El primer capítulo del evangelio del apóstol Juan está
dedicado en su mayoría a presentarnos la unión hipostática, un Jesús 100% ser humanos
en la Encarnación y al mismo tiempo un cristo 100% DIOS en la creación y
sustentación del universo.
Ahora juan el apóstol en los versículos del 19 al 34
nuevamente dirige su atención a su homónimo Juan el bautista. De los versos 19
al 28, prácticamente son una consolidación de lo dicho anteriormente en los
versículos del 6 al 8.
Presenta a Juan el bautista como aquel que da
testimonio, el mártir por la causa de Cristo, Juan el bautista al ser
interrogado por los dirigentes de los judíos claramente confiesa yo no soy el Cristo.
Ya lo entendimos, la misión de Juan era solo la de
preparar el camino al Señor Jesús, en su debido momento él menguó, fue a menos,
voluntariamente dejó la fama, el reconocimiento público y puso los reflectores
en Cristo, algo digno de imitar en nuestros días de egocentrismo desmedido por
parte de la gran mayoría de los dirigentes de los movimientos mal llamados
cristianos, pues si en realidad fueran cristianos hablarían únicamente de Cristo.
Los dirigentes judíos, desesperados le reclaman a Juan
el motivo por el cual bautizaba si el mismo no se consideraba ni el profeta, ni
Elías ni el Cristo.
Sutilmente le estaban preguntando ¿Quién te dio la
autoridad para ejercer una función religiosa si no eres nadie especial?
Lo que molestaba a aquellos sacerdotes, que estaban
interrogando al hijo de un sacerdote, no era tanto la predicación como el hecho
de que bautizaba. Los sacerdotes pretendían saberlo todo acerca de los
lavamientos. Desde luego sabían que no cualquiera podía administrar los ritos
de la purificación.
Juan contesta y deja callados a sus adversarios, que
se nota no estaban preparados para este tipo de respuesta tan profunda
espiritualmente:
Yo bautizo en agua (solo un signo exterior), dando a entender nuevamente que él no es nadie por sí
mismo, que no tiene ningún tipo de gracia especial que lo sostenga, más en
medio de ustedes esta uno al que ustedes no conocen.
¿Cómo podía Juan el bautista tildar de ignorantes a
los maestros y doctores de la ley mosaica? ¿Acaso no son ellos los que pasan
largas horas estudiando la ley? Esto ya lo explicamos anteriormente, es porque
ellos esperaban un mesías rey, que los libertara de la opresión de sus enemigos
e instaurara el reino de David, es decir el esplendor judío como potencia
nacional.
En el versículo 27 Juan el bautista nuevamente da
señales de lo que es la verdadera humildad ante la majestad de Cristo diciendo
que él ni siquiera es digno de desatar
la correa de su calzado. Marcos 1:7.
Desatar las sandalias era oficio de esclavos. Lo
hacían cuando sus amos volvían a casa, antes de lavarles los pies según la
costumbre. Si Juan se tenía por indigno e incompetente para ese honor de servir
a Cristo en el inferior de los oficios de un esclavo, ¡cuán indignos deberíamos
tenernos nosotros de servirle!
Por eso es que el pensar que le hacemos un favor a
DIOS al venir a la iglesia o al servir es una incoherencia y es no conocer la
majestad del Rey Todopoderoso, él no nos necesita, no le hacemos falta para
servirle, ni siquiera estamos calificados para encorvarnos y desatar sus
sandalias, cuanto y más estamos descalificados para servir en la iglesia.
O peor aún, aquellos que se la pasan declarando,
atando, desatando, estableciendo y decretando sus deseos, ordenándole a DIOS
que hacer y cuando hacerlo, ignoran que el mayor
hombre nacido de mujer (Mateo 11:11) es decir Juan el bautista no se
consideraba ni al grado de un esclavo a sus pies.
Al siguiente día de sucedido esto Jesús se presenta a
Juan el bautista, lo cual causa un gran impacto en Juan y dice una frase que ha
hecho eco en la cristiandad por siglos: he aquí el cordero de DIOS que quita el
pecado del mundo.
Aquí nos vamos a detener y enfocar nuestra atención un
momento, pues es la esencia de nuestra enseñanza de hoy.
¿A
qué se refiere Juan con esa frase?
¿Por
qué compara a Cristo con un cordero?
¿Cómo
puede quitar el pecado del mundo?
Juan el bautista, como buen judío conocía
perfectamente la historia de la liberación del pueblo de Israel de la
esclavitud de 400 años en Egipto, este relato lo encontramos en el libro de Éxodo Capítulos del 3 al 12.
En el capitulo 3 leemos el llamamiento de Moisés por
parte de DIOS en medio de la zarza que ardía pero que no se consumía, y su
comisión para ir a hablar con el faraón a exigirle dejar en libertad a su
pueblo.
En los siguientes capítulos encontramos las muy
famosas 10 plagas de Egipto, las cuales fueron enviadas con el propósito de
humillar públicamente a cada uno de los dioses que se veneraban en ese país y
que el DIOS verdadero fuera exaltado y reconocido: Éxodo 7.1-7.
Las plagas y su respectivo dios humillado fueron:
1. El
agua en sangre. Hapi dios del rio Nilo.
2. Plaga
de ranas. Heket diosa con cabeza de rana.
3. Piojos.
Sebek dios protector de la tierra.
4. Moscas.
Sebek.
5. Ganado
muerto. Hathor diosa con cabeza en forma de vaca.
6. Ulceras.
Imhotep dios de la medicina.
7. Granizo
y fuego. Nut la diosa del cielo.
8. Plaga
de langostas. Min diosa de la vegetación.
9. Oscuridad
3 días y 3 noches. Horus el dios sol.
10. Muerte
de los primogénitos. Amón Ra dios de la vida.
Pero es la décima plaga, la muerte de los
primogénitos la que nos interesa en nuestra enseñanza de hoy, pues DIOS
advirtió a Moisés que se preparara el pueblo para ella. Éxodo 12:3-8.
Juan el bautista presento a Jesús como el
cordero de DIOS haciendo una clara alusión al cordero de la pascua, el
cual era una sombra, solo una figura o tipo de lo que sería el sacrificio de Cristo
por la humanidad al derramar su preciosa sangre en la cruz del calvario.
¿Por qué tuvo que haber derramamiento de sangre de
parte de Cristo?
La única forma de que DIOS perdone los pecados es
por medio de la sangre, nuestro DIOS es DIOS de Justicia y la justicia es
básicamente equilibrio, el pecado
trae consigo la muerte tanto espiritual como natural Romanos 3:23, por lo tanto, debe de verter vida para traer
equilibrio en la situación Levítico
17:14.
Es por esto que sin derramamiento de sangre no hay
perdón Hebreos 9:22.
Para el pueblo de Israel le es dado como
mandamiento para poder expiar sus pecados el ofrecer holocaustos y ofrendas de
manera continua, pues los sacrificios de animales no quitan el pecado: Hebreos 10:4. Es solo la sangre de CRISTO LA QUE LIMPIA TODO PECADO 1a Juan 1:7. Apocalipsis 1:5.
El cordero que iba a ser sacrificado para la primera
pascua debía ser perfecto, sin manchas en su pelaje, sin ojo nublado, pezuña
rota, absolutamente ningún defecto podía tener o sería rechazado y esto nos
habla de la impecabilidad de Cristo, el cual NO cometió ningún pecado para ser
el sacrificio perfecto.
Ese cordero sería sacrificado y la sangre
debía ser esparcida por medio de un hisopo, que era un manojo de hierba y
aplicaron tres señales: Éxodo 12:21-22.
La sangre de Jesús deja tres señales en el ser humano:
1)
La señal
interna: se trata de la limpieza interior.
Nuestro pasado ya desapareció y Dios no se
acuerda de él. Ya no necesitamos andar removiendo el ayer, pidiendo perdón
permanentemente por lo mismo. Dios lo borró de su mente.
2)
La señal
externa: está tipificada en el Antiguo Testamento en Levítico 8:22-23. Al igual que en la pascua, cuando SEÑALARON los
postes y los dinteles de las puertas con la sangre del cordero sacrificado para
esa ocasión, Moisés SEÑALO a su hermano Aarón con la sangre del carnero, en el
lóbulo y los pulgares derechos.
Es nuestra nueva manera de vivir, no podemos solo decir que somos
lavados por la sangre y vivir como lo hacíamos antiguamente, la regeneración se
debe de notar pues en nuestro interior que fue lavado con la sangre del
Cordero, ahora vive Cristo y Él nos lleva a vivir diferente, es el camino a la
santidad.
3)
La Señal Eterna: la señal que deja la sangre de Jesús sobre de
sus hijos es a prueba de tiempo, es permanente, no se quita jamás. Romanos 8:31-39.
Cuando una persona está marcada con la sangre
del Cordero, haga lo que haga, diga lo que diga, piense lo que piense, JAMÁS se
le quitara la señal con la que está marcado…es simplemente ETERNA. Hebreos 13:20-21.
Si tenemos la señal interna fácilmente se notará la señal externa y eso
asegura la señal eterna, en otras palabras, si Cristo lavó nuestro
interior con su sangre entonces se notará un estilo de vida nuevo y esa es la
marca de la seguridad de nuestra salvación.
La pregunta del día de hoy es ¿Tenemos las marcas
de la sangre de Cristo en nuestras vidas? ¿Cómo podemos saberlo? Sencillo:
·
Primero ¿Reconoces que necesitas ser limpiado en tu
interior? ¿Reconoces que eres un pecador y que sin la sangre de Cristo estás
perdido? Si es afirmativa tu respuesta tienes la señal interna.
·
Segundo ¿Te duele pecar? ¿Te pesa el no cumplir con
la voluntad de DIOS? ¿Ya no pecas a
gusto? ¿Estás peleando decididamente con los hábitos pecaminosos de tu
carne y buscas madurar en la fe? Sí es si tu respuesta, entonces tienes la
señal externa.
·
Tercero ¿Confías completamente en la obra de Cristo
en la Cruz? ¿Crees con todo tu corazón que estás en el hueco de la Mano de DIOS
y que de ahí nadie te puede arrebatar? Si es así, tienes la señal eterna.
Y no olvides que ninguna de estas viene de
nosotros, fue la sangre del Cordero la que nos marcó para siempre como
propiedad del Señor.
Juan el bautista termina su presentación de Jesús
al pueblo de Israel reconociendo su grandeza y reconociendo también que el que
capacitó al Señor Jesús para su obra Mesiánica fue el Espíritu Santo. (De este
tema hablaremos después, más adelante).
Juan
1:30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí
viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. 31 Y yo no
le conocía; más para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo
bautizando con agua. 32 También dio
Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma,
y permaneció sobre él. 33 Y yo no le
conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien
veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con
el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y
he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
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