A partir de esta semana comenzamos con el capítulo 14
del evangelio de Juan, en este y en los dos siguientes capítulos encontramos en
su gran mayoría discursos hechos or el Señor Jesucristo, salvo unas pocas
interrupciones por parte de algunos de sus discípulos, el resto son Palabras
directas del Maestro, este capítulo, el 14, es nombrados por muchos como el
capítulo del consuelo, pues como lo iremos viendo semana a semana, eso es
precisamente a lo que se dedica el Señor, a consolar a sus discípulos.
En los primeros 6 versos encontramos un mashal, en nuestra seria de las parábolas de Cristo entendimos que
un mashal es una especia de dicho
corto parabólico, algo así como un refrán
en nuestra cultura, pero no es cualquier mashal, es una de los 7 Yo
Soy de Jesús en este evangelio, el sexto de ellos para ser exactos.
En el verso 1 leemos: No se turban más sus corazones. Es una mejor traducción está,
porque reproduce mucho mejor el significado original de las palabras de Jesús.
Recordemos que no es un dicho aislado, tiene su propio
contexto, el cual estudiamos durante un par de meses atrás, cuando Jesús
pronuncia esta frase, estaba dando unas palabras de consuelo para sus
discípulos, momentos antes:
·
Ya les había lavado los pies.
·
Ya había tomado la última cena con ellos.
·
Ya había despachado a Judas acometer su traición.
·
Había predicho la negación de pedro.
·
Y terminaba anunciando su pronta partida de este mundo.
Meditemos por un momento en la confusión, el
desconcierto y la angustia que vivieron sus discípulos, ellos llevaban tres
años y medio al lado de Jesús, vieron sus obras, sus señales, sus sanidades y
milagros, escucharon atentamente cada una de sus enseñanzas, compartieron el
pan en muchas ocasiones y ahora Jesús les indica que partiría, además el
desconcierto de que uno de ellos lo traicionaría debió estar en sus mentes y
por si fuera poco la predicción de que Pedro el más rudo de ellos lo iba a
negar, debieron estar tambaleando y a punto de caer en su fe.
Por ello es que sus palabras siguientes fueron no se
turben más sus corazones, Jesús no se limita a decir a los discípulos
que ya no deben estar tristes; los exhorta a no estar turbados, atormentados,
agitados, hundidos en un estado de confusión y perplejidad.
Los corazones de los discípulos estaban llenos de una
mezcla de emociones.
·
Estaban tristes debido a la nada alentadora
perspectiva de la partida de Cristo.
·
Avergonzados debido al egoísmo y al orgullo que habían
evidenciado.
·
Desorientados debido a la predicción de que uno de
entre ellos traicionaría al Maestro, que otro lo negaría y que todos quedarían
confundidos a causa de él.
·
Y finalmente, vacilantes en la fe, pensando ¿Cómo
puede ser el Mesías alguien que va a ser traicionado?
Sin embargo, al mismo tiempo, aman a su Maestro. Esperan
contra toda esperanza. Todo esto se da a entender en las palabras: No se
turben más vuestros corazones.
La exhortación se basa en el más tierno y desprendido
amor, porque cuando Jesús la pronunció él mismo estaba turbado en el espíritu. Juan 13:21. Mateo 26:38. Lucas 22:28, 44.
El pastor angustiado, que se enfrenta a la cruz, se da el tiempo y el corazón
para llevar consuelo a los que ama.
Consuela a los mismos que acaban de demostrar su
egoísmo y que van a escandalizarse de él. ¿Ha habido alguna vez un pastor más
amable, más tierno, más dulce? Además, lo que Jesús expresa no es solamente un
deseo piadoso, como nuestra frase de aliento, aunque a menudo vacía: No te preocupes. Todo saldrá bien.
Cuando Jesús dice, “No se turben más vuestros corazones”, fundamenta esto sobre
bases sólidas: sigan confiando en DIOS, sigan confiando en mí.
Al igual que con la primera parte de la frase, esta
segunda parte también se puede traducir de esta forma, para sí expresar mejor
el pensamiento en esos momentos del Señor Jesús.
La enseñanza de Jesús es ésta: No se turben, porque el Dios en
quien confían cuida de ustedes. Escucha sus oraciones. Y los ama. Como también
el Hijo de Dios.
Aunque los discípulos seguían amando al Maestro, su fe
en él como el Mesías-Salvador comenzaba
a vacilar. Jesús sabe que cuando a las pocas horas muera en la cruz y sea sepultado,
esa fe se debilitaría aún más Juan
16:20.
Sabe también que el único remedio para el corazón
turbado es la seguridad de que Jesús es y sigue siendo el Salvador y que el
hecho de que sufra y muera es parte del plan divino. Por esto dice, según el
original, Seguid confiando en Dios, y también seguid confiando en mí.
Jesús les pide confianza o fe permanente en Dios y en
él mismo, incluso en esos momentos cuando los misterios, la angustia y la
tribulación aumentan. Jesús pide que los discípulos continúen apoyándose en
Dios y en él mismo con todo su ser, de forma que el corazón, el alma, la mente
y la fortaleza acudan continuamente a la fuente de su salvación, a la meta de
su existencia: a Jesucristo Señor nuestro.
En el siguiente versículo nos dice: 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay.
Según el texto, Jesús consolaba a los discípulos, que
temían pensar en la próxima separación. En relación con esto el Señor les
asegura que el ir a la casa del Padre tiene como propósito realizar una
reunión, y que no era una separación permanente. En el lugar a donde va hay
lugar también para ellos.
La casa del Padre es el cielo: Salmo 33:13-14. Isaías 63:15. Es un lugar muy espacioso. En él hay
moradas completas, casas, permanentes para todos los hijos de Dios.
De hecho, su misma ida, hablando de su muerte en la
cruz y la ascensión que le permitirá enviar al Espíritu, haría posible esta
reunión, de forma que lo que parecía ser una calamidad en realidad era una
bendición. Sin la muerte de Cristo y la obra del Espíritu Santo no hubiera
habido lugar en el cielo para los discípulos. A eso se refiere con la siguiente
frase: 2b si así no fuera, yo os lo
hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
El versículo 2 la frase voy a preparar lugar muchas veces se ha utilizado en referencia a
que Jesús va a construir una habitación o una residencia para que sus hijos
vivan allá en el cielo, sin embargo el sentido es mucho más profundo, en primer lugar la frase era algo así como: tranquilos esta separación no es permanente,
nos volveremos a encontrar, además Jesús se estaba refiriendo a SU
SACRIFICIO EN LA CRUZ.
Después leemos en el siguiente verso: 3 Y si me fuere y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis.
El
regreso del cual Jesús habla en este versículo es el complemento de la ida. Hechos 1:9–11.
Se
refiere a la segunda venida, y su propósito es hacer que Cristo pueda recibir a
los discípulos en su presencia amorosa, para que moren con él para siempre.
Llama
nuestra atención que en lugar de decir lo que ellos más esperaban escuchar,
algo como: Y cuando me fuere y les
preparare lugar, vendré otra vez y los llevaré a ese lugar, Jesús dice algo
que es mucho más consolador Los tomaré
para que estéis conmigo, o: para que estemos cara a cara.
Tan
maravilloso es el amor de Cristo por los suyos que no está satisfecho con la
idea de simplemente llevarlos al cielo. Quiere llevarlos a estar en íntima
comunión con él.
El
verbo que se traduce y los tomaré Paralambano (παραλαμβάνω, G3880) cuya
idea básica es recibir de otro, tiene aquí el sentido de dar la bienvenida a alguien.
El
teólogo alemán Gustav Adolf Deissmann ha mostrado que el consuelo contenido en
este pasaje lo aplicaron los primeros cristianos a la muerte de los seres
queridos. Si bien Jesús mismo probablemente no se refería en forma directa a
esto, sino más bien al encontrarse de nuevo en relación con la segunda venida,
sin embargo, resulta legítima la aplicación a la muerte.
En
cuanto al propósito explícito de esta bienvenida, es que nunca olvidemos que
Jesús dijo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis. Una vez más, la promesa de acompañamiento eterno. Mateo 28.20.
Después
les dice: 4 Y sabéis a dónde voy, y
sabéis el camino.
El
camino es el medio por el cual los discípulos son llevados al Padre. Jesús
quiere decir, me conocéis; yo soy el
camino. Pero no dice todavía en concreto que él es el camino. Podía decir sabéis, porque antes se había revelado a
sí mismo como el camino al Padre:
·
Juan
8:19.
·
Juan
10:1, 7-9, 37-38.
·
Juan
12:26, 44-45, 49-50.
·
Mateo
11:27-28.
La
afirmación es una invitación velada: vayan
al Padre por medio de este camino. Hasta este momento Jesús había hablado
acerca de lo que iba a hacer por sus discípulos, prepararles un lugar, y volver
para recibirlos a sí mismo. Sin embargo no debemos pensar que ellos no tienen
nada que hacer. Deben ir a la casa donde hay un lugar preparado para ellos. Salmo 84:7. Hebreos 11:13–16. La
gracia no produce pasividad, produce vida.
Pero
Tomás le interrumpe con una cuestión: 5
Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el
camino?
Al
decir esto Tomás actúa como el portavoz del grupo, dijo lo que la mayor parte
de ellos pensaban. Su objeción, aunque encerraba un elemento de debilidad, duda
y pecaminosidad como de costumbre, muestra una lentitud en entender por no
haber prestado suficiente atención, sin embargo también revela su devoción al
Maestro.
No
puede soportar el pensamiento de que Jesús se vaya a ir. Por esta razón
protesta. En este pasaje Tomás quiere decir: ¿Cómo se puede esperar que sepamos
el camino si ni siquiera sabemos el destino al cual nos dirigimos?
Tomás
tenía en mente dos situaciones:
a.
Primero pensó que Jesús se refería a su partida por
medio de la muerte, o bien quizá pensó que el Maestro iba a partir hacia otro
lugar de la tierra, lo vio solo en
términos naturales, terrenales. En este caso el camino sería una ruta
ordinaria, y su error sería semejante al de los judíos en Juan 7:35. ¿Adónde se irá
éste, que no le hallemos? ¿Se irá a los dispersos entre los griegos, y enseñará
a los griegos?
b.
Segundo, El también imaginó que el Señor hablaba
acerca del camino que estaba a punto de seguir, seguir sus pasos en pocas
palabras. En lo cual no estaba errado, el
camino del discípulo el cual nos marcó el Señor Jesús, lo estudiamos cuando
vimos el pasaje de Juan 8:32.
Sin
embargo, la objeción planteada por Tomás contiene un elemento de verdad. El que
no conoce a donde se dirige no conoce el camino, por ello es que hace su
consulta.
La pregunta de Tomas: ¿Cómo podemos saber el camino? Da pie al dicho parabólico de Jesús: 6 YO
SOY el camino y la verdad y la vida.
Este
es otro de los siete grandes YO SOY del Evangelio de Juan
·
Yo
Soy el pan de vida.
·
Yo
soy la luz del mundo.
·
Yo
Soy la puerta.
·
Yo
Soy el buen pastor.
·
Yo
Soy la resurrección y la vida.
·
Y
ahora: Yo Soy el camino, la verdad y la vida.
En primer lugar, como ya lo hemos mencionado en
múltiples ocasiones, que Jesús diga las palabras: Yo Soy no son ninguna casualidad, sino todo
lo contrario, son elegidas
cuidadosamente por Él pues hace
referencia al Nombre con el cual el señor se da a conocer a Moisés: Éxodo 3.13-14. Este nombre hace
referencia a la Auto existencia de DIOS.
Este mashal habla
acerca del tabernáculo, recordemos que Jesús utilizaba imágenes o hechos que
todos conocieran, con el propósito de amplificar y profundizar su enseñanza, y
el tabernáculo de Moisés era y es por demás conocido por el judío promedio.
El tabernáculo tenía 3 puertas:
·
El
camino: que es la entrada al atrio, por así decirlo de la
“calle” a la primer parte del tabernáculo, donde se ofrecían los sacrificios y
se lavaban en la fuente de bronce, solamente hasta este punto entraban los
pecadores (gentiles).
·
La
verdad: que es la entrada al lugar santo, a este lugar solamente entraban los sacerdotes, pero
de eso ya se encargó el Señor: 1ª Pedro
2:9. Apocalipsis 1:6.
·
La
vida: que es la entrada al lugar santísimo, a este lugar
solo entraba el sumo sacerdote, una vez al año con sangre para purificar el
lugar, en este lugar estaba el Arca De La Alianza, que simboliza la presencia de DIOS.
Cuando el Señor dijo: Yo Soy El camino y la verdad y la
vida, se estaba refiriendo a que
así como en el tabernáculo se llegaba al Padre a través de estas tres puertas, por
medio de todo lo que representaba: ritos, sacrificios, etc. En la actualidad es
por medio de Cristo, La vida completa de Jesús estaba representada en el
tabernáculo, y nosotros estamos escondidos en Él como Moisés en la Peña. Juan 14:20.
Yo
soy el camino.
Jesús
no muestra simplemente el camino; él mismo es el camino. Es verdad que él
enseña el camino, nos guía en el camino, y nos ha abierto un camino nuevo y
vivo a DIOS; pero todo esto es posible sólo porque él mismo es el camino.
Cristo
es Dios. Dios es igual a cada uno de sus atributos, puesto que posee, cada atributo
en grado infinito. En consecuencia, Dios no sólo tiene amor o ejercita amor,
sino que es amor, todo amor; es justicia, toda justicia, etc.
Así
también Cristo es el camino: en cada acción, palabra y actitud es el Mediador
entre Dios y sus elegidos. Es importante entenderlo porque en última instancia
no nos salva un principio o una fuerza, sino una persona. En la escuela, al
alumno lo educan no precisamente los pizarrones, libros y mapas, sino los
maestros que utilizan todos estos medios.
Así
también el medio de acceso al Padre es Cristo mismo. Somos personas. El Dios
del que nos hemos apartado es un Dios personal. Por ello, no es de extrañarnos
que aparte de una vida en comunión diaria e íntima con DIOS por medio de
Cristo, no haya salvación para el ser humano. Romanos 5:1-2.
Ahora
bien, Jesús es el camino en un sentido doble:
·
Es el camino de Dios al hombre, pues todas las
bendiciones divinas descienden del Padre a través del Hijo.
·
Es también el camino del hombre a Dios. Como ya se ha
indicado, en el contexto presente se enfatiza la segunda idea.
“Yo
Soy la verdad”.
Mucho
de lo que se ha dicho en relación con Yo
soy el camino se aplica también aquí. Jesús es la encarnación misma de la
verdad. Es la verdad en persona. Como tal es la realidad final en contraste con
las sombras que lo preceden. Pero en el contexto presente el término la verdad
parece tener un matiz diferente de significado.
Es
lo que se levanta frente a la mentira. Jesús
es la verdad porque es la fuente confiable de revelación redentora.
El
que sea este el sentido en que se utiliza la palabra resulta claro por el
versículo 7, que enseña que Cristo revela al Padre. Pero así como el camino es
un camino vivo, también la verdad es una verdad viva. Es activa.
Se
apodera de nosotros e influye en nosotros poderosamente. Nos santifica, nos guía
y nos libera. Básicamente él es la verdad, él mismo en persona. Pilato preguntó,
“¿Qué es verdad?” Jesús aquí en 14:6
responde Yo soy la verdad.
“Yo
Soy la vida”.
Jesús
no se refiere aquí al soplo o espíritu que anima nuestro cuerpo. No piensa en
el alma, ni en la vida en su manifestación externa (βίος, bios), sino en la
vida como lo contrario a la muerte.
Todos
los gloriosos atributos de Dios están en el Hijo de Dios. Y como tiene la vida
en sí mismo Cristo es la fuente y el dador de vida para los suyos. Posee la luz
de la vida 8:12, las palabras de
vida 6:68, y vino para que
pudiéramos tener vida y vida en abundancia 10:10.
Así como la muerte significa separación de Dios la vida implica comunión con
él.
Los
tres conceptos son activos y dinámicos.
·
El camino conduce a Dios.
·
La verdad libera a los hombres.
·
La vida produce comunión.
¿Cómo
se relacionan estos tres?
El
significado que Jesús desea comunicar es: yo soy el camino porque soy la verdad y la vida.
Por
ello, Jesús prosigue: Nadie viene al
Padre, sino por mí.
Como
los hombres dependen absolutamente de Cristo para el conocimiento de la verdad redentora
y también para la chispa que hace que la verdad viva en sus almas y para que sus
almas vivan conscientes de esa verdad, prosigue diciendo que nadie viene al
Padre sino a través de él.
Aparte
de Cristo no puede haber verdad redentora, ni vida eterna; por lo mismo, aparte
de Cristo no hay camino al Padre. Hechos
4:12.
Resaltamos
La necesidad de la mediación de Cristo: El hombre caído y todo ser humano es
originalmente caído desde el vientre de su madre, no puede llegarse a Dios como
a su Padre, si no es llegándose a Cristo como al único Mediador entre Dios y
los hombres. 1ª Timoteo 2:5.
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