A partir del día de hoy vamos a estudiar el capítulo
doce del evangelio del discípulo amado, este capítulo tiene 4 grandes secciones
que iremos estudiando poco a poco, parte por parte, verso a verso, dichas
secciones son:
·
Jesús ungido en Betania.
·
La entrada triunfal en Jerusalén.
·
Lo buscan los griegos.
·
Lo repudian los judíos.
Como lo venimos mencionando desde el inicio de esta
serie de predicaciones, Juan es muy distinto en su contenido y narrativa de los
otros 3 evangelios, y estamos frente a otra muestra de lo dicho, pues a partir
de este capítulo, Juan nos narra los últimos días de ministerio terrenal del
Señor Jesús, prácticamente la mitad del libro está dedicada a este lapso, y
como lo iremos descubriendo, no fue casualidad, cada suceso y palabra dictada
es de gran importancia en nuestra redención.
Cabe mencionar que en esta ocasión, el relato no es
exclusivo del evangelio de Juan, tiene sus relatos paralelos en Mateo y Marcos, y nos apoyaremos en
ellos más adelante.
En el versículo 1 nos damos cuenta de la cercanía de
la fiesta pascual. 1 Seis días antes de
la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado
muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
Recordemos que el Señor Jesús se había retirado a la
zona cercana al desierto, a la ciudad de Efraín, es desde ahí que parte para
Betania, y llega 6 días antes de que comenzaran las celebraciones con motivo de
la pascua, la más grande de las celebraciones que el Señor instituyó para los
hebreos. No pasemos por alto que a partir de ahora son 6 días antes de la última pascua que el Señor Jesús
celebró en su ministerio terrenal.
Juan nos dice que Lázaro estaba presente, además deja
bien en claro que había estado muerto y
que Jesús lo resucitó de entre los muertos.
El siguiente versículo nos habla de lo que fue
aconteciendo. 2 Y le hicieron allí una
cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con
él.
En vez de delatar a Jesús para que lo arrestaran como
lo había planeado el sanedrín en el complot para determinar su muerte, los
amigos de Betania ofrecieron una cena en su honor. Como no se consideraba
apropiado que las mujeres se sentaran en público con los hombres, debemos suponer
que los invitados eran solamente hombres. Hubo por lo menos quince: Jesús, los
doce apóstoles, Lázaro, y un cierto Simón, que sólo se menciona en los
Sinópticos. Mateo 26:6. Marcos 14:3.
La pregunta, ¿Por
qué se menciona sólo a Lázaro en forma especial? ha recibido varias respuestas.
Unos dicen, porque era invitado de honor.
Otros, porque su presentación pública,
después de haber sido resucitado de entre los muertos, era insólito y por
lo tanto digno de mencionarse. Y otros, porque
su resurrección era la razón, o una de las razones de este banquete. Desconocemos
la respuesta exacta, aunque la última parece ser la más probable y la más
aceptada por los comentaristas y eruditos bíblicos.
Resulta fácil comprender la idea de que esta cena
surgió del amor por el Señor, sobre todo como muestra de gratitud por la
resurrección de Lázaro y quizá también por la curación de Simón que había sido
leproso y a quien todavía se llama Simón
el leproso en Mateo y Marcos. La
cena por tato se ofreció en la casa de Simón.
Aunque no se sentaron con los invitados, tanto Marta
como María figuran en forma destacada en este relato. Marta, como de costumbre,
tomó sobre sí la responsabilidad de servir. ¿Aceptó hacerlo a petición de
Simón, dado que éste era soltero? No sabemos. No se menciona si María también
ayudó. Sin embargo, el relato se enfoca en ella y en el Señor Jesús más que a
ninguna otra persona.
Esto lo corrobora el siguiente versículo de donde
extraemos el tema central de nuestro sermón del día de hoy: 3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo
puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus
cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.
María, realizó un acto sublime al Señor: ungió sus
pies con perfume y los enjugó con sus cabellos, ¿El motivo? Agradecimiento.
Sabemos por lo relatado por Juan en el capítulo 11,
que María estaba profundamente agradecida con Jesús, ya lo amaba, ya era su
discípula, lo escuchaba gustosa a sus pies, cuando su hermano Lázaro enfermó y
envió junto con su hermana el mensajero, recibió la reconfortante respuesta: la enfermedad de Lázaro no es de muerte, es
para la gloria de DIOS.
Además, al llegar Jesús se tiende a sus pies en un
acto de sumisión y adoración, y confiesa, al igual que su hermana Marta, su
plena certidumbre en que Jesús tiene el perfecto control de la situación, y
vaya que así fue, como lo vimos, bastó al Señor gritar a voz clara y fuerte: ¡Lázaro,
acá, afuera! Para que su hermano resucitará de entre los muertos aún
después de llevar 4 días en el sepulcro.
¿Qué si María y su hermana Marta estarían agradecidas?
Por supuesto que sí, y no poco, de hecho fue algo que no pudieron ocultar
ninguna de las dos, cada una lo manifestó según su personalidad: Marta
sirviendo en la cena, María, a sus pies, ungiéndolo con perfume y secándolos
con sus cabellos.
Tomó una libra de perfume, son 12 onzas, algo así como
350 mililitros, poco más de un cuarto de litro de perfume, La
esencia de este perfume se sacaba del nardo puro, que es una hierba aromática
que crece en los pastos del Himalaya entre el Tíbet y la India.
En vista del hecho de que tenía que conseguirse en una
región tan remota, y transportarse a lomo de camello por kilómetros y kilómetros
de desfiladeros, costaba mucho. Además Juan se encarga de hacernos saber que
este nardo no era imitación ni estaba diluido o rebajado, la palabra puro viene del griego pistikos
(πιστικός, G4101) que significa digno de confianza, genuino y no
adulterado.
Así que era el nardo genuino. El perfume se había
extraído de nardo puro. Además, los sinópticos destacan que este perfume estaba
en un frasco de alabastro; o sea, una jarra de una especie de yeso de delicado
color blanco quizá suavemente coloreado y que añadía un extra al ya de por si
mencionado alto precio.
Nos podemos imaginar la escena: Con el corazón lleno
de amor y gratitud por su Señor, María se había situado detrás de Jesús, en tanto
que los invitados, según la costumbre oriental, estaban reclinados en divanes alrededor
de una mesa baja generalmente con forma de U. De repente María rompe el frasco
que tiene en la mano y derrama el contenido aromático sobre Jesús.
Según Mateo y Marcos lo derrama sobre su cabeza, según
Juan unge sus pies. No hay contradicción, porque Mateo y Marcos indican
claramente que el perfume se derramó sobre el cuerpo de Cristo: cabeza, cuello,
espaldas, e incluso pies.
Sin tener para nada en cuenta las normas orientales de
decoro, que consideraban inapropiada la acción de la mujer que se soltara el
pelo en presencia de los hombres, María, dejando que su corazón hablara
libremente, no solamente se suelta el pelo sino que, peor aún, desde el punto
de vista oriental, limpia los pies con su cabello.
Evidentemente, incluso los pies están cubiertos con
una cantidad de perfume tan abundante que hubo que secarlos. ¡Una libra de perfume
es una gran cantidad! Y María, después de romper el frasco, lo derrama todo
sobre Jesús. Vacía el contenido del frasco de alabastro.
Por ello la casa de Simón se llena, literalmente, de
la fragancia, el aroma a nardo puro se esparce por todas partes, y, durante un
tiempo, sigue esparciéndose, no sabemos qué acto es más grande: la devoción de
María al ungir a Jesús, o la generosidad mostrada en dicho acto.
Hay quienes han querido menoscabar el acto de generosidad
de María, alegando que lo más probable es que el perfume se compró para
sepultar a su hermano, que como no se utilizó todo, entonces echaron lo que
sobró sobre Jesús, Pero esto es erróneo. Lo que María tenía en la mano era un
frasco nuevo de alabastro. Para derramar el contenido sobre Jesús, lo rompió en
ese momento. Marcos 14:3.
No cabe la menor duda de que el corazón de María era
un corazón sumamente agradecido y al extremo, no le importó que el precio del
perfume fuera ostentoso, no le importo tocar los pies de su Maestro, ni
soltarse el cabello frente a los demás hombres presentes, lo único que ella
deseaba era mostrar su agradecimiento.
Un corazón agradecido es el título de nuestra
enseñanza del día de hoy, y no podría ser más acorde con el magno ejemplo de
María, nosotros los hijos de DIOS
tenemos 3 motivos para tener un corazón agradecido:
1.
Por
las cosas buenas.
Esto es algo que raya en la obviedad, pues no se
necesita ser cristiano para que un corazón sea agradecido por algo bueno que le
suceda, el caso de maría es evidente, ella agradecía que su hermano hubiera
sido regresado a la vida por el Señor Jesús.
Nosotros al igual que María agradecemos por las cosas
buenas que nos suceden, sobre todo sabiendo que no las merecemos si somos bendecidos no es porque nosotros somos
buenos, es porque nuestro DIOS bueno, así que no pasemos por alto las
bendiciones diarias, las ordinarias y las extraordinarias. Salmo 26:6-7.
·
Despertar diariamente.
·
Tener un lugar para dormir.
·
Tener un taco
que comer.
·
La salud propia y de nuestros seres amados.
·
Que tenemos empleo.
·
Que tenemos nuestros sentidos.
·
Los triunfos escolares, profesionales, laborales, etc.
·
Cuanto nos cae
un dinerito extra.
·
Que somos personas imperfectas amadas por un DIOS
perfecto.
·
Etc.
2.
Por
las cosas malas.
Esto es algo que ya no es tan obvio, al decir las
cosas malas, me estoy refiriendo a como lo recibimos desde nuestra
perspectiva, pues sabemos que todo lo que DIOS hace es bueno, agradable y perfecto, pero muchas veces no lo alcanzamos a
distinguir a primera vista y por lo tanto lo percibimos como algo malo, aunque realmente es DIOS
bendiciéndonos de una forma que aún no entendemos por completo.
Tal vez el caso más citado en la Escritura es el de
Job, cuya vida desde el punto de vista humano cayó en desgracia al quedar sin
bienes materiales después de ser un hombre prospero, con buena salud y muchos
hijos, de un día para otros perdió todo y solo atinó a decir: El
Señor dio, el Señor quitó, sea bendito el Nombre del Señor. Job 1.21.
Pero no solo es el caso de Job, la misma María es un
ejemplo de esta situación, recordemos que poco tiempo antes su hermano había
muerto, había vivido unos días de duelo, además de la sofocante espera a la
llegada de Jesús, si a esto le sumamos el hecho de que María era una discípula
del Señor Jesús, cuyo acto de resucitar a Lázaro fortaleció su fe.
Así que en efecto, María tenía mucho bueno que agradecer al Señor Jesús, pero
ahora que su hermano había resucitado y su entendimiento y su fe se habían
fortalecido, entonces también tenía muchas cosas malas o que un su momento no entendió, pero que ahora agradecía del
Señor.
Es importante que no dejemos de lado nunca esta
verdad, pues el creer que al venir a la iglesia o creer que al ser cristianos y
que por ello nuestras vidas se van a volver perfectas es un grave error,
estaremos en una gran decepción cuando las situaciones de la vida diaria nos
hundan en la realidad de que NO ES ASÍ.
Todos necesitamos días malos, días de prueba, de
dolor, de tribulación, porque solo de esa forma es que aprendemos en realidad a
depender de DIOS y a saber que Su Gracia es suficiente. 2ª
Corintios 4:15.
Por lo tanto seamos también agradecidos cuando:
·
Estemos enfermos.
·
Estemos sin dinero.
·
Tengamos problemas familiares.
·
Pasemos por tribulaciones.
·
Se burlen de nosotros por ser cristianos.
·
Nos insulten.
·
Pasemos por problemas en el trabajo o la escuela.
·
Cuando nuestros planes no nos salgan como deseábamos.
·
Etc.
3.
Por
la cruz de Cristo.
El tercer motivo por el cual los hijos de DIOS estamos siempre agradecidos con él es por la cruz de Cristo.
El evangelio del Señor Jesús es nuestra mayor razón
para vivir siempre agradecidos:
El evangelio se resume muy bien en las “3 erres”
·
Ruina espiritual del hombre.
·
Redención del ser humano en la cruz
del calvario.
·
Regeneración a una nueva vida
apartados del pecado.
Hay una gran verdad que muchos se niegan a creer y es que los
seres humanos somos por naturaleza pecadores y ese pecado no nos permite
acercarnos a un DIOS SANTO, es por ese motivo que todos aquellos que mueran en
sus pecados serán condenados a una eternidad en el infierno.
La esencia del pecado no consiste solo en obras malas, no es más pecador delante de DIOS alguien que
asesina, secuestra, tortura o viola que alguien que trata de portarse bien, que
alguien que es buena persona y trabaja todos los días y tiene una familia bien
o que asiste los domingos a la iglesia, pero no ha nacido de nuevo, eso solo es
ética moral, la moral puede mantenernos
fuera de la cárcel, pero solo Cristo nos mantendrá fuera del infierno.
DIOS es Santo: Isaías 6:3 y
Apocalipsis 4:8, eso significa que ni la mínima pizca de pecado puede estar
en su presencia, y los seres humanos estamos manchados en toda el alma y
corazón con el pecado: Romanos 3:10-11, esto
solo puede significar una cosa: NADIE
POR SI MISMO PUEDE IR AL CIELO Y ESTAR CON DIOS.
Por eso urgían buenas noticias a nuestras vidas, esas buenas
noticias son que el pecado que impide que estemos delante de DIOS puede ser
removido, no por buenas obras, no portándonos mejor, no intentando ser buenas
personas, esos esfuerzos de nada sirven, el pecado solo pudo ser borrado por la
obra de nuestro Señor Jesucristo en la cruz, poniendo su vida perfecta y sin
pecado en lugar nuestro:
·
1ª Corintios 15:3.
·
2ª Corintios 5:21.
·
1ª Pedro 2:24.
·
1ª Juan 4:10
·
Apocalipsis 1:5.
Alguien tenía que sufrir el castigo por el pecado, DIOS no podía
simplemente olvidarlo pues eso sería injusto (y DIOS es Justo) por eso
Jesucristo sufrió la muerte de Cruz, el castigo por los pecados fue llevado por
Él, esas son las buenas nuevas.
La cruz demuestra
no solo el gran amor de DIOS, también demuestra la gran depravación pecadora de
los seres humanos, al grado que fue necesario que Jesucristo el Hijo de DIOS
muriera para lavar esa depravación.
Pero las buenas noticias no terminan ahí, aún hay más, debemos
ahora por medio de la fe, creer en ese sacrificio que Cristo hizo en la cruz y
por lo tanto arrepentirnos de nuestra vida pecaminosa, este aspecto la biblia
le llama regeneración o nuevo nacimiento, y este aspecto está fuera de
nuestro alcance, pues solo DIOS puede hacer nacer de nuevo a las personas:
·
Juan 1:12-13.
·
Efesios 2:8-9.
¿Cómo sabemos si hemos nacido de nuevo? Es muy sencillo: primero
el mensaje de la Cruz atraviesa nuestro corazón y desbordamos de agradecimiento
y amor por Cristo, segundo el cometer pecados aflige nuestras almas, y por
último el querer buscar y conocer más a Jesucristo se manifiesta en nuestras
mentes.
En este punto, obviamente María no podemos incluirla,
pues simplemente no había muerto el Señor Jesús y resucitado por sus pecados,
pero eso no la hizo menos agradecida para con él.
¿Se Percibe
Nuestro Agradecimiento?
De hecho, su agradecimiento fue tal, que todos lo percibieron, pues la casa de
Simón el leproso se llenó del aroma del perfume que María derramo sobre el
Señor Jesús:
·
El acto en sí mismo es una forma de agradecimiento.
·
El precio ostentoso del perfume es muestra del corazón
agradecido y lo vació TODO, no guardó ni una gota para sí misma.
·
Todos notaron que María había ungido al Señor por el
aroma del perfume.
Pero lo más importante de nuestro agradecimiento, es ¿En
realidad se nota que lo estamos? ¿Los que están a nuestro alrededor saben que
vivimos agradecidos con Cristo? ¿Nos rendimos a los pies de Cristo? ¿No importa
el precio que haya que pagar?
¿Sabes cuál es la mejor manera de que todos se den
cuenta de que estamos agradecidos con Cristo? Nuestras vidas rendidas a sus pies, transformadas, alejadas cada vez
más de las contaminaciones de la carne. Eclesiastés 10.1.
Las moscas en tu
perfume son los errores de carácter, los pequeños pero aun aborrecibles
hábitos pecaminosos que echan a perder la fragancia, el aroma delicado de tu
vida en adoración a los pies del Señor. 2ª
Corintios 2:14-16.
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