Esta es la tercera enseñanza de nuestra serie titulada
Esclavos de Cristo, en la primera enseñanza entendimos la verdad acerca del
libre albedrío: es un concepto filosófico y pelagianista que es incompatible
con la verdad de la Escritura: La Salvación es solo del Señor, nosotros no
elegimos a Cristo, Cristo nos eligió a nosotros, y al final de cuentas todos
somos esclavos, o del pecado o de Cristo.
En la semana pasada vimos que el impacto del término
cristiano era tal en los primeros dos siglos de la iglesia que transformó
radicalmente sus vidas, esto fue así porque el título cristiano tiene que ver
que nuestra condición de esclavos de Cristo, nosotros somos esclavos de Cristo
no sus meros servidores o empleados espirituales y los esclavos a diferencia de
los siervos o empleados son propiedad de sus dueños, nosotros somos propiedad
de Cristo, Él nos compró a precio de sangre.
El día de hoy continuando con esta serie vamos primeramente
a adentrarnos en la cultura grecorromana de la época de los primeros cristianos
para entender más a fondo el concepto de esclavo, su impacto y sus
implicaciones en nuestro caminar como discípulos de Jesucristo.
La esclavitud en el imperio romano de la época neo
testamentaria era una estructura social dominante, era tan común que nunca
nadie la cuestiono como institución, esclavos de todas las edades, géneros y
etnias constituían una clase socioeconómica muy importante en la antigua Roma.
Se estima que aproximadamente la quinta parte de la
población en ese entonces vivía en la esclavitud, llegando a una cifra cercana
a los doce millones de esclavos, por eso es que la economía de roma dependía
tanto de esta clase social que constituía la mano de obra que hacia funcionar
al imperio.
Los primeros esclavos llegaron a roma por medio de sus
conquistas militares alrededor del mundo, mientras más crecía el imperio
capturaban a poblaciones enteras que después vendían como esclavos, pero ya en
el primer siglo de la era cristiana la mayoría de los esclavos lo eran por
nacimiento (nacían siendo esclavos pues sus padres eran esclavos) por lo tanto
la mayoría de los esclavos de la época de la primera iglesia NUNCA habían
conocido la libertad, toda su vida desde su nacimiento había sido en
cautiverio.
Como dependían de su entrenamiento y de las
necesidades de sus amos, los esclavos ejercían funciones numerosas, tanto
dentro como fuera de la casa. Desde maestros hasta cocineros, desde mensajeros
hasta doctores; los esclavos estaban involucrados en una variedad amplia de
ocupaciones y al caminar por las calles era difícil distinguir a simple vista
entre los esclavos y los no esclavos. No había diferencia entre la forma de
vestir, tampoco en las responsabilidades que ejercían, cualquier trabajo podía
bien ser realizado por un esclavo que por un libre.
Los esclavos de la casa recibían más honra que otros,
pues trabajaban más cerca de sus amos. Como miembros de la casa, estaban
íntimamente involucrados en cada parte de la vida de la familia, desde el
cuidado de los hijos del amo hasta la administración de su casa o incluso
administrando los intereses de su negocio, como José en Egipto.
Un esclavo malvado era un gran inconveniente y podía
causar serios daños a los bienes del dueño. No obstante, un esclavo leal y
diligente era un patrimonio maravilloso para su amo. El esclavo fiel podía
mirar hacia el futuro para recibir posiblemente su libertad algún día, una
recompensa que con frecuencia los dueños utilizaban para motivar a sus esclavos
al cumplimiento absoluto. (si eres fiel y trabajador un día serás libre era la
promesa).
La esclavitud también ofrecía cierta cuota de
protección económica y social para aquellos cuyos amos eran bondadosos y bien
respetados. Los esclavos no tenían que preocuparse por su próxima comida, o si tendrían
o no un lugar para dormir. Su preocupación única era velar por los intereses de
sus dueños. A cambio, el amo se ocupaba de sus necesidades. Además, si el amo
era un miembro prestigioso o poderoso de la comunidad, como un oficial del
gobierno, sus esclavos también eran respetados por su relación con él. Un gran
trato de honra se daba a los esclavos de alguien altamente estimado por la
sociedad romana.
No obstante, debemos ser cuidadosos en no crearnos una
impresión de la esclavitud del primer siglo excesivamente romántica. Ser
esclavo era ser posesión de otra persona, totalmente subyugado a un amo en
todo. El filósofo griego Aristóteles definió a un esclavo como un ser humano
que se consideraba como un artículo de propiedad, alguien que pertenecía
completamente a otra persona y los romanos antiguos veían la esclavitud de la
misma manera: «El esclavo no tiene, en
principio, derechos, ni status legal en absoluto; sino que era una posesión
personal de su amo». Como resultado, el esclavo «podía poseerse y
negociarse como cualquier otra pieza de propiedad. Estaba completamente a
merced de su dueño, sin derechos». (Como lo es un automóvil en la actualidad).
Por lo tanto, lo bien o mal que vivía un esclavo
dependía por completo del amo, si el dueño del esclavo era abusivo, temperamental,
iracundo entonces la vida de dicho esclavo era totalmente miserable, en cambio,
si el dueño del esclavo era una persona razonable, amable, gentil, era una vida
exponencialmente mejor.
Lo único que tenían en común todos los esclavos del
primer siglo es que todos tenían dueño, de ahí en fuera la experiencia de la
esclavitud de una persona dependía casi enteramente de las costumbres de la
familia del dueño, los negocios y la clase social particular a la que
pertenecía el dueño y al carácter del dueño mismo.
Cada dueño de esclavos era totalmente diferente y
definía la naturaleza de la vida de sus esclavos. Por su parte, los esclavos
solo tenían un objetivo primario: Complacer al amo en todo a través de su
obediencia leal a él.
Es en este contexto cultural grecorromano que Jesús y
sus apóstoles hablaron de la esclavitud y la usaron como una metáfora para
describir la vida cristiana, pero para complementar nuestra visión de esta
ilustración del nuevo testamento es necesario considerar brevemente la esclavitud
del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento.
La palabra hebrea para esclavo es ebed y significa al igual
que Duolos sirviente, jornalero, servidor y esclavo, y al igual que con el
término griego su significado pleno se pierde en las traducciones al español,
por eso es necesario ir a los originales para darnos cuenta de la fuerza de
esta palabra.
La esclavitud fue parte de la historia de Israel desde
sus primeros días como nación. Incluso antes del nacimiento de Isaac, en Génesis 15: 13-15, Dios reveló a
Abraham que sus descendientes experimentarían un día gran sufrimiento como
esclavos en una tierra extranjera. Un anticipo de la aflicción que vendría solo
tres generaciones más tarde cuando a José, el bisnieto de Abraham, sus hermanos
lo vendieron mandándolo al cautiverio.
No obstante, lo que los hermanos de José pretendieron
para mal, Dios lo orquestó para bien, exaltando al anteriormente esclavo a un
lugar de poder político y utilizándolo para salvar millones de vidas de la
hambruna. Al final, José se reconcilió con sus hermanos y volvió a reunirse con
su padre Jacob. Toda su familia incluso descendió a Egipto, donde se
establecieron en una región llamada Gosén.
Aunque inicialmente los egipcios recibieron con
honores a los descendientes de Jacob (o Israel, como se le renombró en Génesis
35) finalmente los esclavizaron. Éxodo
1:8-14.
Cuando los israelitas clamaron a Dios por ayuda, Él
los liberó de una manera tan espectacular como milagrosa. Los relatos de la
vida de Moisés, la zarza ardiente, las diez plagas, la Pascua y la división del
Mar Rojo son todos clásicos de la Escuela Dominical. No obstante, no debemos
dejar que nuestra familiaridad con las historias reste mérito a los
sorprendentes milagros que tuvieron lugar. Egipto, el poder mundial de sus
días, se estaba desmantelando sistemáticamente bajo la ira impresionante de
Dios, mientras Él gloriosamente ponía en exposición su majestad y liberaba a su
pueblo.
Sin embargo, el éxodo de Egipto no dio autonomía
completa a los israelitas. En lugar de ello, esto los envió hacia un tipo
diferente de sujeción. Aquellos que una vez fueron propiedad de faraón en
Egipto se convirtieron en la posesión del Señor en el desierto, ellos cambiaron
de dueño. Éxodo 19.5. Levítico 25:55.
Al pueblo hebreo se le había liberado de un amo para servir a otro. Dios
sería su Rey soberano y ellos serían sus leales subordinados.
Cuando los apóstoles utilizaron las imágenes de la
esclavitud tanto para sus predicaciones como para escribir el Nuevo Testamento,
eran plenamente conscientes de lo que eso significaba en términos de la
historia judía, así como de la cultura romana.
Desde el punto de vista de la historia de Israel, ser
esclavo de Dios era identificarse a sí mismo con aquellos parados en el Monte
Sinaí y con las intenciones nobles que se proclamaron, «Haremos todas las
palabras que Jehová ha dicho» (Éxodo
24.3). Más aun, era alinearse con hombres notables de fe, tales como
Abraham, Moisés, David y los profetas, líderes espirituales que ejemplificaron
sumisión incondicional a la voluntad y a la Palabra de Dios
Desde el punto de vista de la cultura del primer
siglo, la esclavitud sirvió como una ilustración apropiada de la relación del
creyente con Cristo, relación de sumisión completa y sumisión al amo. En ambos
casos, ser esclavo era estar bajo la autoridad completa de otra persona. Esto
significaba rechazar la autonomía personal y abrazar la voluntad de otro. El
concepto no requería grandes explicaciones, pues la esclavitud era común y
había existido por muchos siglos.
Cuando el apóstol Pablo se describía así mismo como
esclavo de Cristo o esclavo de DIOS los lectores sabían perfectamente a que se
refería:
·
Romanos
1.1.
·
Gálatas
1.10.
·
Filipenses
1.1.
·
Tito
1.1.
Por su puesto que esta aseveración de Pablo era muy
impactante pues en el contexto grecorromano, como las ciudades a las que Pablo
escribió, la libertad personal era preciada, la esclavitud era denigrante y la
esclavitud auto impuesta era despreciable y abominable.
Sin embargo, para Pablo, cuya única ambición era ser
agradable a Cristo, no podría haber una auto designación más adecuada. Su vida
giraba en torno a su Amo, a su dueño, a su Señor. Nada más importaba, ni
siquiera sus planes personales.
El apóstol Pablo no fue el único escrito neo
testamentario que de auto designo como esclavo de Cristo:
·
Santiago
1:1.
·
2ª
Pedro 1:1.
·
Judas
1.
·
Apocalipsis
1:1.
Santiago, Pedro, Judas y Juan fueron compañeros del
Señor Jesucristo en su ministerio terrenal, y fueron los líderes del movimiento
cristiano en la iglesia primera, bien podríamos decirles actualmente que fueron
parte de una élite VIP espiritual, sin embargo, estos humildes hombres se daban
por gozosos y satisfechos con que se les llamara esclavos del Señor Jesucristo.
Y es otra gran diferencia con el evangelio pelagiano
donde el antropocentrismo ha despertado la ambición de los dirigentes, que se
auto nombran profetas y apóstoles modernos, cuando el título y oficio
apostólico se limitó solo a los 12 elegidos por el Señor Jesús.
Cuando examinamos el Nuevo Testamento, rápidamente
encontramos que el término esclavo de
Cristo no estaba reservado para creyentes tibios o para los neófitos espirituales. Los apóstoles con
entusiasmo abrazaron el título para ellos mismos y también lo utilizaron para
referirse a otros en el ministerio.
La palabra doulos, o esclavo, incluso se utiliza en
todo el libro de Apocalipsis para describir la eterna relación de los creyentes
con el Señor. Apocalipsis 22.3-4.
Al igual que Israel fue esclavo en Egipto, pero cambió
de dueño al ser liberado, también nosotros fuimos esclavos del pecado, pero ahora
tenemos un nuevo amo, un nuevo dueño y Señor en nuestras vidas.
Para liberar a Israel DIOS utilizó la sangre derramada
por los sacrificios de la primera pascua, para comprarnos a nosotros en el
mercado de esclavos del pecado DIOS lo ha hecho de una forma más sublime, la
sangre de Cristo derramada en la cruz del calvario fue el precio que pago por
nosotros, Cristo es nuestra pascua. 1ª
Corintios 5.7. Nuestro dueño es el Señor Jesucristo.
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