El día en que Jesús fue crucificado, desde la cruz proclamo siete
frases, que hacen eco en la eternidad, pues son tan actuales como en el día y
lugar en que se dijeron.
Hasta ahora hemos visto que Jesús:
·
Oró por sus enemigos.
·
Le garantizo la vida eterna al ladrón arrepentido.
·
Hizo provisión para el futuro de maría.
·
Clamó a Dios en medio de las tinieblas del abandono.
El día de hoy
veremos la quinta palabra de Cristo en la cruz:
¿Cuál fue?
¿Qué significado
tiene?
¿Por qué la dijo?
¿Qué cumplimiento
de la Escritura es el que nos refiere Juan?
¿Qué importancia
tiene?
¿Cómo impacta
nuestras vidas en la actualidad?
Después de haber
hablado las primeras cuatro palabras, Jesús supo que su obra por los demás ya
había sido totalmente cumplida. A lo largo de su permanencia en la tierra y
sobre todo en la cruz había sufrido la ira de Dios contra el pecado para así
liberar a su pueblo De este terrible mal y hacernos merecedores de la salvación
eterna. La tarea ha sido cumplida. Jesús lo sabía, porque conocía todas las
cosas en su totalidad y una por una las ha cumplido cabalmente.
En consecuencia,
fijándose ahora sí en su propia necesidad, dijo: Tengo
sed. Vemos en esta Escritura que, después de gritar por el abandono del
Padre, Jesús exclama su sed física.
Esta era la consecuencia lógica del desangramiento, las heridas causadas
por la flagelación de los pretorianos, más la sangre perdida en Getsemaní y por
la corona de espinos en su cabeza empezaron a pasar factura: deshidratación. Es
importante hacerlo notar, pues es una prueba más de la completa humanidad del
Señor Jesús, si Cristo no es al mismo 100% divino y 100% un ser humano, nuestra
salvación no sería completa.
Tenia que morir como un ser humano, en primer lugar, porque un espíritu
no tiene sangre y el sacrificio que la ley exige es un sacrificio cruento. ¿Por
qué la sangre cubre o es para el perdón de los pecados? Hebreos 9:22. Génesis
9:4.
La vida del hombre se ha depravado por el pecado, por consecuencia
ha perdido la comunión con DIOS, y el pago es la muerte, en cambio la vida está
en la sangre, para traer nuevamente equilibrio espiritual, es necesario
que esa muerte sea retirada por medio del ofrecimiento de vida, o
en este caso de sangre derramada, como la vida está en la sangre sería preciso
verter la propia sangre para exonerarse de la carga del pecado, pero nuestra
propia sangre está manchada, contaminada por el pecado mismo y no sirve más
para limpiar.
Por este motivo es que DIOS proveyó de animales
limpios y al poner las manos sobre la cabeza del animal a inmolar se confesaban
los pecados y entonces ya eran degollados y su sangre se derramaba en sustitución de la sangre manchada del
pecador.
Sin embargo, la sangre de animales solo era una
representación no podía eternamente limpiar los pecados como dice Hebreos 9:13-14 y 10.4. Un animal no
podía sustituir a una persona perfecta y eternamente, de ahí que el Redentor de
la humanidad: Cristo, tuviese que hacerse solidario de la naturaleza humana. Hebreos 2:14-17.
Alguien se ha preguntado
alguna vez ¿Cómo es posible que la sangre de un solo ser humano alcance para
redimirnos a todos? La respuesta reside en la divinidad de Cristo, no fue un
ser humano normal, fue en primer lugar uno que nunca pecó y además el Verbo
divino, la segunda persona de la Santísima Trinidad Encarnado, el que derramó
su preciosa sangre. Por eso su sangre es suficiente para salvar a toda la
humanidad y eficiente para salvar a sus elegidos.
Además, Jesús es 100% un ser humano, lo demostró al tener sed, tiene que
ser así porque DIOS no puede morir, y si Jesús solamente es divino, sin la
parte humana, entonces en realidad no habría muerto y nuestra salvación
simplemente no sería eficaz. Por último, recordemos que satanás venció a un
hombre: Adán y fue el postrer Adán, es decir Cristo otro ser humano, quien
recuperó lo que se había perdido: el acceso a la comunión intima, personal y
permanente con DIOS.
Pero, no es la primera vez que el Señor hace una exclamación de este
tipo, hace varios meses atrás, cuando escudriñamos el capitulo cuatro de este
maravilloso evangelio nos dimos cuenta de que hizo una petición similar, aunque
obviamente en condiciones diferentes. Juan 4:5-7.
En esa ocasión, al inicio de su ministerio terrenal, después de caminar
una larga jornada, cuando llegó al pozo de Jacob, cansado y sediento, le pide a
la mujer samaritana que le dé a beber agua del pozo. En esa ocasión, como ahora
fue con el propósito de mostrarse como el agua de vida. Aquel que bebe de
esa agua no tendrá sed jamás.
Ahora está por terminar su ministerio terrenal, a minutos de hecho de
que así suceda, y nuevamente exclama su sed física. ¿Cómo es posible que el
creador de los ríos, los océanos, los lagos, del agua misma, tuviera los labios
resecos por la sed? ¿Cómo es posible que aquel que calmó el mar con su palabra
anhelara algunas gotas para refrescarse? Aquel que hizo milagros en favor de otros
se rehusó a realizarlos en favor de sí mismo. Se rehusó a producir agua para
matar su sed, fácilmente pudo hacerlo.
Para entender su
clamor, tenemos que entender las profecías
mesiánicas. Las profecías mesiánicas son las profecías que
encontramos en el A.T. concernientes al nacimiento, vida, muerte, resurrección
y reinado futuro del Mesías.
Todas estás profecías
se cumplen únicamente en la persona de Jesucristo, porque él es el Mesías
prometido para liberar a su pueblo, pero no del yugo romano de esa época, sino
de sus pecados que eran el peor yugo que pudieran llevar.
A lo largo y ancho de todo el Antiguo Testamento, encontramos un gran
número de referencias y de profecías predictivas acerca de Jesucristo, tan solo
29 de ellas se cumplieron en el periodo de su traición, muerte sepultura y
resurrección, estas 29 profecías fueron emitidas por diferentes personas en diferentes
circunstancias y a lo largo de 500 años entre el año 1000 y el año 500 antes de
Cristo, aun así todas ellas fueron cumplidas literalmente y con gran exactitud
en un lapso de 24 horas aproximadamente.
Las profecías cumplidas son las siguientes:
·
Traicionado por un amigo.
·
Vendido por 30 piezas de plata.
·
El precio dado para comprar un campo.
·
El dinero arrojado en el templo.
·
Olvidado por los discípulos.
·
Acusado por falsos testigos.
·
Mudo a las acusaciones.
·
Herido y magullado, escupido, objeto de burla.
·
Manos y pies horadadas.
·
Crucificado con ladrones.
·
Intercedió por sus perseguidores.
·
Rechazado por su pueblo.
·
Aborrecido sin causa.
·
Sus amigos alejados.
·
La gente meneo la cabeza.
·
Objeto de la curiosidad pública.
·
Vestiduras repartidas y rifadas.
·
Sufrió sed, le dieron hiel y vinagre.
·
El clamor de abandono.
·
Se encomendó a DIOS.
·
Huesos no quebrados.
·
Corazón roto.
·
Costado abierto.
·
Tinieblas sobre la tierra.
·
Fue sepultado en la tumba de un rico.
En nuestro estudio de bibliología de media semana, recientemente vimos
que las probabilidades matemáticas de que una persona cumpla tan solo 8 (las
que están fuera de su alcance) de estás profecías mesiánicas es de da
1 entre 28 x 1027.
Jesús
estaba demostrando la veracidad de la Palabra de DIOS, al pronunciar las
palabras tengo sed. Él estaba citando: Salmo
22:15. Salmo 69:21. Ambos son obviamente Salmos mesiánicos.
Del Salmo
69.21. Se desprende la narración de Juan
19:29. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en
vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.
La vasija llena de
vinagre o mejor dicho vino agrio como el que bebían los soldados, fue la fuente
por medio de la cual se calmó la sed de Jesús. Incluso en el proceso de
satisfacer, de alguna forma, esta necesidad física apremiante, se hizo burla de
Jesús.
Mateo
27:48-49 es aún más específico: Y al instante, corriendo uno
de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña,
le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. Empaparon
una esponja con vinagre, la acercaron a la boca de Jesús, de forma que este
líquido amargo le llevara cierto alivio a sus labios y garganta resecos.
Una de las
primeras señales de la vida es la sed. Todos nacemos sedientos, como lo saben
muy bien las madres. Y, así como entramos en este mundo trayendo la sed física,
también traemos la sed espiritual. Allá por el siglo XVII, el autor y ministro
religioso Henry Scougal, escribió: El alma del
hombre trae consigo una sed voraz, insaciable. Solamente cuando nos entregamos
a Dios esa sed puede ser saciada.
Tenemos dentro de
nosotros sed de comunión, no solamente con las otras personas, sino también con
el Dios que nos creó. Algunos deciden apagar esa sed en el alcohol, en el sexo,
el dinero o el poder. Otros llenan su vida con placeres, tratando de sobrevivir
por el estímulo continuo de las sensaciones del cuerpo. Todas esas fuentes dan
una falsa ilusión de sustento, pero solo contaminan al hombre y lo mantienen apartado
del Agua verdadera, tal como lo dijo el profeta hace casi 2500 años. Jeremías
2:13.
Una cisterna vacía
a la cual lamentablemente muchos cristianos en la actualidad acuden, son las
pláticas motivacionales de Daniel Habif. Quien bajo el argumento de ser
cristiano, es buscado por muchos sedientos espirituales. Lo buscan porque les
habla bonito, con palabras y videos muy emotivos acerca de:
·
Relaciones de pareja.
·
Perdón a los enemigos.
·
Superación de problemas.
·
Amor al prójimo.
·
Crecimiento emocional.
·
Desarrollo laboral.
·
Etc.
Pareciera que no
tiene nada de malo sus platicas, pero el problema es que tampoco tiene el
evangelio, no habla de la cruz de Cristo, no habla de nuestra pecaminosidad, no
habla de la salvación por medio de la fe en la obra del calvario, no habla de
Cristo, más que como un amuleto de buena suerte, los pocos versículos que llega
citar, que casi siempre van mezclados con palabras altisonantes (urge que le
enseñen el 3er mandamiento) son siempre sacados de su contexto original para
que se amolden a sus bonitas charlas de superación personal.
La cuestión no es
si tenemos sed, pues todos la tenemos, sino hasta cuándo tendremos sed, si
estamos delante de Jesús, la Fuente del Agua viva. Gracias a DIOS, Jesús sufrió con los labios
resecos para que nosotros pudiéramos beber de la Fuente de la salvación. Y la
promesa es segura. Apocalipsis 7:16-17.
Jesús si que conoce
el significado de la palabra dolor, no como el médico que conoce una
enfermedad, sino como el hombre con heridas en su cuerpo y con la boca reseca. Los
ángeles le hubieran llevado de buen grado un vaso de agua, pero él soportó la deshidratación.
Jesús bebió la copa de la muerte para que nosotros pudiéramos beber la copa de
la vida. Sufrió la sed para que nosotros fuéramos salvados de la sed eterna.
Puedes pensar que
en realidad no estás sediento porque te conformas con unas gotas de agua que
encuentras en esas cisternas vacías, pero el día que veas tu realidad, el día
que DIOS abra tus ojos y veas tu corazón reseco hasta la muerte por causa del
pecado, ese día puedes venir a Cristo y beber de él.
Durante su
ministerio, ese Jesús que ahora estaba sediento dijo: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior
correrán ríos de agua viva. Juan 7:37-38. La invitación sigue en pie:
Apocalipsis 22:17.
¿Hasta cuándo
reconocerás que estas cansado de las aguas de este mundo, aguas que no
satisfacen? Esas aguas no sacian la sed
espiritual; por eso, solo Cristo, el agua de vida puede hacerlo, padeció la sed
en el calvario, para que tu puedas beber libremente de él.
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