lunes, 26 de noviembre de 2018

El Evangelio De Juan 102: La Paz De Cristo. Juan 14:22-27.


Unas cuantas horas antes de que el Señor Jesús fuera entregado por el traidor de Judas a las autoridades judías para ser crucificado por los suyos, el Señor, consciente de que la fe de sus discípulos estaba por extinguirse les dé una serie de palabras de consuelo, justo después de que terminaran de tomar la ultima cena.

Primero vemos que Tomás lo interrumpe en su discurso: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Después es Felipe el apóstol quien corta la charla: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

Jesús esta en medio de una maravillosa explicación acerca de la persona del Espíritu santo, el Parakletos, el Consolador por excelencia, y está dando a entender que será Él, el Espíritu su representante, que Jesús regresará de nuevo, pero no refiriéndose al día del juicio, sino al día de pentecostés donde es derramado el precioso Espíritu sobre de los creyentes.

Todo el tiempo Jesús tiene este momento en su mente, cada vez que habla, cada explicación, cada nuevo precepto, cada palabra, la da pensando en que él vendrá a la iglesia en la Persona del Espíritu Santo, esta verdad no debería ser difícil de entender si al menos sabemos lo más básico acerca de la Santísima Trinidad: DIOS se manifiesta eternamente en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo y cada Persona es plenamente DIOS y hay un solo DIOS.

Jesús, con esto en mente, es que les da la gloriosa promesa de que no nos dejaría huérfanos, al contrario, se manifestaría a los suyos por amor, pues DIOS nos amó en la eternidad pasada, eso provocó nuestro amor hacia Él, nos ama en el presente y como recompensa de nuestro amor a Él, nos va a amar por toda la eternidad futura.

El amor de DIOS nos rodea por todos lados en el tiempo: presente, pasado y futuro. Y es justamente aquí que se da la tercera y última interrupción que encontramos en este capítulo, de hecho hasta mediados del capítulo 16 el Señor no vuelve a ser interrumpido en su consejo a los discípulos. 22 Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?

El Judas que interrumpe al Señor no fue el hombre que acababa de salir del aposento alto para traicionarle, es decir no fue el Iscariote. Esto es aclarado por Juan para dar mayor claridad y para proteger la memoria de Judas el Grande como fue conocido.

Por el contrario, era Judas el que le menciona tres veces, el llamado Lebeo, cuyo sobrenombre era Tadeo que probablemente significa valiente o con corazón de león. Era Judas hermano de Jacobo. Lucas 6:16. Hechos 1:13.

En las cuatro listas de los apóstoles este Judas va a continuación de Simón el Zelote, por lo cual algunos han deducido que los dos eran hermanos o amigos íntimos. Si bien en los escritos apócrifos su nombre aparece muchas veces, el Nuevo Testamento no refiere ningún otro incidente respecto a él más que el aquí descrito.

Como ocurre a menudo en el cuarto Evangelio, aquí nuevamente alguien toma una palabra o expresión que Jesús ha utilizado, y la interpreta mal, lo hicieron los fariseos, lo hizo la multitud, lo hizo Tomás y Felipe y ahora lo hace Judas, como las ocasiones anteriores basan su pregunta en esta mala interpretación.

¿Qué fue lo que entendió o malinterpretó Judas?  La expresión concreta a la que Judas dio la interpretación equivocada fue: Todavía un poco, y el mundo no me verá másy me manifestaré al que me ama. Jesús había hablado claramente acerca de una manifestación en el Espíritu, no olvidemos que eso era lo que tenía en mente todo el tiempo, por consiguiente hablaba de una manifestación de índole espiritual.

Judas, sin embargo, pensó probablemente en una manifestación pública por medio de poderosos milagros o por medio de una especie de teofanía mesiánica, como en el día del juicio venidero.

Al parecer Judas el hermano de Jacobo, todavía tenía la esperanza de que si hacían grandes obras en público, todos se convencerían de que Jesús es el Mesías y los libraría de la tiranía romana. La pregunta de Judas nos recuerda mucho el consejo dado por los medios hermanos de Jesús, cuando le dijeron en tono escarnecedor que subiera a la fiesta de los tabernáculos para que todos lo vieran en esplendor. Juan 7:1-5.

Además, el hecho de que algunas semanas después, en el momento mismo en que Jesús estaba a punto de subir al cielo, los discípulos todavía soñaban con grandezas terrenales y nacionalistas. Hechos 1:6.  nos hace pensar que lo que Judas quiso decir aquí fue esto:

Señor ¿Por qué vas a manifestarnos tu gran poder sólo a nosotros, y no también al pueblo en general? ¿Acaso esta última forma no sería mucho mejor y más efectiva?

No creemos que la pregunte de Judas fuera sólo teórica, como si dijera, ¿Cómo es posible, en lo abstracto, que tú te reveles de tal forma que sólo tus discípulos puedan verte?

El momento era demasiado grave para preguntas puramente especulativas. En cierto modo, Judas se siente insatisfecho por las palabras dichas por Jesús. No es para sorprendernos, al ego humano lo aplasta la soberanía de DIOS, los planes de grandeza y gloria nacional de Judas se estaban viniendo abajo con las últimas declaraciones de Jesús.

En vista de que básicamente el error de Judas se refería al tipo de manifestación de Cristo, Cristo hablaba en lo espiritual y Judas en lo natural, por lo tanto Jesús se limitó a proseguir el pensamiento interrumpido en el versículo 21, y da otra explicación de este concepto en las palabras de los versículos 23 y 24.
23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará.

Anteriormente, en el verso 15 Jesús ya había hablado acerca de que el amor precede a la obediencia, no es al revés, de lo contrario será legalismo. Ahí se usó el plural, aquí Jesús usa el singular. La forma de la frase y el uso del singular enfatizan la responsabilidad que cada discípulo tiene de preguntarse a sí mismo si personalmente ama a Jesús. El término mi palabra aquí en el versículo 23 se explica con mis mandamientos en el versículo 15.

Este amor, que tiene a Jesús por objeto, recibe una rica recompensa: mi Padre lo amará. Aunque ya entendimos que es una recompensa prometida, nunca merecida, pues si le amamos y le obedecemos es porque Él nos amó primero.

El señor continúa y les dice: Y vendremos a él, y haremos morada con él. No perdamos el hilo de la conversación, Jesús todavía tiene en mente el día de pentecostés, todavía está refiriéndose a la llegada el precioso Espíritu de Gracia, tanto El Padre como El Hijo vienen a morar en los creyentes, pero lo hacen por medio de la Persona del Espíritu Santo.

Y esta presencia es muy real. Se puede sentir y notar palpablemente su acción. El Espíritu:

·         Convencerá de pecado.
·         Guiará a arrepentimiento cotidiano.
·         Dará seguridad de salvación.
·         Comunicará la paz de DIOS que sobrepasa todo entendimiento.
·         Amonestará.
·         Consolará.

Todo esto en relación con la Palabra, no lo hará por medio de bonitos sentimientos, El Espíritu y la Palabra siempre trabajan juntos. En esa forma Cristo ha prometido manifestarse a los discípulos, pero no al mundo.

La cláusula, y haremos morada con él, indica una relación muy estrecha e íntima. El Padre y el Hijo, en el Espíritu y por medio de él, están siempre junto a aquellos que aman a su Señor, Ellos están dispuestos a consolar, a alentar, y a dar toda la ayuda necesaria.

24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

El Señor reitera lo que acaba de decir en los versos 15, 21, y 23, sólo que ahora es a la inversa: el que no me ama no guardara mis Palabras. Jesús ha mostrado repetidas veces que las dos proposiciones que siguen son ciertas:

·        El que me ama guardará mis palabras.
·        El que guarda mis palabras es porque me ama.

Se sigue lógicamente que El que no me ama no guarda mis palabras. Estas palabras se pueden tomar en forma separada, como otros tantos mandamientos. También pueden considerarse como una unidad: la palabra de Cristo, su enseñanza, como la norma de doctrina y vida.

La última parte del versículo se ha explicado en relación con Juan 7:16  Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. Es el mismo pensamiento. Rechazar los preceptos de Cristo es algo muy serio, porque:

·         Tal persona no rechaza la palabra de un simple hombre sino de Dios.
·         El Señor no se manifestará en su amor a una persona así.

25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros.

Jesús parece demorarse con sus discípulos lo más posible. Parece despedirse de ellos una y otra vez; sin embargo, una y otra vez se queda un poco más. Hay un tono de despedida en las palabras: Les he dicho estas cosas estando con vosotros. Sin embargo, el Maestro se demora, trata por amor a ellos de alargar lo más posible el tiempo.

Cuando el Señor dice estas cosas estando con ustedes, es una declaración muy general, no la podemos restringir solamente a las Palabras habladas esa misma noche, más bien el Señor se está refiriendo a los 3 años y medio de enseñanzas continuas que culminaron en esas ultimas horas junto a ellos.

26 Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Ahora Jesús distingue entre su propia enseñanza durante los días de su humillación, por una parte, y su propia enseñanza por medio del Espíritu en la gloria de su exaltación, por la otra.

La idea central de los versículos 25 y 26 se puede sintetizar así: Mientras moraba físicamente con ustedes les he comunicado ciertas enseñanzas que después de mi separación física de las aclararé más por medio del Espíritu. 1ª Corintios 2:13.

Primero le llama El Parakletos y después Espíritu Santo, santo porque, no sólo está completamente libre de pecado y posee todos los atributos morales en grado infinito lo cual, desde luego, es verdad también respecto al Padre y el Hijo, sino también porque él es quien lleva la parte principal en la obra de hacer santos a los elegidos en la santificación.

También se describe como aquel a quien el Padre enviará en mi nombre (el de Cristo). El envío del Espíritu Santo y también su obra en la tierra armonizan por completo con el nombre de Cristo: el mesías Salvador, y el Espíritu santificador: ambas son partes integrales del decreto eterno de redención.

La comparación entre 14:26, a quien el Padre enviará en mi nombre, y 15:26, a quien yo os enviaré del Padre, aclara completamente que el envío histórico del Espíritu Santo el día de Pentecostés se atribuye tanto al Padre como al Hijo, de ningún modo hay contradicción, por el contrario solo encontramos perfecta armonía y sincronización divina.

Pero Jesús nos dice que el Espíritu les enseñará todas las cosas necesarias, no sólo para su propia salvación, sino aquí en concreto, para la obra de testimonio. 1ª Juan 2:27.

Esto incluye ciertas cosas que Jesús no había enseñado concretamente durante los días de su humillación, las cuales omitió por una razón muy prudente: aún no estaban listos para sobrellevarlo. Juan 16:12.

Además nos dice que el Espíritu les recordará todo lo que él mismo les había dicho, Jesucristo cumple su oficio profético, primero en la tierra, luego por medio de la persona del Espíritu Santo lo hace desde el cielo.

Cuando dice ambas veces todas las cosas  pueden considerarse como círculos concéntricos, uno dentro de otro, porque también por medio del recuerdo de lo antiguo: les recordará todo lo que yo les he dicho, el Espíritu enseñará lo nuevo, en pocas palabras, Jesús hablaba de revelación progresiva.

Debe tenerse presente que entre el tiempo en que Jesús pronunció estas palabras y el momento en que fue derramado el Espíritu Santo ocurrieron los siguientes sucesos significativos:

·         La crucifixión.
·         Resurrección.
·         La ascensión.
·         La glorificación de Cristo.

A la luz de estos grandes acontecimientos la obra del Espíritu Santo de recordar a los discípulos las antiguas enseñanzas de Jesús, iba a incluir también estos nuevos sucesos y su plena comprensión, pues sin el Espíritu, no podrían haber comprendido a plenitud estos maravillosos hechos.

Jesús continúa su enseñanza y les dice: 27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.



Por medio de   todas las palabras de consuelo que preceden al versículo 27 Jesús trata de comunicar paz a los corazones de los discípulos. Esta paz, es como si dijera Jesús, es tanto un legado que dejo como un tesoro que doy.

  
Para un judío el vocablo paz en hebreo shalom que significa estar entero, completo y seguro, significa el cúmulo de bendiciones de toda clase que vienen de DIOS. Santiago 1:17. Es como si, en este versículo Jesús hiciese su testamento, ya próximo a morir, y les dejase a sus discípulos todo lo que le iba a quedar después del despojo que sufrió en su pasión y muerte en cruz: una paz eterna.

A la luz de todo el capítulo creemos que Jesús la hablar de paz en este momento, lo hace con el propósito de sosegar los corazones inquietos, sufrientes e intranquilos de sus discípulos, no olvidemos que todo el discurso comenzó cuando al terminar la ultima cena les anuncio su pronta partida, la traición de Judas y la negación de pedro, y momentos antes se habían sentido avergonzados por su malsana actitud ante el acto de lavarse los pies unos a otros.

Jesús aquí tiene en mente cierta ausencia de inquietud espiritual y hasta un buen grado de seguridad de salvación y de la presencia amorosa de Dios bajo toda circunstancia, no importa lo que viene, no importará lo que pase, ustedes tengan paz, una paz que es el resultado de su fe en DIOS y en su Hijo Jesucristo. Juan 14.1. Es la paz de la que sobrepasa todo entendimiento que Pablo habla en Filipenses 4:6-7.

Cuando Jesús dice, No os la doy como el mundo la da, el contexto aclara que lo que quiere decir es doy mi paz, que el mundo nunca puede dar, por mucho que tenga bueno deseos o las mejores intenciones, no importa cuántas veces te digan: ve en paz o la paz sea contigo, la paz de DIOS es un regalo no un bien que los seres humanos poseemos por nosotros mismos.

El mundo puede dar placer externo, descanso físico y deleite, honor, riqueza; pero nunca esa seguridad íntima que es el reflejo de la sonrisa de Dios en el corazón de su hijo.

Cuando Jesús dice: No se turben más vuestros corazones, ni tengan miedo, es porque cuando la paz que Cristo comunica y que ganó para nosotros mediante su expiación entra en el corazón, queda excluida la ansiedad.

Es cierto que Jesús da esta paz con su muerte expiatoria en la cruz, con la cual produce la reconciliación, en otras palabras la paz de Cristo es superior a cualquier estabilidad moral, económica, social, etc. que el mundo puede dar porque nos ha llevado a hacer nuevamente las paces con DIOS. 2ª Corintios 5:18-21.

Esa es la paz que Cristo da y que el mundo, con todos sus deleites, bienes materiales y cualidades morales no puede ni nunca podrá ofrecer: ya no somos más enemigos de DIOS, el pecado que nos enemistaba ha sido quitado de en medio, pero no solo eso, sino que aparte, como lo dice Pablo, hemos recibido la Justicia de Cristo para poder acercarnos confiadamente al trono de nuestro amado Señor y Rey.

El mundo no busca la reconciliación con DIOS, por eso no puede dar este tipo sublime de paz, de hecho en el mundo es todo lo contrario, los ateos han llegado a ese punto no solo porque no creen en DIOS, o porque estén resentidos con Él por alguna tragedia, la gran mayoría de los ateos lo son porque no les conviene que DIOS exista.
No tiene paz, nunca la tendrán si DIOS es real, pues su estilo de vida, aunque algunas veces sea moralmente aceptable, no es suficiente para ser salvos, su conciencia los acusa, su corazón les pide a gritos que busquen la paz eterna, pero ellos lo que heces es tomar una aspirina para su tumor cerebral, se convencen así mismo que DIOS no es real, pues eso les produce un poco de paz.

Pero no son los únicos, también los que algún día gustaron el don celestial y en la actualidad andan fuera del Camino del Señor, los que alguna vez siguieron a Cristo y hoy en día no se acercan para nada a él ni mucho menos a Su iglesia: los cristianos resbalados.

Al igual que los ateos se fabrican su propia paz, se inventan todo tipo de cuantos de hadas para callar sus conciencias, sus corazones sufren porque no tienen esa paz eterna que solamente Cristo da, sus mentiras favoritas son:

·         Yo sigo creyendo en DIOS.
·         Aunque no me congregue si amo a Cristo.
·         Ando algo mal, pero DIOS conoce mi corazón.
·         Tal vez peco, pero al menos ya no soy idolatra.
·         Mira como DIOS no me deja, hasta me bendice.

Son el tipo de frases que se inventan ellos mismos para tener aunque sea un poco de paz, pero es una falsa paz, si conocemos alguien en esta condición no le endulcemos el oído, somos la sal no el caramelo del mundo, seamos sinceros con ellos, abramos sus ojos a la verdad: solo Cristo puede traer verdadera paz al ser humano y no es como el mundo la da.

Pero los ateos y cristianos resbalados no son los únicos que se elaboran su propia paz, todavía hay otro grupo que gusta de hacerlo cotidianamente: los cristianos tibios,  los cristianos carnales, los niños espirituales.

Son aquellos que más de la mitad del tiempo andan en la carne y no en el Espíritu, aún no tienen la intención de madurar, pero creen que así están bien con DIOS:

·         Pecando continuamente.
·         En chismes.
·         Egocéntricos.
·         Contenciosos.
·         Orgullosos.
·         Que les gusta escarnecer a sus semejantes.
·         Que son oidores pero no hacedores de la Palabra.
·         Que no promueven la unidad, al contrario, dividen.
·         Que se emberrinchan por meros caprichos.
·         Etc. Gálatas 5:19-21.

El Espíritu Santo les dice a gritos, por medio de las exhortaciones directas, por medio de las predicaciones y enseñanzas y por medio directamente de Su Palabra que es tiempo de dejar eso ya, que es tiempo de madurar, de dar el siguiente paso hacia nuestra semejanza con Cristo, pero que definitivamente no le hacen caso.

Prefieren confeccionar su propia paz a descansar en la paz de Cristo:

·         No creo estar tan mal.
·         Hay otros peores.
·         Antes era más malo, pecaba más, etc.
·         Pero al menos me congrego, oro, leo la biblia, ayudo, etc.
·         En el tiempo de DIOS todo va a pasar.
·         Al cabo todo está predestinado.
·         Etc.

Son las frases favoritas de los corazones que buscan desesperadamente la paz de Cristo en los lugares equivocados.

Ahora que está de moda Queen y Freddie Mercury, circula en redes sociales un video de como celebró sus 41 años, pues poco tiempo antes se enteró que tenía un cuadro muy serio de VIH, fue un descontrol total, algo aberrante, él sabía que tal vez sería su última fiesta de cumpleaños, y buscaba paz para su alma, solo que como todo ser humano muerto espiritualmente, buscó en el lugar menos indicado: fuera de Cristo.

Tanto para los ateos como para los cristianos resbalados y los niños espirituales la pregunta el día de hoy es ¿Qué esperamos para ir a Cristo a buscar la paz eterna? Él la logró en la cruz del calvario, él la tiene a disposición y el que a Él va no le echa fuera.


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