En la última clase
estudiamos la Obra del Espíritu Santo en el A.T. y vimos que es triple:
·
En la creación: explicita e
implícitamente lo encontramos.
·
En la revelación e
inspiración: hallamos menciones directas e indirectas.
·
En las personas: su
interioridad, su extensión y su limitación.
Ya que el Espíritu Santo es
la persona de la deidad que se encarga de aplicar la obra de redención
programada por El Padre y ejecutada por El Hijo, forzosamente debe haber una
participación también en la época más relevante de nuestra salvación.
Esa salvación tiene su base
en la obra llevada a cabo por Jesús, por lo que el Espíritu Santo intervino
decisivamente en todos las etapas de la vida terrenal del Señor, desde su
Encarnación en el seno de María hasta su Resurrección de entre los muertos.
I.
La obra del Espíritu Santo en la Encarnación del
Señor.
Cuando el ángel Gabriel le
anuncia a maría que será la portadora del cuerpo mortal del Salvador del mundo,
ella de inmediato lanza la pregunta crucial ¿Cómo será esto? A lo cual Gabriel
le responde: El Espíritu Santo vendrá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra.
Cuando dice cubrir, no se
refiere al acto de copular, no es una metáfora para referirse al acto sexual,
sobre todo de parte de los animales del ganado que cubrían a las hembras para procrear, hace esta mención para
referirse a la nube de la Gloria, la Shekinah
narrada desde el libro del Éxodo.
Este mismo anuncio es el
que un ángel del Señor dice a José en Mateo
1:20, lo que en ella (María) es
engendrado, del Espíritu Santo es. De aquí deducen algunos comentaristas y
predicadores mal informados que el Espíritu Santo hizo en María las veces de
«padre humano» de Jesús, lo cual es un absurdo, pues Jesús tiene únicamente por
Padre a Dios (Lucas. 2:49; Juan. 5:17),
y el Espíritu Santo no puede ser el Padre del Hijo, pues precisamente procede
del Hijo.
¿Cuál fue entonces la obre del Espíritu Santo en la Encarnación?
La obra del Espíritu Santo
en la Encarnación de Jesús consistió en formar milagrosamente en el vientre de
María un embrión humano que, desde el primer instante de su formación
(concepción, por parte de la madre), fue asumido por la Persona del Hijo en la
unión llamada hipostática.
Para poder aclarar el
concepto pensemos en lo siguiente: Un joven va al servicio militar lejos de su
casa, en una parte del país donde es muy duro el invierno. Su madre le hará un
abrigo para que no pase frío. Lo puede hacer de dos maneras:
1) Tejiendo el abrigo y enviándoselo ya hecho; de
este modo, la ilustración no nos sirve.
2) Tejiendo el abrigo, desde el primer punto hasta el
último, sobre el cuerpo mismo de su hijo.
De forma similar fue
formado por el Espíritu Santo el cuerpo de Jesús, pues desde la primera célula
viva de Su cuerpo, allí estaba el Verbo de Dios asumiendo hacia Sí ese embrión
humano que, durante nueve meses, se iba a desarrollar normalmente en el vientre
de María.
No está de más recordar que
María fue virgen, como lo atestigua la palabra de Dios (Mateo 1:18-25; Lucas 1:34-35) hasta que dio a luz a Jesús. Pero la
Palabra no da pie para afirmar que fue también virgen en el parto, al dar a luz
al Salvador (Lucas 2:22-24).
II.
La obra del Espíritu Santo en el ministerio
terrenal de Jesús.
Consideración general
En el aspecto humano de su
Persona divino-humana, todo lo que Jesús hizo fue dirigido por el Espíritu
Santo, ya que el Padre no le dio el Espíritu «por medida». Como fuente de vida para todos, el Espíritu
vivificante debía permanecer en él de modo pleno y constante. Y todas las
maravillas que el Padre obraba en Jesús las llevaba a cabo «en el poder del Espíritu de Dios. Mateo. 12:28.
Consideraciones
particulares
A) Jesús fue lleno del Espíritu Lucas 4:1. El vocablo indica aquí que esa fue la característica de
toda Su vida terrenal. No fue cosa de un momento, sino una relación de toda la
vida.
B) Jesús fue ungido con el Espíritu. Lucas 4:18; Hechos 4:27; Hebreos 1:9, como
dando a entender que Él era el Mesías esperado, capacitado por el Espíritu
Santo para su ministerio profético.
C) Jesús se regocijó en el Espíritu Santo. Lucas 10:21, lo cual es evidencia de
que estaba lleno del Espíritu.
D) Jesús fue capacitado por el Espíritu durante toda
su vida. Así había sido profetizado por Isaías. Isaías 42:1-4; 61:1-2, y Jesús lo experimentó en su ministerio de
predicación y al obrar milagros.
E) Jesús inauguró su ministerio profético por el
poder del Espíritu. Al comienzo de su ministerio público, declaró Jesús que el
Espíritu del Señor estaba sobre él para predicar el año agradable del Señor Lucas 4:18. El versículo es una cita de
Isaías 61:1-2. Aunque notamos que
Jesús suspendió la cita a mitad del versículo 2, porque la segunda mitad de dicho
versículo no había de ser cumplida hasta su segunda Venida.
III.
La obra del Espíritu Santo en la capacidad de Jesús
de obrar milagros.
Este aspecto merece mucha
atención, no sólo por lo que significaba como prueba de su mesiandad, sino
también porque ahí radicó la oposición que experimentó por parte de los
escribas y fariseos.
Los milagros de Jesús
fueron llevados a cabo en el poder del Espíritu fuera de toda discusión. Fue
precisamente este aspecto el que provocó el incidente sobre el pecado
imperdonable Mateo 12:28, 31, del
que luego hablaremos.
Dar vista a los ciegos era
una de las pruebas de que el Espíritu estaba sobre él. Lucas 4:18; en el A.T. dar
vista a los ciegos era una función propia de la Deidad. Éxodo 4:11; Salmo 146:8 y eso es lo que
el Mesías había de hacer. Ni en el A.T. ni en el N.T. vemos que los ciegos
recobrasen por sí mismos la vista.
El caso de Pablo con
Ananías Hechos 9:17-18 no entra dentro
de esta clase de curaciones. En cambio, en Mateo
9:27-31; 11:5; 12:22; 15:30; 21:14; Marcos 8:22-26; 10:46-52 y Juan 9:1-41,
los numerosos casos de curación de ciegos por Jesús mediante el poder del
Espíritu Santo.
IV.
La obra del Espíritu Santo en la muerte vicaria de
Jesús en la Cruz.
En Hebreos 9:14, hablando de la eficacia expiatoria de la sangre de
Cristo, leemos que mediante el Espíritu
eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios.
Es importante aclarar bien
el panorama, pues la frase ha sido motivo de controversia por varios autores y
comentaristas expertos en el tema, son 3 las proposiciones:
(a) A la disposición de su propio espíritu humano,
aunque esto no cuadra bien con el adjetivo eterno.
(b) Que el Espíritu Santo, quien fortalecía a Jesús en
todas las funciones de su ministerio en la tierra.
(c) A la divina naturaleza de Cristo, con la que pudo
superar la flaqueza innata de su naturaleza humana. 2ª Corintios 13:4.
Nosotros no inclinamos por
las dos últimas interpretaciones, pues no se contraponen entre sí. Fue el
Espíritu Santo quien fortaleció a Jesús en todas sus actividades aquí en la
tierra, incluida por su puesto la de ir a la cruz a morir por sus elegidos,
superando así la debilidad propia del cuerpo humano.
Si El Cuerpo Humano De Jesús Pudo Resistir Los Tormentos De La
Crucifixión Hasta El Final Fue Solamente Por La Acción Del Espíritu Santo De
Fortalecerlo.
V.
La obra del Espíritu Santo en la resurrección de
Jesús.
Romanos 8:11 Es una prueba muy clara, aunque indirecta, de la
obra del Espíritu Santo en la resurrección de Jesús. Dice así literalmente: Mas si el Espíritu del que levantó a Jesús
de entre los muertos habita en vosotros, el que levantó a Cristo de entre los
muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales mediante su Espíritu que
inhabita en vosotros.
Notemos los siguientes
detalles:
(a) El Apóstol se basa en nuestra unión con Cristo:
«Pero si Cristo está en vosotros…» (v. 10).
(b) Asegura Pablo que quien efectuó la resurrección de
Cristo (esto es, el Padre), hará también lo mismo en nosotros.
(c) Dice que nuestra resurrección será llevada a cabo
«mediante su Espíritu ».
(d) Conforme a las estrictas normas de la lógica, el
silogismo no admite más que una conclusión: Luego la resurrección de Cristo
fue también llevada a cabo mediante el Espíritu Santo.
Hay también algunas citas indirectas tales como:
·
Hechos 2.32-33.
·
Efesios 1:19-20.
·
1ª Pedro 3:18 (RVR1602P).
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