lunes, 29 de julio de 2019

El Evangelio De Juan 135: La Muerte De Jesús: Al Que Traspasaron. Juan 19:31-37. Mateo 27: 50-53.



 En el mismo día se llevó a cabo un juicio triple, que solamente fue una farsa, el veredicto de darle muere a su enemigo estaba dictado desde mucho tiempo atrás, los judíos, más específicamente el sanedrín, escribas, fariseos, sacerdotes y el sumo sacerdote, no solo estaban celosos de la fama, la sabiduría y el poder de Jesús, sobre todo estaban molestos porque en cada ocasión posible el Señor los desenmascaró como los hipócritas que eran.

Una vez que Poncio Pilato sucumbió ante los deseos malignos del sanedrín, se llevó a cabo la cruel sentencia, los sufrimientos y horrores de aquellos que eran condenaos a morir crucificados eran tan grandes que se tuvo que inventar una palabra para describirlos, no obstante, en medio del dolor, la burla, la soledad, los reclamos y rechazos, el Señor Jesús, desde la Cruz dio 7 discursos breves, conocidos como las siete palabras en la cruz y que estudiamos una a una en las semanas pasadas:

·         Padre, perdónales no saben lo que están haciendo.
·         De verdad te digo, que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.
·         Mujer he ahí a tu hijo, Juan he ahí a tu madre.
·         Elí, Elí ¿lama sabactani? DIOS mío, ¿Por qué me has desamparado?
·         Tengo Sed.
·         Tetelestai: Consumado Es.
·         Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Al gritar fuertemente está ultima oración, es que el señor Jesús murió. Literalmente dejo de vivir, no fue una ilusión, no fue un truco, no fue tampoco una muerte espiritual como algunos grupos sectarios quieren hacer creer, simple y sencillamente su cuerpo mortal, su naturaleza humana dejo de tener vida, dejo de respirar y de latir su corazón, por lo tanto, sus funciones vitales necesarias para sostener la vida humana, dejaron de ser.

¿Qué es lo que sucede entre su muerte y su sepultura?
¿Por qué los evangelistas lo narran?
¿Cuál es su importancia?
¿Cómo nos impacta en la actualidad?

Son los cuatro evangelios los que narran los eventos que se dieron lugar, entre su muerte y el bajarlo de la cruz para poder darle sepultura, solo que Juan y Mateo son los que más detalles específicos nos dan y con estos dos relatos nos bastará para tener el cuadro completo de todos los sucesos.

De hecho, específicamente hablando, son dos relatos simultáneos, al igual que en la negación de pedro, se dio al mismo tiempo, pero en diferente lugar que el juicio religioso de Jesús. Esta vez Juan nos narra lo que sucedió en el calvario, al pie de la cruz, mientras que en Mateo encontramos el relato de lo que aconteció en los alrededores. Comencemos con el relato del evangelio de Juan.


31. Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. 32. Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. 33. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas.

Los miembros del sanedrín, hipócritamente piden que se acelere todo, pues la ley de Moisés prohíbe determinantemente que alguien que ha sido muerto colgando en un madero, su cuerpo siga allí toda la noche. Deuteronomio 21:22-23. Sobre todo, porque el día siguiente era el sábado pascual, por ello es que era un día de reposo de gran solemnidad.

Es un acto religioso totalmente vacío, sin vida en sí mismo, no entendían la esencia de la ley en lo más mínimo, de haberla entendido no habrían tenido celos ni rencor al Señor, por eso es que en un acto más de hipocresías hacen gestiones para que todo este proceso se acelere, recordemos que, para los judíos, el día acaba/comienza a las 6 de la tarde, el Señor Jesús muere a las 3 pm queda entonces poco tiempo y hay registros de personas condenadas a la muerte en la cruz, que duraron días enteros en agonía intensa. Si no hacían algo, el sábado más importante del año, se vería profanado, según ellos.

Por eso es que envían una comitiva con el gobernador Poncio Pilato, para pedirle que aplique el castigo conocido como crurifragium que era la acción de romper las piernas, por medio de golpes violentos, con un martillo, un garrote o un trozo de acero, esto era suficiente para provocar no solamente intensos dolores, pues rompían las piernas a la altura de las espinillas, pero también provocaba la muerte por asfixia, pues al ya no poder levantarse a tomar bocanadas de aire, los pulmones en cuestión de minutos se veían colapsados, esto implicaba inevitablemente la muerte, sin la necesidad de esperar horas o días para que llegará.

Pilato dio rápidamente el permiso. Juan vio cómo los soldados rompían los huesos de los dos malhechores. También vio que al darse cuenta de que Jesús ya había muerto, no le quebraron los huesos. Es muy probable que se abstuvieran de hacerlo por orden del centurión, en quien Jesús había producido una profunda impresión. Juan continua con su narración, vayamos a los versículos 34 al 37.

34. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. 35. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. 36. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo. 37. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Para garantizar que no existiera ni la más mínima posibilidad de que quedara algo de vida en el cuerpo de Jesús, uno de los soldados atravesó el costado de Jesús con una lanza o espada. Como la espada se sostenía en la mano derecha, probablemente, lo más verosímil es que se abriera el costado izquierdo de Jesús. Al instante salió sangre y agua.


Juan amplía este hecho, dedicando no menos de cuatro versículos al mismo. Debe haber tenido un propósito al hacerlo así. Es muy probable que tratara de decir a sus lectores que Cristo, el Hijo de Dios, de hecho, murió esto obviamente según su naturaleza humana. La muerte de Jesús no fue en apariencia; fue real. El apóstol mismo había estado presente y había visto brotar del costado del Señor la sangre y el agua. Recordemos que en la época en que Juan escribió sus cartas y su evangelio, los gnósticos, en especifico el grupo de los Docetas, negaban la humanidad del Señor Jesús, ellos decían que su humanidad era solo una apariencia del griego doketa de ahí su nombre de docetas.

Pero ¿qué hizo que brotara sangre y agua de la abertura producida por la espada? Se ha escrito mucho acerca de ello, según el Dr. S. Bergsma en el artículo Blood and Water, la explicación fisiológica podría ser que la muerte de Jesús se produjo por la rotura del corazón como resultado de una gran agonía y dolor mentales.

Una muerte así sería casi instantánea, y la sangre que desemboca en el pericardio se coagularía en grumos rojos (sangre) y suero límpido (agua). La herida de espada permitiría entonces que saliera esta sangre y agua. El artículo menciona los nombres de varios médicos distinguidos que han aceptado esta teoría.

Lo que sí debemos hacer, es descartar estás tres teorías erróneas:

1. Afirmar que Jesús murió de rotura del corazón.  esto despierta, y con justa razón oposición de inmediato. Sobre todo, porque se interpreta la mayoría de las veces de forma metafórica y casi poética: murió con el corazón roto de amor…

Ahora bien, es cierto que Jesús no murió con el corazón roto de dolor, como si lo suyo hubiese sido un fracaso amoroso, Él Murió triunfador, completo la obra del Padre, siempre hizo su voluntad, nunca lo desobedeció, gustoso llevó la cruz, el oprobio y la muerte, nadie lo obligo, lo suyo no fue un fracaso, fue el mayor triunfo de la historia.

Cuando hablamos de la posibilidad de que la sangre y agua que brotaron del costado de Jesús indiquen una rotura previa del corazón, utilizamos el término rotura de corazón en un sentido estrictamente fisiológico.

2. Otro error que hay que disipar es que, si Jesús murió de rotura de corazón, no ofreció su vida. En este caso su muerte no fue un sacrificio voluntario. ¡Semejante conclusión es totalmente errónea! Jesús entregó ciertamente su vida en sacrificio voluntario. Esta es la enseñanza clara de toda la Escritura, sobre todo en Juan 10:11. Pero imaginemos, por un momento, que Jesús, aun sabiendo que el tomar sobre sí la ira de Dios le destrozaría el corazón, decide, sin embargo, hacerlo; ¿podríamos decir entonces que su muerte no fue voluntaria? El carácter voluntario de la muerte de nuestro Señor ciertamente no disminuiría en nada.

3. Debe eliminarse el error de que la lanzada le produjo la muerte. Esto es totalmente erróneo; porque, el escritor inspirado, antes de decir nada acerca de la perforación del costado de Cristo, ya ha escrito, Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
Lo que Juan escribe respecto a la lanzada no fue escrito para describir qué causó la muerte de Cristo, sino para mostrar que Jesús había de hecho muerto. Además, como dice el Dr. S. Bergsma en su artículo: Presuponer, como hacen algunos, que la lanza perforó el corazón todavía vivo, y explicar de esta manera la sangre y agua, es una contradicción médica, porque en este caso hubiera brotado pura sangre. La muerte de Jesús se produjo por la crucifixión, no por la lanza de un soldado romano.

Además, preferimos apegarnos a pensar que el corazón de Jesús se destrozó literalmente, por todo lo ocurrido durante esas ultimas horas, desde la agonía en el huerto de Getsemaní donde sudó gotas de sangre, hasta instantes antes de morir, cuando le dieron a beber vino agrio, sobre todo, porque la otra explicación posible es que el Señor haya tenido una malformación congénita del corazón, lo cual es totalmente descartable, pues fue el cordero perfecto de DIOS.

Es sumamente extraño, casi imposible, dicen las autoridades médicas, que se rompa el músculo cardíaco normal. Cristo, sin embargo, sufrió como nadie antes ni después ha sufrido. Salmo 69:20 dice proféticamente, El escarnio ha quebrantado mi corazón. Juan escribe lo que ha visto. Da un testimonio autoritativo de lo que ha percibido con sus propios ojos, lo deja muy claro.

Pero Juan, no solo tiene en mente refutar a los docetas, también apunto con la sangre y el agua hacia los efectos expiatorios de la muerte de Cristo. 1ª Juan 5:6. Juan lo relaciona con el pasaje en que Jesús le dice a Nicodemo que hay que nacer de nuevo del agua y del Espíritu. Juan 3:5.

Además, cuando Juan vio cómo los soldados se abstuvieron de romper los huesos de Cristo, vio en ello el cumplimiento de las palabras referidas en Éxodo 12:46, Números 9:12 y el Salmo 34:20. No se había de quebrar ningún hueso del cordero pascual y Cristo es el verdadero cordero pascual. También, cuando el apóstol observó la perforación del costado de Cristo, vio en ello el cumplimiento de la profecía de Zacarías 12:10.

Al mismo tiempo que esto esta aconteciendo, Mateo nos dice que otros hechos se dieron a unos cuantos metros del Calvario: Mateo 27: 50. Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. 51. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; 52 y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; 53 y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.

Las tinieblas se habían disipado, pero no fue la única señal que hubo de que la salvación se había consumado, tres hechos paralelos a lo que Juan nos acaba de narrar se dieron en ese mismo instante, y como lo veremos no son para nada acontecimiento aislados de lo que estaba sucediendo en el Gólgota:

1.    Un terremoto que partió las piedras y abrió los sepulcros.

La tierra tembló, las rocas se partieron y los sepulcros se abrieron. Esto muestra que la muerte del Salvador tenía, y por supuesto que aún tiene, significado universal. Pues históricamente, los teólogos ortodoxos de la iglesia lo han interpretado, y nos apegamos a esa interpretación, como una señal de que la salvación tiene alcance universal, específicamente, hablan del alcance de la redención de la creación. Que la tierra temblara y las piedras se partieran, fue una señal profética de que esa creación pasara, y de que habrá un cielo nuevo y una tierra nueva. Apocalipsis 21:1, lo cual sin la muerte expiatoria de Cristo no habría sido posible. Romanos 8:21. Colosenses 1:20. 2ª Pedro 3:13.

¿Qué provocó el terremoto? Sería mejor preguntar ¿Quién lo provocó? La respuesta es, por supuesto que DIOS. Este terremoto fue grande, porque se formaron grandes fisuras en las rocas y aun los sepulcros se abrieron. De aquí se desprende la siguiente señal:

2.    Santos resucitados.

52-53. Y muchos cuerpos de santos que habían dormido fueron resucitados y habiendo dejado los sepulcros, después de la resurrección, entraron a la santa ciudad y aparecieron a muchos.

No se dice quiénes eran estos santos. Sin embargo, lo siguiente es claro:

·         Primero, fue una resurrección verdadera y no solamente una aparición de cadáveres.

·         Segundo, ocurrió en el momento mismo de la muerte de Cristo y junto con las otras señales apuntaba al significado de esa muerte.

·         En tercer lugar, no fue sino hasta después de la resurrección de Cristo que entraron en Jerusalén y aparecieron a muchos. No se explica donde estuvieron desde el momento que dejaron sus sepulcros hasta que aparecieron a muchos en la santa ciudad, del mismo modo que no se indica el paradero de Jesús durante los intervalos entre sus apariciones después de su resurrección.

·         En cuarto lugar, todo parece señalar hacia el hecho de que estos santos no volvieron a morir. Debe ser que, después de haber aparecido a muchos por algún breve período, Dios los haya llevado para estar con él en el cielo.

·         Por último, esta señal, como las otras dos, es profética. Muestra que la muerte de Cristo garantiza nuestra resurrección gloriosa en la segunda venida de Cristo.

3.    El velo del Templo se rasgó.

Con base en lo que dice Hebreos 6:16. 9:3 y10:20. Se ha interpretado siempre que fue el conocido como el segundo velo el que se rasgó, es la cortina que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Esta cortina interior es la descrita en Éxodo 26:31–33.36:35. 2ª Crónicas 3:14.

Según se describe en estos pasajes se habían entretejido hilos de azul, púrpura y escarlata en una tela de lino blanco, de tal modo que estos colores formaban un conjunto de querubines, los ángeles guardianes de la santidad de Dios que parecían cerrar simbólicamente el paso hacia el Lugar Santísimo.

Una descripción del velo del templo de Herodes la da Flavio Josefo en su libro Guerra de los judíos. En el momento de la muerte de Cristo este velo se rasgó repentinamente en dos de arriba abajo. Esto ocurrió a las tres de la tarde, cuando los sacerdotes debieran estar atareados en el templo por la inminente llegada del sábado pascual.

¿Cómo ocurrió? No por desgaste natural, porque en ese caso probablemente se habría roto en diversas partes y la rotura se habría producido más probablemente desde abajo hacia arriba. Tampoco es probable que Mateo esté tratando de dar la idea de que la ruptura del velo fue causada por el terremoto. Si esta hubiera sido su intención, ¿no habría mencionado el terremoto antes de la rasgadura del velo? Nosotros estamos enumerando las señales de forma diferente a como sucedieron para poder entrelazar nuestra enseñanza, pero el orden cronológico es el dado obviamente por Mateo en su relato.

Lo sucedido debe ser considerado un milagro. No se menciona ningún medio secundario usado para efectuarlo y sería inútil pensarlo. En cuanto al significado simbólico, es lo que nos interesa y es lo que nos llevará al cenit de nuestra enseñanza. Hebreos 10:19-20.

Por la muerte de Cristo, simbolizada por la rotura del velo, queda abierto el camino al Lugar Santísimo celestial, que es el cielo, pero el escritor de Hebreos es claro, el camino se abrió a través del velo de su carne. Ser traspasado con la lanza en su costado era un símbolo de que su muerte abría el camino al trono de la gracia, no para él, Cristo siempre tuvo comunión delante de ese trono maravilloso, el camino lo abrió para los pecadores, pero no para todos los pecadores, sino para un tipo especial de pecadores: aquellos que reconocen su condición y se arrepienten, es decir: su iglesia.

Cuando DIOS abrió el costado de Adán para de ahí formarle una esposa, fue también un acto simbólico que apuntaba a miles de años en el futuro, cuando por medio del costado abierto de Cristo nacería su amada, su esposa, su iglesia. 

Del costado de Adán se formó a su esposa Eva, del costado del postrer Adán es decir Cristo se formó a su esposa: la iglesia. Efesios 5:25. Es el sacrificio de Cristo el que hace posible que su iglesia sea formada, por el perdón de pecados de sus elegidos, pero en específico, el que su carne haya sido rasgada, así como el velo del templo se rasgó, nos apunta al camino abierto a la intimidad con DIOS, ya no hay obstáculo que nos impida ser la esposa.

Antes, por el pecado estábamos separados de DIOS, destituidos de Su gloria, no podíamos tener intimidad con él, no lo amábamos, no lo anhelábamos, no deseábamos orar, congregarnos, leer la biblia, nada espiritual brotaba de nosotros, una vez que aquello que nos estorbaba para poder entrar en el lugar santísimo fue quitado, ahora podemos tener comunión con el Señor sin que nada ni nadie nos lo impida. Nuestra vergüenza fue quitada, ahora podemos ser la Esposa de Cristo sin que nada nos limite.

La iglesia es la esposa de Cristo, nació de su costado, le costó su sangre, dio su vida por ella, lamentablemente, aun a pesar de todo esto, hay muchos creyentes que se comportan como concubina y no como amada esposa.

La palabra cristiano es para identificarnos de forma individual, pero la palabra iglesia es para identificarnos de forma comunitaria o colectiva. Ser cristiano significa entonces, pertenecer a una iglesia local.

La iglesia es parte del plan de DIOS en el mundo, Jesús mismo dijo que ni las puertas del Hades prevalecerían contra ella, en otras palabras, la verdadera iglesia de Jesucristo es indestructible, prevalecerá por la eternidad, por eso aquellos que dicen yo no necesito la iglesia para madurar, crecer, sostenerme, etc. Sólo demuestran o su enorme arrogancia o su gran ignorancia, pues la iglesia es tan importante que Cristo murió por ella.

Estamos llamados a ser la novia expectante de Cristo, no su concubina, decir que somos hijos de DIOS sin ser miembros de una iglesia local sana doctrinalmente, es una contradicción y es comportarnos como concubina y no como la novia esperando a ser desposada.

Lamentablemente muchas personas en las congregaciones, viven sin ser miembros reales de su iglesia, solo se comportan como la amante del Señor, quieren sus beneficios, su ayuda, su amor, su paz, pero no quieren el comprometerse con Él, su Señorío, su voluntad en sus vidas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un Dios Santo 11: Contender con Dios Parte 1. Habacuc 1:2-4.

La máxima expresión de la ira y la justicia de Dios se pueden ver en la cruz del calvario, es ahí donde la justicia santa de Dios se hace ...