A partir del día de hoy estudiaremos el decimosexto
capítulo del evangelio del discípulo amado, antes de entrar en materia será
bueno aclarar algunos puntos para abrir nuestro panorama y poder comprender
mejor los pasajes que aquí se encuentran.
Este capítulo nos sigue narrando las palabras de Jesús
en el camino del aposento alto al torrente de Cedrón, estamos, como ya lo
sabemos a unas cuantas horas de que llegue su pasión y muerte, y si somos
cuidadosos al leer este capítulo nos daremos cuenta que hay un cambio gradual
pero marcado en sus palabras.
El carácter de su discurso va cambiando de forma
gradual de una palabras de advertencia a la predicción de lo que está por
suceder, de hecho, así como en el capítulo 14 el tema central son las palabras
de aliento, en el 15 es la advertencia,
en este capítulo el tema central es la predicción, las palabras que resaltan en
él son en tiempo futuro: expulsarán,
enviare, convencerá, guiará, glorificará, etc.
Sin embargo, entre los capítulos 15 y 16 no hay una
división brusca o muy marcada, como en otras ocasiones si se llega a dar, el
cambio de tema es gradual pues nuevamente se abordan temas tratados con
anterioridad: el pesar de la partida de Cristo, el consuelo de la oración eficaz
y la persecución y odio por parte del mundo.
Lo que si vemos es que en este capítulo hay una gran
diferencia en el énfasis dado a estos temas, en el capítulo anterior Jesús les
dice a sus discípulos lo que deberían de hacer, la forma de reaccionar, en
cambio en este capítulo Jesús predice lo que el DIOS Trino hará por sus
discípulos ante este ambiente de odio y persecución.
Con todo esto en mente comencemos ahora si a
escudriñar verso a verso este pasaje: 16:1 Estas cosas os he hablado, para que no tengáis
tropiezo.
Sabemos que el Señor al decir estas cosas se está refiriendo al contexto inmediato anterior: el
odio del mundo hacia cristianos, hacia Cristo y hacia DIOS mismo, Jesús las ha
dicho para prevenir a sus amigos
porque el siervo no sabe lo que hace Su Señor, en cambio los amigos si lo
saben, estaba reiterando el trato de amistad a los suyos.
Si el Señor no hubiera predicho estos acontecimientos,
los discípulos habrían sido tomados por sorpresa, corrían el riesgo de
desalentarse y desilusionarse en su caminar con Cristo ante la ola de terribles
persecuciones que se vendrían a sus vidas.
Habrían comenzado a preguntarse si era realmente
verdad que las riendas del universo estaban en sus manos. Habrían dicho, Habíamos esperado tanto de él, y recibimos
tan poco. A fin de impedir un desengaño tal que tendería a carcomer su fe,
el Señor les dijo todas estas cosas por adelantado, antes de que ocurrieran.
Así sabrán que no sólo la traición de Judas y la
salida de Jesús sino también el odio del mundo estaban incluidos en el plan de
Dios para el progreso de ellos en la salvación. El buen apóstol Pedro lo
entendió a la perfección, se nota en sus escritos. 1ª Pedro 4:12.
El Señor prosigue y les dice: 2 Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera
que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.
El gran y violento odio que los judíos manifestaran en
contra de los discípulos se manifestará en el acto más impactante que un judío de la época podía recibir: la expulsión
de la sinagoga.
Ya aclaramos cuando hablamos de la sanidad del ciego
de nacimiento en el capítulo 9, que el peor castigo moral que podían recibir
los judíos en esa época era la expulsión final de la sinagoga, que eran los
lugares especiales de reunión cuando no podían trasladarse hasta el templo de Jerusalén,
en estas sinagogas no llevaban a cabo sacrificios de ningún tipo, peor si la
lectura de la ley y toda la vida cívica, social y religiosa pasaba por ahí.
Es por eso que la expulsión del lugar, además de ser
obviamente física, incluía el desprecio de los demás miembros de la sociedad,
se convertían en parias en todos los sentidos, el apoyo religioso, moral,
económico, social, cultural, etc. era totalmente negado a quienes eran
expulsados de dicha congregación.
La membresía en la congregación, al menos en la
nuestra, también incluye el riesgo de la expulsión de la congregación, pero
para nada es del tipo manipulador que sucedía en la sinagoga, sólo están en riesgo
de expulsión aquellos que se digan miembros pero que vivan en pecado
desvergonzado y que después de dar oportunidad al arrepentimiento continúen
pecando impenitentemente, o aquellas personas que descaradamente pongan en
riesgo la unidad de la iglesia con conductas o herejías destructoras.
Además, lejos de tratarlos como parías, nuestro llamado según Jesús en Mateo 18 es a considerarlos como gentiles y publicanos, es decir como pecadores que necesitan la
gracia de DIOS por medio del evangelio, de ninguna manera les trataríamos con
ningún tipo de desprecio inhumano.
Pero para los discípulos no era así, el Señor predijo
lo que les habría de suceder, serían separados de todo tipo de vida y
prerrogativas que como ciudadanos judíos podrían tener, sus antiguos amigos los
verían como peores que paganos. Perderían el trabajo, sus familias los
apartarían de ellos, e incluso perderían el privilegio de un sepelio honorable.
Y peor aún, habrá algunos a los que hasta ¡Les costará
la vida! La hora se aproximaba cuando
los hombres considerarían que dar muerte a un cristiano era un acto meritorio,
una acción por medio de la cual uno servía
a Dios.
El Señor Jesús sabía perfectamente lo que se
avecinaba, sabía que el concepto de Su divinidad junto a la del Espíritu Santo
chocaría en las mentes de la gran mayoría de los judíos, si en esa época no
estaban listos para recibir la revelación de la Trinidad, mucho menos lo
estaban cuando nacieron como nación.
El Señor sabía la manera de pensar en reacción a la Trinidad:
Toda mi vida, dirían los judíos, he sido
enseñado que hay Un Solo DIOS Verdadero al cual debemos honrar y adorar, y
ahora estos seguidores de Jesús pretenden que adore a su Cristo como a DIOS
mismo y lo mismo con el Espíritu Santo,
esto es blasfemos para mí, deben ser castigados con la muerte.
De inmediato se piensa en Pablo, quien luego testificó
acerca de esto. Hechos 26:9. Era un
principio que equivalía a un dogma, entre los judíos había un dicho: El que derrama la sangre del malvado es como
si ofreciera un sacrificio.
En el siguiente versículo leemos: 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.
Los judíos en esa época, como muchas personas en la
actualidad, habían creado a su propio dios, alteraron la imagen revelada del
DIOS Creador y lo mezclaron con sus propias ideas religiosas, dando pro
resultado un dios de su imaginación, pues no conocen al verdadero DIOS ni mucho
menos al Señor Jesucristo.
Para ellos Cristo siempre fue y hasta la fecha es un
impostor, el hijo de la mujer violada, no lo sirven para nada, pero no tienen
excusa al respecto, es solo la consecuencia de negarse a reconocer que al que
envió: El Padre y al enviado: El Hijo, muy a pesar de haber presenciado tantas
señales y milagros que autentificaban su procedencia.
Desde luego, como lo aclaramos la semana pasada,
cuando uno rechaza al Hijo, rechaza también al Padre, y viceversa. Poco a poco
nos vamos acercando al clímax de nuestra enseñanza de hoy, en el siguiente
verso leemos que el Señor ahora nos dice: 4
Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que
ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con
vosotros.
Se vuelve a repetir el pensamiento del versículo 1.
Nos damos cuenta que para el Señor Jesús el reafirmas las ideas era de suma
importancia: ya se los he dicho, cuando sucedan las cosas, no se desanimen, más
bien den gloria a DIOS de que se cumple mi Palabra, es el pensamiento del Señor
Jesús, que reitera.
Esto es porque el Maestro cuida de sus discípulos con
amor. Cuando llegue la hora de la cruel realidad de que en este mundo serán
aborrecidos y la prueba toque a sus vidas, no podrán decir jamás: ¿Por qué nos
pasa esto? ¿Por qué nunca nos lo advirtieron? Al contrario, el Señor con mucha
anticipación les abre los ojos a la realidad, así cuando llegue el sufrimiento
confirmará su fe en Jesús, recordaran sus palabras y caerán en la cuenta de que
cada una de sus predicciones se están cumpliendo.
Eso es lo que hace especial a la Biblia, es lo que la
pone en un lugar totalmente aparte, superior, muy por encima de cualquier otro
escrito religioso o espiritual, muchos nos llaman pretensiosos a los
cristianos, al asegurar que solo Cristo es el camino a la salvación, y que solo
la biblia es la Palabra de DIOS, pero no se dan cuenta que ningún otro libro en
la historia de la humanidad es como la biblia (lo veremos más a fondo cuando
estudiemos Bibliología en un par de
semanas los días miércoles).
El contenido de la Escritura lo podemos clasificar en
3 partes:
·
1/3 parte es historia.
·
1/3 parte es doctrina y lineamientos.
·
1/3 parte es profecía.
Casi ningún otro libro religioso-espiritual contiene
profecía y menos la tercera parte de su contenido, y la biblia no solo tiene
profecías, sino que las que se han cumplido han roto los límites de las
probabilidades, en mucho más de una ocasión, por lo tanto solo queda una
alternativa: su autor es divino.
Cuando los discípulos vean que si se están cumpliendo
sus predicciones respecto a las calamidades, sabrán que también se cumplirán
las relacionadas con el bienestar. Por eso es que podemos confiar siempre en
DIOS.
Cuando el Señor les dice: Esto no os lo dije al
principio, porque yo estaba con vosotros. No se refiere a las predicciones de
persecución, pues como sabemos en el sermón del monte hizo varias al respecto,
pero se está refiriendo al hecho de que el mundo los iba a aborrecer porque
Jesús los ha escogido sacándolos del mundo, que este odio en realidad se
dirigía contra Jesús y contra el Padre, que era totalmente inexcusable y que lo
provocaba la condición siniestra del corazón.
La razón por la cual Jesús no había dicho esto desde
el comienzo era que no había sido necesario por ese entonces, porque todavía
estaba con ellos. Mientras estuvo físicamente
presente, el embate más fuerte del ataque se dirigía contra él, no contra los
discípulos.
De ahora en adelante se daría un cambio. Con Jesús ya
crucificado, el Sanedrín comenzaría a dirigir su ira contra sus seguidores. El libro
de Hechos como lo hemos mencionado, muestra que esta profecía se cumplió en
todos sus detalles.
Ahora el Señor les dice: 5 Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A
dónde vas?
Hay quienes creen que aquí hay una contradicción, pero
como veremos no es así.
Sabemos que un poco antes, cuando el Señor todavía no
les ampliaba el panorama con el propósito de su partida, si le habían
preguntado algunos de sus discípulos con respecto a este tema:
·
Pedro había preguntado: Señor ¿a dónde vas? 13:36.
·
Tomás había preguntado algo parecido. 14:5.
Pero estas preguntas nacían de una concepción tosca y
literal de la partida de Cristo.}, aun no entendían nada cuando realizaron
estas interrogantes. Ya después el Señor les dio una explicación más amplia y
profunda con respecto a su pronta partida. Les había indicado con claridad que
no se dirigía a otro lugar en la tierra sino que iba al Padre 14:28, que su retorno al Padre debería
haber llenado sus corazones de gozo, y que desde allá enviaría al Paracletos.
Este era el momento adecuado para preguntar acerca de
la profundidad del tema:
·
¿Qué significará para ti Señor?
·
¿Anhelas regresar al padre?
·
¿Cómo sucederá esto?
Son el tipo de preguntas que hubieran sido esperadas,
es más, ni siquiera hubo el interés acerca de que les repitiera la enseñanza, una
de las más bellas y consoladoras que hay en la Escritura: no estamos solo el
Espíritu Santo está con nosotros.
El Señor pone al descubierto esta situación, pues el
silencio de los discípulos tiene un motivo egocéntrico, están tan ensimismados con
sus propias preocupaciones personales, sobre todo siguen tramados por la pronta
partida del Señor y sus sentimientos los traicionan, al grado de volverlos
totalmente egoístas al respecto.
Podemos darnos cuenta, que los restos del pecado,
manifestados en egoísmo, estarán siempre presentes en los redimidos, si bien es
cierto que los discípulos aun no estaban cubiertos por el sacrificio expiatorio
de Cristo, no significa que después de estarlo, el egoísmo se esfumó por completo, vemos a un Pedro convenenciero en Gálatas 2:11-13.
Esto no es una excusa para actuar de forma egoísta, al
contrario, debe de ser un llamado a tomar nuestra cruz y seguir al Señor, aun y
cuando esto implica morir al yo, algo
que Pedro por la gracia de DIOS pudo hacer. 2ª Pedro 3:15.
Por la actitud egoísta es que el Señor Jesús se queja
amargamente, Y ninguno de vosotros me
pregunta: ¿A dónde vas? Después el Señor Prosigue: 6 Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro
corazón.
Jesús había hablado acerca de su partida. Pero los
discípulos se concentraron en el hecho de esta partida, y en lo que pensaban
que significaría para ellos. Por ello es que nunca prestaron suficiente atención
a la naturaleza de esta partida, y a lo que él había dicho que esto significaría
para ellos y para él.
Por ello, el pesar se había apoderado de sus corazones;
y esto a pesar de todas las razones que Jesús había presentado para su consuelo
en el capítulo 14, y a pesar de la instrucción que les había impartido respecto
a los frutos de permanecer en él después de su partida física en el capítulo 15.
Los discípulos conciben como una gran pérdida la
partida de su maestro. Por eso Jesús continúa: 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no
me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré.
En este verso llegamos al cenit de nuestra enseñanza
del día de hoy, aquí, Jesús expresó claramente lo que había venido sugiriendo
desde mucho antes. Ya les había dicho a los discípulos que su partida tenía
como propósito:
·
Prepararles un lugar junto al Padre.
·
Prepararlas para realizar mayores obras.
·
Impartirles conocimientos aún mayores.
·
Y sobre todo para la llegada del Espíritu Santo.
Pero para ellos nos les resultaba claro que la partida
del maestro era para su mejoría, una vez más los discípulos solo estaba viendo
el aquí y el ahora, no tenían la perspectiva correcta de las situaciones, en
específico de la partida del Señor Jesús. No pasaban de lo natural a lo
espiritual en esa ni en ninguna otra área.
No entendían que la partida de Cristo significaba el
triunfo de su misión en la tierra, ellos lo veían como un fracaso y un
obstáculo para su modo de vida, no entendían todavía que les convenía que el Señor partiera para que el Espíritu Santo
llegue.
El Señor no les explica porque es necesario que él se
vaya para que El Espíritu venga, nosotros sabemos, a la luz de la revelación
completa, que es porque sin su Muerte vicaria y su resurrección literal de
entre los muertos, no hay méritos redentores, y la labor del Espíritu Santo es
aplicar esos méritos redentores a los elegidos. Gálatas 4:4-6.
Pero el Espíritu no puede aplicar estos méritos si no
hay méritos para aplicar. En consecuencia, a no ser que Jesús se vaya, el
Espíritu no puede venir.
La parte en que nos vamos a concentrar es la palabra
que Jesús les dice a sus discípulos: Les
conviene, del griego sumfero (συμφέρω, G4851) que se
puede traducir como: necesario, beneficio, provechoso, lo mejor, lo que
conviene.
Muchas veces creemos en la soberanía de DIOS
intelectualmente, pero en la práctica dejamos de hacerlo, llegamos a olvidar
que DIOS sabe que es lo que más nos conviene, que si pasamos por cualquier
situación, la que sea, agradable o no, es necesario pasar por ella, pues DIOS
sabe lo que es mejor para nuestras vidas, y eso es: ser como Cristo.
Olvidamos prontamente, como los discípulos quien tiene
el control de nuestras vidas, olvidamos que Dios Nunca Hace Nada
Accidentalmente, Y Él Nunca Comete Errores, que Su Voluntad es buena, agradable
y perfecta siempre. Romanos 12:2.
Si no fuera así, todo sería un accidente, no habría nada
seguro, todo quedaría a la deriva, no habría propósitos, significado,
importancia en nada, no habría más que unos breves años de vida y ya, sin
embargo, sabemos que DIOS es real, que formó todo con un propósito, que en
Cristo no hay casualidades, que todo, absolutamente todo tiene una razón y un
significado profundo de ser, que todo apunta para nuestra conveniencia: Ser como Cristo.
Entender que todo está perfectamente controlado por
DIOS, es decir ordenado con anticipación Para nuestra conveniencia, descarta
por completo conceptos tales como:
·
Suerte.
·
Accidentes.
·
Casualidades.
·
Fatalidades.
·
Destino.
·
Fortuna.
·
cualquiera parecido. Proverbios 16:33.
Hay una gran diferencia entre este tipo de azahares y
la perfecta voluntad soberana de DIOS, la clave de esta diferencia la
encontramos en el carácter personal de Dios, pues DIOS se interesa por nosotros
de forma íntima y personal, él desea lo mejor para nuestras vidas y eso es Ser como Cristo.
El destino es ciego, mientras que Dios todo lo ve. La
fatalidad es impersonal, mientras que Dios es un Padre. La fortuna no tiene
voz, mientras que Dios puede hablar. No hay fuerzas impersonales y ciegas
actuando en la historia de la humanidad, es siempre DIOS en perfecto control de
todo.
Todo lo que acontece en el mundo es por la voluntad perfecta de DIOS. En
un universo gobernado por Dios no hay lugar para acontecimientos fortuitos. La
casualidad no existe. La probabilidad es solo una palabra que utilizamos para
describir las posibilidades matemáticas, la tonta frase: el universo conspira a tu favor, es solo basura motivacional.
Un discípulo que va madurando en su caminar con el Señor, sabe
perfectamente que todo lo que le pasa, absolutamente todo, aunque no siempre lo
entienda, aunque no siempre le agrade, aunque a veces sean sus consecuencias
por desobedecer, aun así sabe que es lo
que le conviene para su vida, pues lo que un discípulo desea más que nada en la
vida es ser como Cristo.