miércoles, 12 de febrero de 2020

CFB 1689 Tema 9: La Divina Providencia Parte 2. Cita: Proverbios 16:33.




D. La providencia y el pecado en general. El poder omnipotente, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de Dios se manifiestan en su providencia hasta tal punto que su consejo determinante se extiende aun hasta la primera Caída y a todas las demás acciones pecaminosas, tanto de los ángeles como de los hombres1 (y eso no por un mero permiso), las cuales sapientísima y poderosamente limita, y asimismo ordena y gobierna de múltiples maneras para sus santísimos fines;2 sin embargo, de tal modo que la pecaminosidad de las acciones de ellos procede sólo de las criaturas, y no de Dios, quien siendo justísimo y santísimo, no es, ni puede ser, autor del pecado ni aprobarlo.3

1.    La providencia está al tanto y determina todos y cada uno de los actos de pecado. Ro. 11:32-34; 2 S. 24:1; 1 Cr. 21:1; 1 R. 22:22,23; 2 S. 16:10; Hch. 2:23; 4:27,28.
2.    Lo hace con el fin de manifestar su gloria en Santidad. Hch. 14:16; 2 R. 19:28; Gn. 50:20; Is. 10:6,7,12.

El ejemplo más claro de esto que encontramos en la Escritura es el caso de José y sus hermanos. Aunque los hermanos de José incurrieron en una culpa verdadera por haber traicionado a su hermano, la providencia de Dios seguía actuando a través de su pecado. José les dijo a sus hermanos: "Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo" Génesis 50.20.

La providencia redentora de Dios puede obrar incluso a través de las acciones más diabólicas. La ofensa más grande jamás cometida por un ser humano fue la traición de Cristo por Judas. Sin embargo, la muerte de Cristo no fue un accidente histórico. Estaba en concordancia con el consejo determinado de Dios. El acto malvado de Judas hizo que sucediera lo mejor que haya sucedido en la historia, la Expiación.

3.    Sin embargo, Dios no es el autor del pecado. Stg. :13,14,17; 1 Jn. 2:16; Sal. 50:21.

E. La providencia y el pecado de los hijos de DIOS. El Dios sapientísimo, justísimo y clementísimo a menudo deja por algún tiempo a sus propios hijos en diversas tentaciones y en las corrupciones de sus propios corazones, a fin de disciplinarlos por sus pecados anteriores o para revelarles la fuerza oculta de la corrupción y del engaño de sus corazones, para que sean humillados; y para llevarlos a una dependencia de él más íntima y constante para su apoyo en él; y para hacerlos más vigilantes contra todas las ocasiones futuras de pecado, y para otros fines santos y justos.1 Por consiguiente, todo lo que ocurre a cualquiera de sus escogidos es por su designio, para su gloria y para el bien de ellos.2


1.    Aun los pecados de la carne están en los planes providenciales de DIOS. 2 Cr. 32:25,26,31; 2 S. 24:1; Lc. 22:34,35; Mr. 14:66-72; Jn. 21:15- 17.
2.    Con el propósito de glorificar a DIOS al moldearnos a la imagen de Cristo. Ro. 8:28.

F. La providencia y el pecado de los impíos. En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios, como juez justo, ciega y endurece a causa de su pecado anterior,1 no sólo les niega su gracia, por la cual podría haber iluminado su entendimiento y obrado en sus corazones,2 sino que también algunas veces les retira los dones que tenían,3 y los deja expuestos a las cosas que su corrupción convierte en ocasión de pecado;4 y, a la vez, los entrega a sus propias concupiscencias, a las tentaciones del mundo y al poder de Satanás,5 por lo cual sucede que se endurecen bajo los mismos medios que Dios emplea para ablandar a otros.6

1.    Ya son pecadores. Ro. 1:24-26,28; 11:7,8.
2.    Los deja seguir en su pecado. Dt. 29:4.
3.    Les retira aun su gracia común. Mt. 13:12; 25:29.
4.    Quedan expuestos a la corrupción. Dt. 2:30; 2 R. 8:12,13.
5.    Se tornan en mayor depravación. Sal. 81:11,12; 2 Ts. 2:10-12.
6.    Algunos son endurecidos otros ablandados. Ex. 7:3; 8:15,32; 2 Co. 2:15,16; Is. 6:9,10; 8:14; 1 P. 2:7; Hch. 28:26,27; Jn. 12:39,40.

G. La providencia y el cuidado de la iglesia. Del mismo modo que la providencia de Dios alcanza en general a todas las criaturas, así también de un modo más especial cuida de su iglesia y dispone todas las cosas para el bien de la misma.1

1.    DIOS tiene un cuidado providencial de forma especial por su iglesia. Mateo 16:18. Pr. 2:7,8; Am. 9:8,9; 1 Ti. 4:10; Ro. 8:28; Ef. 1:11,22; 3:10,11,21; Is. 43:3-5,14. Juan 15.2.







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