domingo, 24 de junio de 2018

El Evangelio De Juan 81: Jesús Lloró. Juan 11.28-37.


Nuestro Señor Jesús en su inmenso amor, decide regresar a la región de Judea, a pesar de la actitud temerosa de sus discípulos y de que seguramente sería recibido hostilmente por los fariseos, aun así, él decide hacerlo porque ya era tiempo de ir a ver su amigo Lázaro de Betania y a sus dos hermanas de este, Marta y María.

Al llegar cerca de la aldea, la primera en salir a recibirlo es Marta, quien nos enseña una gran lección de fe basada en la palabra, pues a pesar de que sus ojos veían la realidad, su corazón estaba anclado en la Verdad: esta enfermedad no es para muerte.

Las palabras de Marta, que literalmente fueron: Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto, nos muestran que su corazón se aferró a la Palabra recibida de parte de Jesús, la cual ni siquiera escuchó en persona, le fue traía por el mensajero.

Es bueno recordar nuevamente, que este es un ejemplo más de los muchos que encontramos en la biblia y que nos muestran el gran poder que la Palabra de DIOS tiene en sí misma, nada es más vital que leer la Escritura a diario, meditar en ella, orar con ella y hacerla real a nuestras vidas.

Nunca olvidemos que no podemos decir que somos discípulos, mucho menos cristianos si la lectura y meditación diaria de la Escritura no forma parte de nuestra vida, ¿Por dónde comenzar? En lo personal siempre recomiendo que en el evangelio de Mateo hasta terminar el N.T. en el libro de Apocalipsis y de ahí saltar al primer libro de la Escritura Génesis hasta llegar a Malaquías para volver a repetir el ciclo tantas veces como nos sea posible.

El Señor Jesús le responde a Marta dictándole el quinto de los siete Yo Soy que encontramos en este evangelio, que le  dice con respecto a la muerte de Lázaro: Yo Soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque este muerto, vivirá, pero lo más impactante fue lo certero de la pregunta de Jesús: ¿Crees esto?

Pregunta que hacemos extensiva a cada uno de los presentes, a cada uno de los lectores, a cada uno de los que escuchen de una u otra manera el mensaje del evangelio de nuestro Señor Jesucristo:

·         ¿Crees las palabras de Cristo?
·         ¿Crees que aunque mueras, pasarás la eternidad a su lado en vida Eterna?
·         ¿Crees que su sacrificio y no tu justicia es lo que te da acceso a la eternidad?
·         ¿Crees que tu estilo de vida ofendía a DIOS solo por ser pecador?
·         ¿Crees que Cristo es el Hijo de DIOS?
·         ¿Crees que murió en la Cruz para limpiar tus pecados?
·         ¿Crees que él te ha hecho nacer de nuevo?

La respuesta de Marta deja ver aún más la seguridad de su fe, Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Una fe basada en la palabra de Cristo y no simplemente en emociones pasajeras.

Lo siguiente que nos cuenta el apóstol Juan es el encuentro de Jesús ahora, con María: 28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. 29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.

Una vez que Marta hizo su gloriosa confesión de fe en Jesús, entra de nuevo a su casa, donde se hacía el duelo por su hermano fallecido. Podemos imaginárnosla entrando y susurrando a su hermana, María la llegada de Jesús.

¿Por qué llamó a María en secreto? ¿Fue porque no quería que los judíos, específicamente los hostiles, supieran que Jesús estaba cerca? ¿Tenía miedo, quizás, de que pudiera suscitarse controversia entre Jesús y los judíos, y deseaba darle también a María la oportunidad de conversar con el Maestro en privado? Es posible.

La razón por qué llamó a María fue, además de lo anterior, que Jesús le había pedido que lo hiciera así, sin levantar revuelo. Esta es, sin duda, la explicación más natural de las palabras: el Maestro está aquí y te llama.

Cuando María oyó esto se puso de pie para salir apresuradamente de la casa. Se dirigía a Jesús. Este todavía no había entrado en el pueblo mismo sino que estaba aún en el lugar donde Marta lo encontró. 30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.

Los comentaristas sugieren varias razones posibles para explicar el hecho de que Jesús permaneciera ahí incluso después de su conversación con Marta. Una razón que se sugiere es que quiso dar a María la misma oportunidad de una entrevista privada que había disfrutado su hermana.

O talvez, y es lo más probable, el lugar donde se encontró con ellas estaba más cercano al sepulcro de Lázaro, y la tarea primera del Señor era con él, por ello decide no perder tiempo yendo a la casa, esto explica fácilmente por qué Jesús, que no tenía nada que hacer en la casa sino en la tumba, permaneció donde estaba esperando a María.

En el siguiente versículo Juan nos dice: 31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.

Recordemos, que por la cercanía de la aldea de Betania con Jerusalén, 3 kilómetros solamente, es que muchos de los judíos, en específico de los fariseos estaban presentes en la casa de Marta y María para acompañarlas en su duelo.

Todo indica que María era la más emotiva de las dos hermanas, lo entendemos por su reacción primera la ver a Jesús: tirarse a sus pies.

Este sentimentalismo es el que explica en motivo por el cual salió de forma abrupta, sin avisar a nadie a donde se dirigía, y el salir así es lo que seguramente hizo pensar a los judíos, que en medio de su dolor, se dirigía al sepulcro a seguirse doliendo por su la muerte de su hermano.

Algo que debemos tener en cuenta es que esta decisión de parte de los judíos, de seguir a María hasta la tumba, estaba en el plan de Dios, quería que los judíos vieran el milagro.

Lo siguiente que leemos es 32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió.

Cuando María vio a Jesús, de inmediato se rindió a sus pies a llorar, es así, en esta actitud de reverencia y adoración que repita las mismas palabras que su hermana Marta: Señor, si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto. Una vez más vemos el poder de la Palabra de DIOS, la cual, al igual que con Marta se interiorizo en lo más profundo del corazón de María y conservo la fe y en su caso, la paciencia intactas.

Nuevamente vemos la armonía en la Escritura, pues al igual que el relato de Lucas 10:38-42 vemos una vez más a María postrada a los pies de su Señor.

Pero cuando Jesús vio a María y a muchos de los judíos que iban a creer en él, llorando amargamente por la muerte de Lázaro, nos dice su íntimo amigo, el apóstol Juan que el Señor se conmovió y se estremeció en espíritu.

La palabra que usó Juan para conmover es embrimaomai (ἐμβριμάομαι, G1690), cuya traducción más exacta es indignarse profundamente, suspirar con disgusto, bufar con ira como los caballos.

Ciertamente antes de sentir dolor y pena por la situación de sus amigos y por el dolor mostrado por los judíos a su al rededor, el Señor primero se indignó profundamente, al grado de resoplar de ira, la pregunta es ¿Por qué? No fue por la situación mencionada, él mismo llora juntamente con María, Marta y los demás.

¿Entonces porque? La respuesta más citada por los teólogos a lo largo de la historia es que su fuerte indignación fue en contra de los estragos del pecado, que fue y es la causa de esta y todas las muertes y enfermedades, su indignación fue en contra del dolor, el sufrimiento, los estragos que el pecado causa en los seres humanos. Algo parecido a lo que narra Mateo 23:37.

Indignado con el pecado como raíz de todo sufrimiento y pesar, pero también haciendo suyo el dolor de los que están junto a él, Jesús, conmovido profundamente en el espíritu y visiblemente agitado, dijo: ¿Dónde le pusisteis?

Aunque hubiera podido pedir información de varias maneras utilizó aquí el método más humano, fue muy sensible con la situación, su empatía fue esplendida, les preguntó a los que estaban junto a él. Estos que quizá eran de los que estaban más favorablemente inclinados hacia él, respondieron, Señor ven y ve.

El siguiente versículo nos llevará al cenit de nuestro sermón: 35 Jesús lloró. No solo es el versículo más corto de la Biblia, sino que también es uno de los más profundos en cuanto a la persona y el plan de Cristo para con nosotros.

Vamos por partes, primeramente, estas lágrimas nos demuestran la verdadera humanidad de Jesús, 100% DIOS y al mismo tiempo 100% un ser humano, prueba de ello es el hecho de que derramo lágrimas de tristeza. Cabe resaltar que el verbo usado por Juan dakruo (δακρύω, G1145) solo se usa en esta ocasión en toda la Escritura.

Pero recordemos que el Señor resopló indignado, al ver los estragos del pecado en la vida de los seres humanos, su hermosa creación estaba siendo destruida por el peor de los males que nos aqueja: el pecado.

Es el pecado el causante de todos los males de la humanidad, el egocentrismo que es la característica principal del pecado ha llevado a la humanidad a:

·         Ser orgullosa.
·         A ser indiferente al dolor ajeno.
·         Pelear Guerras.
·         Sufrir Enfermedades.
·         Padecer los dolores de la Muerte.
·         A la Destrucción.
·         Y a millares de millares al infierno.

Si a la indignación que el Señor pasó, le sumamos sus lágrimas derramadas por la tristeza que le causó el dolor de Marta, María y los judíos, entonces podemos darnos cuenta que al Señor le importa y mucho nuestra situación espiritual y emocional.

Personalmente estoy en contra, porque no es algo que la Escritura muestre, de hacer del hombre el centro de atención, el antropocentrismo, hace cada vez más estragos en las congregaciones, no pocos cristianos al rededor del mundo van a sus iglesias los domingos con la muy equivocada idea de que se trata de ellos y están esperando un culto que los llene a ellos.

Esperan de sus líderes en el púlpito:

·         Consejos para dejar de ser pobres.
·         Ayuda en su matrimonio.
·         Pasos a seguir para prosperar.
·         Sanidades, milagros, prodigios que levanten sus vidas.
·         Profecías donde se les augure cosas buenas.
·         Métodos para sacar a sus hijos de problemas.
·         Lecciones de cómo ser buenos empresarios.
·         En pocas palabras como mejorar sus vidas.

No por nada Paul Walsher dice que el domingo es el día en que mayor idolatría hay en el mundo, pues a pesar de asistir a iglesias supuestamente cristianas, los cristianos vamos adorándonos a nosotros mismos en lugar de a DIOS, hacemos del servicio una servicio a nosotros y no al Señor que nos redimió.

Pero esto NO significa que DIOS no esté preocupado por nuestro porvenir, no significa que le da igual como educamos a nuestros hijos, como va nuestro matrimonio, como van nuestras finanzas, etc.

Blaise Pascal, científico y filósofo cristiano, decía que en el corazón de cada hombre hay un hueco que no puede ser llenado por las cosas creadas, solamente lo llena el Creador por medio de Jesucristo. Es por eso que muchos buscamos en los lugares más equivocados: alcohol, drogas, amor, trabajo, etc. Pero solo DIOS por medio de Jesucristo hace al ser humano sentirse pleno y completamente realizado.

El problema viene cuando nuestras vidas espiritual y emocionalmente las guiamos por el camino del Hedonismo, el cual es la tendencia al placer como el sumo bien del ser humano, y lamentablemente en las iglesias cristianas estamos atestados de cristianos hedonistas desde tiempos del N.T. Judas 19. 

En lugar de guiar nuestras vidas para la gloria de DIOS preferimos el camino que mejor nos satisface a nosotros, no pensamos en que es lo que DIOS dice en su palabra, pensamos en lo que a nosotros nos hace felices, no nos importa violar sus leyes con tal de satisfacer nuestra carne, no tomamos en cuenta o simplemente desechamos la voluntad expresada de DIOS para seguir nuestro propio beneficio.

·         Yo vivo a mi manera.
·         A mí no me van a decir cómo hacer las cosas.
·         Si sé que es pecado, pero DIOS me va a perdonar.
·         Tal vez ofendo a DIOS pero hay otros que lo ofenden más.
·         No soy religioso por eso vivo libremente.
·         No soy hipócrita, por eso hago lo que quiero.
·         Si sé que es pecado, pero no quiero dejarlo, me agrada mucho hacerlo.
Son algunas de las freses favoritas de los cristianos hedonistas para tratar de justificar su egocéntrico comportamiento, algunos en su afán de ser felices desprecian lo que DIOS dice y lo cambian por la psicología divorciada de DIOS o por frases motivacionales baratas de superación personal.

Un verdadero discípulo, que descansa en Cristo: ama lo que él ama, desea lo que él desea, detesta lo que él detesta, anhela lo que él anhela, pero para los hedonistas cristianos eso queda en segundo plano, pues en su egocentrismo no buscan más que sus propios anhelos sean satisfechos, sin importar si caen en pecado o que el Nombre del Señor sea blasfemado, es por ello que es vital la membresía en las iglesias.

Dejemos de pensar egoístamente, dejemos el hedonismo y busquemos desesperadamente el descansar en Cristo, a él le importa y mucho nuestra situación, pero no significa que eso nos convierte en el centro de todo, este relato nos da la clave: nuestro mayor problema no es que no somos felices nuestro mayor problema es el pecado.

Estamos tan habituados al pecado, que no queremos dejarlo, y los estragos a nuestras vidas, las consecuencias siempre llegarán, tarde o temprano cosecharemos lo que hemos sembrado, por ello es que el hedonismo no es el camino correcto, además obviamente de que no glorifica a DIOS.

Cristo no murió en una cruz para que nosotros la pasemos de lujo en la vida, él murió para resolver nuestro real y grave problema: el pecado, y mientras más rápido lo entendamos y lo agradezcamos más rápido dejaremos de vivir creyendo que somos el centro del universo y cederemos ese lugar a quien realmente lo merecer: nuestro Señor y  Creador Jesucristo.

Cristo esta la pendiente de nuestras vidas hoy en día como lo estuvo de las de Marta y María hace 2000 años, y se duele al igual cada vez que los estragos del pecado acechan nuestras vidas en forma de:

·         Rechazo.
·         Separación de un ser amado.
·         Enfermedades.
·         Temores.
·         Culpa.
·         Depresión.
·         Angustia.
·         Persecución.
·         Incertidumbre.
·         Ofensas personales.
·         Orgullo.
·         Falta de comprensión y amor.
·         Muerte.
·         Etc.

Solo que su plan no es darnos algo mejor en términos humanos como lo manejan muchos predicadores, que antropocéntricamente dicen que si DIOS te quita algo es porque te va a dar algo mejor, su Plan es que por medio de todas estas y muchas más situaciones seamos más como Cristo, él es el fin supremo del ser humano, ser como Cristo es el propósito central de nuestras vidas no el placer de ser felices.

Me atrevo a decir que si tu propósito en la vida no es Ser como Cristo, entonces de una u otra manera eres un hedonista que solo ve a cristo como el medio para satisfacer sus placeres sensuales, pero recordemos que los sensuales no tienen el Espíritu, no son salvos, y esa es la peor de las tragedias en la cual podemos caer, ganar el mundo pero perder el alma. Mateo 16:26.

Terminaremos por hoy con lo dicho en los versos: 36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?

Los judíos interpretaron en forma más bien limitada estas lágrimas de Jesús, como si sólo las hubiera derramado por dolor ante la muerte de Lázaro y no, al mismo tiempo como lo indica claramente el contexto, por empatía y preocupación genuina por las lágrimas de otros.

Entre los judíos había quienes iban a aceptar a Cristo por fe Los judíos, se conmovieron profundamente ante el amor de Cristo, al igual que un poco después van a sentirse profundamente impresionados ante su poder.  En su exclamación se refieren al tierno afecto de Jesús por Lázaro.

Pero para ellos el problema ya no tenía solución, después de todo, Lázaro estaba muerto. Pero, ¿por qué Jesús no había impedido su muerte? Algunos le preguntaron con espíritu crítico, otros por simple perplejidad: ¿Acaso el que había abierto los ojos al ciego (el último gran milagro en Jerusalén, acerca del cual todavía hablaba la gente: véase sobre capítulo 9) no hubiera podido también impedir que este hombre muriera?

Parece que las noticias de la resurrección de la hija de Jairo y del hijo de la viuda no habían llegado a Jerusalén, o, en caso contrario, esta muerte era totalmente diferente: Ya estaba en el cuarto día. El caso no tenía remedio según ellos. Nada más alejado de la verdad como lo veremos en la próxima semana.






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