El Señor Jesucristo resucitó, ya no cabe
lugar para la duda, aun el incrédulo Tomás, que debido a esa falta de fe se
había alejado del rebaño, y aunque los que habían visto al Señor resucitado le
insistían en su testimonio, Tomas solo podía ser negativo al respecto, al grado
de poner una y otra excusa, si lo veo, si lo toco, si meto mi mano en su
costado, decía. Pero lo que Tomás no esperaba era que el Señor en persona le
haría acto de presencia una semana después de sus primeras apariciones y
mitigaría toda duda en él. Con este relato se cierra el capítulo 20 del
evangelio del discípulo amado.
A partir de este momento comenzaremos a
escudriñar el capítulo 21, el cual ha sido muy controversial para los eruditos
bíblicos, muchos son los que creen que en realidad Juan de puño y letra solo
escribió hasta el capitulo 20 y que este capítulo es una añadidura, aunque no
fuera de la inspiración del Espíritu Santo ni tampoco de la autorización del
mismo apóstol amado. De hecho, se tiene la teoría de que otro líder de Éfeso
escribió el capitulo 21 dictado por Juan directamente. Sea como sea se
encuentra en los manuscritos más confiables y no hay razones para no creer que
se encontraba en el autógrafo o escrito original, por lo tanto, seguiremos
escudriñándolo versículo a versículo.
21:1. Después de esto,
Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se
manifestó de esta manera:
Después de esto, es decir de las primeras
apariciones y más específicamente de la aparición a los once ahora si todos
ellos reunidos, con Tomás incluido por supuesto, Jesús se manifestó, se
eligió cuidadosamente la palabra para expresar los hechos, pues no solo quieren
darnos la idea de que se presentó ante ellos, sino que hizo todo un despliegue
de gloria. No sólo hizo una aparición física repentina, de forma que los
discípulos pudieran verlo, sino que demostró su poder y amor permanentes, su
majestad divina y tierna compasión divina y humana, esto quedará de manifiesto
al escudriñar el capítulo entero.
Esta es la séptima aparición del Señor Jesús
después de resucitar, las otras seis son:
1.
A
María Magdalena (Mr. 16:9; Jn. 20:11–18).
2.
A
las mujeres (Mt. 28:9, 10).
3.
A
Cleofas y su compañero (Lc. 24:13–35).
4.
A
Simón Pedro (Lc. 24:34; 1 Co. 15:15).
5.
A
los discípulos excepto a Tomás (Jn. 20:19–23).
6.
A
los discípulos, con Tomás presente (Jn. 20:24–29).
Todas ellas ocurrieron en Jerusalén. Después
de que los discípulos hubieron ido a Galilea, obedeciendo las instrucciones que
habían recibido del Señor, Jesús se apareció de nuevo al menos otras seis ocasiones
más, incluyendo esta que estamos estudiando:
7.
A
los siete junto al mar de Tiberias (21:1–14).
8.
A
los discípulos en Galilea, donde Jesús dio la gran comisión (Mt. 28:16–20).
9.
A
quinientos hermanos a la vez (1ª Co. 15:6).
10. A Santiago, el
hermano del Señor (1 Co. 15:7).
11. A los once en el
monte de los Olivos cerca de Jerusalén (Hch. 1:4–11; cf. Lc. 24:50, 51).
12. Por último, a
Pablo, cuando se hallaba camino a Damasco (Hch. 9:3–7).
Puede haber habido otras que no estén
registradas en las Escrituras, pro por no estar ahí no podemos conjeturarlas o
inventarlas, así que bíblicamente tenemos registradas 12 apariciones del Señor una
vez que ha resucitado. El relato con dice que se manifestó de esta manera:
2. Estaban juntos Simón
Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de
Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
No nos sorprende encontrar a estos hombres
juntos en Galilea. El Señor había prometido encontrarse allí con sus
discípulos. Además, cuatro de los cinco que aquí se indican habían estado
también juntos al comienzo del ministerio de Cristo. Nos referimos a Simón
Pedro, Natanael y los hijos del Zebedeo que son Juan y Santiago. En ese tiempo
también Andrés y Felipe habían estado con los mencionados, podrían ser ellos
los otros dos discípulos no mencionados, sin embargo, es imposible saberlo.
3. Simón Pedro les dijo:
Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y
entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.
Como siempre Pedro es el hombre que pone
acción, es el que influye en los demás con su liderazgo, Juan es más analítico
y prefiere entender antes de actuar, pero Pedro es todo lo contrario siempre
actuando impulsivamente, así es que les dice a los otros seis que estaban con
él: salgo de pesca. ¿Por qué esta es otra decisión impulsiva de Pedro?
Porque el mismo Señor Jesús en otro escenario parecido le había dado instrucciones
muy diferentes. Lucas 5:10.
Pedro tenia instrucciones muy específicas
del Señor de que dejaría su oficio para dedicarse por completo a los asuntos
del Reino de DIOS, pero Pedro pensaba que era indigno de seguir realizando esta
maravillosa labor, pues a diferencia de los demás discípulos no solo se alejó
del Señor cuando más los necesitaba, Pedro hasta lo negó públicamente en 3
ocasiones, por lo tanto, en su impulsividad piensa que es momento de regresar a
su antiguo oficio.
Los otros seis discípulos están dispuestos a
seguir el liderazgo de Pedro. De hecho, cuando dijo: salgo a pescar,
quiso dar a entender ¿Quién va conmigo?
Fueron, y entraron en una
barca; pero aquella noche no pescaron nada.
Aunque estos hombres, una vez abordo de la
barca, probablemente la de Pedro, escogieron la hora más adecuada para pescar,
y aunque por lo menos algunos de ellos eran pescadores experimentados,
trabajaron toda la noche sin pescar nada. Se repetía la historia relatada en Lucas
5:4-9. DIOS nuevamente de forma
soberana y providencial permitió que estos hombres fracasaran rotundamente en
lo que, según ellos, mejor sabían hacer.
El Señor todavía los ama, n los ha desechado
de su plan perfecto, aunque ellos se consideren indignos por abandonarlo, es
por eso que el Señor amorosamente los deja fracasar, porque todavía los ama,
todavía tiene cuidado de ellos, todavía los tiene contemplados en sus perfectos
planes, así que el fracaso solo fue una muestra de su amor por ellos.
Cuando fracasemos en lo que sea que hagamos,
cuando las cosas no nos salgan como nosotros deseamos, no pensemos que es
porque DIOS se ha molestado con nosotros, ciertamente si estamos pecando
deliberadamente no nos lo permitirá, pero si no es así y de igual forma fracasamos
en cualquier área, recordemos que DIOS lo ha permitido porque sabe que sus
planes son mejores que los nuestros, por trillada que suene esta frase, sino la
hacemos parte de nuestro ser interior, solo serán palabras inspiradoras, pero
nunca palabras de vida.
En su amorosa providencia, su fracaso total
debe servir para poner de relieve la grandeza del don que iba a otorgarles.
4. Cuando ya iba amaneciendo,
se presentó Jesús en la playa; más los discípulos no sabían que era Jesús.
La expresión ya iba amaneciendo pone
de relieve la frustración que estos hombres habían experimentado durante la
larga e infructuosa noche. Por fin, ya llegó el alba, y todavía no habían
pescado nada. Al mirar hacia la playa ven un hombre. Era Jesús, pero no lo
reconocieron. ¿Por qué no? Probablemente por la incredulidad, que aun después
de haberlo visto resucitado, no terminaban de entender sus planes y esto tenia
sus ojos espirituales cerrados, o quizás porque su cuerpo, aunque con forma y
características humanas no era exactamente igual que antes así que no le
pudieron reconocer de inmediato y menos a lo lejos, esto sumado a la niebla
matutina que regularmente se da en ese mar.
5. Y les dijo: Hijitos,
¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.
Con un amor cariñoso y tierno amor se dirige
a ellos como paidion (παιδίον, G3813) que se traduce como
hijitos, significa niño joven o pequeño y se usa hasta de un niño recién nacido.
Se ve que estas palabras hicieron eco para siempre en corazón del apóstol Juan,
pues él mismo las utiliza muchos años después. 1ª Juan 2:1,12-13 y18.
3:7,18. 4:4. 5.21.
Demuestra aun más su amor la hacerles una
pregunta que los sacude por el rotundo fracaso que acababan de experimentar
¿tienen algo de comer? Jesús y los discípulos sabían la respuesta, pero era un
recordatorio de que su plan de volver atrás a vivir como antes, siendo
pescadores comunes era inviable. Y al mismo tiempo es como si les estuviera
diciendo: No habéis pescado absolutamente nada, ¿no es así? Dense cuanta que sin
mí nada pueden hacer. Por favor aprendan la lección de una vez por todas. Los
cansados discípulos respondieron a la pregunta del extraño con una sola palabra:
No.
6. Él les dijo: Echad la
red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la
podían sacar, por la gran cantidad de peces.
Esta afirmación es la que de inmediato pone
a los discípulos a sospechar la identidad del hombre que está en la playa, se
repite lo que hace casi 3 años y medio sucedió, les dan una sencilla orden de
echar la red al lado derecho, lo más seguro es que esto de inmediato
comenzó a crear en los afligidos corazones de los discípulos confianza, paz,
seguridad, dado que ellos, de inmediato obedecieron. Entonces la echaron, y
ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
Esto lo decimos porque los pescadores
experimentados no suelen permitir que una persona totalmente extraña les dé instrucciones.
Hubieran podido muy bien decir, ¿Acaso pretendes tú, desde la orilla, a unos
cien metros de nosotros, decirnos donde echar la red? ¡Claro que es mucho más
fácil que nosotros nos demos cuenta de lo que sucede en el agua a ambos lados
de la barca que tú lo veas desde tan lejos! Además, nosotros somos pescadores. Sabemos
lo que estamos haciendo. De modo que, es mejor que no nos des ningún consejo
que no te pedimos, extranjero.
Pero no hicieron nada semejante. Ni siquiera
objetaron lo más obvio como la vez pasada: luchamos toda la noche y no
pescamos nada, pero en tú nombre echaremos la red. Ellos echan la red a la
derecha, y de inmediato capturan tantos peces que, aunque se estaban
esforzando, no pudieron sacar la red en la barca.
Era un milagro. Jesús no creó de repente
todos esos peces, pero había hecho que en el momento adecuado este banco
estuviera en el lugar preciso para ser capturado. Y el propósito del milagro
fue fortalecer su fe en él y abrir los ojos de estos hombres, hacerlos ver que
por sí mismos no podían hacer nada.
7. Entonces aquel
discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando
oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se
echó al mar.
Lo que dijimos se repite, Pedro actúa
nuevamente antes pensar bien las cosas, y Juan primero analiza y después actúa,
aquí esta una vez más bien ilustrado. El que había captado primero el
significado de los lienzos y el sudario fue también el primero en discernir que
el extraño de la playa era el Señor. De inmediato comunicó a Pedro su sorprendente
descubrimiento.
Juan y Pedro vuelven a estar juntos, como
tan a menudo ha ocurrido. En el reino de Dios el hombre de acción y el hombre
de visión se complementan mutuamente. DIOS siempre pone al compañero perfecto a
tu lado.
Entonces Simón Pedro,
cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa de pescador (porque se había
despojado de ella) y se echó al mar.
El relato no dice que Pedro estaba en ropa
interior, pues de esta manera era más fácil maniobrar en el difícil trabajo de
la pesca, como era característico en él, de forma impulsiva se puso encima su
túnica y la amarró con su cinturón para echarse al agua y llegar nadando a la
orilla, es obvio que el llegaría más rápido pues la barca saturada por el peso
de los peces iba más lenta. Pedro va a dar la bienvenida a su Señor. No lo
volvemos a encontrar hasta que vuelve a subir a la barca.
8. Y los otros discípulos
vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra
sino como doscientos codos (cien metros).
Los otros discípulos, menos impulsivos que
Pedro, tardaron un poco más en llegar, porque habían permanecido en la barca.
Así pues, llegaron a tierra por medio de la barca, que debe haber arribado poco
después de que Pedro lo hiciera.
9. Al descender a tierra,
vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.
Al llegar a la orilla una escena agradable sorprendió
a estos discípulos. En marcado contraste con su incapacidad de encontrarse
alimento, había un fuego de brasas en el cual el hombre en la playa había
preparado una sencilla comida de pan y pescado. Si somos honestos, ellos no lo
merecían, habían abandonado al Señor, le dieron la espalda y Pedro hasta lo
negó, cuando horas antes de hacerlo todos envalentonados le juraron que irían
con él, de ser necesario hasta la muerte, por eso es que fue una agradable
sorpresa. Así es nuestro DIOS nunca nos da lo que en realidad merecemos,
siempre recibimos misericordia y gracia de parte suya.
10. Jesús les dijo: Traed
de los peces que acabáis de pescar.
Cuando les dice traigan, se refiere a
que carguen hacia la tierra los peces que acaban de sacar en la red. el Señor Jesús
lo hace porque deseaba que pudieran meditar acerca de la grandeza del milagro
que acababan de presenciar, así como de sus implicaciones espirituales.
11. Subió Simón Pedro, y
sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun
siendo tantos, la red no se rompió.
En el borde de la barca Pedro suelta la
parte extrema de la red y la arrastra por el agua hasta la orilla, donde, probablemente
con la ayuda de los demás porque era muy pesada, fue depositada en la arena.
Una vez que sacaron los peces grandes, los contaron. Sumaron ciento cincuenta y
tres. Sin duda fue una pesca milagrosa. Una carga tan grande de peces pudo muy
bien causar la rotura de la red, como la primera pesca milagrosa del relato de
Lucas, pero en este caso el Señor no permitió que sucediera.
12. Les dijo Jesús:
Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú quién
eres? sabiendo que era el Señor.
Como los hombres estaban cansados y hambrientos,
Jesús los invitó a desayunar. Y ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle: ¿Tú quién eres? Porque sabían perfectamente que era el Señor. Estaban
demasiado llenos de reverencia en su presencia y también plenamente convencidos
en la mente respecto a la identidad del hombre en la playa como para intentar por
medio de preguntas obtener información de él en cuanto a su identidad. Sabían
que era el Señor, el Maestro resucitado y glorioso.
13. Vino, pues, Jesús, y
tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
En este corto versículo encontramos un
milagro más, así como había hecho ya en dos ocasiones antes de morir, el Señor
nuevamente multiplica el alimento, antes fue para 4000 y 5000 personas
respectivamente, en esta ocasión solo para siete, pero no por eso deja de ser
un milagro maravilloso. Lo sabemos porque el verso 9 dice claramente tanto en
la RVR60 como en el original griego un pez y un pan.
Además, el relato de este versículo es muy
similar a lo que encontramos en Juan 6:11 donde reparte para 5000
personas cinco panes y dos peces, la comparación es inevitable, el escritor del
evangelio sabía que así sería, por eso a propósito marca el paralelismo de
pasajes.
6:11. Y tomó Jesús
aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y
los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo, de los peces, cuanto
querían.
No importa que anteriormente se hayan
beneficiado mas de 5000 personas del milagro y que en esta ocasión hayan sido
siete, la esencia del milagro es la misma: Cristo es nuestro proveedor por
excelencia, tanto de lo material, como de lo espiritual.
14. Esta era ya la
tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber
resucitado de los muertos.
Si excluimos de nuestra cuenta aquellas
apariciones en que el Señor se reveló a las mujeres y a personas solas, y
contamos sólo aquellas en que se apareció al círculo íntimo de sus discípulos
considerado como grupo, llegamos a la conclusión de que esta fue la tercera manifestación.
Que esto es lo que Juan tiene en mente, resulta claro por la expresión a sus
discípulos.
Este relato es conocido como la segunda
pesca milagrosa, y ciertamente está llena de milagros:
·
Pescar
cuando llevaban toda la noche sin hacerlo, solo al mandato del Señor.
·
La
gran cantidad de peces.
·
La
conservación de la red, que aun por ser tan grande la pesca no se rompió.
·
La
multiplicación del alimento: un pan y un pez para siete.
Sin embargo, el verdadero milagro que
encontramos en este relato y que se manifestará de manera aun más esplendorosa
es la gracia y misericordia con la cual el Señor ha tratado a sus discípulos.
Ellos estaban consientes de que no eran merecedores de nada de parte del Señor
que no fueran reproches por abandonarle cuando más tenían que haber permanecido
firmes, y aun así, el Señor no solo no lo hizo, sino que además les mostró por
medio de una serie de milagros que separados de él nada pueden hacer.
Ellos seguían consumidos por la culpa, así
que trataron de regresar a su antiguo estilo de vida, pero los planes del Señor
nunca fueron esos, ni tampoco reprocharles nada, sus perfectos planes
siempre fueron manifestarles su amor eterno, perfecto e incondicional, somos
testigos una vez más en la Escritura de que pase lo que pase Cristo nos
sigue amando y nunca dejará de hacerlo.
Si alguna vez a causa de pecados, malos
hábitos, malas decisiones te has sentido como Pedro, Juan y compañía, que no
eres merecedor de nada por parte del Señor, tiene toda la razón, no lo mereces,
por eso se llama GRACIA porque el te sigue amando aun sin merecerlo.
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