Hace unas semanas comenzamos esta serie titulada edificados en la sana
doctrina, pues la sana doctrina no solo son enseñanzas o información o pensamientos de hombres, todo lo contrario,
hemos visto que la falta de amor, de santidad, de pureza, de unidad en la
iglesia contemporánea es debido a la falta de sana doctrina en los púlpitos.
El día de hoy veremos cómo es que la sana doctrina influye directamente
en nuestra manera de adorar a nuestro amado Señor y DIOS.
En la iglesia de Cristo tenemos muchas ideas o formas en que llevamos a
cabo el tiempo de adoración como congregación, unos lo hacen de manera solemne,
quieta y reposadamente, sin aplausos, sin música, sin gritos o nada estridente,
con himnos y cánticos espirituales, otros vamos al extremo opuesto y hacemos
ruido, jubilo, gozo, alegría desbordada por todas partes.
Sin embargo a últimas fechas se ha llevado a la iglesia a creer que la
adoración debe de transportarnos de manera casi mística a la presencia misma de
DIOS, se le ha dado un toque mágico-místico-religioso a la adoración que si no
se entra en éxtasis es porque según muchos no estas adorando de verdad.
Si cuando adoras no sientes nada, no caes al suelo, no te revuelcas, no
tiemblas, no hablas lenguas, no te sacudes, no sientes ese calor-fuego dentro
de ti, o alguna otra “manifestación
visible” es porque, El espíritu Santo
no te toco, dicen antibiblicamnte muchos hoy en día.
Esto se debe a la sencilla razón de que la gente prefiere las
experiencias a las convicciones, de hecho muchas de esas experiencias no si
quiera son únicas o nacidas en el ambiente del pentecostalismo, la gran mayoría
es copia o influencia de las religiones místicas de la India, esto lo puede
corroborar fácilmente por internet.
Lamentablemente
a la gente le gusta más SENTIR que PENSAR.
Sin embargo no todo está perdido, no estoy diciendo que es malo buscar
con desesperación el rostro de DIOS en medio de la adoración, sobre todo la
adoración congregacional, la adoración debe de ser con toda nuestra alma, con
todo nuestro corazón y también con toda nuestra mente.
El problema estriba en que la gran mayoría cree que la adoración en la
iglesia debe de ser un tipo de éxtasis, y caen en la búsqueda interminable de
experiencias emocionales, cuando en una iglesia ya no se siente nada, van a otra a buscar, y así se la pasan, pues
buscan una experiencia en lugar de buscar a DIOS.
Además los hay quienes ven el tiempo de la adoración colectiva como el
tiempo perfecto para pedir, clamar, rogar, presentar suplicas, hablarle a DIOS
de sus necesidades, en otras palabras, cambian el sentido de la adoración
haciéndose ellos el centro de la misma.
En la iglesia de Cristo se ha llegado al extremo de pensar que la
adoración se trata de nosotros, de mis necesidades, de mis sentimientos, de mis
experiencias, de lo que yo anhelo, y que si no se siente bonito en la adoración o la alabanza es porque aquí no está Dios.
La
adoración (como en toda la vida
cristiana) no se trata de nosotros, se trata de DIOS. Salmo 29:2.
La sana doctrina es lo que la madera al fuego, su combustible, si
queremos una fogata grande debemos usar mucha madera, así también, si deseamos
ser adoradores en espíritu y en verdad, debemos conocer y vivir la sana
doctrina.
La adoración y alabanza debe de ser un deleite, un tiempo único y especial,
en el cual como cuerpo de Cristo, como su amada, como los redimidos le
entonamos cánticos con todo nuestro ser, sin embargo muchas veces estamos
distraídos, pensativos en la eternidad del cangrejo, apáticos, indiferentes, o
simplemente inactivos, la adoración pasiva no es un término en sí, no hay tal
cosa en la biblia, toda adoración a DIOS debe de ser activa, participativa.
¿Por qué pasa esto? Por la sencilla razón de que desconocemos QUIEN ES
DIOS, pues si basamos nuestra adoración a los sentimientos, las emociones o a
nuestra condición humana, NO VAMOS A TENER GANAS DE ADORARLE. DIOS mismo es
nuestro deleite, no lo que nos da o puede dar, la sana doctrina nos hace ver a
nuestro DIOS en la perfección de sus atributos, en la maravilla de su carácter,
en la abundancia de su gracia y en la
majestad de su dominio soberano del universo.
La Sana
Doctrina Nos Dice El Motivo Por El Cual Debemos Adorar A DIOS: POR QUE EL ES
DIOS. Salmo 95.
La Escritura nos enseña que
Dios nos ha rescatado de nuestro pecado, nos ha reconciliado consigo mismo y por
amor y gracia se ha comprometido a proveer para todas nuestras necesidades,
ahora y para siempre. Todas estas cosas son motivos para alabarle, adorarle,
dar gritos de júbilo y postrarnos ante él en sumisión y obediencia.
Todo esto es lo que la Biblia
quiere decir cuando habla de adoración. Y el Salmo 95 entre muchos otros
salmos nos muestra que esta adoración es
alimentada por la sana doctrina.
Pero eso no es todo, La Sana
Doctrina También Nos Enseña Como Adorar A Dios.
A lo largo y ancho de toda
la Escritura, Dios nos muestra una y otra vez que le importa cómo le adoramos. Cuando
Dios rescató a Israel y le dio su ley, les dijo que no adorasen a otros dioses,
y además les dijo que no lo adorasen a él a través de imágenes (Éx. 20:2-
6; Dt. 4:15-18; 12:31: “Esto nos recuerda que
hay dos maneras de cometer idolatría: adorar a cualquier cosa que no sea el
verdadero Dios o adorar al verdadero Dios de manera inadecuada”.
La biblia nos da claros
ejemplos de gente adorando DE UNA MANERA QUE DIOS NO LES PIDIÓ:
·
Génesis 4: 1-6.
·
Éxodo 32: 1-6, 15-24.
·
Levítico 10:1-2.
·
1ª Samuel 13: 8-13.
·
2ª Samuel 6:6-7.
·
Hechos 10.25-26.
·
Hechos 14:12-14.
El Nuevo Testamento es muy
claro y nos dice cómo debemos
adorar.
·
Con Agradecimiento (Col. 3:17).
·
Con Reverencia
(He. 12:28-29).
·
En Unidad
(Ro. 15:6).
·
En Espíritu Y En Verdad (Juan. 4:24).
·
Decentemente
(1 Co. 14:40).
·
De Manera Que Edifiquemos A Todo El Cuerpo (1 Co. 14:26).
El acto de adoración
colectiva es tanto vertical (hacia DIOS) como horizontal (a nuestros hermanos),
nuestros cantos, nuestros aplausos, los gritos de júbilo, la danza, etc. Sirve
para edificar y ministrar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo: Efesios 5:19 y Colosenses 3:16.
Para adorar a Dios
correctamente, necesitamos saber cómo Dios quiere ser adorado, y él ha revelado
esto en su Palabra. Por tanto, la sana doctrina nos enseña cómo adorar. Nos prepara
para seguir el guion que Dios mismo ha escrito para la adoración.
Sin lugar a dudas la
cultura en la que nos encontremos influye mucho en cuanto al estilo musical con
el cual adoramos, sin embargo debemos plantearnos una pregunta siempre que
adoremos con música: ¿La letra de la canción y su ritmo honran y dan Gloria a DIOS?
O solo hablan de las cosas de DIOS o
temática cristiana.
La adoración no es un
éxtasis emocional que aparece de repente, ni tampoco un estado de la mente tipo
meditación y éxtasis que se puede obtener
a través de la relajación. Al contrario, es la respuesta a Dios de nuestro corazón,
mente, alma y fuerzas; la respuesta a su glorioso ser y a sus obras poderosas.
No fomentemos la adoración
centrándonos en la adoración, sino llenando nuestras mentes con una visión
completa de la belleza y la santidad de
Dios. Esto significa que la música no es lo que dirige nuestra adoración. En
realidad, la música —y me refiero a cantar como congregación— es un vehículo para
nuestra adoración
Es más, la adoración genuina depende
muy poco de la música que acompaña a
nuestro cantar. La música instrumental en la iglesia debería apoyar el
cántico congregacional, pero un cierto estilo de música no es la llave que
desata nuestra adoración. Esa llave es la gloria y la majestad de Dios.
Debemos empezar a dejarnos
llevar por la adoración, pero no a la manera mal interpretada que se ha dado en
los últimos tiempos, lo que debemos hacer es proponernos glorificar a nuestro
DIOS como Él se merece y nos lo pide en su palabra.
Eso requiere esfuerzo y
dedicación de nuestra parte para dejar a un lado la apatía y la indiferencia
que muchas veces mostramos, no basta con venir a la iglesia (no le hacemos
ningún favor a nadie y menos a DIOS) debemos de ADORAR a DIOS, a la manera de
DIOS y con el corazón correcto que nos da solo la palabra de DIOS.
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