El quinto capítulo del libro de
Hechos comienza con la narración de uno de los episodios más impactantes de la
primera iglesia, al igual que con Acán, Nadab, Abiú y Uza, el Señor tomó cartas
en la situación que Ananías y su esposa Safira desencadenaron al tratar de
tentarlo, pues en su afán de ser reconocidos por puro egocentrismo, vendieron
un terreno, pero solo donaron una parte de lo obtenido y sostuvieron que lo
habían donado todo para que fuera repartido entre los pobres de la congregación.
Esto puso en grave riesgo la
unidad que el Espíritu santo trajo el día de Pentecostés sobre de la iglesia,
así es que de inmediato pedro, por el discernimiento que la experiencia le
había dado, confronta primero a Ananías y tres horas después a Safira su mujer,
ambos con el mismo resultado: juicio y ejecución inmediata de la sentencia de
parte de DIOS: la muerte.
El efecto deseado se logró de
inmediato, pues Lucas nos narra que un temor vino sobre de todos aquellos que
se enteraron, lo siguiente que nos narra Lucas es la labor a la cual se
dedicaron los apóstoles y las reacciones, tanto inmediata como a mediano plazo:
envidia, arresto, juicio y castigo de parte nuevamente del concilio judío.
5:12 Y
por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo;
y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. 13 de los demás, ninguno se
atrevía a juntarse con ellos; más el pueblo los alababa grandemente.
Lucas continúa la narración
poniendo su atención a los otros apóstoles, además de Pedro y Juan. El versículo
12a dice literalmente “Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas
señales y prodigios en el pueblo”.
Sabemos que los apóstoles, en
obediencia al mandamiento de Cristo sanaban a los enfermos poniendo las manos
sobre ellos. Además, sabemos que la traducción literal tiene un típico modismo
hebraico que no necesita ser traducido. La expresión por la mano de se refiere
a los apóstoles; en esta frase Lucas pone todo el énfasis en ellos.
Sin embargo, no son los
apóstoles los que sanan a los enfermos, sino Dios; los apóstoles son, en
realidad, los instrumentos en las manos de Dios. También, Lucas parece querer
disipar la idea de que Pedro actúa como un hacedor de milagros, como si el
resto de los apóstoles no contaran para nada. Todos habían recibido autoridad
de Jesús para predicar y para sanar, y sobre todos había sido derramado el
Espíritu Santo.
a. “Y
por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo”.
Tenemos aquí una implícita referencia
a todos los apóstoles. La frase muchas señales y prodigios es una repetición de
2:43, donde en forma resumida Lucas menciona la obra ejecutada. Él dice que los
apóstoles realizaban estas señales y milagros en el pueblo. Con la palabra
pueblo el autor tiene en mente al pueblo de Israel. Los habitantes de Jerusalén
observaban el poder de sanidad demostrado en las maravillas que los apóstoles efectuaban.
b. “Y
estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón”. ¿A quiénes incluye la expresión todos? ¿Está diciendo
Lucas que todos los apóstoles, con un mismo corazón y un mismo pensamiento se
reunían en la espaciosa área del templo conocida como el pórtico de Salomón? ¿O
quiere decir que los más de cinco mil creyentes (4:3) estaban con los apóstoles
en el recinto del templo? Los estudiosos por lo general se inclinan hacia la
segunda interpretación, debido a que el fluir de la frase es más natural; sin
embargo, el problema de interpretación apenas comienza con el versículo 12. El
siguiente, es decir, el 13, también presenta algunas ambigüedades.
c. “De
los demás, ninguno se atrevía a juntarse con ellos, más el pueblo les alababa
grandemente”. La pregunta que surge es, ¿a
quiénes se refiere el pronombre ellos? Si los creyentes están separados de los
apóstoles, entonces Lucas tiene a los apóstoles en mente cuando usa la
expresión ellos. Según esta interpretación, los apóstoles permanecen solos en
el área del templo y el pueblo de Jerusalén les alaba. Los creyentes tienen
miedo de las autoridades por lo que guardan una prudente distancia de los
apóstoles. Pero la verdad es todo lo contrario, pues no encontramos indicación
alguna de que los creyentes estuvieran temerosos (véase 4:24–30).
Una segunda interpretación es
que la expresión ninguno (o los demás) se refiere a los no creyentes o a “los
de afuera”. En el NT, el término generalmente describe a los incrédulos (por
ejemplo, Lc. 8:10; Ef. 2:3; 1 Ts. 4:13;
5:6). Esta interpretación,
entonces, señala a las tres categorías de gentes en Jerusalén:
·
Los cristianos.
·
Los incrédulos.
·
Y los fieles judíos que tenían
una inclinación favorable hacia el evangelio.
A causa del repentino juicio
contra Ananías y Safira, los no creyentes están renuentes a unirse a la
iglesia, pero el pueblo judío que ama a Dios sigue teniendo a los cristianos en
la más alta estima (4:21). El pronombre “ellos” se refiere a los cristianos.
Una tercera explicación tiene
que ver con aquellos que temen unirse a la comunidad cristiana como “simpatizantes
no miembros”. Han respaldado a los cristianos y han tenido un gran respeto por
ellos, pero siguen dudando sobre si llegar a ser parte de los creyentes. Las
expresiones de los demás y el pueblo son virtualmente sinónimos.
En conclusión, aunque la
elección sigue siendo difícil, los eruditos prefieren la segunda interpretación.
5:14.
Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de
mujeres;
Dos puntos clave resaltan de
estas palabras de Lucas:
1. Primero, Lucas ha perdido la cuenta del número de
creyentes en Jerusalén. Después de la sanidad del paralítico, él estima que la
membresía alcanza a unos cinco mil hombres (4:3). Ahora, dice que “más y más
creyentes en el Señor, tanto hombres como mujeres, se agregaban a su número”.
A pesar del miedo de los no creyentes, el Espíritu
Santo trabaja en el corazón de hombres y mujeres. El crecimiento de la iglesia
continúa imbatible. Las muertes de Ananías y Safira hacen que los no creyentes
no quieran unirse a la iglesia, pero al mismo tiempo un gran número de
verdaderos convertidos vienen a fortalecer la comunidad cristiana. De hecho, Lucas
ha abandonado su deseo de ser preciso y ahora habla de multitudes de personas
que llegan a ser miembros de la iglesia.
2. Segundo, observamos que Lucas específicamente habla
de mujeres que se unen a la iglesia. En el aposento alto, antes de Pentecostés,
él registra la presencia de mujeres, entre las cuales está María la madre de
Jesús (1:14). En su último recuento de la membresía de la iglesia,
específicamente habla sólo de cinco mil hombres, y no de mujeres (4:3). Pero en
los siguientes capítulos, se refiere tanto a hombres como a mujeres (por
ejemplo: 8:3, 12; 9:2; 13:50).
5:15
tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos,
para que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
¿Cómo está este versículo 15
relacionado con el pasaje precedente? Algunos estudiosos o han reordenado este
párrafo o consideran los versículos 12b–14 como un paréntesis. Otros traductores
toman los versículos 14 y 15 juntos y así ven que un versículo dependa del
otro.
Tiene cierto mérito esta combinación,
porque el que la gente traiga a sus enfermos a las calles (v. 15) se deriva del
hecho que ellos creen en el Señor (v. 14). El énfasis, entonces, cae en el
verbo creer. Esta gente que cree en el Señor confía en que él sanará a los
enfermos. El contexto parece indicar que su fe no se basaba sólo en los
milagros que los apóstoles hacían.
Aquí vemos el principio según
el cual Dios realiza milagros para cimentar a los primeros cristianos. El punto
es que en la misma forma en que Jesús realizó milagros en Galilea y Jerusalén,
así sus discípulos lo hacen ahora por su autoridad, la gente que ha puesto su
confianza en Jesús viene a los apóstoles para alcanzar sanidad.
Y claro, los apóstoles, tanto
en su enseñanza como en su predicación los guían a Jesús, ellos no llamaban la
atención hacia sí mismos, no robaban el corazón de la gente, por ser los primeros
comisionados al gran llamamiento, tienen el poder y la autoridad para obrar en
milagros, pero siempre fueron cuidadosos de llevar a las personas a poner su
mirada, corazón y fe en el Señor Jesucristo.
La gente trae a sus enfermos a
las calles principales y a las plazas del centro de la ciudad completamente seguros
que los milagros de sanidad habrán de ocurrir. Aquí no hay magia: los enfermos
se sanan por fe en el Señor. Utilizando colchonetas y camillas, los enfermos
esperan la pasada de Pedro; se conforman con que su sombra caiga sobre ellos.
Una sombra es producida por un objeto que bloquea la luz, pero de ninguna
manera es parte de ese objeto.
Estos enfermos ni siquiera van
a tocar el vestido o un pañuelo de Pedro como sucedía con Pablo, ni van a
tratar de tocar el borde de su manto, como pasó con el Señor Jesús. Los
creyentes confían que la sombra de Pedro será suficiente para sanar a los
enfermos.
El texto, en realidad, dice,
“para que, al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos”.
Lo anterior significa que no todos los que estuvieran acostados en la calle
serían alcanzados por la sombra de Pedro. En este punto, el llamado Texto
occidental de los manuscritos griegos tiene una frase aclaratoria adicional:
“Para que ellos fueran libertados de cualquier malestar que tuvieran”.
Para comprender la importancia
cultural del concepto sombra, vayamos al Salmo
91.1 y Lucas
1:35. Habitar
del hebreo yashab: vivir, morar,
permanecer, esperar, Por tanto, habitar bajo
la sombra del Altísimo como lo dice el Salmo
91:1 Significa Permanecer en Él, en El Altísimo, en DIOS: En Cristo. Pero no se queda ahí, cuando Miriam estuvo bajo la
sombra del Altísimo hubo fruto: La gloriosa Encarnación del Verbo.
Cuando nosotros permanecemos en Cristo, trae como
consecuencia un fruto a nuestras vidas, así como hubo fruto en el vientre de
Miriam, obviamente no vamos a quedar literalmente embarazados, pero en nuestra
vida y caminar espiritual se va a notar la transformación de nuestro carácter
al carácter de Cristo. Porque un
verdadero cristiano maduro se reconoce siempre por su fruto y no por sus dones.
Juan 15:4-5.
Una sombra, entonces, es más
que suficiente para que Dios extienda su poder sanador al hombre. En la sanidad
de un enfermo, Dios demanda fe. La fe está presente aquí, porque el versículo
14 nos dice que las multitudes de hombres y mujeres creían en el Señor. Y estas
multitudes por supuesto que no están restringidas a los numerosos habitantes de
Jerusalén.
16. Y
aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén, trayendo enfermos y
atormentados de espíritus inmundos; y todos eran sanados.
En este versículo resaltan dos
acontecimientos que tienen paralelos en otra parte de la Escritura:
Primero
detectamos el paralelo con el ministerio de sanidad de Jesús. Cuando la gente oía de las sanidades, acudía a
Jesús de Galilea, Judea, Jerusalén, Idumea y regiones más allá del Jordán,
incluyendo Tiro y Sidón (Mr. 3:7–8). Los Evangelios hablan de multitudes que
venían a Jesús a oírle y de los enfermos que esperaban ser tocados por él
(véase Lc. 6:17–19). Ahora, los apóstoles ven que a ellos les ocurre el mismo
hecho, cuando multitudes vienen de todas partes con familiares y amigos que
están enfermos. La influencia de la iglesia cristiana comienza a extenderse más
allá de los límites de la ciudad de Jerusalén.
El
segundo paralelo es la sanidad del paralítico a la puerta llamada la Hermosa
(3:1–10). Esta sanidad provoca el rencor
del sumo sacerdote y de los saduceos, quienes expresan su malestar encarcelando
a Pedro y a Juan y llevándolos a juicio al día siguiente, en este capítulo está
a punto de suceder exactamente la misma situación.
Ahora bien, mientras que la
sanidad del paralítico es un hecho aislado, las sanidades llevadas a cabo por
todos los apóstoles a las gentes de las regiones alrededor de Jerusalén son
incontables. La reacción de los saduceos queda perfectamente clara en la
secuencia de la narración. Los apóstoles son encarcelados y llevados a juicio
por el Sanedrín. Y los miembros del Sanedrín dan rienda suelta a su rabia
deseando matarlos.
Lucas dice que la gente no
solamente traía a los enfermos, sino también a los que eran atormentados por espíritus
inmundos. Se hace distinción aquí entre aquellas personas que sufrían por enfermedades
comunes y los que estaban poseídos por demonios. Sólo los autores de los
Evangelios y de Hechos mencionan a personas atormentadas por espíritus inmundos
en Jerusalén, Judea, Galilea, Decápolis, Samaria, Filipos y Éfeso. El resto del
Nuevo Testamento guarda silencio acerca de esta aflicción.
Durante el ministerio de Jesús
y por espacio de varias décadas, las fuerzas del mal se hicieron muy evidentes
en especial en personas que eran afligidas por posesión demoníaca. Consecuentemente,
como Jesús, los apóstoles se enfrentaron con las fuerzas del mal en aquellas
personas que eran atormentadas por espíritus inmundos. Lucas concluye su
resumen diciendo que todos los enfermos que eran atormentados por espíritus
inmundos habían sido sanados.
5:17.
Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto
es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; 18 y echaron mano a los
apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.
La sanidad de muchos habitantes
en Jerusalén y alrededores dio origen a grandes titulares en la prensa diaria, por
decirlo así. Miles andaban tras los apóstoles, quienes les atendían en las
calles, las plazas, y en el área del templo conocida como el pórtico de
Salomón. La reunión de tanta gente no pudo pasar desapercibida al sumo
sacerdote y a los demás del Sanedrín. Ellos más bien percibían que se les venía
un problema encima, que no pudieron resolver cuando prohibieron a Pedro y a
Juan enseñar en el nombre de Jesús.
El texto griego dice: “Entonces
el sumo sacerdote se levantó”. Es decir, entró en acción porque para él, el movimiento
dirigido por los apóstoles ya había crecido demasiado. Asumimos que el sumo
sacerdote es Anás y no Caifás, su yerno, y que los demás del Sanedrín son
miembros de las familias de los sumos sacerdotes y del partido de los saduceos,
como anteriormente lo aclaramos.
El término partido se usa como
una traducción de la palabra griega hairesis de la cual se ha derivado herejía y herético. En
Hechos, este término puede tener tanto una connotación favorable como
desfavorable; aquí tiene una connotación positiva, porque el partido de los
saduceos era, en efecto, el partido político gobernante en Israel.
El sumo sacerdote y sus colegas
no sólo eran los supervisores espirituales que controlaban los servicios y
recintos del templo. También eran los gobernantes políticos quienes ejercían
liderazgo en el Sanedrín y temían los disturbios locales. Por esta razón, se
opusieron tan tenazmente a que los apóstoles reunieran en torno suyo a las
multitudes, especialmente en los recintos del templo, que era para ellos sector
de su pleno dominio, control e influencia. Lucas, por eso, agrega la nota: “se llenaron de celos”.
¿Se originó el celo del sumo sacerdote
Anás y de los dirigentes saduceos en un celo por Dios y por su pueblo? Claro
que no, porque su envidia es personal y vengativa. Por ejemplo, el hecho de que
Anás conservara su condición de sumo sacerdote cuando Caifás fue propuesto
proyecta la tremenda ambición de aquél.
El poder y la autoridad de los
líderes políticos y religiosos está siendo desafiada ahora por los apóstoles.
Por lo tanto, hay que actuar rápido. El sumo sacerdote y su partido ordena al
capitán de la guardia del templo y a sus oficiales arrestar a los apóstoles. Suponemos
que dan la orden por la tarde, porque los apóstoles después de su aprehensión
pasan la noche en la cárcel pública. Esta cárcel que pertenece al estado
difiere del lugar donde Pedro y Juan habían pasado la noche durante su arresto
anterior. Ahora están en una cárcel pública compartiendo un rincón con ladrones
y asesinos. En los tiempos del NT, los prisioneros eran mantenidos en cárceles
públicas por un período limitado de tiempo mientras esperaban el juicio y la sentencia.
5:19. Mas
un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos,
dijo: 20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las
palabras de esta vida.
Lucas nos cuenta de la
liberación nocturna de los apóstoles por parte de un ángel, pero no nos da más
detalles. Dice que un ángel del Señor dio libertad a los apóstoles, aunque
irónicamente los saduceos que los habían arrestado niegan la existencia de los
ángeles. Lucas simplemente escribe, “un ángel del Señor” y no “el ángel del Señor”,
quien es con frecuencia mencionado en el AT como “la ayuda personificada de
Dios a Israel” y que es Cristo pre-encarnado.
Lucas también usa la expresión un
ángel del Señor más adelante en su narración:
·
Esteban sobre la historia de
Israel (7:30).
·
El encuentro de Felipe con el
eunuco etíope (8:26).
·
La liberación de Pedro de la
cárcel (12:7–10).
·
Y la muerte del rey Herodes
(12:23).
En forma milagrosa, Dios
interviene enviando un ángel con la doble misión de abrir las puertas de la
cárcel pública para dejar libres a los apóstoles y para darles instrucciones de
seguir predicando el mensaje de la salvación. Parte del milagro es la forma en que
el ángel abre las puertas sin que la guardia se percate de ello. Instruye a los
apóstoles de ir a los atrios del templo, más probablemente al pórtico de
Salomón y “anuncien al pueblo todas las palabras de esta vida”. Su tarea
de predicar y enseñar al pueblo debe continuar en Jerusalén.
Los apóstoles están libres de
la cárcel para proclamar la palabra de vida. El texto griego dice: “En el
templo hablar a las gentes todas las palabras de esta vida”. ¿Qué se quiere
decir con la expresión esta vida? Cuando las multitudes abandonaron a Jesús
durante su ministerio, él preguntó a los doce apóstoles: “¿Queréis vosotros
iros también?” Entonces Pedro tomó la palabra. Juan
6:67–68.
Estas palabras, entonces,
transmiten el mensaje de salvación: vida eterna mediante la resurrección de
Jesucristo. Los saduceos rechazaban la doctrina de la resurrección, sin embargo,
los apóstoles públicamente la proclaman.
Terminemos por el día de hoy
reflexionando en dos puntos muy relevantes:
I.
Muy al contrario de los
milagreros modernos, cuando Jesús y los apóstoles sanaban, echaban fuera
demonios, y realizaban prodigios y señales, la consecuencia era persecución y
muerte, el Señor Jesús en una cruz, siendo que había resucitado a su amigo
Lázaro lo que le valió esta sentencia.
En este pasaje leemos que los
apóstoles siguieron los pasos de Jesús y sanaron a muchos y liberaron a otros,
la consecuencia fue nuevamente envidia y persecución, ellos no cobraban un solo
denario por sanar, no hacian grandes campañas y no promovían su nombre, de
hecho, era todo lo contrario, aprovechaban para predicar el Nombre del Señor
Jesucristo y eso nos lleva al segundo punto.
II.
Cristo es el mensaje de vida
que el ángel les indicó que predicaran, pues en palabras del mismo Pedro frente
al sanedrín: no hay
otro nombre bajo el cielo en que podamos ser salvos, sin importar la adversidad que pudiera presentarse,
el mensaje debe de ser predicado con fidelidad y valor, y eso es lo que sucedió
y que veremos, primeramente, DIOS en la próxima enseñanza.
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