Después de que Jesús confronta a los judíos por su
incredulidad, muchos de ellos creyeron en él, aunque de una forma superficial,
pues cuando les dice los requisitos para ser verdaderos discípulos y tener por
consecuencia la libertad, de inmediato repelan diciendo que ellos nunca habían
sido esclavos de nadie.
Entonces Jesús les derriba su orgullo de un golpe, al
hacerles ver que ellos han sido esclavos del pecado y que además su tiempo
estaba contado para tener la exclusividad como pueblo escogido por DIOS.
En unas cuantas palabras de Jesús, encontramos
maravillosas verdades:
·
El orgullo que lleva a mentir y olvidarse de donde
DIOS nos ha rescatado.
·
Buscar justificar el orgullo con frases espirituales: linaje de Abraham somos.
·
No
podemos ser esclavos de nadie: todos
en este momento o somos esclavos de Cristo o somos esclavos del pecado.
·
Los esclavos no heredan solo los hijos de la libre:
los redimidos.
·
Si el hijo nos libera seremos ontológicamente libres: espíritu, alma y cuerpo son libres de la
condena, el poder y la presencia del pecado.
·
Ese tipo de libertad solo Cristo la puede dar, lo
demás son solo falsas ilusiones.
Pero las palabras de Jesús no se quedaron ahí,
prosiguió con su confrontación: 37 Sé
que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no
halla cabida en vosotros.
Lo que Jesús hizo fue reconocer su descendencia física
de Abraham, pero no les llama hijos de Abraham, además, solo reconoce que son
descendientes del padre de la fe para mostrarles que eso les trae más condena a
sus vidas por sus actitudes pecaminosas, en específico, les recalca el hecho de
que lo quieren matar. Juan 5:18. Juan
7:19, 25, 30, 32.
El plan para la muerte de Jesús a manos de los
dirigentes de los judíos está cada vez más de manifiesto en el evangelio de
Juan, hasta que por fin unos capítulos más adelante, queda explícito y es
echado a andar dicho plan.
La muestra de sus malévolos planes la dice el Señor, mi palabra no halla cabida en ustedes, si
bien es cierto que la Palabra desciende como la lluvia que riega toda la
tierra, sin embargo, el corazón de estos judíos era como la roca por la cual el
agua resbala sin lograr penetrar ni una sola gota.
¿Cómo podía hallar cabida la palabra de Cristo en unos
corazones que estaban llenos de odio y de venganza? ¿Cómo podemos decir que
amamos a DIOS si Su Palabra no tiene cabida en nuestros corazones?
Hay muchos que profesan ser creyentes, pero no dejan
lugar a la palabra de Cristo para que obre, porque tienen el corazón ocupado
por otras cosas. Ahora bien, donde la palabra de Jesús no tiene cabida nada
bueno puede esperarse, ya que quedará demasiado espacio para toda clase de
iniquidad. Mateo 15:19.
La palabra de Cristo requiere un lugar en el corazón,
no sólo para morar como en su propia casa, sino también para obrar, lugar donde
implantar la gracia y expulsar el pecado, y para reinar, al hacerse norma de nuestra
vida, por ello es que Jesús le dijo a Nicodemo que es necesario nacer de nuevo,
porque es únicamente cuando DIOS nos hace nacer de nuevo que el viejo corazón
de piedra es transformado, para ahora si poder recibir la Palabra. Ezequiel 11:19.
Si la palabra de
DIOS, toda, NO tiene cabida en nosotros, tal vez es porque aún no hemos nacido
de nuevo.
Jesús continúa diciéndoles: 38 Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que
habéis oído cerca de vuestro padre.
Jesús hace un contraste enorme entre su proceder y el
proceder de los judíos, los va preparando para la nada grata sorpresa de su
verdadera paternidad, por ello es que les deja en claro que Él hace lo que El
Padre, la primera persona de la Trinidad le dice que haga, pero que ellos, los
judíos hacen lo que de su padre han recibido.
Los judíos percibieron de inmediato la distinción de
paternidad que Jesús estaba marcando por eso de inmediato replicaron: 39 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre
es Abraham.
Lo que los judíos hacían era descartar una mala
procedencia, pero aun no entendían a fondo al Señor, su afirmación ahora no
solo era que descendían de Abraham, sino que eran hijos de Abraham padre
en todo el sentido de la palabra, no sólo físicamente sino también espiritualmente; en
consecuencia, somos espiritualmente libres y no necesitamos ser liberados de la
esclavitud. Se consideran a sí mismos como la descendencia espiritual de Abraham,
algo que la semana pasada entendimos no es así.
Por eso Jesús les responde 39b Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Antes
de que pensemos que Jesús está afirmando que las buenas obras salvan, aclaremos
que las obras de Abraham son el fruto de su justificación por su
relación de Fe con DIOS. Santiago
2:21-24.
Hace tiempo que hemos dejado en claro que son las dos
facetas de la Fe, la faceta interna: creerle a DIOS, la faceta externa: mostrar
buenas obras por creer, ambas son necesarias, ambas son inseparables en la fe
salvífica, así que Jesús no estaba afirmando que las obras salvan, estaba dando
a entender que no tenían el segundo aspecto de la Fe.
El fruto de creerle a DIOS para Abraham fue entre
otras cosas más:
·
Confiar que sus planes son mejores que los suyos. Génesis 12:1-4.
·
Confiar en que siempre cumple sus promesas. Génesis 17:23-24.
·
Confiar al grado, de no negar a entregar a su hijo. Génesis 22:1-18.
No por nada Abraham es considerado el padre de la fe,
y es el primero en ser llamado amigo de
DIOS. Isaías 41:8. Las 3 grandes
religiones monoteístas del mundo: el judaísmo, el islamismo y el cristianismo
tenemos en común al padre de la Fe.
Los judíos por supuesto que sabían estos y muchos
otros actos buenos y generosos de Abraham, por ello las siguientes palabras del
Señor fueron recibidas con aun más dureza y rechazo: 40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la
verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.
En contraste con Abraham que le creyó a DIOS, hospedó
ángeles, entregó a su hijo, estos supuesto hijos suyos lo que hacían era tramar
la muerte de Jesús hombre (hablando
de su parte humana, la parte divina no puede morir) quien fue el enviado por
DIOS para hablarnos la verdad que ha escuchado de DIOS mismo.
Para rematar, les repite la insinuación que no tienen
el mismo padre: 41 Vosotros hacéis las
obras de vuestro padre. Esto es, en esencia, una repetición de las palabras
de Jesús referidas en el versículo 38; sólo que comienza a resultar más claro quién
es este padre de los judíos: es la clase de padre que los estimula a matar al
Hijo único de Dios.
Esto resulta claro del versículo 40. El hecho mismo de
que Jesús todavía no les dice directamente a quien se refiere cuando les dice su padre, impacienta e indigna todavía
más a los judíos. Por ello lo interrumpen abruptamente para responder con
ofensas. 41b Entonces le dijeron:
Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
El último recurso de aquellos que se quedan sin
argumentos es el insulto, a eso estaban recurriendo los judíos, el nacido de
fornicación, es aquel concebido de una relación ilícita, como el adulterio, la
fornicación o la violación, a esto estaban llegando, a insultar a Jesús dudando
de su procedencia.
Hay la falsa historia, desde los días de Jesús mismo,
que en realidad no nació de manera virginal, que fue el producto de la
violación de una joven judía por parte de un soldado romano, por ello entre
otras cosas, es que los judíos no creen en Jesús lo consideran un ilegitimo, y
lo insultaban con ello.
Pero, además, como para darle más fuerza a su insulto,
se hacían así mismos como hijos de DIOS, tal vez apelando a pasajes como Malaquías 2:10. Es como si le estuvieran diciendo: nosotros sabemos que nuestro padre es DIOS,
tu ni conociste a tu padre porque naciste de fornicación.
Jesús, como era su costumbre, en lugar de refutar o contra
atacar los insultos, les contesta con palabras llenas de sabiduría que los
dejan aun en mayor humillación: 42 Jesús
entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque
yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él
me envió.
Llegamos aquí al clímax de nuestro sermón, las
palabras que Jesús les lanza a los judíos, son un estándar, una medida para
todo ser humano que dice amar a DIOS, es la evidencia necesaria, pues no todo
aquel que le diga Señor, Señor entrará en
el reino de los cielos.
En primer lugar, para los judíos fue la manera en que
derribo sus pretensiones de ser hijos de DIOS, Si Dios fuera su Padre real y espiritual,
la consecuencia es que le amarían a él. Al amarlo, también amarían a su Hijo,
Jesús. Pero lo odian; por tanto, también odian al Padre, y no son sus
verdaderos hijos. 1ª Juan. 5:1.
Jesús les estaba una vez más revelando su procedencia,
contrario a lo que los teólogos liberales piensan, Jesús SI estaba muy
consciente de su divinidad, de su propósito y destino planeado desde antes de
que fuera creada la tierra.
Yo de DIOS he salido, habla de su procedencia divina, y he venido habla de su Encarnación con el propósito de poder
efectuar la redención de sus elegidos, No
he venido de mí mismo, nuevamente recalca que cumple a la perfección la
voluntad del Padre, El que Le envió.
Las palabras que más eco deben hacer el día de hoy en
nuestros corazones y que es mi oración recapacitemos y meditemos en ellas: si nuestro Padre es DIOS ciertamente
amaríamos a Jesús.
Hoy en día son muchos los que afirman ser hijos de
DIOS, hay hasta quienes afirman que TODOS somos hijos de DIOS, basta dicen
ellos con que seas un ser humano, por consecuencia ya eres un hijo de DIOS, no
hay nada más alejado de la verdad de la Escritura.
Como la semana pasada entendimos somos hijos aquellos
que hemos recibido la promesa es
decir que el Espíritu Santo, pero si somos hijos es necesario que tengamos una
característica que nos distinga: El amor
a Cristo.
Amar a Cristo es la característica que distingue a un
hijo de DIOS, pero no un amor sentimental o subjetivo, no podemos decir que le
amamos a nuestra manera, no es así, nosotros no somos quienes dictan las reglas, es DIOS por medio de
su Palabra, la forma de saber si amamos a Cristo es viendo que dice la
Escritura que hacen aquellos que le aman: Juan
14:15.
Hay personas que piensan que amar es rendirle todo a DIOS, hasta hay un
canto de JAR que lo dice una y otra vez: “Yo me rindo a Él”.
Sin embargo, debemos de ir más allá de la rendición, pues somos su amada su esposa no su secuestrada. Esto no quiere decir que rendir todo a DIOS
este mal, pero hay mucho más que eso en nuestra relación con Él, nadie quiere
tener un conyugue frio, sin amor ni sentimientos, pero eso sí fiel y resignado
que no te dejara y te servirá…pero sin afectos, sin amor, solo rendido a ti.
Todo ser humano desea un conyugue que le desee, eso es un anhelo
inherente en nuestra naturaleza que DIOS puso ahí, pues somos hechos a su
imagen, DIOS anhela una esposa que más que otra cosa le desee, le ame y se
derrita de pasión por Él.
Que más que una imposición o un requisito, el leer la biblia, el
congregarnos, el orar, el cantar alabanzas y todas las demás actividades
espirituales, si es que las hacemos regularmente, sean una expresión de amor a
Cristo y no solo un pesado deber religioso.
En esta época hay muchos ejemplos de maridos que por darle TODO a su
familia, salen todo el día, toda la semana, todo el mes, todo el año a trabajar
para suplir las necesidades, en casa no falta nada, comida, ropa, auto, dinero,
bienes, etc. Excepto algo: ÉL marido mismo. Y ten por seguro que muchas esposas
cambiarían sin pensarlo dos veces todas estas cosas porque su marido estuviera
en casa con la familia.
Si decimos que somos hijos de DIOS, pero no guardamos sus mandamientos,
estamos cayendo en una seria contradicción, y es un gran riesgo, creer que
somos hijos y herederos cuando en realidad vamos camino al desastre y la
condenación eterna. 1ª Juan 5:3.
Jesús dijo que si lo amamos vamos a guardar
sus mandamientos, amar a Cristo, fomentar nuestra relación con Él por
medio de la lectura de la Palabra, de la oración, de congregarnos, etc. va a
traer como resultado irremisible el guardar sus mandamientos, no al revés.
Si Fracasamos En Guardar Los Mandamientos, Es
Un Síntoma Del Problema (Falta De Relación Con Cristo) No Es El Problema En Sí.
La verdadera cuestión al desobedecer a DIOS
en sus mandamientos es la falta de amor, si nos esforzamos más por obedecer que por amarle, que no nos sorprenda el
fallar una y otra vez.
El remedio para la obediencia no es tratar de
obedecerle, es amarle más, cada día más, como Abraham que confió siempre, como
David que compuso Salmos, como Elías, como Eliseo, como la sulamita del libro
de Cantares, pero surge una gran
pregunta al respecto ¿Cómo puede crecer nuestro amor a nuestro Padre Celestial?
Conocerle Es Amarle.
Cuando se le preguntó a Jesús cuál era el
mandamiento más grande que se había dado, Jesús dijo que era amarle. El amor de
una persona hacia Dios es directamente proporcional a su conocimiento de Él. No
podemos amar a alguien que no conocemos, siempre lo hemos recalcado, pero
mientras más conocemos a alguien más le vamos a amar. Mateo 22:36-38.
Por Eso, El Conocer A DIOS Íntimamente, Es Lo
Más Importante Que Podemos Hacer En Nuestras Vidas.
Si te sientes débil en tu amor por tu Padre
Celestial, pídele al Espíritu Santo que te revele al Padre de una forma más
plena cada día a través de cada circunstancia que venga a tu vida, ese es su
ministerio y lo va a hacer, ten la seguridad de ello.
Si estás hambriento de conocer a DIOS, Él se
va a dejar conocer y conforme le llegues a conocer más, más le vas a amar y
mientras más le ames más y más fácil será cumplir sus mandamientos y no serás
tú, será Cristo en ti.
Nuestro concepto de DIOS debe ser renovado, de
ese DIOS enojón, que no nos acepta, que demanda todo de nosotros, por el
concepto del DIOS de amor, que nos amó hasta la muerte y muerte de Cruz y que
pase lo que pase nos seguirá amando por la eternidad.
Mientras más le conozcas, más lo vas a amar y
mientras más lo ames, más lo vas querer seguir conociendo, será un ciclo
interminable de amor.
Si decimos que somos hijos de DIOS, pero no
amamos a Cristo demostrando ese amor por medio de la obediencia a su voluntad,
no somos mejores que los fariseos que insultaban a Jesús diciéndole hijo de
fornicación, tal vez no lo insultemos a palabras hirientes y blasfemos como las
de los fariseos, pero nuestra conducta, tenlo por seguro es ofensiva a su
perfecta justicia y santidad.
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