miércoles, 1 de noviembre de 2023

SODOMA Y GOMORA HOY 02. La Maldición De La Abundancia. Ezequiel 16:49-50.

La semana pasada concluimos que el pecado de Sodoma y Gomorra no fue exclusivamente la homosexualidad, eso solo es la punta del iceberg, fue más bien todo un proceso de degeneración en el cual llegaron al punto de llenarse de soberbia al normalizar lo malo llamándole bueno, fue la soberbia de creerse más sabios que Dios.

 

La soberbia solo fue el primer escalón de descenso, la degeneración tiene como siguiente paso la abundancia de Pan. Ezequiel 16:49-50. De inmediato surgen dudas muy serias al respecto, pues basados en esta cita bien podríamos argumentar, como mal lo han hecho muchos, que la abundancia o riqueza no es propia de un creyente, tenemos que dejar bien claro primero que la abundancia no tiene nada de malo en sí misma, por el contrario, es una promesa de parte de Dios si Israel era leal al pacto. Deuteronomio 28:3-14. De igual forma en ese capítulo, solo unos versos más adelante, encontramos las graves consecuencias de la desobediencia, entre las que encontramos crisis económica.

 

Para Dios la escasez no es una bendición, la abundancia si lo es. Génesis 13:2. Job 1:13.

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Dentro de las muchas bendiciones que Dios nos puede otorgar, se encuentra también la prosperidad y abundancia económica, entonces ¿Qué pasa con lo que dice el profeta Ezequiel acerca de la abundancia como maldición para Sodoma?

 

Para entender como la abundancia puede convertirse en una maldición de degeneración tenemos que ver un par de pasajes más, el primero es Lucas 4:3-4. Es una historia muy conocida en la cual el diablo ofrece como tentación al Señor Jesucristo que convierta las piedras en pan, cabe recordar que el Señor llevaba 40 días y 40 noches en ayuno y el en su encarnación fue totalmente un ser humano, es decir pasó hambre y no poca en este caso.

 

Satanás le ofreció el viejo sueño de la avaricia, que en la edad media floreció con la alquimia y sus intentos fallidos de transformar el plomo o las piedras en oro, el conocido dinero fácil. El resto de la historia la conocemos, el Señor Jesús rechazó la oferta citando la Escritura en Deuteronomio 8:3 no solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la Boca de Dios. Y de aquí tenemos la primera parte para comprender al profeta Ezequiel.

 

La abundancia de pan o material, no es mala en si misma, siempre y cuando no se le de mayor importancia de la que en realidad tiene. 1ª Corintios 7:31.

 

Para comprender aún mejor vayamos al pasaje de Lucas 12:13-21. La parábola del rico insensato, el cual hacía planes con su riqueza pero le reclamaron el alma. Esta parábola contiene una de las más profundas enseñanzas acerca de los bienes materiales. Estamos acostumbrados a interpretarla solamente como que al morir sus bienes, que no puede llevarse consigo, pasan a otras manos y de aquí la famosa frase nadie sabe para quien trabaja, pero esta parábola enseña mucho más.

 

Para empezar, nada en la narrativa indica que el hombre se enriqueció por falta de honradez, ni por explotación a sus empleados o malos negocios, sobornos ni nada parecido, tampoco nos dice que fuera un impío o ateo o que fallara en sus deberes espirituales, de hecho el Señor Jesús no le reprocha nunca que se haya enriquecido. El pasaje nos indica que este hombre prospero trabajando, que veía un futuro halagador en su prosperidad material, pero el pobre era un necio, pues el día que más alegre estaba por esta situación llegaron reclamarle su alma. Aquí surge la pregunta ¿Quiénes vinieron a reclamarle su alma? ¿Angeles para llevarlo a juicio o tal vez demonios para llevarlo al Hades? Ninguno de los dos, fueron precisamente sus vienes materiales, esos sobre los cuales edificó su vida, en los cuales puso su esperanza, en los cuales pensó que tenia la vida y el futuro asegurado y que por lo tanto se habían convertido en los dueños de su vida y alma. Al haberles dado tanta importancia pasaron de ser siervos a ser dueños de su vida.

 

Este caso es el ejemplo por excelencia de que el dinero (los bienes materiales) es un buen siervo pero un mal amo.

 

Se la pasó toda su vida trabajando porque pensó que lo mejor que podía tener eran bienes materiales y terminó convirtiéndose en esclavo de sus posesiones, hasta que un día las cosas que eran los dueños de su alma lo reclamaron, él no fue el último, tal y como sucede en la actualidad, las personas no tienen bienes materiales, los bienes materiales los tiene a ellos, sus dueños son sus casas, sus coches, sus teléfonos celulares, su dinero, etc. Es el consumismo materialista en todo su esplendor.

 

El segundo escalón en el descenso de la degeneración moral de Sodoma y de toda cultura que no reconoce a Dios y su ley, es no saber reconocer el lugar que los bienes materiales tienen en nuestra vida.

 

Los bienes materiales son buenos y de hecho muchas veces son muestra de la bendición del Señor (cuando son ganados honestamente), pero cuando sustituyen al Señor y Dios en el primer lugar de nuestras vidas y corazones, se vuelven tan repugnantes como la idolatría. Colosenses 3:5.

 

Este pecado lamentablemente no es fácil de identificar entre los que lo cometes y hasta tratan de justificarlo por todos los medios posibles, incluyendo con la Escritura. Es el consumismo materialista que ha inundado nuestra sociedad y cultura desde hace muchos años y que no nos damos cuenta porque estamos inmersos en él.

 

La abundancia material se convierte en una maldición y es el signo de decadencia espiritual no de bendición del Señor, y lamentablemente la iglesia no está exenta de este terrible mal, y no solo me refiero a las iglesias con el mal llamado evangelio de la prosperidad, también en las iglesias que nos consideramos sanas doctrinalmente pasa, pues cuando hay que hacer ajustes financieros en nuestras vidas, lo primero que ajustamos es cuanto damos para la obra del Señor. Apocalipsis 3:17.

 

Cuando colocamos nuestra confianza y felicidad en los bienes materiales, ese día lo material pasa a ser dueño de nuestra alma y estamos en sus manos, por eso es que en varias ocasiones encontramos en las Escrituras que los juicios divinos viene precedidos por periodos de prosperidad material, como señaló el profeta Ezequiel, la abundancia de pan, solo es un paso más hacia la ruina. Deuteronomio 28:47-48.

 

Agustín de Hipona escribió en su libro Confesiones, que siempre fue Dios por medio de su madre y sus nodrizas quien le proveyó del alimento, las disposiciones y las riquezas, oremos porque nuestra mente sea renovada a ese grado de entender que todo lo que lleguemos a tener es de Cristo, por Cristo y para Cristo.

 

Estas son palabras que nos tienen que hacer reflexionar, la sociedad que no sabe darle su lugar a Dios y a los bienes materiales como debe de ser, mucho menos sabrá como utilizar sabiamente le tiempo, que es el tercer escalón de descenso y lo veremos la próxima semana.

 

 

 

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