en total, más Caifás, como anteriormente lo
habíamos dicho. ¿Quién era Caifás?
Sumo sacerdote en funciones como dicen los
evangelistas además de los historiadores, su nombre real era José, se ha
perdido el significado o el motivo por el cual le llamaban Caifás, fue sumo
sacerdote del 18 al 36 después de la era cristiana, cuando fue depuesto por
Vitelio, gobernador de Siria. Después de
la resurrección de Lázaro, Caifás recomendó al sanedrín la muerte de
Jesucristo, en beneficio de la nación, sin darse cuenta de lo profético de sus
palabras.
El siguiente verso nos deja entrever lo que dejamos
por sentado al inicio de esta enseñanza, que se dieron dos hechos simultáneos: 58 Más Pedro le seguía de lejos hasta el
patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el
fin.
Aunque los otros nueve discípulos habían huido, dos no
lo hicieron el primero es Juan conocido del sumo sacerdote, el otro es Pedro,
que seguía ebrio de orgullo y arrogancia por haber dado la cara por Jesús en el huerto.
Habiendo entregado el prisionero, la mayoría de los
soldados romanos probablemente habían vuelto ya a la fortaleza de Antonia,
Lucas y Juan introducen aquí el relato de la negación de Pedro, como lo dijimos
ya, lo dejaremos para la próxima semana.
Mateo continua su relato y nos dice: 59 Y los principales sacerdotes y los
ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para
entregarle a la muerte, 60 y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se
presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos.
Probablemente este juicio haya sido realizado en un
gran aposento alto del ala del palacio donde Caifás vivía. Se podría preguntar:
Pero, ¿por qué tener un juicio ya que el
Sanedrín había decidido hace mucho tiempo que Jesús debía morir (Jn. 11:49,
50), cual acuerdo se había vuelto a confirmar muy recientemente (Mt. 26:4)?
La Respuesta es: Había que oficializar el veredicto y
formular las razones para que la sentencia que posteriormente se basara en
ellas pudiera ser justificada ante los judíos para poder obtener la cooperación
indispensable de los gentiles, especialmente Pilato.
De entrada, es importante entender que fue una
profunda humillación para nuestro Señor, el que era absolutamente sin pecado
ser sometido a un juicio dirigido por hombres pecadores. Ser juzgado por tales
hombres y bajo tales circunstancias hacía que esto fuera infinitamente peor.
Sus inquisidores:
·
El codicioso, viperino, y vengativo Anás.
·
El rudo, astuto e hipócrita Caifás.
·
El artero, supersticioso y egoísta Pilato.
·
Y el inmoral, ambicioso y superficial Herodes Antipas.
En realidad, todo el juicio fue una farsa. Fue un juicio arreglado desde antes de comenzar.
No había la menor intención de dar a Jesús una audiencia justa con el objeto de
descubrir en estricta conformidad con las leyes de la evidencia si los cargos
en su contra eran justos o infundados.
En los anales de la historia no hay parodia de juicio
celebrado que sea más vergonzoso que éste. Además, para llegar a esta
conclusión ni es necesario hacer un estudio de todos los detalles técnicos con
referencia al derecho judío de ese tiempo. Diversos autores han enfatizado que
el juicio de Jesús fue ilegal en base a varios puntos técnicos, como las
siguientes:
a. No se permitía celebrar de noche juicios en que se
comprometía la vida del acusado. Sin embargo, Jesús fue juzgado y condenado
entre la 1 y las 3 de la mañana del día viernes y fue ejecutado durante la
Fiesta, lo que estaba prohibido. Según la ley farisea, no se podían iniciar
audiencias sobre un caso que comprendiera la pena capital en la víspera de una
fiesta mayor como la pascua. No se podía declarar reo a una persona durante la
noche. Ejecutar la sentencia en el día de una de las grandes fiestas era
contrario a las reglas establecidas.
b. El arresto se efectuó como resultado de un soborno,
el dinero que Judas había recibido.
c. Se pidió a Jesús que se incriminara a sí mismo.
d. En casos de pena capital, la ley judaica no permitía
que la sentencia fuese pronunciada hasta el día siguiente al día en que el
acusado era declarado reo.
Se han mencionado estos puntos y otros similares repetidas
veces y se han usado como argumentos para demostrar la ilegalidad de todo el
procedimiento contra Jesús de Nazaret. Sin embargo, el pervertido derecho
rabínico había descubierto todos tipos de métodos para eludir sus propias
reglas. Todo lo que Caifás tenía que hacer era declarar que el juicio de Jesús
en este tiempo y bajo estas circunstancias era en beneficio del pueblo y la
religión.
Cualquier persona con la mas ligera noción de
justicia, puede darse cuenta que todos los tecnicismos legales solo fueron un
parapeto, la forma de auto protegerse, el punto principal en este juicio es que
desde hace mucho tiempo se había decidido que Jesús debía ser condenado a
muerte Y el motivo tras esta decisión era la envidia.
Los líderes judíos no podían soportar que la influencia
que tenían sobre el pueblo se les estuviera escapando y que Jesús de Nazaret los
hubiera denunciado y desenmascarado públicamente. Estaban llenos de ira debido
a que el nuevo profeta había puesto al descubierto sus motivos escondidos, y
había llamado cueva de ladrones el atrio del templo del que obtenían muchas de
sus ganancias.
Superficialmente, los dignificados principales
sacerdotes, ancianos y escribas del pueblo podrían tratar de fingir
indiferencia por el aire que asumían; interiormente eran vengativos, estaban
irritados, en pocas palabras, tenían sed de sangre.
Por eso este no es un juicio sino una conspiración de
ellos. Ellos la maquinaron y ellos se preocupan de que llegue a su ejecución.
Los policías de ellos participan en el arresto de Jesús. Ellos mismos están
presentes. Ellos buscan testigos falsos, contra Jesús para poder ellos condenarlo
a muerte.
Ahora bien, para llegar a un veredicto que pudiera
sostenerse había que tener testigos. Probablemente se había hecho algún trabajo
previo para obtenerlos. Sin embargo, cuando los testigos comenzaron a dar sus
testimonios, pronto se descubrió que, aunque eran tantos, no concordaban ni dos
de ellos. Marcos14:56. Sin embargo,
era necesario que se encontrara dos que concordaran. Una persona no podía ser
condenada a muerte sobre la base del testimonio de sólo un testigo, la ley de
Moisés lo dicta claramente en varias ocasiones. Números 35:30. Deuteronomio 17:6.
El relato continúa y nos dice: 61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres
días reedificarlo. 62 Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes
nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? 63 Mas Jesús callaba. Entonces el sumo
sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el
Cristo, el Hijo de Dios.
La alusión es al velado dicho de Jesús relatado en Juan 2:19 Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Los judíos que lo
oyeron primero lo habían malinterpretado, como prácticamente todas sus
enseñanzas, nosotros sabemos que el Señor se refería al santuario de Su Cuerpo,
pero ellos lo tomaron literalmente.
Sin embargo, estos dos falsos testigos tergiversaron
además el dicho mismo, como si el Señor hubiera declarado que él mismo iba a
destruir el templo. Entonces, según el testimonio de ellos Jesús era un difamador
del templo, en el libro de Hechos encontramos
que algo parecido sucedió con Esteban y con Pablo mismo, para los judíos de esa
época, el templo era junto al día de reposo, lo más sagrado que tenían.
Jesús podría haber denunciado el carácter totalmente
infundado de la acusación. Podría haber mostrado que era una mala interpretación
y una tergiversación de lo que él había dicho. Pero él sabe muy bien que el propósito
de este juicio no es vindicar el derecho, sino más bien hacer que triunfe momentáneamente
el mal. Por esto, permanece en silencio.
Esto irrita a Caifás. El presidente del tribunal ha decidido
hacer algo más que solo presidir la reunión, está usando el concilio para sus
propios fines, incitado por Anás, no descansará hasta derramar la sangre justa
e inocente de Jesús, así que, visiblemente agitado se levantó de su silla y le
dijo: ¿No respondes nada de lo qué están testificando estos hombres contra ti?
Es como si dijera: Este
es un cargo grave que requiere respuesta de vida o muerte, pero Jesús
seguía callado, está cumpliendo la profecía de Isaías 42:1–4. Mateo 12:18–21; y en la forma aún más específica la
de Isaías 53:7.
Cuando parecía que el juicio iba a fracasar, Caifás
repentinamente hace la pregunta principal, la que había estado en el
pensamiento de los líderes por largo tiempo: Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios. Esa era la cuestión decisiva.
A fin de enfatizar la siniestra gravedad de la
pregunta y la imposibilidad de negarle una respuesta, el sumo sacerdote pone a
Jesús bajo juramento, el juramento de más peso de todos, por el Dios vivo. Exige una respuesta clara y directa a la
pregunta: ¿Pretendes realmente ser el
Mesías tan largamente esperado?
Si recordamos, el Señor Jesús nunca se reveló como el
Mesías ni a las multitudes ni a los dirigentes judíos, lo hiso con sus
discípulos, con la mujer samaritana, con otros pecadores, pero nunca lo hizo
con los escribas y fariseos, sabía bien que ellos esperaban un mesías político,
por lo tanto, la reacción natural sería el total rechazo.
No perdamos de vista que cuando Caifás le hizo la pregunta
considerada por él como la que acabaría a su enemigo, fue realmente bajo la
providencia de Dios que estaba dando al Hijo del hombre la oportunidad que
estaba buscando para mostrar su Gloria.
64 Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora
veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en
las nubes del cielo.
La respuesta de Jesús en el modismo de la época era un
rotundo: sí es cierto, Jesús sabe
perfectamente que tiempo de su condición de humillación está por terminar, pero
es imposible pasar a su estado de glorificación sin antes terminar la obra que
el Padre le encargó, por lo tanto es necesario que pase por todo lo que falta,
aun así su respuesta es con miras a mostrar su gloria y majestad, es con la
mirada puesta en el tiempo que se aproxima: se estado glorificado: veréis al Hijo del Hombre sentado a la
diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo
·
Esta es la forma en que Daniel había visto al futuro
Redentor. Daniel 7:13-14.
·
Así es como David lo presenta en su canto. Salmo 110:1.
·
Y así también Jesús se había descrito a sí mismo a sus
discípulos. Mateo 16:27.
Además, las palabras de Jesús están cargadas de una
seria advertencia, él esta mirando por la senda de la historia, al futuro, más
allá de la crucifixión, de su resurrección, del pentecostés, está mirando al
día de su regreso, en medio de las nubes para establecer su juicio.
En el día del juicio final él, Jesús, será el Juez y
estos mismos hombres: Anás, Caifás y sus asociados, tendrán que responder del
delito que ahora están cometiendo. ¡Vaya advertencia!
Las reacciones no se hicieron esperar: 65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus
vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?
He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. 66 ¿Qué os parece? Y
respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!
Aquí se hace muy clara la hipocresía del sumo
sacerdote. Actúa como si estuviera abrumado por el pesar, aunque podría haber
gritado de alegría. El hombre hace un gran papel. Rasga su túnica sacerdotal y
dice: Ha blasfemado dando a blasfemado su sentido más grave: en forma
injusta ha reclamado para sí prerrogativas que pertenecen solamente a Dios. No
que el decir que era el Mesías fuera en sí una blasfemia.
A punto de explotar de emoción exclama: ¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos? Ahora vosotros habéis oído su blasfemia, como si
dijera, “Ya lo tenemos, ¿Para qué seguir buscando testigos cuando todos
nosotros somos testigos?” Añade: 66. ¿Qué pensáis? Tan contento está, y tan
seguro de sí mismo, que ahora por primera vez está dispuesto a dar a los demás
la oportunidad de expresar su opinión.
En situaciones anteriores les había dicho: Vosotros nada sabéis. Juan11:49. Pero esto es diferente. Los
demás, contentos de haber hallado al fin una solución a su problema y quizás
hasta ansiosos de disfrutar de unas pocas horas de dulces sueños, pues son casi
las tres de la mañana, dan prontamente su aprobación. Respondieron: Merece la
muerte. El veredicto fue unánime Marcos
14:64. Suponemos que un miembro del consejo: José de Arimatea, estaba
ausente. Lucas 23:50-51. Puede que otros
también estuvieron ausentes.
Este veredicto unánime no era todavía una sentencia formal.
Declarar culpable a una persona y sentenciarla son dos cosas distintas. A fin
de crear por lo menos una apariencia de legalidad debía transcurrir un breve
lapso entre las dos acciones.
Como se señaló anteriormente, en conformidad con las
reglas existentes ese intervalo debió ser de un día. Pero
según lo veían los miembros del Sanedrín, una tardanza tan prolongada sería peligrosa.
Podría dar tiempo a los amigos de Jesús para organizar una revuelta en su
favor. Ahora es el momento de actuar. Habrá que convocar al Sanedrín una vez
más, temprano en la mañana con el propósito de dictar sentencia. Y aun aquella
acción no será la definitiva. Todavía tendrá que ser aprobada por Pilato, el
gobernador.
67 Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y
otros le abofeteaban, 68 diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te
golpeó.
El relato enfatiza la crueldad que siguió al
pronunciamiento del veredicto, lo que sigue nos resalta la burla con la que lo
trataron. Por supuesto, aun las burlas eran crueles. La crueldad fue perpetrada
por los policías del templo y los guardas del palacio aún no se habían ido,
ellos que habían capturado a Jesús y ahora lo tenían en su poder. Lucas 22:63.
Estas crueldades y burlas eran para él una firme
confirmación de que en verdad era el Mesías, el amado hijo del Padre, en quien
se estaban cumpliendo profecías pronunciadas desde hace siglos: Salmo 22:6-7. Isaías 50:6.
Isaías tenía razón al describirlo: Isaías 53:3 Despreciado y desechado entre
los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
No nos vamos a detener a estudiar a detalle las
burlas, los golpes, los azotes, los escupitajos, esa es por lo regular lo que
siempre escuchamos cuando se predican este tipo de pasajes de le Escritura, se
hace bien, pues es con el fin de levantar la figura amorosa, paciente, piadosa
del Señor Jesús, es con el fin de mostrarnos al varón de dolores en todo su
esplendor.
Pero a lo que el día de hoy deseo dirigir nuestra
atención es precisamente a estos alguaciles, a la policía del templo, al
concilio reunid, si no a plenitud los 70 miembros, si la gran mayoría, además
de por su puesto Anás y Caifás.
Todos ellos reunidos alrededor del creador y
gobernador del universo, para enjuiciarlo, aunque ya con el veredicto determinado
de antemano, todos ellos, conocedores de la les, escribas fariseos, saduceos,
sacerdotes, exsumos sacerdotes, nadie puede negar que ahí, en esa hipócrita
reunión había mucha información religiosa junta, mucho conocimiento de la ley,
mucha falsa religiosidad, pero NADA DE VIDA ESPIRITUAL.
Tuvieron enfrente de ellos al Mesías Salvador y lo
sentenciaron falsa e injustamente a morir, pero un día estarán si no se
arrepintieron, delante del Mesías Rey a dar cuentas de sus actos.
¿Cómo esta nuestra vista espiritual hoy? ¿Seremos como estos eruditos de la religión
judía? ¿Llenos de información, pero ciegos a la luz de la vida que el Señor
Jesucristo? ¿Llenos de celo, pero vacíos de amor? ¿Llenos de orgullo, pero
vacíos de Cristo? Para ellos, al igual que para nosotros es la palabra de
advertencia: un día lo veremos al Hijo del Hombre sentado a la diestra del
poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
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