El día de hoy, por la gracia de DIOS y
para su gloria, llegamos a los 100 enseñanzas en el evangelio escrito por el
apóstol Juan, estamos en el capítulo 14, a escasas horas de la pasión y muerte
del Señor Jesucristo, momentos antes, por lo narrado en el capítulo anterior,
había ocurrido la ultima cena con sus discípulos, todavía estaban los doce,
pero poco antes de terminar, quedaron solo 11, pues Judas Iscariote, el traidor
fue despachado por Jesús para que se diera prisa con su tarea.
Después de que Judas sale de la escena, el
Señor se dirige ahora solo a los 11 restantes para apaciguar y reconfortar sus
corazones, pues la zozobra de saber que uno de ellos lo iba a traicionar, la
tristeza de saber que Jesús no estaría más con ellos y la sorpresa de saber que
el más rudo de ellos lo iba a negar, los tenía al borde de un colapso de fe.
Por ello es que en este capítulo
encontramos palabras de consuelo, la primera de ellas el mashal Yo Soy el Camino, La
Verdad y La Vida y nadie viene al Padre si no es por mí, fue dado en
respuesta a la duda de Tomás de cómo saber el camino a donde Jesús se dirige.
El Señor continúa con sus palabras de
ánimo cuando ahora es Felipe el apóstol quien le interrumpe para pedirle que le
deje ver al Padre con sus ojos naturales, a partir de esta incertidumbre es que
el Señor primero les da una reprimenda a sus discípulos: ¿Tanto tiempo estoy con ustedes y aun no me conocen?
Jesús claramente les dice que si lo
conocemos a Él entonces conocemos al Padre, y concluye su argumento diciendo
que si no le creen a sus palabras, entonces crean por sus obras:
·
El agua en vino.
·
Levantar al paralitico.
·
Caminar sobre el mar.
·
Clamar la tempestad.
·
Multiplicar los panes y los peces.
·
Dar vista a un ciego de nacimiento.
·
Resucitar después de 4 días a su amigo Lázaro.
Concluimos que de igual forma, cuando nuestra fe este
por menguar, cuando el calor del horno de prueba nos está templando, para
después permanecer firmes en la Fe recordemos las obras que nuestro Señor
Jesucristo ha realizado en nuestras vidas.
¿Cuáles obras? Todas, si reconocemos que no merecemos
nada, que DIOS nos bendice porque Él es bueno no porque nosotros somos buenos,
entonces vamos a reconocer que todo lo que tenemos es una obra de su gracia,
amor y misericordia:
·
La salud.
·
Nuestros seres queridos.
·
En alimento a la mesa.
·
La diaria provisión.
·
La ropa que vestimos.
·
La cama donde dormimos.
·
El aire mismo que respiramos.
·
El hecho de que hoy estemos vivos y en la Casa de
DIOS.
Todo, absolutamente todo proviene de nuestro DIOS que
es bueno. Y su obra más grande a nuestras vidas: redención eterna en Cristo
Jesús, a pesar de ser pecadores, a pesar de que no conoció, nos eligió nos lavó
y nos guarda para el día postrero en la glorificación.
Después de poner sus obras como garantía de su
testimonio, el Señor nuevamente dice el doble
amén: 12 De cierto, de cierto os
digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún
mayores hará, porque yo voy al Padre.
Ahora Jesús tranquiliza a sus discípulos
haciéndoles entender que no deben temer que su ausencia física o corporal
signifique pérdida de poder para realizar milagros. Desde el cielo Jesús
proseguirá suministrándoles este poder, el libro de los Hechos confirma esta declaración del Señor Jesucristo.
Jesús aquí da una gloriosa promesa a todo
discípulo que sigue creyendo en él. Tal persona hará las obras que Jesús hace,
y esto no a pesar del hecho de que va al Padre sino debido a ese hecho. En
otras palabras, la ascensión de Jesús a los cielos es lo que garantizó que los
discípulos fueran investidos de poder para obrar milagros.
La partida misma del Señor beneficiará a
los discípulos, más adelante en 14:16ss
se explica cómo puede ser verdad esto. Como consecuencia de esta partida los discípulos
realizarán no sólo las obras que Jesús había venido haciendo (milagros en el
ámbito físico), sino incluso obras mayores que éstas, milagros en el ámbito
espiritual.
A media semana estamos estudiando Pneumatología
la persona y obra del Espíritu Santo, en las ultimas clases nos
adentramos en el tema de los dones espirituales, sobre todo aquellos que el
Espíritu Santo dio a su iglesia en el primer siglo de existencia, concluimos
que nosotros somos cesacionistas abiertos, es decir creemos por la baste evidencia
Escritural e historia que el uso de agentes humanos para administrar los dones
extraordinarios ha cesado, terminó cuando el último de los apóstoles murió,
pues ya no fueron necesarios.
Es importante decir esto, pues muchas
personas toman este texto de Juan y lo interpretan a conveniencia, hacen lo que
se conoce como eiségesis, o darle su propio sentido, y dicen que es una promesa
de Jesús que todos sus discípulos, incluidos nosotros 20 siglos después,
vamos a ser capaces de realizar milagros como Él.
En primer lugar, una buena hermenéutica,
nos dice que no podemos hacer doctrina de un solo versículo, segundo, los
libros históricos sustentan los doctrinales no al revés, tercero, los pasajes
claros dan luz a los pasajes difíciles de entender claramente, como esté y por
ultimo un solo versículo no puede contradecir toda la demás evidencia Bíblica.
Así que podemos decir sin temor a
equivocarnos que en definitiva el Señor no se refería a que todos sus
seguidores íbamos a ser capaces de hacer sus mismas obras y hasta mayores que las que Él hizo.
Surge entonces la pregunta válida: ¿Entonces a que se refería? Vamos por
partes:
1. Ya aclaramos
que los apóstoles en realidad cumplieron cabalmente la primer parte de la
promesa: el Espíritu Santo los capacitó con dones extraordinarios como prueba
de que fueron enviados por DIOS y para respaldar la revelación del N.T.
2. En segundo
lugar, Jesús no dice que haremos los
mismos milagros que Él, de hecho claramente dice las obras del griego ergon (ἒργον, G2041) y se traduce como
obras, tareas, hechos. Así que también abarca:
a. Predicar el
evangelio.
b. Orar
continuamente.
c. Ser
misericordiosos.
d. Ayudar a los
necesitados.
e. No hacer
acepción de personas.
f. Todo aquello
que de su carácter emane.
3. Y por último, Cuando
habla acerca de obras mayores, Jesús tiene en mente en las que tienen relación
con la conversión de los gentiles. Recordemos que él mismo dijo que fue enviado
primero a las ovejas de la casa de Israel. Mateo
15:24.
Pero él mismo, tan solo
un poco de tiempo antes, predijo que su labor se extendería a todo el mundo,
hablando sin distinción no sin excepción. Juan
12:31.Tales obras son de un carácter más elevado y de más amplio en
alcance, él lo sabe, por eso ora por esta situación pocas horas más adelante. Juan 17:20.
Podemos decir entonces, sin temor a
equivocarnos que Jesús habla de la conversión de los elegidos de Dios de entre los
gentiles, la labor de Pedro en casa de Cornelio y de Pablo en todos sus viajes
misioneros no se hubieran podido realizar antes de la muerte y ascensión de
Cristo por la simple razón de que en ese tiempo el Espíritu Santo todavía no
había sido derramado. Por esta misma razón seguía existiendo el muro de separación.
Todo esto iba a cambiar ahora, es decir,
en relación con la muerte, resurrección, ascensión y coronación de Cristo. En consecuencia,
Jesús puede decir, y aún mayores obras harán, porque yo voy al Padre.
Además, es necesario no pasar por alto el
hecho de que los milagros espirituales, es decir personas muertas en sus
delitos y pecados pero que por el poder milagroso del Espíritu Santo nacen a
una nueva vida, la vida de Cristo, son mucho mayores que todos los milagros físicos.
Los milagros físicos fueron solamente el
sello que DIOS puso sobre sus enviados: Jesús y los apóstoles, como signo de
autentificación en su labor, ahora solo necesitamos predicar el evangelio y
obras mayores suceden: personas siendo regeneradas.
El Señor Jesús sabe que los espiritual es
superior a lo físico, por eso fue su declaración. ¿Deseas ver milagros más a
menudo? Predica más seguido el evangelio a los perdidos.
El Señor continúa: 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo
haré.
La palabra todo abarca mucho. Se
refiere tanto a las obras grandes como a las obras aún mayores del versículo 12.
En consecuencia, en este pasaje se pone de relieve la relación de estas obras
con la oración, este pasaje no habla de que poder pedir como niño en dulcería lo que se te antoje, su contexto lo relaciona
directamente con la predicación del evangelio.
Jesús enseña muy claramente que existe
esta conexión. En el libro de Hechos los milagros en ambos ámbitos se relacionan
una y otra vez con la oración: Hechos
1:14. Fue seguido de los grandes
milagros a partir del cap. 2; 4:31; 6:6,
7; 9:40, 41; 10:4, 9; 12:5; 13:3; 16:25–34.
Pero no perdamos de vista que solo se
responde a las oraciones que se hacen en el nombre de Jesús. Las oraciones que son inspiradas por el
Espíritu Santo en el Nombre de Jesús no son egoístas sino que buscan el interés
del reino de Dios.
Las oraciones en el Nombre de Jesús Proceden
de la fe, están de acuerdo con la voluntad de Dios, siempre dicen Padre sea hecha tu voluntad, siempre son para
Su gloria y no para nuestro deleite carnal y pasajero. 1ª Juan 5:14-15
La oración en el nombre de Cristo es una
oración que armoniza con todo lo que Cristo ha revelado respecto a sí mismo. Su
nombre es su auto revelación en sus obras; aquí particularmente, su autor
revelación en la esfera de la redención: Jesús está diciendo en pocas palabras:
van a orar a mi Padre en mi Nombre para
que las personas sean salvas de sus
pecados y se arrepientan. ¿El resultado? Descansa en la soberanía de DIOS.
Así que no nos confundamos, no estamos
diciendo que siempre que oremos porque alguien
se convierta solo por el hecho de orar ya va a suceder, lo que estamos
diciendo es que un hecho indiscutible que sucederá una vez que el Espíritu
Santo viene a vivir a nuestros corazones, es que vamos a arder en deseos de que
todos los demás también conozcan al Salvador de nuestras almas y vamos a orar
fervientemente porque así suceda.
Y cuando recibimos una respuesta
afirmativa a este tipo de oración, el Padre, es glorificado en el Hijo. Es
entonces que podemos admirar los atributos esplendorosos de Dios, vemos como
brillan en toda su hermosura en estas obras y por medio de ellas.
No es sólo que el creyente recibe lo que
pide, es decir, si pide en el nombre de Cristo como si fueran palabras mágicas
o frotar la lámpara maravillosa para
que se cumplan nuestras oraciones. Sino que Cristo mismo en persona pone el querer como el hacer para que
levantemos esta humilde petición, por
eso claramente nos dice: Yo lo haré.
Debido a la índole extraordinaria de la
promesa que contiene el versículo 13, se la repite ahora en el versículo
siguiente, es tan grande la Palabra, que Jesús la reafirma. Sin embargo, hay
una diferencia, porque ahora se les dice a los discípulos que deben no sólo
orar en el nombre de Cristo, sino a Cristo, si
algo me pidiereis en mi nombre Yo lo haré.
En consecuencia, si se toman juntos los
dos versículos vemos que Cristo aquí se presenta a sí mismo como:
a. Aquél
en cuyo nombre debe ofrecerse la oración.
b. El
objeto de la oración.
c. El
que escucha la oración.
Nos damos cuenta que como todo en la vida
cristiana, la oración también es Cristocéntrica, no podía ser menos,
si Para los cristianos orar es como respirar, la oración es vital para nuestro sostenimiento espiritual diario.
Pero algo es muy cierto y es que nosotros no
tenemos que pensar para respirar porque la atmósfera que nos rodea ejerce presión
sobre nuestros pulmones y nos fuerza
a respirar. Por eso es más difícil aguantar la respiración que respirar.
Desgraciadamente, muchos creyentes se
aguantan la respiración espiritual por largo tiempo, pensando que breves momentos
con Dios son suficientes para permitirles sobrevivir, solo toman bocanadas de aire espiritual cuando se
sienten ahogar por los problemas de la vida diaria y muchos ni eso hacen.
El hecho es que todo creyente debe estar
continuamente en la presencia de Dios, respirando constantemente sus verdades
para ser completamente funcional.
No podemos, no vamos a llegar nunca a ser
cristianos maduros, funcionales, que reflejemos el carácter de Cristo si la
oración diaria, intima, continua no se vuelve una parte trascendente de
nuestras vidas, el conocimiento sin oración produce legalismo, creer que somos
superiores solo pro saber solo se va de dos formas: o nos humillamos o DIOS nos
humilla.
Orar es la manera de reconocer que no somos
nada, que no merecemos nada y que no
tenemos nada por nosotros mismos, orar es humillarnos a nosotros mismos delante
de DIOS, por eso es que muchos lo hacemos de rodillas literalmente, pues nos
humillamos ante Su Grandeza.
Sin embargo, debido a que muchas de las
veces, no nos va tan mal y hasta
prosperamos en ciertas áreas y de ciertas maneras, es más fácil que nosotros los
cristianos nos sintamos seguros presumiendo de la gracia de Dios que
dependiendo de ella. No me digas que
dependes de la gracia de DIOS si no tienes una vida continua de oración.
Demasiados creyentes se quedan satisfechos
con las bendiciones físicas y tienen muy poco deseo de las bendiciones
espirituales. El cristiano moderno al haberse vuelto tan dependiente de sus
recursos físicos, siente poca necesidad de los recursos espirituales. Cuando
los programas, métodos y dinero producen resultados impresionantes, hay una
inclinación a confundir el éxito humano con la bendición divina.
No pocos cristianos pueden en realidad
comportarse como humanistas en la práctica, viviendo como si Dios no fuera
necesario en sus vidas, dicen que sí, pero no lo demuestran porque no les gusta
orar o solo oran por sus deseos egoístas y carnales.
La oración continua, persistente e incesante es parte esencial de la
vida cristiana y fluye de la dependencia de Dios: la mejor forma de decirle a
DIOS que dependemos de Él y que descansamos en su soberanía es orando a diario
por todo.
El ministerio terrenal de Jesús fue
sorprendentemente breve, apenas tres años y medio. Sin embargo en esos tres
años, como debió haberlo sido en sus años previos, pasó gran cantidad de tiempo
en oración. Los Evangelios nos informan que Jesús tenía por costumbre levantarse
temprano en la mañana, antes del amanecer, para tener comunión con su Padre.
En la noche, con frecuencia iba al monte de
los Olivos o algún otro lugar tranquilo para orar, generalmente a solas. La
oración fue el aire espiritual que Jesús respiró cada día de su vida. Él
practicó una comunión interminable entre él y el Padre. Él exhortó a sus discípulos a hacer
lo mismo. Lucas 21:36
El mismo apóstol Pablo lo escribió a los de
la iglesia de Tesalónica: 1ª
Tesalonicenses 5:17. Donde orar sin cesar básicamente se
refiere a tener el buen habito de orar, que sea algo que suceda constantemente,
no un incidente aislado.
Todos los pensamientos, obras y circunstancias
de la vida se convierten en una oportunidad para tener comunión con nuestro
Padre celestial. Así es como ponemos nuestras mentes en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Colosenses 3:2.
Desgraciadamente, la mayoría de creyentes
nunca toman en serio la oración hasta que sucede un problema en su vida o en la
de un ser querido. Entonces tienen la inclinación de orar atenta, específica y
persistentemente, no esperes a que sea tu caso, y si ya lo es, ¿Qué esperas
para orar con fervor?
Nuestro Señor hizo muchas obras poderosas
cuando estuvo en la tierra, sin embargo, en ninguna de ellas se percibe algún
consumo de energía, solo cuando oró lo vemos angustiarse y esforzarse al punto
de sudar grandes gotas de sangre, ¿Qué tan intensa es nuestra oración? ¿Consume
nuestro ser? ¿Es prolongada y ferviente?
Centremos nuestro corazón en DIOS para que nuestras oraciones de ahora
en adelante sean diferentes, para que sean conforme a su voluntad.
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