D. La providencia y el
pecado en general. El
poder omnipotente, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de Dios se
manifiestan en su providencia hasta tal punto que su consejo determinante se
extiende aun hasta la primera Caída y a todas las demás acciones pecaminosas,
tanto de los ángeles como de los hombres1 (y eso no por un
mero permiso), las cuales sapientísima y poderosamente limita, y asimismo
ordena y gobierna de múltiples maneras para sus santísimos fines;2
sin embargo, de tal modo que la pecaminosidad de las acciones de ellos procede
sólo de las criaturas, y no de Dios, quien siendo justísimo y santísimo, no es,
ni puede ser, autor del pecado ni aprobarlo.3
1.
La
providencia está al tanto y determina todos y cada uno de los actos de pecado. Ro. 11:32-34; 2
S. 24:1; 1 Cr. 21:1; 1 R. 22:22,23; 2 S. 16:10; Hch. 2:23; 4:27,28.
2.
Lo
hace con el fin de manifestar su gloria en Santidad. Hch. 14:16; 2 R. 19:28;
Gn. 50:20; Is. 10:6,7,12.
El ejemplo más claro de esto que encontramos
en la Escritura es el caso de José y sus hermanos. Aunque los hermanos de José
incurrieron en una culpa verdadera por haber traicionado a su hermano, la
providencia de Dios seguía actuando a través de su pecado. José les dijo a sus
hermanos: "Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a
bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo"
Génesis 50.20.
La providencia redentora de Dios puede obrar
incluso a través de las acciones más diabólicas. La ofensa más grande jamás
cometida por un ser humano fue la traición de Cristo por Judas. Sin embargo, la
muerte de Cristo no fue un accidente histórico. Estaba en concordancia con el
consejo determinado de Dios. El acto malvado de Judas hizo que sucediera lo
mejor que haya sucedido en la historia, la Expiación.
3.
Sin
embargo, Dios no es el autor del pecado. Stg. :13,14,17; 1 Jn.
2:16; Sal. 50:21.
E. La providencia y el
pecado de los hijos de DIOS. El
Dios sapientísimo, justísimo y clementísimo a menudo deja por algún tiempo a
sus propios hijos en diversas tentaciones y en las corrupciones de sus propios
corazones, a fin de disciplinarlos por sus pecados anteriores o para revelarles
la fuerza oculta de la corrupción y del engaño de sus corazones, para que
sean humillados; y para llevarlos a una dependencia de él más íntima y
constante para su apoyo en él; y para hacerlos más vigilantes contra todas las
ocasiones futuras de pecado, y para otros fines santos y justos.1
Por consiguiente, todo lo que ocurre a cualquiera de sus escogidos es por su designio,
para su gloria y para el bien de ellos.2
1.
Aun
los pecados de la carne están en los planes providenciales de DIOS. 2 Cr.
32:25,26,31; 2 S. 24:1; Lc. 22:34,35; Mr. 14:66-72; Jn. 21:15- 17.
2.
Con
el propósito de glorificar a DIOS al moldearnos a la imagen de Cristo. Ro. 8:28.
F. La providencia y el
pecado de los impíos. En
cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios, como juez justo,
ciega y endurece a causa de su pecado anterior,1 no sólo les
niega su gracia, por la cual podría haber iluminado su entendimiento y obrado
en sus corazones,2 sino que también algunas veces les retira
los dones que tenían,3 y los deja expuestos a las cosas que
su corrupción convierte en ocasión de pecado;4 y, a la vez,
los entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al
poder de Satanás,5 por lo cual sucede que se endurecen bajo
los mismos medios que Dios emplea para ablandar a otros.6
1.
Ya
son pecadores. Ro.
1:24-26,28; 11:7,8.
2.
Los
deja seguir en su pecado.
Dt. 29:4.
3.
Les
retira aun su gracia común. Mt.
13:12; 25:29.
4.
Quedan
expuestos a la corrupción. Dt.
2:30; 2 R. 8:12,13.
5.
Se
tornan en mayor depravación.
Sal. 81:11,12; 2 Ts. 2:10-12.
6.
Algunos
son endurecidos otros ablandados. Ex. 7:3; 8:15,32; 2 Co. 2:15,16; Is. 6:9,10;
8:14; 1 P. 2:7; Hch. 28:26,27; Jn. 12:39,40.
G. La providencia y el
cuidado de la iglesia. Del
mismo modo que la providencia de Dios alcanza en general a todas las criaturas,
así también de un modo más especial cuida de su iglesia y dispone todas las
cosas para el bien de la misma.1
1.
DIOS
tiene un cuidado providencial de forma especial por su iglesia. Mateo 16:18. Pr.
2:7,8; Am. 9:8,9; 1 Ti. 4:10; Ro. 8:28; Ef. 1:11,22; 3:10,11,21; Is. 43:3-5,14.
Juan 15.2.
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