En la enseñanza anterior de nuestra serie titulada Esclavos de Cristo, comenzamos a
explicar lo que significa ser un esclavo del pecado, entendimos que toda la
raza humana está manchada por el pecado heredado desde Adán, ese pecado nos
incapacita para acercarnos a DIOS, pues dos atributos divinos son la Santidad y
la inmutabilidad, es decir que delante de DIOS no puede habitar el pecado y eso
jamás va a cambiar.
Es por este motivo que no solo no podíamos acercarnos
a DIOS por nuestros medios, ni queríamos y es más ni cuenta nos habíamos dado
de nuestra gran calamidad espiritual, pero DIOS que es rico en gracia y
misericordia envió a su Hijo Jesucristo al mercado de esclavos del pecado y ahí
efectuó exitosamente la compra de sus elegidos al gritar desde la cruz: consumado
es, Tetelestai.
El pecado en el ser humano sin Cristo es una realidad
que lo tiene atado y esclavizado a menos que Cristo lo haga verdaderamente
libre al comprarlo y hacerlo su esclavo, esta es otra paradoja bíblica, solo aquellos que somos esclavos de Cristo
somos verdaderamente libres. Juan 8:36.
Esta paradoja se da porque en realidad no podemos andar por ahí sin dueño, o somos
esclavos de Cristo o somos esclavos del pecado, pero como ya vimos hace unas
semanas, ser esclavo de Cristo es lo mejor que nos pudo haber pasado en la
vida, Cristo es el mejor Dueños que podríamos tener (no merecer, pues si nos
dieran lo que merecemos ciertamente seguiríamos siendo esclavos del pecado).
En cambio, el pecado es un amo cruel, es un tirano y
un devastador de vidas, aflige tanto a la raza humana que la tierra quedo
maldecida por su causa y la misma creación gime con dolores de parto. Romanos 8:21-22.
El pecado daña a las personas por completo, infecta el
alma, corrompe la mente, profana la conciencia, contamina los sentimientos y
envenena la voluntad:
·
Jeremías
44:15-18.
·
Juan
3:19-20.
·
Romanos
1.21.
·
Tito
1:15-16.
El pecado es
infracción de la ley, el pecado es rebelión en contra de lo que DIOS ha dicho,
el pecado es tratar de vivir como yo creo y no como DIOS dice, el pecado es
desobedecer lo que DIOS ordena en su Palabra.
Todos los seres humanos antes de ser
redimidos por Cristo éramos sin excepción alguna, esclavos del pecado, el mismo
apóstol Pablo nos lo recuerda en Romanos
6:17.
A esta enseñanza se le conoce en las
doctrinas de la gracia como Depravación Total y es aberrante no
solo a los perdidos sin Cristo, pues ellos son ciegos a la verdad por su
esclavitud a la oscuridad que produce el pecado, pero también muchos grupos mal
llamados cristianos atacan esta
enseñanza con vehemencia, nos llaman de todo a quienes la predicamos, católicos
(pues la sistematizó Agustín de Hipona, por este motivo en el catolicismo se
bautizan a los infantes, pues así “lavan” el pecado original), fariseos, faltos
del amor de DIOS, extremistas y alarmistas y esto en el mejor de los casos.
Lo cierto es que, de no ser así, de no ser el
pecado tan vil y sucio, entonces surge la pregunta ¿Por qué tuvo que venir a
morir Cristo en una cruz? Si el pecado no es tan malo o si nosotros no somos tan pecadores y podíamos salvarnos por
nuestra cuenta, acaso ¿DIOS se equivocó al mandar a su Hijo a morir en nuestro
lugar?
El minimizar o definitivamente negar esta
doctrina de la gracia, es lo que ha llevado al cristianismo bíblico a ser solo
una caricatura de sí mismo, una cultura cristiana, pero SIN CRISTO, que cae en
todo tipo de errores incluido el pragmatismo del movimiento de iglecrecimiento,
creen que los buenos números
sustituyen la sana doctrina, tal como lo dice el libro de Apocalipsis 3:13-20.
Pero la Escritura es clara, y a menos que el
Espíritu Santo de aliento de vida espiritual, todos los pecadores están
completamente incapacitados para transformar su naturaleza caída o para hacer
algo para rescatarse ellos mismos del pecado y del juicio divino, incluso las
“buenas obras” que llegan a realizar aquellos separados de Cristo son como
trapos inmundos dice la Escritura en Isaías
64:6.
Una característica dominante del pecado en el
ser humano es el ORGULLO, y es este el principal causante de no poder ver con
claridad las graves consecuencias y afectaciones del pecado mismo, en su
orgullo el ser humano ha caído en la triste condición de negar a DIOS, aquellos
que se consideran ateos regularmente lo son porque les conviene que no exista
DIOS, y algunos llegan al extremo de creer que no necesitan a DIOS para ser
buenos, que ellos mismos lo pueden lograr, como en la torre de Babel. Génesis 11.
Los incrédulos, como esclavos del pecado que
son, se vuelven hostiles a DIOS, incapaces de agradarlo en cualquier sentido,
esa incapacidad crece por el hecho de que no solo están atados al pecado, sino
que también están cegados por el pecado y muertos en él.
·
Efesios 2:1.
·
Efesios 4:17-19.
·
2ª Corintios 4:4.
·
Colosenses 2:13.
·
1ª Timoteo 5.6.
La C.F.B. de Londres de 1689 en el cap. 9.3.
dice acerca de la condición del hombre pecador:
El hombre, por su Caída en un estado de pecado, ha perdido completamente
toda capacidad para querer cualquier bien espiritual que acompañe a la
salvación; por consiguiente, como hombre natural que está enteramente opuesto a
ese bien y muerto en el pecado, no puede por sus propias fuerzas convertirse a
sí mismo o prepararse para ello.
La historia de la resurrección del amigo de
Jesús: Lázaro, no solo nos muestra el poder divino de Cristo sobre la muerte,
tanto física como espiritual, sino que también nos ilustra una verdad
fundamental: los muertos no pueden
resucitarse a sí mismos. Juan
11:38-44.
De no ser por la acción milagrosa de nuestro
Señor Jesucristo, el cuerpo de Lázaro habría permanecido siempre sin vida en la
tumba, por así decirlo: toda la humanidad
es una raza de Lázaros, y a menos que DIOS haga algo permaneceremos siempre
espiritualmente muertos, esclavizados al pecado, sin esperanza y sin DIOS en
este mundo.
La resurrección de Lázaro es el ejemplo perfecto de la soberanía de DIOS
en nuestra salvación:
·
Fue para la que DIOS sea Glorificado, al igual que nuestra salvación.
·
Fue la Palabra y únicamente la Palabra la encargada de traer a la vida a
Lázaro, de igual forma es la Palabra del evangelio la que nos hace nacer de
nuevo.
·
Lázaro estaba COMPLETAMENTE MUERTO no solo herido de muerte, al igual
nosotros no estamos moribundos espirituales, o afectados por el pecado
original, sino completamente muertos a causa de ese pecado.
·
Lázaro no aportó nada, ni siquiera fue su decisión, no intervino su libre albedrío ni nada por el estilo, él
solamente recibió la vida, al igual que nosotros no aportamos nada en nuestra
salvación.
El pecado puede prometer satisfacción a sus esclavos y parece ser
agradable al momento, pero su recompensa es en realidad todo lo opuesto, causa
miseria en esta vida y condenación eterna en la próxima.
¿Por qué los hijos de DIOS seguimos pecando
si ya no somos más esclavos del pecado?
Es porque el pecado original fue removido,
pero la carne o este cuerpo carnal se quedó acostumbrado a seguir cometiendo
pecados, dicho en otras palabras: a la
carne le gusta pecar. Romanos 6.19.
Por supuesto que DIOS hizo la obra completa
de la salvación, eso no está en entredicho, sin embargo, sigue presente la
carne y a la carne le gusta seguir pecando: 1ª Juan 1.8, esto es lo que tarde o temprano nos lleva a pecar
nuevamente. Romanos 7.17-24.
La carne no entiende de la Justificación, eso
lo entiende nuestra mente, es entonces que surge la lucha entre la carne y el
espíritu, como dijo Martín Lutero: pensé
que el viejo Adán (la carne) se ahogaría en las aguas del bautizo, pero
descubrí que el desgraciado sabía nadar. Romanos 8.5-14. El mismo Lutero dijo también: “al mismo tiempo
justos y pecadores”
Somos libres del castigo del pecado original,
ya no hay motivos para volver atrás, pues cuando Cristo murió en la cruz, firmo
con su sangre nuestra acta de defunción, el viejo yo orientado únicamente al
pecado falleció ahí también, y resucitó juntamente con Cristo para vida nueva
por medio de la santificación, la presencia de este cuerpo carnal acostumbrado
a pecar se irá hasta el momento de la Glorificación.
El conflicto entre la carne y el espíritu lo sentirás todos los días de
tu vida hasta que vayamos con CRISTO, pues el diablo no va a desaprovechar la
oportunidad de quererte hacer dudar mientras tengas cuerpo de carne y hueso, el
cual puede ser tentado.
Sin Embargo, Ahora Tienes La Libertad De
Elegir Entre Pecar Y No Hacerlo, Antes Solo Podíamos Pecar.
Cuando comprendemos quien es Jesús en
nosotros y quienes somos nosotros en Jesús, es cuando descubrimos que aquellos
pecados que creímos imposibles de superar, esos hábitos que jamás imaginamos
que nos dejaran de agradar, simplemente dejan de tener esa atracción
insuperable, simplemente se desvanece su influencia hacia nosotros.
La Victoria
Sobre Los Pecados De La Carne
Solo Es Posible
Al Poner Nuestras Mentes
En Cristo.
Colosenses 3:1-3.
El primer paso para experimentar libertad
sobre los pecados de la carne es entendiendo que actitud tenemos hacia ellos,
¿Cómo los vemos?
Muchos creyentes encuentran sus vidas esclavizadas a un pecado en
particular, porque están bajo la creencia errónea que ellos aman ese pecado y
piensan ¿Cómo ser libre de algo que amo hacer?
Muchas personas creen que aman los pecados
que practican en secreto simplemente por el hecho de les da placer momentáneo y
no los han podido superar, si en realidad amaran esos hábitos de la carne no se
sentirían miserables después de hacerlos y no tratarían de dejarlos con
desesperación.
Algunas personas no entienden que es posible
disfrutar el pecado y aborrecerlo al mismo tiempo, si no aborrecieras tu pecado
no te encontrarías luchando con él.
No caigamos en la mentira de creer que amamos
los pecados solo porque nos producen placer y por esa causa volvemos a
cometerlos, si bien es cierto que el pecar trae consigo un placer pasajero,
eventualmente se vuelven una amargura en la vida de los hijos de DIOS. Romanos 7:24. ¡Miserable de mí! Gritaba
Pablo.
El hecho de que lleguemos a disfrutar el
placer pasajero que causa el pecar, solo dice algo de nosotros: somos seres
humanos todavía.
En Cada Momento
Que Dependemos Totalmente En Cristo
Para Expresar
Su Vida A Través De Nosotros,
Experimentaremos
Victoria Sobre los pecados de la carne.
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