domingo, 24 de marzo de 2019

El Evangelio De Juan 117: Santificados En La Verdad. Juan 17:10-19.


Estamos a unos cuantos minutos de que los últimos hechos redentores, específicamente los del arresto, sufrimientos y muerte del Señor Jesucristo sucedan, pero antes el Señor ha levantado la mirada y la voz a los cielos para elevar una oración por los suyos, pero no es cualquier tipo de oración, esta que encontramos en el capítulo 17 del evangelio de Juan es la llamada oración sumo sacerdotal de Jesucristo. ¿Por qué?

La semana pasada lo entendimos cuando escudriñamos de los versículos cuatro al nueve, en estos versículos encontramos al menos seis plegarias mediadoras de Cristo por sus once apóstoles restantes:

1)    Han guardado tu palabra. Vs. 6.
2)    Han conocido que me has dado las cosas. Vs. 7.
3)    Han recibido tus palabras por medio de mí. Vs. 8.
4)    Han conocido que salí de ti. Vs. 8.
5)    Han creído que tú me enviaste. Vs. 8.
6)    Yo ruego por ellos porque son tuyos. Vs. 9.

Pareciera que está hablando de otros hombres completamente diferentes, que no son los egoístas y arrogantes que no quisieron lavarse los pies unos a otros, que no son los hombres de poca fe que no pudieron sanar a los afligidos muchas de las veces, que no son aquellos que lo van a negar y dejar solo en unos cuantos minutos, pareciera que nada de esto sucedió ni sucederá, pero no es así, si pasó, si pasará y si son los mismos hombres.

En el comienzo del oficio sacerdotal, el Señor llama a sus débiles discípulos, aun incompletos en su fe e inmaduros en su caminar espiritual como si ya hubiesen madurado.

Por lo expuesto en el libro de los Hechos podemos darnos cuenta que no se equivocó, sabemos que nunca lo hace, pero para que no haya lugar a dudas, dejó un registro histórico fidedigno de su bondad, su amor incondicional se manifiesta también en su oficio como sumo sacerdote, aquel que nos representa ante DIOS, primero lo hizo con los 11 al hablar de ellos como lo que llegarían a ser tiempo después, y ahora con nosotros, no es la excepción, Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades.

No solo se compadece y nos regresa el gozo de nuestra salvación, sino que esa función es la que permite nuestra libertad de la esclavitud de los pecados de la carne, si no entendemos, renovamos nuestra mente y llevamos esta verdad en el corazón firmemente, será imposible que por nuestra cuenta propia seamos al a imagen de Cristo caminando en santidad.

·         Cristo es nuestro intercesor.
·         El presenta su sangre por nuestros pecados.
·         Refuta los cargo que presenta satanás en nuestras conciencias.
·         Es la garantía de que nuestras oraciones son aceptables a DIOS.
·         Eso nos ha dado libertad en nuestras almas: santificación.
El Señor no ha terminado todavía su plegaria, lo siguiente que él dice a su Padre es: 10 y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

En su ruego, el Señor pide por sus discípulos, porque no solo le pertenecen a él, también son del Padre, estos once en primer lugar, pero extensivamente a todos nosotros somos de una doble propiedad, por eso es que en Juan 10 Él Señor Jesús declaró que estamos en sus manos y en las manos de su Padre, somos propiedad de DIOS y de Cristo, y la ratificación de ello es que tenemos el Sello de Su Espíritu Santo en nuestros corazones. Efesios 4.30.

Todo en el universo le pertenece tanto al Padre como a Cristo en el sentido absoluto de la palabra, pero la distinción a la que se refiere aquí en su oración el Señor Jesús es de tener un interés específico, personal y espiritual, por esto Jesús puede orar con tanto fervor por los discípulos. Son suyos, son de su propiedad. Por esto los ama. Pero todo lo que es suyo, también es del Padre. Esta propiedad mutua implica interés mutuo y este interés mutuo garantiza acción mutua, en otras palabras: ¿Qué mayor seguridad de nuestras lamas podemos pedir si nuestro dueño es tanto el Padre como el Hijo?

Cuando Jesús agrega, Y yo soy glorificado en ellos, piensa primordialmente en la gloria que como Mediador obtiene por la salvación de sus discípulos. Las gracias que adornan a aquellos que han sido sacados de las tinieblas para entrar en la luz reflejan su amor y poder redentores.

Sin duda, si Pablo puede llamar a la iglesia en Filipos gozo y corona mía en Filipenses 4:1. Y puede hablar de los hermanos en Tesalónica diciendo vosotros sois nuestra corona y gozo en 1ª Tesalonicenses 2:20, porque estas congregaciones manifiestan los frutos de su labor, tanto más derecho tiene Jesús a decir que es glorificado por medio de las vidas transformadas de sus discípulos, primero estos once y todos los demás por extensión.

En su labor sacerdotal el Señor continúa orando y dice: 11 Y ya no estoy en el mundo; más éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.

Jesús habla aquí como si el Calvario hubiera pasado, ya sabemos que habla con tanta seguridad no solo por su Omnisciencia, sino porque desde la eternidad pasada aceptó llevar a cabo la redención por medio de la cruz y en el momento de la Encarnación ratificó esa decisión.  

En su pensamiento ya está ahora camino al Padre, son ello en su mente y corazón es que levanta la súplica como si ya no estuviera, se nota y mucho su gran amor y preocupación por sus discípulos, sabe que le mundo es malvado, así que obviamente aquí se refiere a la sociedad separada de la voluntad de DIOS, y él deja a los discípulos en un mundo malo. Por ello, sigue con toda naturalidad el ruego de intercesión por los suyos.

La oración del Señor es que en El poder del Nombre del Padre sean guardados del mundo maligno, Jesús sabe que es mucho más eficiente el Poder del Nombre para salvar que el poder del mundo para condenar, lo que el Señor Jesús está rogando es que seamos constantemente supervisados por DIOS para no desviarnos ni a derecha ni a la izquierda en nuestro caminar espiritual, bien podríamos detenernos en este versículo y hablar por más tiempo de la Perseverancia de los Santos, que es la seguridad de nuestra salvación eterna, sin embargo, para seguir con el propósito del pasaje solo hacemos la mención.

Pero no solo pide que sean guardados en El Nombre de Su Padre, sino que sean guardados con un propósito: para que sean uno, así como Jesús y Su Padre son uno, empieza el Señor a esbozar la vida en comunidad como señal de pertenencia a su Cuerpo, en otras palabras, si somos guardados por DIOS de no desviarnos de nuestro camino espiritual, lo reflejaremos siendo miembros de una iglesia local, pero en este tema adentraremos en la siguiente semana.

Después El Señor dice: 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.

Es decir, durante todo su ministerio, por medio de la enseñanza y de los milagros, Jesús había cumplido su tarea como buen pastor de las ovejas. Por ello las había él mismo guardado día tras día, presentándoles constantemente todo lo que había oído del Padre.

Cuando Jesús dice, ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, no quiere de ningún modo sugerir que en el caso de Judas había fracasado en el desempeño de guardar su alma, por el contrario, la intención del Señor Jesús aquí es resaltar su total control sobre todos los hechos redentores, aunque su soberanía no se limita solo a ello, él es Soberano de todo en el universo, como decía R.C. Sproul un átomo no anda libre en el universo fuera de la soberanía del Señor.

EL Señor quiere hacer notar claramente que aún la traición de Judas y su posterior perdición estaba no solo ponderada, sino planeada para que la redención pudiera ser efectuada, como ya lo dijimos, la Cruz es la más grande muestra de la victoria de Cristo, no es un fracaso como dijo Francisco I, es su máximo triunfo.

El hijo de perdición es una expresión semítica que encontramos en otros pasajes como: Mateo 23:15 y 2ª Tesalonicenses 2:3, se refiere a que esta el totalmente perdido, designado para perdición. Si bien, por una parte, Judas fue totalmente responsable, por otra parte, esta acción estaba incluida en el decreto divino desde la eternidad, y en la profecía del Salmo 109:6-19.

En el siguiente versículo leemos: 13 Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.

Jesús está consciente del hecho de que había llegado la hora en que debía separarse de la tierra para ir al Padre. No podemos dejar de resaltar el hecho de que el Señor Jesús está expectante porque dentro de ya muy poco retomará su lugar y su Gloria al lado de Su Padre, gloria que tenía desde antes de encarnarse, hay que mencionarlo para entender ¿a qué gozo cumplido se refiere aquí? Pues a ese gozo, de retomar su Gloria junto al Padre.


Vamos adelante a leer el siguiente verso: 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

El Señor Jesús en persona afirma haberles dado a sus discípulos un regalo incomparable y permanente, eterno: su Palabra, la palabra misma del Padre es decir su mensaje, un mensaje como ningún otro: que hay reconciliación con DIOS, ese mensaje es causa de un gozo inefable, pero tiene otro efecto: el mundo los va a aborrecer, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

No nos vamos a detener en esta afirmación pues deseo llegar el cenit de nuestro sermón del día de hoy, además de que en el discipulado de Cosmovisión hemos estado entendiendo esta gran diferencia entre en unismo y el dosismo, entre la cosmovisión cristina y la pagana.

Pero el Señor añade una súplica: 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

Pareciera que la súplica logia si las personas que ama están en un mundo que los aborrece, sería Señor sácalos de ahí lo antes posible, pero Jesús se niega a pedir esto. La razón es que los discípulos tienen una labor que realizar.

La naturaleza de esta labor no se indica con claridad aquí, sin embargo, en Juan15:27 la dejo muy clara: Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio. Desde luego que Jesús no puede ahora rogar que sean quitados los testigos.

Lo que sí ruega es que el Padre guarde a los discípulos del mal, o del maligno. Ambas traducciones son admisibles. Preferimos la segunda, por las siguientes razones:

1.    Repetidas veces, durante esta noche, Jesús ha hablado acerca de Satanás. El príncipe de este mundo (12:31; 13:27; 14:30; 16:11): que sería expulsado; que había entrado en Judas; que estaba en camino; y que había sido juzgado. Judas había caído presa del malo. ¿Por qué resulta poco razonable suponer entonces, que Jesús rogara para que se protegiera a los demás contra las artimañas de Satanás?

2.    1ª Juan 5:18 que es, hasta cierto punto, un pasaje armónico. Aquí el guardar tiene como resultado que el malo no toque al que ha nacido de Dios.

3.    Es casi imposible suponer que Jesús, al hablar de guardar a los suyos no pensara en la alegoría del pastor que vigila y protege a sus ovejas que conto en Juan 10. En consecuencia, 10:29 nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre viene a la mente de inmediato. Ahora bien, el enemigo al que se refiere en 10:29 es decididamente personal; no es sólo el mal en general, sino Satanás, el falso profeta, el perseguidor, etc. Por ello, también aquí en 17:15 pensamos en el maligno, o sea en Satanás.

Nuevamente, si quisiéramos llevar esta enseñanza a levantar la doctrina de la preservación de los elegidos, este pasaje sería clave, no solamente satanás no puede hacer nada que DIOS no le permite hacer, sino que estamos guardados de sus ataques inmisericordes por la oración sumo sacerdotal de Cristo.

Lo siguiente que dice el Señor Jesús lo leemos en el verso 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

Aquí se repite el pensamiento del versículo 14. La diferencia es que ahora ya no es una frase dependiente, sino independiente. Literalmente, leemos: Del mundo no son, como yo no soy del mundo.

Todo el énfasis se pone, en la expresión del mundo. En conexión con lo que antecede podemos ahora interpretar todo el ruego como sigue: Concede que estos discípulos no entren en el territorio de Satanás, porque no pertenecen en modo alguno al mismo. Son tuyos y míos; no pertenecen al mundo perverso.

A partir de este versículo encontramos el cenit de nuestra enseñanza del día de hoy: 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Aquí está el lado positivo del ruego anterior, es como si Jesús dijera: No sólo guárdalos del maligno, sino también conságralos en la verdad. Apártalos de uno y confírmalos en la otra. En el original el adjetivo santo y el verbo santificar se derivan de la misma raíz. Por ello, combinando estas dos ideas se podría traducir: Padre santo, santifícalos en la verdad.

Cuando hace mención de que los envía al mundo como el mismo fue enviado al mundo, está declarando su misión, Cristo vino al mundo a ser luz y esa es exactamente la misma misión que cumplimos por medio de una vida consagrada para DIOS, nos volvemos esa luz asentada sobre un monte, por eso continuó diciendo el Señor que es el motivo por el cual se santifica, para que también sus discípulos seamos santificados en la Verdad.

¿La Verdad? Aquí se refiere a la doctrina de la redención en todo su esplendor, a los hechos que están por suceder, pero también los que le precedieron y aun los que llegaran tiempo después, en el día que el Espíritu Santo llegue a la escena en el derramamiento del día de pentecostés en la formación de la iglesia visible.

Pero el punto al cual nos lleva la escritura el día de hoy y en el cual deseo que meditemos toda la semana, es que la Verdad no solo se tiene o se conoce, en este contexto, la Verdad expresada por DIOS, su palabra sus promesas, son para que demos fruto, en otras palabras: la verdad que no nos santifica no sirve de nada.

De poco o nada sirve saber:

·         Griego, hebreo y arameo.
·         Credos y confesiones históricas.
·         Exegesis y hermenéutica.
·         Teología sistemática.
·         Historia de la iglesia.
·         Etc.

Si no lo aplicamos en nuestra vida diaria, si no estamos viviendo a la altura de lo que decimos saber, entonces somos hallados como unos mentirosos, pues decimos conocer la verdad, pero esta no nos ha transformado, no se ha adentrado en nuestra alma, no ha dado fruto en nuestras vidas, nunca lo olvidemos, la verdad nos santifica, es decir que si no hay un correcto equilibrio entre lo que sabemos, lo que vivimos y lo que sentimos, la Verdad no es más que un accesorio más en nuestras ajetreadas vidas.

Esto es porque la santificación, el vivir apartados cada vez más y más de los pecados de la carne, el dejar que DIOS pula nuestro carácter, es parte del Señorío de Cristo en nuestras vidas, si Cristo es el Salvador de tu vida, entonces sí o sí, él también es el Señor de tu corazón, y la unica manera de demostrar que Cristo reina en nuestras vidas es por medio de la santificación.

Nunca olvidemos que la santificación es un proceso aquí en el tiempo por medio del cual reflejamos lo que Cristo hizo por nosotros, la santificación es la muestra externa de que somos justificados, la santificación es la forma real y práctica de reflejar a Cristo que vive en nuestro corazón, es el vivir la vida crucificada, es el negarnos a nosotros mismos, es el camino por el cual andamos todos los discípulos genuinos del Señor, si nos jactamos de estar en la Verdad, pero no hay nada que refleje que lo estamos, no somos nada.

Esta santificación puede ocurrir sólo si anhelamos ser gobernados por la verdad; o sea, por la revelación redentora de Dios en Cristo, como la norma máxima de vida y doctrina, solo cuando somos dóciles a la obra del Espíritu Santo podremos comenzar o continuar nuestro proceso de reflejar nuestra santificación.

Si dices que eres salvo, pero vives igual que antes de supuestamente serlo, yo te digo ¿Salvo de qué? Somos salvos de la ira de DIOS, sí, pero esa ira era sobre nosotros a causa del pecado, si decimos somos salvos, pero vivimos pecando deliberadamente estamos en un oxímoron.

pero la oración de nuestro sumo sacerdote, nuestro Señor Jesucristo es: santifícalos en tu verdad, estar en la Verdad, es bueno, pero sólo si lo tomamos humildemente, sin orgullos ni arrogancia, pues no conocemos la verdad por ser mejores que nadie, la conocemos porque DIOS es bueno y nada más.

Si estamos en la Verdad, en la postura correcta, nuestras vidas y nuestros sentimientos se van a alinear para dar mayor gloria a DIOS: vivir en obediencia total a su voluntad, no solo en lo que creemos, sino en lo que vivimos y hasta en nuestras emociones.




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