domingo, 1 de abril de 2018

El Evangelio De Juan 69: La Maldición De Esta Generación. Juan 9.3-12.


El capítulo 9 del evangelio de Juan nos narra la historia de un hombre que nació ciego, su curación milagrosa y lo que esta situación desencadenó en el ministerio terrenal de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Lo primero que vimos, fue la falta de sensibilidad por parte de los discípulos del Señor, pues en una muestra de morbo y curiosidad innecesaria e preguntaron a su maestro quien había pecado para que este hombre naciera sin poder ver.

Los discípulos estaban razonando:

·         Detrás de todo problema o enfermedad hay un pecado.
·         Generalmente el pecado es del que tiene el problema o enfermedad.
·         Pero este hombre nació así, por lo tanto, no es su pecado.
·         Entonces la unica alternativa posible es que el pecado es de sus padres.
·         Pero esto no sería un acto justo de DIOS.
·         Hay otra alternativa, tal vez este hombre pecó en el vientre de su madre.

En la actualidad el neo pentecostalismo toma pasajes como este y otros más que vimos la semana pasada, y aislados de sus respectivos contextos han diseminado la falsa enseñanza de las maldiciones generacionales, una maldición generacional, según dicen ellos, es el pago por el pecado que DIOS establece sobre la vida de una persona y sus descendientes, es la manifestación de pecados que cometieron nuestros antepasados.

Según esta mala enseñanza la forma de pasar la maldición a las siguientes generaciones es por medio de la herencia genética, así como heredamos nuestros rasgos físicos (ojos, cabello, nariz, etc.) también heredamos las maldiciones que hemos acarreado en nuestras vidas de pecados.

La semana pasada dejamos en claro por medio de la Escritura y la explicación correcta de los pasajes en su contexto que estas enseñanzas son heréticas, nosotros los hijos de DIOS somos libres del pago por el pecado, se llama Justificación la maldición por no cumplir la ley cayó sobre Cristo en la cruz del calvario. Mateo 27:46. Gálatas 3:13.

Lo que en la vida real vemos es un patrón de conducta aprendido más que heredado, el ejemplo perfecto lo encontramos en la vida de Abraham y su hijo Isaac, el cual al igual que su padre mintió para salvar su vida, diciendo que su esposa era su hermana, esto no es una atadura es mala enseñanza de nosotros como padres a nuestros hijos.

Es bueno recodar nuevamente que si nosotros somos tibios espiritualmente no podemos esperar que nuestros hijos sean ardientes siervos del Señor.


Entendimos que, si pasamos por alguna situación difícil en nuestras vidas, dejemos de lado esas espurias enseñanzas que tergiversan el carácter Justo de DIOS y descansemos en su Soberanía. Lucas 13:1-5. No es lo mismo que transmitamos los efectos de los pecados a nuestras generaciones (o que lo recibimos nosotros) a decir que estamos en maldición, eso es imposible si estamos En Cristo. Romanos 8:1.

Lo siguiente que nos narra el apóstol Juan es la reacción del Señor Jesús y como el mismo se manifiesta en contra de esta forma de pensar incorrecta, al contestarles a sus discípulos acerca de ¿Quién había pecado el ciego de nacimiento o sus padres? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 

En esta respuesta Jesús descarta de inmediato los pecados personales del hombre y los pecados de sus padres como causas a las cuales atribuir su ceguera. Aunque si se tuviera que mencionar una causa, la respuesta sería el pecado de Adán, nuestra cabeza representativa, pues no podemos descartar ni al ciego ni a sus padres como pecadores por nacimiento.

Sin embargo, en estos momentos Jesús ni siquiera se interesa por esto. Prefiere mirar hacia adelante en lugar de mirar retrospectivamente como los discípulos, ellos se preguntaban ¿Cómo sucedió? El Señor Jesús les contesta el ¿Para qué sucedió?

Dios lo tenía predestinado desde la eternidad pasada, para que naciera así, con el propósito de que cuando el Señor Jesús lo encontrará en su camino, lo sanara para que en todo DIOS sea glorificado, si nosotros aceptáramos esta verdad no solo en nuestro intelecto sino en nuestro corazón, nuestra actitud ante las tribulaciones sería totalmente diferente. Romanos 8:28.

Lejos de ser una manifestación de pena, esta enfermedad era una oportunidad de gloria, nosotros de la misma manera cuando pasemos por situaciones que no entendamos y el dolor nos cause querer abandonar todo, recordemos que DIOS es por mucho más sabio, más justo, más bueno, más poderoso y más amoroso, así que recibamos las situaciones con gozo, el gozo de saber que nuestro DIOS va a ser glorificado, aunque no sepamos con exactitud el cómo, tal vez pasen muchos años, como este ciego, para que lo sepamos.

Lo siguiente que les dice el Señor nos deja ver nuevamente su grandeza. 4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.

Los discípulos pensaban ¿Por qué le paso esto? Jesús pensaba ¿Qué puedo hacer por él? Son dos formas de mirar el mismo acontecimiento y obviamente la manera del Señor es mucho mejor, nos es necesario o menester, urgente, apremia que obedezcamos a DIOS nos dice Jesús, antes de que la reacción de la gente evite que podamos seguir adelante.

La expresión “entre tanto que el día dura” se explica en el versículo que sigue con entre
tanto que estoy en el mundo. Mientras duró su ministerio terrenal fue que el Señor Jesús alumbro al mundo con sus actos llenos de bondad, llegada la noche, el momento en que dio su último suspiro, esta parte de su ministerio termino para Él, aunque continuó por un breve periodo de tiempo en manos de la primera iglesia.

Además, es evidente que la expresión “soy la luz del mundo” en este texto, nos da la clave para la interpretación de lo que sigue. La curación del hombre ciego de nacimiento. 6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7 y le dijo: Vé a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

No sabemos por qué el Señor escogió este método específico. Las explicaciones que se
suelen dar no satisfacen completamente; por ejemplo,

·         Que lo hizo para grabar en el hombre la idea de que el poder de curación venía de Jesús (pero, ¿no hubiera bastado para esto la palabra de Jesús?).
·         O para utilizar las cualidades salubres de la saliva o del barro.
·         O para hacer todavía más ciego a este hombre de forma que pudiera valorar más hondamente la curación.
·         O para simbolizar el hecho de que el hombre había sido hecho del polvo de la tierra; etc., etc.

Si hubiera que dar una explicación, se podría decir que el Señor utilizó este método para producir la actitud adecuada de corazón y mente; es decir, para producir obediencia perfecta, esa clase de sumisión que lleva a cabo un mandato al parecer arbitrario. 2ª Reyes 5:10. 



En Ambos Casos El Mandamiento Fue Prueba De Obediencia.

La fe que no produce fruto, la fe que trae arrepentimiento en el pecador y obediencia en el hijo de DIOS es una fe muerta, seca, sin vida en sí misma, si decimos tener Fe, pero está no produce obediencia en nosotros, nuestra fe como diría Santiago es muerta.

¿Significa que debemos obedecer sin cuestionar? ¿La llamada fe ciega? Por su puesto que NO, ya lo establecimos, la fe del cristiano es una fe inteligente no una fe ciega, más que no cuestionarnos nada, es entender que por encima de nuestras dudas, preguntas e incertidumbres se encuentra DIOS en perfecto control de todo.

La fe inteligente a diferencia de la fe ciega está basada en el carácter de DIOS, y a pesar de las dudas, sabe en quien está confiando y por eso obedece.

Seguramente por la mente del pobre ciego pasaban los más rebeldes pensamientos:
·         ¿Para qué me hace esto?
·         ¿Acaso un poco de lodo y agua del estanque me van a devolver la vista?
·         ¿Es burla lo que me hace?
·         ¿Cómo se supone esto me va a sanar?

Y encima el Señor lo manda al estanque de Siloé o el enviado a lavarse el lodo de los ojos, por más que se supiera el camino de memoria eso no aligera el inconveniente de que ¡estaba ciego!

Cuando se le dice al hombre que vaya a lavarse al estanque de Siloé, aunque es verdad que esto debe tomarse en el sentido más literal, de forma que debía realmente lavarse los ojos en este estanque, el significado más profundo es sin duda que para la purificación espiritual uno debe acudir al verdadero Siloé; es decir, a aquél que fue enviado por el Padre para salvar a los pecadores: Jesucristo.

A pesar de lo extraño del mandato, el hombre obedece de inmediato. Va al estanque y con la mano recoge agua. Se lava con ella el lodo de los ojos. (El pasaje no implica en modo alguno que se sumergiera en el estanque. Se trata de un ciego, no de un leproso.) Su obediencia recibe la recompensa prometida (no merecida): regresó viendo.

Los siguientes versículos nos dejan ver las primeras reacciones al milagro: 8 Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? 9 Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Vé al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.

Las opiniones estaban divididas. Unos decían, “¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?” Esperaban respuesta afirmativa, aunque en la pregunta hay un ligero elemento de duda nacida de la sorpresa. Otros responderían con absoluta certeza, “Él es”.

Pero otros, incapaces de creer que alguien ciego de nacimiento pudiera ser curado, afirmaban vigorosamente una y otra vez: “no es él, pero se parece a él”. Quizá estos últimos se engañaron un poco debido al cambio que habían ocurrido en el aspecto y el porte del hombre. El que había sido curado puso fin a la controversia afirmando repetidamente, “si soy yo”.

Los vecinos ya no dudan respecto a la identidad del hombre. Es muy natural que en respuesta le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?

El hombre les hace un relato ligeramente condensado de lo que había sucedido: El respondió: El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: Vé al Siloé y lávate; y fui y me lavé y recibí la vista. Incluso menciona el nombre de su benefactor (alguien debe habérselo dicho), no se dio cuenta de que el que hizo el milagro es el Redentor del mundo. 

Del siguiente verso es que toma nombre nuestra enseñanza del día de hoy: 12 Entonces le dijeron: ¿Dónde está él? Él dijo: No sé.

Le acababa de dar el don de la vista, después de años y años de no ver nada en lo absoluto, ni siquiera se podía imaginar los rostros, las cosas, nada, para él nunca habían estado al alcance de su mente, y lastimosamente cuando le preguntan por Jesús dice NO LO SE.

Esa sí es la verdadera maldición en la cual una persona puede estar, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos de Cristo, nada hay más lamentable, más triste y más angustioso que un casi cristiano, que al igual que este ciego de nacimiento, solo se ha conformado con muy poco y no ha gustado del don celestial del nuevo nacimiento.

Por ello es que los milagros no son el llamado a evangelizar, nunca lo fueron y nunca lo serán, como Calvino decía opacan a Cristo y el mensaje del evangelio, esa sí es la maldición de esta generación. Mateo 12:38-39.

Aquellos que predican que las personas pueden cargar con maldiciones de sus generaciones anteriores, es porque ellos mismos viven, al igual que muchos en este mundo en la maldición de esta generación, no ciegos naturales, sino ciegos espirituales.

Es más fácil echar la culpa del adulterio a un espíritu maligno o a una atadura generacional que admitir que se es pecador necesitado de la infinita y sublime gracia del Señor, esa si es la verdadera maldición de esta generación.

Y aquellos que no estamos bajo la maldición de esta generación, es decir aquellos que reconocemos nuestro propio pecado, por su gracia nos apartamos de esa forma de vivir pues reconocemos que es contraria al carácter justo y santo de DIOS, no es porque seamos mejores, es solo por la gracia que DIOS tuvo a bien derramar sobre nosotros.





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