La semana pasada comenzamos con esta serie de
predicaciones titulada: Esclavos de Cristo, y entendimos que el concepto filosófico
del libre albedrío en la salvación de nuestras almas es completamente anti
bíblico, y esa forma de pensar pelagiana se ha infiltrado en la iglesia a tal
grado que ha vuelto el cristianismo altamente antropocéntrico.
Concluimos con una poderosa verdad, los seres humanos
somos siempre esclavos en nuestra voluntad, y solo hay dos dueños, dos amos,
dos señores posibles: o somos esclavos del pecado o somos esclavos de Cristo, y
paradójicamente si somos esclavos de Cristo encontraremos la verdadera y genuina
libertad para nuestras almas.
La biblia nos dice en el libro de Hechos 11.26, que a los primeros discípulos se les llamo cristianos
en Antioquia, sin embargo, la connotación de la palabra dista mucho de lo que
entendemos hoy en día, en la actualidad se le llama cristiano indistintamente a
católicos, testigos de jehová, mormones,
adventistas del séptimo día, etc.
En cambio, en el primer siglo de la iglesia, ser
cristiano iba mucho más allá de ser un partidario de Cristo, de tener fines
comunes o de hacer una oración y ser miembro
de la iglesia, ser cristiano era estar dispuesto literalmente a dar la vida
por la convicción de Cristo como su Señor y Salvador.
Si hemos leído El
libro de los mártires de John Foxx, sobre todo los dos primeros capítulos,
donde narra las persecuciones y castigos infringidos a los primeros cristianos
nos daremos cuenta del gran impacto que tenía el título en ellos, para los
primeros seguidores de Cristo era tan importante el título CRISTIANO que no una
o dos, muchas veces murieron gustosos de ser considerados como tales.
La frase soy cristiano era muy común al
responder a los interrogatorios, de hecho, era prácticamente lo único que
respondían cuando se les intimidaba con amenazas de tortura y muerte para que
abandonaran su Fe, no decían su nacionalidad, no decían su nombre, no decían su
oficio, no alegaban inocencia, sus únicas palabras eran SOY CRISTIANO.
Esta frase los fortalecía como testigos y mártires de
la causa de Cristo y al mismo tiempo confundía a los perseguidores de la
iglesia, no importaba cual fuera la pregunta seguían contestando una y otra vez
la misma corta, pero poderosa frase: soy
cristiano.
Seguir a Jesús era la suma de toda su existencia. En el momento en que
la vida misma pendía de un hilo, nada importaba más excepto identificarse ellos
mismos con Él, y lo hacían con la frase SOY CRISTIANO.
Para estos fieles creyentes de los primeros dos siglos
de la iglesia, el nombre «cristiano» era mucho más que una mera designación
religiosa como lo es hoy en día, el ser cristianos definía todo acerca de
ellos, incluyendo cómo se veían a sí mismos y al mundo a su alrededor.
El sello “cristiano” enfatizaba su amor por el Mesías
crucificado junto a su disposición a seguirle sin importar el costo. Esto
hablaba de la transformación total que Dios había producido en sus corazones y
daba fe de la realidad de que en Cristo se habían renovado completamente,
espíritu, alma y mente.
Ellos habían muerto a su antiguo modo de vida,
habiendo nacido nuevamente en la familia de Dios. Cristiano no era simplemente
un título sino una forma completamente nueva de pensamiento, una que tenía
serias implicaciones por cómo vivían, y finalmente cómo morían.
Esto debe llevarnos a reflexionar:
¿Qué significa en
realidad ser cristianos?
Los primeros mártires tenían muy claro lo que
significaba ser cristiano. Sin embargo, pregunte hoy lo que significa y
probablemente vamos a recibir una variedad de respuestas, aun de aquellos que
se identifican con este título:
·
Es algo cultural.
·
Es una tradición religiosa.
·
Es algo político.
·
Son valores morales fuertes.
·
La religión verdadera.
·
Es asistir los domingos a la iglesia.
·
Es cuando recibes a Cristo en tu corazón.
·
Es creer en Cristo.
·
Etc.
Todo esto se queda muy corto en comparación con lo que
nos dice la biblia que significa ser cristianos, antes de ser llamados
cristianos en Antioquia, se les conocía como:
·
Discípulos.
·
Hermanos.
·
Creyentes.
·
Santos.
·
Seguidores del Camino.
Como ya lo mencionamos, la connotación no era la misma
que tiene hoy en día, el sobrenombre de cristianos era más bien una burla de
los no creyentes con la intención de poner en ridículo a aquellos que seguían a
Jesucristo. 1ª Corintios 1:23.
Pero lo que comenzó como una burla pronto se convirtió
en símbolo del más alto honor, pues ser cristiano del griego cristianois (χριστιανός, G5546), era
por ser identificado como discípulo de Jesucristo y que lo reconocían como
seguidor de Él.
Ser cristiano en el sentido real del término es ser un
seguidor INCONDICIONAL de Cristo, como Jesús mismo lo dijo en Juan 10.27 mis ovejas oyen mi voz y ME SIGUEN.
Ser cristiano sugiere mucho más que solo simpatizar
con los “hermanos en la iglesia” ser cristiano es mucho más que solo venir a la
iglesia escuchar las predicaciones, ser cristiano es mucho más que creer en
Cristo y sus bonitas enseñanzas, ser cristiano es mucho más que un acercamiento
superficial.
J.C. Ryle dijo: Por
desgracia hay mucha gente bautizada, pero que en la vida práctica no sabe nada
de Cristo, si les preguntas sobre fe, nuevo nacimiento, justificación,
santificación, y otros temas básicos y simples de la biblia reaccionan como si
les hablarás en otro idioma, desconocen el cristianismo como lo desconoce un
budista, y aun así esta es la religión de miles y miles de personas que en
nuestros días se llaman cristianos.
Ser verdaderamente cristiano demanda un afecto profundo por Cristo,
lealtad inalterable a él y sumisión a su Palabra. Juan 8:31. Juan 12:26. Juan
15.14.
Si te dices a ti mismo cristiano debes entender que
estas proclamando al mundo que todo sobre ti, absolutamente todo, incluyendo tu
identidad personal se trata de Cristo, se cimienta en Cristo y es en Cristo,
por Cristo y para Cristo, pues te has negado a ti mismo, para seguirle y
obedecerle, Cristo es tu Salvador, pero también es tu Señor, de ser así te será fácil entender al apóstol Pablo en Filipenses 1:21.
Desde su aparición en Antioquía, el término cristiano
se ha convertido en el sello predominante de aquellos que siguen a Jesús. Es
una designación apropiada, pues se enfoca justamente en el protagonista
principal de nuestra fe: Jesucristo. A pesar de eso irónicamente, la palabra
misma solo aparece tres veces en el Nuevo Testamento; dos en el libro de los
Hechos y una en 1ª Pedro 4.16.
La escritura además de usar el término cristiano,
también nos da otra serie de títulos para identificar a los seguidores de
Cristo, entre estos títulos están:
·
Forasteros
y extranjeros de DIOS.
·
Peregrinos
en el mundo.
·
Ciudadanos
del cielo.
·
Luminarias
del mundo.
·
Herederos
de DIOS.
·
Coherederos
con Cristo.
·
Ovejas
del rebaño.
·
Embajadores
de Cristo.
·
Amigos
del señor.
·
Atletas.
·
Soldados.
·
Pámpanos
(ramas) en la vid.
·
Pueblo
de DIOS.
·
Reyes
y Sacerdotes.
·
Nación
santa.
·
Linaje
escogido.
·
Etc.
Todas estas descripciones engloban lo que significa
ser cristiano bíblicamente hablando, sin embargo, la biblia utiliza una
metáfora con más frecuencia que todas las anteriores, y esta descripción de lo
que significa ser cristiano es tan impactante que nos describe a la perfección
lo que significa ser cristiano en realidad: ESCLAVO.
La palabra griega para esclavo es doulos (δου̂λος, G1401) y se traduce como esclavo,
siervo o servidor, se utiliza en el sentido de la esclavitud física, pero
también se aplica al menos 40 veces a los creyentes en Cristo en su relación
con su amo celestial: Cristo.
Para los primeros creyentes, ser cristiano era
sinónimo de ser esclavo de Cristo, de ahí que su identidad era impacta a tal
grado que dar su vida era poco por seguir al salvador de sus almas.
Hay registros de historiadores como Eusebio, que
dicen que muchos de los primeros mártires por la causa de Cristo, respondían soy
hombre libre pues soy esclavo de Cristo, esto es porque su identidad
misma se había redefinido radicalmente por el evangelio de Jesucristo, ya
fueran esclavos o libres en esta vida, todos ellos sabían que se habían
liberado de la esclavitud del pecado al ser comprados a precio de sangre,
habían llegado ahora a ser ESCLAVOS DE CRISTO y esto es lo que en esencia
significa ser cristiano desde la perspectiva bíblica. 1ª Corintios 6:20 y 7:23.
La
biblia nos muestra que a los creyentes se nos ordena someternos a Cristo
completamente, no somos siervos contratados o empleados espirituales, le
pertenecemos por completo a Cristo.
Eso significa que lo obedecemos sin preguntar y que
lo seguimos sin reclamar nada, Jesucristo es nuestro amo y nuestro Dueño, por
eso es que le decimo Kurios o Señor somos
sus esclavos y fuimos comprados para obedecerle y honrarlo humilde e
incondicionalmente.
A muchos tal vez nos confronten duramente estas
palabras, pues en la iglesia moderna no se habla mucho acerca de este concepto
de identidad cristiana, como vimos la semana pasada, nos enseñan que nosotros
decidimos con nuestro libre albedrío seguir a Cristo, que nosotros somos los
que le damos a Cristo la libertad de actuar en nuestras vidas, que se trata de nosotros,
cuando la biblia tiene un solo tema y un solo mensaje: JESUCRISTO.
El cristianismo actual, influenciado por la
doctrina pelagianista habla de todo menos de ser Esclavos de Cristo, se habla
de éxito, salud, riquezas, prosperidad, felicidad, mejor vida hoy, que somos
campeones, que somos el centro de atención, que somos los consentidos de DIOS,
que DIOS ha puesto todo a nuestro favor, es un cristianismo pelagiano “cohelico”
Escuchamos a los “cristianos” modernos evangelizar con frases como DIOS te ama y
tiene un plan maravilloso para tu vida, DIOS quiere bendecirte, DIOS desea que
tengas lo mejor en tu vida, ven a Cristo y no tendrás problemas, el evangelismo
se ha convertido en ambición personal, realización personal y gratificación
personal, y muchas personas creen que de esto es lo que se trata nuestra
relación con Cristo.
Ven a Cristo como aquel que arregla nuestros
problemas, nos ayuda en nuestras vidas, nos cuida y nos prospera, pero nada
más, por eso no es de sorprendernos que los mal llamados cristianos actuales NO
SE DIFERENCIAN EN NADA CON LA GENTE DEL MUNDO.
La biblia nos enseña todo lo contrario, Cristo es
el amo, dueño y Señor de los creyentes, nosotros le pertenecemos, somos su
posesión, Cristo es el Rey, Salvador y Señor y nosotros somos sus subordinados,
somos su propiedad, en otras palabras, somos sus esclavos.
Esta verdad de la Escritura es difícil de ver en la
actualidad también porque la traducción al español de la biblia ha dado al
griego Duolos la traducción de siervo (servidor, criado) en lugar de esclavo,
cuando Duolos aparece 124 veces en el nuevo testamento.
Aunque es muy cierto que las tareas y deberes de
los esclavos y los servidores eran muy parecidas hay una diferencia crucial
entre los dos: los siervos se contratan, los esclavos se poseen.
Los sirvientes tienen la libertad de elegir para
quién trabajan y qué hacen. La idea de servidumbre mantiene cierto nivel de
autonomía propia y derechos personales. Los esclavos, por su parte, no tienen
ni libertad, ni autonomía, ni derechos. En el mundo grecorromano, a los
esclavos se les consideraba propiedad, al punto que a los ojos de la ley se les
veía como cosas en lugar de como personas. Ser el esclavo de alguien era ser su
posesión, atado a obedecer su voluntad sin dudar ni argumentar, ni mucho menos
reclamar.
La traducción de Duolos en siervo y no en esclavo
se debió a la mala connotación que tenía la palabra en la sociedad occidental,
como veremos nada tiene que ver la esclavitud grecorromana con la esclavitud
afroamericana, por ejemplo, en otras palabras, fue por cuestiones culturales
meramente, es por ello que al escudriñar la escritura acudimos a los idiomas
originales.
El énfasis de la Biblia en la esclavitud respecto a
Cristo se pierde desde las páginas de la mayoría de las traducciones al
español. No obstante, eso que está oculto en nuestras versiones modernas fue
una verdad central para los apóstoles y las generaciones de creyentes que
vinieron después de ellos (no estamos inventando ni descubriendo una doctrina
nueva).
Lo vemos en escritos de los padres apostólicos
como:
·
Ignacio (murió en el 110 D.C.).
·
Policarpo (69-155 D.C.).
·
Ambrosiastro.
·
Agustín de Hipona.
·
Juan Crisóstomo.
·
Y en tiempo un poco más recientes Charles H.
Spurgeon.
Nuestra esclavitud a Cristo tiene implicaciones
radicales por cómo pensamos y vivimos. Se nos ha comprado con un precio.
Pertenecemos a Cristo. Somos parte de un pueblo para su posesión propia. El
entendimiento de esto cambia todo acerca de nosotros, comenzando por nuestras
perspectivas y nuestras prioridades.
El cristianismo verdadero no es añadir a Jesucristo
a mi vida. Más bien, es dedicarme yo mismo por completo a Él, sometiéndome
enteramente a su voluntad y procurando agradarlo por encima de todo. Esto
demanda la muerte propia y seguir al Amo, sin importar el costo. En otras palabras, ser cristianos es ser
esclavos de Cristo.
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