lunes, 18 de julio de 2016

Esclavos De Cristo 3: Nuestro Dueño. Apocalipsis 22:3.

Esta es la tercera enseñanza de nuestra serie titulada Esclavos de Cristo, en la primera enseñanza entendimos la verdad acerca del libre albedrío: es un concepto filosófico y pelagianista que es incompatible con la verdad de la Escritura: La Salvación es solo del Señor, nosotros no elegimos a Cristo, Cristo nos eligió a nosotros, y al final de cuentas todos somos esclavos, o del pecado o de Cristo.

En la semana pasada vimos que el impacto del término cristiano era tal en los primeros dos siglos de la iglesia que transformó radicalmente sus vidas, esto fue así porque el título cristiano tiene que ver que nuestra condición de esclavos de Cristo, nosotros somos esclavos de Cristo no sus meros servidores o empleados espirituales y los esclavos a diferencia de los siervos o empleados son propiedad de sus dueños, nosotros somos propiedad de Cristo, Él nos compró a precio de sangre.

El día de hoy continuando con esta serie vamos primeramente a adentrarnos en la cultura grecorromana de la época de los primeros cristianos para entender más a fondo el concepto de esclavo, su impacto y sus implicaciones en nuestro caminar como discípulos de Jesucristo.

La esclavitud en el imperio romano de la época neo testamentaria era una estructura social dominante, era tan común que nunca nadie la cuestiono como institución, esclavos de todas las edades, géneros y etnias constituían una clase socioeconómica muy importante en la antigua Roma.
 
Se estima que aproximadamente la quinta parte de la población en ese entonces vivía en la esclavitud, llegando a una cifra cercana a los doce millones de esclavos, por eso es que la economía de roma dependía tanto de esta clase social que constituía la mano de obra que hacia funcionar al imperio.

Los primeros esclavos llegaron a roma por medio de sus conquistas militares alrededor del mundo, mientras más crecía el imperio capturaban a poblaciones enteras que después vendían como esclavos, pero ya en el primer siglo de la era cristiana la mayoría de los esclavos lo eran por nacimiento (nacían siendo esclavos pues sus padres eran esclavos) por lo tanto la mayoría de los esclavos de la época de la primera iglesia NUNCA habían conocido la libertad, toda su vida desde su nacimiento había sido en cautiverio.

Como dependían de su entrenamiento y de las necesidades de sus amos, los esclavos ejercían funciones numerosas, tanto dentro como fuera de la casa. Desde maestros hasta cocineros, desde mensajeros hasta doctores; los esclavos estaban involucrados en una variedad amplia de ocupaciones y al caminar por las calles era difícil distinguir a simple vista entre los esclavos y los no esclavos. No había diferencia entre la forma de vestir, tampoco en las responsabilidades que ejercían, cualquier trabajo podía bien ser realizado por un esclavo que por un libre.

Los esclavos de la casa recibían más honra que otros, pues trabajaban más cerca de sus amos. Como miembros de la casa, estaban íntimamente involucrados en cada parte de la vida de la familia, desde el cuidado de los hijos del amo hasta la administración de su casa o incluso administrando los intereses de su negocio, como José en Egipto.

Un esclavo malvado era un gran inconveniente y podía causar serios daños a los bienes del dueño. No obstante, un esclavo leal y diligente era un patrimonio maravilloso para su amo. El esclavo fiel podía mirar hacia el futuro para recibir posiblemente su libertad algún día, una recompensa que con frecuencia los dueños utilizaban para motivar a sus esclavos al cumplimiento absoluto. (si eres fiel y trabajador un día serás libre era la promesa).

La esclavitud también ofrecía cierta cuota de protección económica y social para aquellos cuyos amos eran bondadosos y bien respetados. Los esclavos no tenían que preocuparse por su próxima comida, o si tendrían o no un lugar para dormir. Su preocupación única era velar por los intereses de sus dueños. A cambio, el amo se ocupaba de sus necesidades. Además, si el amo era un miembro prestigioso o poderoso de la comunidad, como un oficial del gobierno, sus esclavos también eran respetados por su relación con él. Un gran trato de honra se daba a los esclavos de alguien altamente estimado por la sociedad romana.

No obstante, debemos ser cuidadosos en no crearnos una impresión de la esclavitud del primer siglo excesivamente romántica. Ser esclavo era ser posesión de otra persona, totalmente subyugado a un amo en todo. El filósofo griego Aristóteles definió a un esclavo como un ser humano que se consideraba como un artículo de propiedad, alguien que pertenecía completamente a otra persona y los romanos antiguos veían la esclavitud de la misma manera: «El esclavo no tiene, en principio, derechos, ni status legal en absoluto; sino que era una posesión personal de su amo». Como resultado, el esclavo «podía poseerse y negociarse como cualquier otra pieza de propiedad. Estaba completamente a merced de su dueño, sin derechos». (Como lo es un automóvil en la actualidad).

Por lo tanto, lo bien o mal que vivía un esclavo dependía por completo del amo, si el dueño del esclavo era abusivo, temperamental, iracundo entonces la vida de dicho esclavo era totalmente miserable, en cambio, si el dueño del esclavo era una persona razonable, amable, gentil, era una vida exponencialmente mejor.

Lo único que tenían en común todos los esclavos del primer siglo es que todos tenían dueño, de ahí en fuera la experiencia de la esclavitud de una persona dependía casi enteramente de las costumbres de la familia del dueño, los negocios y la clase social particular a la que pertenecía el dueño y al carácter del dueño mismo.

Cada dueño de esclavos era totalmente diferente y definía la naturaleza de la vida de sus esclavos. Por su parte, los esclavos solo tenían un objetivo primario: Complacer al amo en todo a través de su obediencia leal a él.

Es en este contexto cultural grecorromano que Jesús y sus apóstoles hablaron de la esclavitud y la usaron como una metáfora para describir la vida cristiana, pero para complementar nuestra visión de esta ilustración del nuevo testamento es necesario considerar brevemente la esclavitud del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento.

La palabra hebrea para esclavo es ebed y significa al igual que Duolos sirviente, jornalero, servidor y esclavo, y al igual que con el término griego su significado pleno se pierde en las traducciones al español, por eso es necesario ir a los originales para darnos cuenta de la fuerza de esta palabra.

La esclavitud fue parte de la historia de Israel desde sus primeros días como nación. Incluso antes del nacimiento de Isaac, en Génesis 15: 13-15, Dios reveló a Abraham que sus descendientes experimentarían un día gran sufrimiento como esclavos en una tierra extranjera. Un anticipo de la aflicción que vendría solo tres generaciones más tarde cuando a José, el bisnieto de Abraham, sus hermanos lo vendieron mandándolo al cautiverio.

No obstante, lo que los hermanos de José pretendieron para mal, Dios lo orquestó para bien, exaltando al anteriormente esclavo a un lugar de poder político y utilizándolo para salvar millones de vidas de la hambruna. Al final, José se reconcilió con sus hermanos y volvió a reunirse con su padre Jacob. Toda su familia incluso descendió a Egipto, donde se establecieron en una región llamada Gosén.

Aunque inicialmente los egipcios recibieron con honores a los descendientes de Jacob (o Israel, como se le renombró en Génesis 35) finalmente los esclavizaron. Éxodo 1:8-14.

Cuando los israelitas clamaron a Dios por ayuda, Él los liberó de una manera tan espectacular como milagrosa. Los relatos de la vida de Moisés, la zarza ardiente, las diez plagas, la Pascua y la división del Mar Rojo son todos clásicos de la Escuela Dominical. No obstante, no debemos dejar que nuestra familiaridad con las historias reste mérito a los sorprendentes milagros que tuvieron lugar. Egipto, el poder mundial de sus días, se estaba desmantelando sistemáticamente bajo la ira impresionante de Dios, mientras Él gloriosamente ponía en exposición su majestad y liberaba a su pueblo.

Sin embargo, el éxodo de Egipto no dio autonomía completa a los israelitas. En lugar de ello, esto los envió hacia un tipo diferente de sujeción. Aquellos que una vez fueron propiedad de faraón en Egipto se convirtieron en la posesión del Señor en el desierto, ellos cambiaron de dueño. Éxodo 19.5. Levítico 25:55.

Al pueblo hebreo se le había liberado de un amo para servir a otro. Dios sería su Rey soberano y ellos serían sus leales subordinados.

Cuando los apóstoles utilizaron las imágenes de la esclavitud tanto para sus predicaciones como para escribir el Nuevo Testamento, eran plenamente conscientes de lo que eso significaba en términos de la historia judía, así como de la cultura romana.

Desde el punto de vista de la historia de Israel, ser esclavo de Dios era identificarse a sí mismo con aquellos parados en el Monte Sinaí y con las intenciones nobles que se proclamaron, «Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho» (Éxodo 24.3). Más aun, era alinearse con hombres notables de fe, tales como Abraham, Moisés, David y los profetas, líderes espirituales que ejemplificaron sumisión incondicional a la voluntad y a la Palabra de Dios

Desde el punto de vista de la cultura del primer siglo, la esclavitud sirvió como una ilustración apropiada de la relación del creyente con Cristo, relación de sumisión completa y sumisión al amo. En ambos casos, ser esclavo era estar bajo la autoridad completa de otra persona. Esto significaba rechazar la autonomía personal y abrazar la voluntad de otro. El concepto no requería grandes explicaciones, pues la esclavitud era común y había existido por muchos siglos.

Cuando el apóstol Pablo se describía así mismo como esclavo de Cristo o esclavo de DIOS los lectores sabían perfectamente a que se refería:

·         Romanos 1.1.
·         Gálatas 1.10.
·         Filipenses 1.1.
·         Tito 1.1.

Por su puesto que esta aseveración de Pablo era muy impactante pues en el contexto grecorromano, como las ciudades a las que Pablo escribió, la libertad personal era preciada, la esclavitud era denigrante y la esclavitud auto impuesta era despreciable y abominable.

Sin embargo, para Pablo, cuya única ambición era ser agradable a Cristo, no podría haber una auto designación más adecuada. Su vida giraba en torno a su Amo, a su dueño, a su Señor. Nada más importaba, ni siquiera sus planes personales.

El apóstol Pablo no fue el único escrito neo testamentario que de auto designo como esclavo de Cristo:

·         Santiago 1:1.
·         2ª Pedro 1:1.
·         Judas 1.
·         Apocalipsis 1:1.

Santiago, Pedro, Judas y Juan fueron compañeros del Señor Jesucristo en su ministerio terrenal, y fueron los líderes del movimiento cristiano en la iglesia primera, bien podríamos decirles actualmente que fueron parte de una élite VIP espiritual, sin embargo, estos humildes hombres se daban por gozosos y satisfechos con que se les llamara esclavos del Señor Jesucristo.

Y es otra gran diferencia con el evangelio pelagiano donde el antropocentrismo ha despertado la ambición de los dirigentes, que se auto nombran profetas y apóstoles modernos, cuando el título y oficio apostólico se limitó solo a los 12 elegidos por el Señor Jesús.

Cuando examinamos el Nuevo Testamento, rápidamente encontramos que el término esclavo de Cristo no estaba reservado para creyentes tibios o para los neófitos espirituales. Los apóstoles con entusiasmo abrazaron el título para ellos mismos y también lo utilizaron para referirse a otros en el ministerio.

La palabra doulos, o esclavo, incluso se utiliza en todo el libro de Apocalipsis para describir la eterna relación de los creyentes con el Señor. Apocalipsis 22.3-4.

Al igual que Israel fue esclavo en Egipto, pero cambió de dueño al ser liberado, también nosotros fuimos esclavos del pecado, pero ahora tenemos un nuevo amo, un nuevo dueño y Señor en nuestras vidas.


Para liberar a Israel DIOS utilizó la sangre derramada por los sacrificios de la primera pascua, para comprarnos a nosotros en el mercado de esclavos del pecado DIOS lo ha hecho de una forma más sublime, la sangre de Cristo derramada en la cruz del calvario fue el precio que pago por nosotros, Cristo es nuestra pascua. 1ª Corintios 5.7. Nuestro dueño es el Señor Jesucristo.

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