lunes, 22 de octubre de 2018

El evangelio de Juan 97: El final de la Autosuficiencia. Juan 13:36-38.


El día de hoy terminaremos de escudriñar el capítulo 13 del Evangelio del discípulo al cual Jesús amaba, hemos visto que nuevamente contiene material exclusivo, que no encontramos en los evangelios sinópticos, aunque también encontramos material paralelo a otros relatos.

El capítulo comienza con Jesús y sus 12 discípulos más cercanos, los 12 apóstoles y él reunidos en el aposento alto para tomar la muy conocida última cena, que era una cena de preparación para celebrar la pascua, la celebración religiosa judía más importante del año.

Pero antes de tomar la cena, la costumbre era lavarse los pies de los invitados, dicha tarea la realizaba por lo regular el sirviente o esclavo de menor rango en casa, pero en esta ocasión no lo había, el aposento solo alojaba a Jesús y los 12, en lugar de que alguno, quien fuera de los doce se diera a la tarea humilde del servicio mutuo, el orgullo y la vanagloria hizo presa de ellos, de hecho, momentos antes habían discutido sobre su lugar a la mesa.

Es en medio de esta situación, que el Señor Jesús les de la lección de su vida en cuanto a servicio y humildad, se despoja de su túnica y sus vestimentas, de ciñe una toalla a la cintura y toma la jarra y el lebrillo y comienza a lavar los pies uno por uno a sus discípulos.

Esto continúa bajo el asombro y la vergüenza de ellos, hasta llegar el turno del impulsivo de Pedro, quien de inmediato le replica al Señor que se detenga, que no le lave los pies, pues la incomodidad del momento no lo dejaba estar en paz, a lo cual el Señor le enseña por medio de un acto simbólico una serie de verdades:

·         Es necesario como parte del estado de humillación.
·         El acto en sí representa todo el estado de humillación.
·         Si estamos bañados (justificados) solo hace falta lavarnos los pies (santificarnos).

Y es aquí que el Señor da indicios de la próxima traición de Judas, aunque de forma indirecta todavía, todos están limpios menos uno les dijo, después de lavarles los pies y vestirse de nuevo, el Señor Jesús confronta a sus discípulos con la pregunta concreta: ¿Saben lo que les he hecho o lo que ha pasado?

Les he dejado el ejemplo máximo a seguir, si yo, dice Jesús, soy su Señor y su maestro y me he ceñido la toalla del servicio, lo menos que puedo esperar de aquellos que se digan ser mis discípulos es que se sirvan los unos a los otros, esa es la medida de la grandeza verdadera, no cuantos te sirven a ti, sino a cuantos tu sirves, y podemos añadir que al final del día solo podremos decir siervo inútil soy hice solamente lo que tenía que hacer.

Después de esto el Señor, en medio de la cena, recostado en su pequeño sillón, hace el anuncio que deja a todos desorientados: uno de ustedes, que mete su pan conmigo en el plato, me va a entregar a mis enemigos.

Uno a uno comenzaron a preguntarle de forma directa ¿acaso seré yo Señor? Hasta llegar el turno del hipócrita de Judas que solo le dice ¿Acaso seré yo maestro? Pedro entonces le hace señas a Juan para que le preguntara quien le iba a entregar, ya que Juan se encontraba más cerca del Señor Jesús, El Señor le responde a quien yo de mi pan remojado, ese me va a entregar, acto seguido remoja el pan en la salsa de frutos y lo da en la boca a Judas, dicho acto en la época bíblica era una señal de intimidad, amistad y amor desinteresado.

Después de despedir al traidor de Judas con un bocado de pan remojado en salsa de frutos con vinagre, el Señor Jesucristo les hace un anuncio a los 11 discípulos restantes en el aposento alto: hijitos, ya solo estaré con ustedes un poco y a donde yo voy ustedes no me pueden seguir.

Inmediatamente, aun antes de permitir que alguno de ellos le cuestione al respecto, les hace la mención de un nuevo precepto, uno que definirá realmente sus vidas, que los transformará por completo, el cual es el sello de los verdaderos discípulos de Jesús: el amor.

Jesús es muy claro: en esto conocerán los demás que son mis discípulos, este será su sello su marca distintiva, si tuvieren amor los unos por los otros, no dijo que el distintivo fuera:

·         Los dones.
·         La unción.
·         El conocimiento.
·         La teología.
·         Los logros en el ministerio.
·         Los años de cristiano.
·         La sana doctrina por si sola.

El sello distintivo de un genuino discípulo es el amor como el de Cristo, puro, abnegado, desinteresado e incondicional.

Hace tiempo que entendimos que pasaremos la eternidad al lado de nuestros hermanos en Cristo, por eso es tan importante que los empecemos a amar desde este lado, en el tiempo.

¿Cómo expresar el amor incondicional que hemos recibido en una forma práctica? Comienza:

1.      Perdonando si te han ofendido alguna vez en la iglesia.
2.      Estudiar juntos la palabra de DIOS.
3.      Compartiendo los alimentos continuamente.
4.      Comienza a servir a los demás.
5.      Comparte el sufrimiento: sentir el dolor que otros sienten.

Las palabras de Jesús han hecho impacto en sus discípulos por todas las generaciones posteriores, la verdadera iglesia del Señor siempre se ha caracterizado por amar aun y cuando es aborrecida, perseguida, odiada y ultrajada.

El escrito de Tertuliano que leímos la semana pasada, es solo uno entre miles, por ejemplo, en el libro de los mártires leemos una y otra vez a los fieles cristianos llevados al sufrimiento, bendecir y orar por aquellos que los torturan.

Sin embargo, no fue así al principio, si nos percatamos, Pedro dejó su mente en otros asuntos, que a su parecer era de mayor importancia, por ello es que, a pesar de que el Señor Jesucristo les hubiera dado la mayor de las instrucciones jamás recibidas, Pedro ni siquiera asintió en señal de aceptación.

Lo primero que atinó a preguntar fue: 36 ¿A dónde vas Señor?

Pudo haber formulado un sinfín de preguntas relacionadas con el amor fraternal:

·         ¿Cómo amar a mis enemigos?
·         ¿Cuándo demostrar ese amor?
·         ¿Qué hago si no siento ganas de amar?
·         ¿Quién puede amar así Señor?
·         Etc.

Sin embargo su mente no estaba en las instrucciones de Jesús, su mente estaba inmersa en sus propios asuntos, tal cual muchos estamos cuando venimos a la iglesia, escuchamos la predicación y los discipulados pero en realidad nuestras mentes y corazones están lejos de aquí, pensando en un sinfín de otras situaciones:

·         El trabajo.
·         La escuela.
·         La familia.
·         Los problemas.
·         Etc.

Al igual que Pedro estamos totalmente despistados, hace tiempo establecimos que estamos aquí por la Gracia de DIOS y para la gloria de DIOS, pero que no solo sea una frase bonita tipo motivacional, es importante que se vuelva una realidad, y parte de hacerlo es concentrarnos en el propósito final por el cual predicamos la Palabra: ser como Cristo.

Está no era la primera ni la segunda ocasión en que Pedro hacia comentarios totalmente fuera de lugar, ya lo vimos cuando le lavó los pies el Señor y en Mateo 16:21-23 encontramos un relato que nos va a ser de mucha utilidad en nuestro sermón del día de hoy.

En esta ocasión, Pedro ve con tristeza que todas sus aspiraciones de fama, poder y popularidad se esfumarían si el Señor Jesús los deja, por ello es que le aconseja a Jesús que no se vaya, pero en el relato de Juan, estaba totalmente extraviado, no tenía idea de lo que estaba por suceder, por ello es que en esta ocasión el Señor no lo regaña fuertemente al grado de llamarle satanás, en esta ocasión se limita a contestarle: 36 Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; más me seguirás después.

Sabemos que Jesús se refiere a su muerte vicaria en la cruz del calvario, muerte con la cual la ira santa del Padre quedará satisfecha, muerte por la cual nosotros ahora gozamos del favor inmerecido de DIOS.

Pero el Señor le aclara, que por ahora no podrá seguirle, un día Pedro también seguirá el camino de Cristo, de hecho fue crucificado cabeza abajo a las afueras de Roma décadas más tarde, obviamente la muerte de Pedro no fue en ninguna manera sustitutiva por nuestros pecados como lo fue la del Señor Jesucristo.

¿Por qué aun Pedro no podía seguirle a Jesús?

·         En primer lugar, porque en el decreto eterno de DIOS, el tiempo para su partida aún no estaba cerca, no había llegado el momento aun de que Pedro muriera como mártir.

·         En segundo lugar, porque obviamente, aún era un niño espiritual, que ignoraba las cosas importantes para concentrarse en las que él consideraba urgentes.

Pero el buen Pedro, inconsciente de su inmadurez insiste en afirmar su devoción por Jesús y le insiste: 37 Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti.

Las palabras de Pedro demuestran 3 situaciones:

·         Su devoción sincera por Jesús.
·         Su impaciencia, usa la palabra ahora.
·         La confianza en su autosuficiencia.

Las dos primeras las dejaremos para después, nos enfocaremos solo en su autosuficiencia, la fuerte confianza que tenía Pedro en su rudeza, en su carácter áspero, ríspido y tosco, de nunca echarse para atrás, nunca rendirse, por más fuertes que sean las olas, por más horas que este en altamar pescando sin lograr nada, por más difícil que sea la situación, pensaba, siempre he salido adelante, esta no puede ser la excepción.

En esa autosuficiencia, él pensaba que incluso podría hasta morir como lo indica él mismo: mi vida pondré por ti.

Si leemos pasajes similares en los evangelios sinópticos, nos daremos cuenta que esta arrogancia era particularmente marcada en Pedro:

·         Yo soy más valiente, lo he demostrado.
·         Yo no me dejará engañar como los demás discípulos.
·         Aunque todos te nieguen, yo no lo haré.

Pedro de hecho dijo estás arrogantes palabras, tanto antes, como después de que el Señor Jesús anunciara su traición. Mateo 26:33-35. Marcos 14:29-31.
 
Evidentemente, en ese momento las palabras de Jesús, en su jactancia Pedro las pasó por alto,  y terminaría haciendo precisamente lo que había prometido tan insistentemente que no haría. Pedro estaba demasiado seguro de sí mismo.

Y no solo eso, en su ánimo exaltado, Pedro contagio a los demás discípulos de su arrogante autosuficiencia. Mateo 26:35.

Por ello es que Jesús le responde: 38 ¿Tu vida pondrás por mí?

Jesús sabía, desde luego, que dentro de pocas horas iba a suceder exactamente lo contrario, y esto de dos maneras:

a)   Pedro no daría su vida por Jesús, pero Jesús daría la vida por Pedro.
b)   Pedro no daría la vida por Jesús, sino que lo negaría enfáticamente.

Por ello es que prosigue con el doble amén, de verdad de verdad te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.

No solo una, ni dos, sino hasta 3 veces son las que Pedro, molesto e indignado, profiere blasfemias para que lo dejen en paz negando al Señor y Maestro de su vida. Más adelante, en su tiempo veremos a fondo esta triste situación.

La predicción posteriormente cumplida del Señor Jesús nos muestra al menos 3 hechos sobresalientes en la persona de Jesús:

     I.        Jesús como el gran profeta.

Aunque Pedro no se conocía a sí mismo, Jesús no sólo lo conocía desde antes de nacer, sino que también reveló a Pedro mismo cómo era y a detalle lo que iba a realizar.

   II.        Jesús como el gran sufriente.

Nunca dejemos de lado su total humanidad, si bien Jesucristo es 100% DIOS no olvidemos que al mismo tiempo Él es 100% ser humano, descuidar alguno de los dos aspectos de la unión hipostática es lo que ha derivado en herejías destructoras a lo largo de la historia de la iglesia cristiana.

En esa humanidad plena y total, no podemos dejar de pensar, cómo debe haberle dolido el hecho mismo de la traición y de que lo vio todo por adelantado, en el estudio de Cristología lo entendimos, a diferencia de los seres humanos que experimentamos el dolor en 2 dimensiones, nuestro Señor Jesucristo lo experimento en 3, en tiempo presente, en tiempo pasado y en tiempo futuro.

  III.        Jesús como el gran salvador.

La referencia al canto del gallo desempeña un doble papel primero indica lo banal de la jactancia de Pedro pues iba a negar públicamente al Maestro. Y segundo es una forma de conducir a Pedro al arrepentimiento. La referencia al canto del gallo se fijaría firmemente en el subconsciente.

Llegado el momento, este recuerdo oculto se manifestará y se apoderará de la consciencia de Pedro, lo llevará a llorar amargamente y lo conducirá al arrepentimiento. Podemos decir con confianza que no hay mayor salvador que nuestro Señor Jesús.

Lo que llama nuestra atención en estas líneas es el gran auto confianza que tenía Pedro, de hecho, junto a Judas y Jesús, Pedro es uno de los 3 protagonistas de todo este capítulo, desde que se opuso a que le lavaran los pies, las señas que le hizo a Juan para preguntar quién iba a traicionar a Jesús y ahora, en su autosuficiencia se vuelva hasta impertinente con su Señor y Maestro.

Nuestro amado Cristo previó y predijo, tanto la traición de Judas como las negaciones de Pedro, aunque esto no fue la causa de lo uno ni de lo otro. Jesús conoce la perversidad de los pecadores tanto como la debilidad de los santos.

Le predijo a Pedro que le negaría, no solamente una vez por un desliz de la lengua, sino repetida y deliberadamente. Podemos imaginarnos lo mal que le sentaría a Pedro el que Jesús le echase por tierra la confianza que tenía en su propia bravura.

Así hace DIOS con todos aquellos que desea llevarlos al final de su autosuficiencia, al final de sus propios recursos al final de sus propias fuerzas, para ahora aprender a depender completamente de los Suyos, descansando en su suficiencia, en su Perfecta Voluntad y soberanía.

Así como con Pedro, nuestro peor enemigo no está fuera, no es el diablo, somos nosotros mismos, confiando en nuestra autosuficiencia y dejando de lado a DIOS, No olvidemos nunca que un sinónimo de carne es la autosuficiencia y el propósito de DIOS es llevarnos solo a la suficiencia en Cristo, depender solo de Él. Un buen parámetro para saber si eres autosuficiente o Cristo dependiente es como y cuanto oras (si es que oras) antes de hacer algo, lo que sea.

La Autosuficiencia Siempre Produce Miseria Espiritual.

Un hijo de DIOS solo va encontrar la paz que sobrepasa todo entendimiento cuando aprenda a centrar su vida en la persona de Jesucristo y deje de centrarse en lo que está haciendo para Él, cuando deje de ser autosuficiente y sea Cristo dependiente.

Es por este motivo que DIOS permite que el peso de los problemas, de las traiciones, de los chismes, de las circunstancias malas y adversas de nuestra vida nos aplasten y sobrepasen nuestra autosuficiencia y cuando esto pasa DUELE MUCHO.

En el antropocentrismo enseñan que DIOS no nos da más de lo que podemos resistir, usan frases motivacionales baratas de escritores y filósofos modernos o simplemente las inventan: dicen que DIOS les de sus batallas más difíciles a sus mejores soldados, a mí me confundió con Rambo.



Hay gente que se desespera, no entiende el plan divino y se sale del proceso, pero debemos de guardar en nuestro corazón que el hecho de que no podamos ver Su Mano no significa que no está trabajando para ayudarnos. Lo más probable es que está usando la situación para romper con la confianza que tenemos en nosotros mismos, pues esta confianza mal puesta evita que la vida de Cristo se exprese por completo a través de nosotros.

Muchos dicen: “es que entre más intento hacer las cosas bien, más mal me va y más difícil se ponen las cosas” ¿Te has sentido así alguna vez? Es porque tratamos de hacerlo nosotros y no dejamos que Cristo lo haga por medio de nosotros.

Si has orado para que DIOS te haga a la imagen de Cristo, Él te va a llevar al punto donde dejes de confiar por completo en la carne, los problemas pueden ser la forma en que DIOS te está llevando al final de tu autosuficiencia.

El propósito de DIOS no es que vivamos para Él, es que él quiere vivir su vida a través de nosotros. Cristo está interesado en vivir su vida a través de la nuestra.

















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