La autoridad Bíblica es una de sus características fundamentales, y al mismo tiempo es una prueba contundente de su autoría divina, no hay lugar a dudas después de estudiar el respaldo científico, histórico, arqueológico y probabilístico de que la Biblia es la palabra de DIOS.
Sin embargo, como
lo vimos en clases pasadas, la neortodoxia lanza ataques sutiles, pero igual o
hasta más peligrosos que los que recibe de fuera por parte de sus detractores
declarados, estos ataques lo que hacen es minar precisamente la autoridad de la
Escritura.
Uno de estos
ataques lo vimos la semana pasada, es tratar de mitologizar relatos históricos
clave para nuestra doctrina fundamental, en específico vimos que son los
relatos de los primeros once capítulos del libro de Génesis, proponiendo que la
teoría del universo longevo y los relatos bíblicos pueden armonizar sin ningún
problema de por medio.
Pero no es el
único ataque que la neortodoxia lanza contra la autoridad de la Escritura, hay
otra ofensiva que suena bastante cristiana, piadosamente reflexiva y profunda,
y aún fundamental, pero que en el fondo lo único que hace es despreciar la
Biblia como fundamento cristiano.
Es
la afirmación de que la Biblia es una autoridad porque nos lleva a Cristo. Que
por eso hay que leerla con cuidado y devoción.
¿Quién de entre la
mayoría de los cristianos podría notar alguna cosa extraña ante las siguientes declaraciones?
·
¿Crees en un libro o en una persona?
·
La Biblia NO ES la Palabra de Dios. Jesús lo es.
·
La Biblia no es el fundamento. Jesús lo es.
·
Decir que la Biblia es la Palabra de Dios o el
fundamento es bibliolatría.
Sutilmente este
tipo de argumentos denigra la autoridad de la Escritura, decir que el
fundamento de la fe cristiana no está en la Biblia sino en la persona de Jesús
suena muy lógico y espiritual, más si alimentamos esta idea con textos como: 1ª
Corintios 3.11. 1ª Corintios 10.4. y 1ª Pedro 2:4-7. Donde nos dice que el fundamento es Cristo y la roca o piedra de ángulo
es el Señor Jesucristo.
Y luego nos dicen
que Juan 1.1 no expresa que la Palabra o el Verbo es un libro sino Cristo. Todo
esto fácilmente nos lleva a concluir que La Biblia no es el fundamento, ni la
roca ni la Palabra, sino Jesús.
Citando a un neo
ortodoxo: A veces creo que la iglesia fundamentalista ha cambiado Juan
14:6 para que diga: Nadie viene al Padre si no es por la
Biblia. Tenemos que depender mucho más de Dios mismo que de una colección
especifica de libros.
Un cristiano poco
preparado, fácilmente puede caer es esta sutil pero peligrosa herejía, y
termine bebiendo el veneno del escepticismo que el camino final al cual nos
lleva este tipo de declaraciones, porque:
Si
el fundamento no está en la Escritura, entonces no hay un ancla firme a la cual
nos podamos aferrar.
Para responder a
la oposición de ¿Cómo hicieron los apóstoles y los primeros cristianos si no
había N.T.? tenían el Antiguo Testamento, el cual citaron y utilizaron en
numerosas ocasiones, además por eso en el periodo fundacional de la iglesia los
dones extraordinarios del Espíritu Santo fluyeron, como prueba y muestra del
respaldo divino, de la obra creciente y de la inspiración de los Escritos que
formaron el canon del N.T.
Para poder
enfrentar esta media verdad y sacar del error a los que hayan caído en ella es
necesario entender correctamente dos conceptos:
1. Jesús
Es El Fundamento, La Roca Y La Palabra.
2. La
Biblia es la revelación y fuente primaria, infalible, suficiente e inerrante de
la autoridad de Dios.
Así como sucede
con la fe y el arrepentimiento, la regeneración y la conversión, Jesús y la
Palabra van siempre de la mano, son dos caras de la misma moneda, son verdades
paralelas e inseparables una de la otra o de lo contrario solo tendremos el
camino a un error fatal.
Una parábola
servirá para explicar la relación de ambas afirmaciones. Mateo
7:24-26.
En este pasaje Jesús
dice que los que oyen sus palabras y las ponen en práctica son como un hombre
prudente que construyó su casa sobre la roca, pero los que lo oyen y no
practican lo que él dice, son como un hombre insensato que construyó su casa
sobre la arena y al venir las tormentas todo se desplomó.
Cuando Jesús habla
de sus palabras de estas palabras, está subrayando que a ellas pertenece
toda la autoridad. Obedecer a Jesús es ser sabio y engañarse siendo falso es
insensato.
Entonces ¿cómo
sabemos nosotros cuáles son estas palabras (v.24) de Jesús? Únicamente a través de LA BIBLIA.
La
Biblia no es Jesús ontológicamente hablando, pero sabemos de las Palabras de Jesús
(llenas de su autoridad) por la Biblia.
Si la Biblia es
Jesús de forma literal, caeríamos en lo que ha caído el catolicismo romano con
la eucaristía, ellos adoran y se postran ante el trozo de pan llamado hostia
porque su dogma dicta que el Señor Jesucristo, literalmente hablando, se ha
transubstanciado en ese pedazo de pan y por lo tanto le rinden pleitesía y
adoración.
No
es correcto tratar nuestras biblias (estoy hablando del libro de papel en sí)
como si fuera Cristo mismo, eso sí es bibliolatría.
Dejemos los malos
hábitos, si es que los tenemos todavía, como, por ejemplo:
·
Siempre llevar una biblia para estar protegidos (o
nos de suerte).
·
Dejar nuestra biblia abierta en casa para que su
energía llene el lugar.
·
Dormir con la biblia cerca (abierta en el Salmo
91).
·
No querer maltratarla y por ello no la leen.
·
Pensar que tenerla mutilada por el uso es malo (más
allá de no saber cuidar un libro más).
Mejor actuemos
como el hombre prudente ¿Cómo estamos seguros de qué actuamos como el
hombre prudente?
Lo sabemos porque
LA BIBLIA nos revela el carácter, vida, obra y palabras de Jesús, y por medio
del Espíritu Santo somos guiados a vivir la vida que Dios quiere de nosotros:
·
Juan16:13-15.
·
Romanos 8.14.
·
1ª Corintios 2:13.
Es en este
contexto en el cual podemos afirmar legítimamente que Jesús
no es literalmente la Biblia, sabiendo que es imposible dejar de depender única y
exclusivamente de la Biblia para seguir a Jesús. Hay que ir una y otra vez a
ella para conocer estas palabras. (Mt.
7.24) suyas.
En este punto
tenemos que aceptar que:
Aunque
ontológicamente Jesús y la Biblia son distintos, están de tal manera vinculados
que no es posible adorar, servir y gozar de Jesús, el fundamento, la roca y la
Palabra, sin asistirse de la revelación infalible y suficiente de ese
fundamento, esa roca y ese logos. Juan 20:31.
Aunque debiera de
estar ya claro que La biblia y Cristo son uno, no ontológicamente, sino en
esencia, que van siempre juntos, que es imposible separarlos, pues de ser así
solo podremos caer en dos extremos malsanos: adorar a Cristo por medios
subjetivos o adorar un trozo de papel, ser bibliólatras.
Aún así, insisten
los neortodoxos en sus ridículos juegos mentales para llevarnos a su
error:
Si la Biblia está
escrita para que creamos en una persona:
¿En qué creemos al
final? ¿En una persona o en un libro?
Si tú dices: En la
persona, claro
Ellos te dicen:
No, tú estás creyendo en un libro.
Pero entonces
dirías: Yo creo en la persona de la que habla el libro.
Ellos responderán:
No. Tú crees en el libro que habla de una persona.
Y si tú dices:
Creo en el libro y en la persona.
Te replicaran: Eso
es bibliolatría. Porque el fundamento de la fe no es el libro sino la persona.
No es solo con el
fin de hacerte dudar solamente, sino de desnaturalizar la revelación
bíblica, dejarla desprovista de su autoridad divina, una vez que lo logran,
podrán hacerte creer en sus herejías a su antojo.
La
realidad es que tenemos que afirmar sanamente que creemos en las Sagradas
Escrituras como único fundamento de nuestra doctrina y por ello creemos en
Jesús, el único fundamento, la roca y la Palabra de nuestra redención.
Si los
progresistas neortodoxos llaman bibliolatría a este tipo de pensamiento,
es porque su único fin es separar a la Biblia de su autor divino, si creer en
que la Biblia es la Palabra de DIOS revelada para nuestra salvación y que
solamente por medio de ella podemos seguir, conocer y amar a Jesucristo, es
bibliolatría, entonces soy un bibliólatra, aunque históricamente somos mejor
conocidos como cristianos bíblicos ortodoxos.
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