Después de resucitar, el Señor Jesucristo apareció
primeramente a María Magdalena que estaba a las afueras del sepulcro con la esperanza
de al menos encontrar el lugar donde se hubieran llevado el cuerpo de su Señor,
lo que recibió no fue un cadáver, sino al Señor mismo resucitado dándole una
encomienda, que ella de inmediato y con gusto cumplió.
Después, sabemos que se le apareció al
apóstol pedro, aunque solamente tenemos breves menciones, así que no sabemos qué
sucedió en específico en ese encuentro, posteriormente, ese mismo día, es decir
el domingo por la tarde, el Señor ahora hace acto de presencia a dos
discípulos, no apóstoles, si no discípulos que estaban realizando un recorrido
de Jerusalén a una aldea a diez kilómetros llamada Emaús, solo que ellos no lo
reconocieron hasta mucho después, lo que es importante recalcar, es que ellos
aún no habían entendido la mesiandad del Señor, ellos esperaban que fuera el
Mesías político-militar que librara al pueblo de sus enemigos y los
restableciera como potencia, tal y como lo fueron en épocas del rey David.
Ellos, al igual que los judíos desde esa
época hasta la actualidad, no han entendido que para el Mesías, el camino a la Gloria
era el sufrimiento, por lo tanto, durante el camino a Emaús el Señor fue
mostrándoles por medio de las Escrituras, es decir desde Génesis hasta Malaquías,
como hablan de él y del camino a seguir, pero cuando llegaron a la aldea ellos
le pidieron al Señor que se quedara a lo cual él accedió, ellos le dieron el
honor del anfitrión de bendecir los alimentos y cuando les estaba repartiendo
el pan, milagrosamente fueron abiertos sus ojos para reconocerlo, pero en se
mismo instante el Señor desapareció de su vista.
Ellos de inmediato reaccionaron y fueron
nuevamente a Jerusalén para llevar la buenas nuevas, no importando que ya fuera
de noche y que acaban de caminar esos diez kilómetros, las noticias eran
demasiado maravillosas como para callarlas un momento más. Al llegar a donde
estaban reunidos los once, se encontraron con la nueva de que también
había aparecido a Pedro.
Aun es domingo, todavía es el primer día, no
solo de la semana, sino de la resurrección del Señor Jesucristo y él aún se
sigue presentando a los suyos, el relato lo encontramos paralelo en los
evangelios de Lucas, que lo narra de corrido con la aparición a los dos en el camino
a Emaús y también lo encontramos en Juan que lo narra después de la aparición a
Magdalena.
Veremos primeramente le relato del evangelio
de Juan y lo completaremos intercaladamente con lo relatado por el evangelio de
Lucas.
19. Cuando llegó la noche
de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el
lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino
Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
Juan es muy enfático en mencionar que es aquel
mismo día, es decir todavía es el primer día de la semana, De acuerdo a
como calculan los judíos los días, ya no era el primer día de la semana. Pero
Juan, aunque judío, escribe mucho después que Mateo, Lucas y Marcos, y no
parece preocuparse de los cálculos judíos del tiempo.
Por miedo a los judíos, es decir al
sanedrín, los discípulos habían cerrado las puertas. Los dirigentes habían
provocado la muerte de Jesús, entonces pensaban ¿Qué impediría que siguieran
ellos? El lugar exacto en que se reunieron los discípulos, no se indica. Algunos
creen que podría ser el lugar indicado en Hechos 12:12.
Sabemos por lo relatado en Lucas 24:36 que
estaban reunidos no por casualidad, sino todo lo contrario, las noticias que
habían llevado las mujeres, pero sobre todo pedro los había hecho salir de sus
casas y juntarse a deliberar lo que pasaba, en eso estaban cuando llegaron
Cleofas y su amigo a contarles lo que ellos acaban de pasar con el Señor.
En realidad, no nos sorprende que los
discípulos buscaran la compañía mutua esa noche de domingo. De repente se
apareció Jesús, en medio de ellos. Pero ¿cómo era posible, si las puertas estaban
cerradas? Las puertas, en plural, se refiere, quizá, al portón de la casa y a
la puerta de la habitación en la que se encontraban; pero también puede indicar
las dos hojas del portón de la entrada.
A la pregunta acerca de cómo fue posible
esta repentina aparición de Jesús se ha dado toda clase de respuestas. Algunas
de ellas deben descartarse de inmediato; por ejemplo, Jesús se había escondido
de antemano en la habitación; se “introdujo secretamente” con los hombres de
Emaús; entró por la el equivalente oriental de una ventana; descendió por el
techo; etc. La Biblia no responde. Un día lo entenderemos. Dicho de otra forma,
se podría afirmar, solo podemos apuntar que El cuerpo resucitado tiene
cualidades diferentes a las del cuerpo antes de la resurrección. 1ª Corintios
15:35–44. Filipenses 3:21. Aunque esto en realidad no responde a la
pregunta específicamente, al menos no nos deja en total ignorancia.
Ambos escritores, Lucas y Juan relatan que
el saludo de Jesús fue: paz a ustedes, muy probablemente les haya dicho
shalom que en su idioma original significa: la paz de DIOS.
20. Y cuando les hubo
dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron
viendo al Señor.
Que el Señor les haya mostrado las manos y
el costado implica muchísimo:
1.
La
persona que está en medio del pequeño circulo es realmente Jesús. No es alguien
distinto. Las señales de las manos (donde habían estado los clavos) y la herida
del costado lo identifican.
2.
Jesús
tiene un cuerpo real. Tiene manos. Muestra el costado perforado. No es un
fantasma. Que tomen nota de esto los docetas. En tiempo de Juan había muchos y
en los tiempos del apóstol Juan aun más, no es de extrañarse que lo haya
escrito entonces.
3.
No
fue sólo el espíritu de Cristo el que había resucitado, como lo enseñan algunas
sectas, sino también el cuerpo. Fue en realidad una resurrección corporal.
4.
La
paz pronunciada a los discípulos—no sólo pronunciada sino de hecho dada—era
real; había sido comprada a gran costo. Que los discípulos miren sus manos y
costado. Luego que mediten y adoren.
Pero esta situación no salió de la nada,
tuvo un motivo, Lucas 24:37. Nos dice que los discípulos estaban espantados
y atemorizados, pensaban que veían un espíritu.
Así que los discípulos no se regocijaron de
inmediato. Primero, cuando lo vieron frente a ellos tan de repente, se
asustaron. Pensaron que estaban viendo a un espíritu. Luego Jesús, con tierno
amor, dijo: Lucas 24:38. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y
vienen a vuestro corazón estos pensamientos? 39. Mirad mis manos y mis pies,
que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos,
como veis que yo tengo. 40. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Lo que Jesús quería que ellos vieran es sin
duda los estigmas, las marcas de su crucifixión. Por supuesto, para nosotros
que aún no poseemos el cuerpo de la resurrección, es imposible entender cómo era
posible que el cuerpo de Jesús fuera, por una parte, tan distinto a nuestros
actuales cuerpos que podía entrar en una habitación sin abrir puerta o ventana,
y al mismo tiempo tan similar a los nuestros que incluso las marcas mismas de
su crucifixión todavía se veían.
Juan 20:21. Entonces
Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo
os envío.
A todos los presentes, es decir a los diez
apóstoles, los hombres de Emaús, y otros discípulos más que se encontraban,
Jesús les repite, Paz a vosotros. No debe de sorprendernos que se
repita la declaración del Señor, después de todo, en su repentina aparición
había producido en ellos mucho alboroto y alarma inmediata. Aunque este miedo ya
se hubiera mitigado en gran parte, y ahora en su lugar hubiera regocijo, estas
palabras a los presentes podían muy bien repetirse: Shalom.
Shalom tiene un sentido que va más allá de la simple falta de problemas
o la no existencia de luchas en nuestras vidas. Shalom comunica la idea de la prosperidad, de estar saludable,
estar completo, estar a salvo, estar bien, etc. Nos habla de los planes de bien
de DIOS para nosotros, un bienestar físico, mental, emocional, espiritual,
económico, social, etcétera, LA PAZ DE
DIOS ES UNA PAZ INTEGRAL.
Después les dice una variante de lo que
mencionó en Juan 17:18. Como tú me enviaste al mundo, así yo
los he enviado al mundo. Solo que ahora no está hablando con el
Padre, les habla a los discípulos: Como me envió el Padre, así también yo os
envío.
Jesús sigue pensando en el mensaje de
redención en Cristo para la gloria de Dios, él establece una doble comparación,
entre el Padre como el que envía y él mismo como Enviado. Las dos comparaciones
se funden en la idea de que, así como el Padre ha enviado a Jesús al mundo con
un mensaje, así también Jesús ha enviado a los discípulos al mundo con un
mensaje. El mensaje, además, es el mismo, el de la redención de Cristo.
Basados en el hecho de que además de los
diez había otras personas en la habitación algunos han sacado la conclusión que
en este enviar no hay nada oficial. Sin embargo, debe de ser todo lo contrario,
si solo a los apóstoles se les hubiera encomendado la tarea de llevar el
mensaje de perdón de pecados en el sacrificio de Cristo, hace diecinueve siglos
habría acabado.
Juan 20:22. Y habiendo
dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23. A quienes
remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les
son retenidos.
Habiéndoles recordado a los discípulos el
hecho de que su resurrección no los eximía en modo alguno de su tarea
divinamente ordenada, Jesús sopló. El texto no dice, sopló sobre ellos,
sino simplemente sopló. Del griego emfusao (ἐμφυσάω, G1720) que
simplemente significa soplar, no es pneuma que se traduce como soplo
o espíritu, así que no se refiere al Espíritu Santo saliendo de
la boca del Señor hacia los ahí reunidos.
Este soplar más bien fue un acto simbólico
de un don específico del Espíritu Santo. En un sentido, este don se comunica a
toda la iglesia. Sin embargo, lo han de ejercer los oficiales o ministros
ordenados de ella, sólo ellos, en forma corporativa. Este don particular que se
indica en este pasaje es el de perdonar o retener los pecados, que en este
contexto debe significar, declarar que los pecados de alguien son o perdonados
o retenidos ósea no perdonados.
Que los apóstoles no pueden actuar
independientemente, o sea, aparte del Espíritu que habla en la Palabra, resulta
evidente por el hecho de que el don se vincula con el Espíritu. “Recibid el
Espíritu Santo … Si perdonáis los pecados a alguno, le son perdonados”, etc.
Las absoluciones que se dan en forma arbitraria no reciben confirmación en el
cielo. La iglesia, por medio de sus oficiales, sólo tiene derecho a declarar
que los pecados son perdonados o retenidos cuando actúa en armonía con la
Palabra inspirada del Espíritu.
Pero cuando sus acciones están en armonía
con la Palabra, que exige que la disciplina se ejerza en el espíritu de amor,
entonces este poder es muy real, y se aplica a cualquiera cuyos pecados son
declarados como perdonados o retenidos.
Este pasaje ciertamente nos recuerda Mateo
16:19 y 18:18. Es evidente que los pasajes de Mateo se refieren a la
autoridad que la iglesia ejerce por medio del oficio apostólico, aquí en Juan
20:23 el significado es el mismo. Es un pasaje que nos habla de autoridad,
esta autoridad que implica el derecho de expulsar de la iglesia y de restaurar
al pecador a su comunión, debe ejercerse en el espíritu de amor y encontramos
su propósito en Efesios 4:12-13.
Los apóstoles, reunidos en esta habitación
ese día glorioso de la Resurrección necesitaban este consuelo. Por sí mismos
eran débiles y pecaminosos. Se había demostrado esto repetidas veces, incluso
durante los últimos días. ¿Tenían todavía el derecho de llamarse apóstoles,
representantes oficiales de Cristo, escogidos para llevar su mensaje a los hijos
de los hombres y para ejercer autoridad en la compañía de los creyentes? El
Salvador resucitado pronuncia estas palabras de aliento. Porque Cristo sabe que,
sin autoridad, el caos se apodera de todo.
Pero aun no es todo lo que sucedió ese día,
Juan termina aquí su narración pues salta de inmediato a recalcar que faltaba
Tomas de entro los once, pero Lucas nos da más detalles importantes. Lucas
24:41. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les
dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42. Entonces le dieron parte de un pez asado,
y un panal de miel. 43. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
Los discípulos no podían creer a causa del
gozo que él de verdad estaba parado en medio de ellos vivo y sano, era casi
imposible. ¿Era un espíritu lo que estaban viendo? Fue por esta razón que el
Señor, paciente como siempre, comió delante de ellos un trozo de pez asado para
convencerlos que no estaban viendo un espíritu sino a su propio Salvador y
Señor Jesucristo.
44. Y les dijo: Estas son
las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y
en los Salmos.
Desde este punto las palabras de Jesús no
fueron dichas necesariamente el domingo de resurrección. Pueden haber sido
dichas entonces, pero también pueden haber sido dichas en apariciones posteriores
y recopiladas por Lucas como un relato único así que vamos a hacer lo mismo. Cuando
quiera y dondequiera que hayan sido dichas, una cosa es segura: El Señor quiere
que todos sepan que lo que le había sucedido era el necesario cumplimiento del
plan de Dios tal como se había revelado previamente en los escritos sagrados.
Es de resaltar las palabras cuando
todavía estaba con ustedes. Jesús quiere que sus discípulos se den cuenta
que ha cesado la anterior relación con ellos y no se reanudará, al menos no
como ellos esperaban, será aun mejor, por medio del Espíritu Santo y su
iglesia.
45. Entonces les abrió el
entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está
escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los
muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y
el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
En estas palabras podemos resaltar al menos cuatro
puntos relevantes:
a.
Jesús
hace ahora con todo el grupo con que está hablando lo que ya había hecho con los
hombres de Emaús: les da la llave de las Escrituras. El ilumina sus mentes para
que en todas las Escrituras vean a Cristo: su sufrimiento y su resurrección.
b.
Les
hace ver que él tenía que sufrir y resucitar al tercer día, para que las buenas
nuevas de la salvación por medio de la conversión y el perdón de pecados
pudieran proclamarse a todas las naciones.
c.
En
su nombre,
es decir, sobre la base de su autorrevelación.
d.
Esta
proclamación, si bien comenzaría en Jerusalén, debía esparcirse desde allí
hacia todas las naciones.
48. Y vosotros sois
testigos de estas cosas.
Puesto que los discípulos de Cristo, en
primer lugar, los del círculo íntimo, pero en cierto grado también el círculo
más amplio de creyentes:
·
Han
visto las obras del Señor.
·
Han
escuchado sus palabras.
·
Han
experimentado en sus corazones el significado y el valor de las buenas nuevas.
Ellos deben dar testimonio respecto de ello.
Ellos son y deben ser testigos de Cristo.
49. He aquí, yo enviaré
la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de
Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Aunque tiene que ver especialmente con los
Once, lo que aquí se registra tuvo y tiene significado para cada creyente. Jesús
está informando a los apóstoles que está por enviar sobre ellos lo que el Padre
prometió, el Espíritu Santo. Aquel Espíritu los capacitará para ser testigos
verdaderos y eficaces. Ellos deben permanecer en Jerusalén hasta que reciban
este gran don.
Esta promesa se cumplió en el día de
Pentecostés; es decir, el cincuentavo día después de la resurrección de Cristo,
el décimo después de su ascensión. Se aprecia claramente en el libro de Hechos
que por medio de las palabras de Jesús al abrir sus mentes y por medio del derramamiento
del Espíritu Santo sobre ellos, estos hombres llegaron a ser verdaderamente testigos
eficaces. Sin duda, el discurso de Pedro el día de Pentecostés es una muestra
de este incrementado poder y eficacia.
La pregunta que todos debemos hacernos antes
de partir el día de hoy es ¿Somos testigos de Cristo?
Lucas usa la palabra griega martur
(μάρτυς, G3144), de donde proviene la voz castellana mártir, uno que da
testimonio mediante su muerte. Pero también denota a uno que puede certificar o
certifica aquello que ha visto u oído, o conoce.
Al igual que los discípulos ese día nosotros
también:
·
Hemos
visto las obras del Señor: vidas transformadas, el mayor milagro posible.
·
Hemos
escuchado sus palabras.
·
Hemos
experimentado en los corazones el significado y el valor de las buenas nuevas.
·
Hemos
sido investidos del Espíritu Santo.
Por lo tanto, no hay nada que impida que certifiquemos
que Cristo es el Señor y Salvador de nuestras vidas.
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