miércoles, 26 de junio de 2019

Bibliología. Tema 20: Bibliolatría. Cita: 1a Corintios 3:11.


La autoridad Bíblica es una de sus características fundamentales, y al mismo tiempo es una prueba contundente de su autoría divina, no hay lugar a dudas después de estudiar el respaldo científico, histórico, arqueológico y probabilístico de que la Biblia es la palabra de DIOS.

Sin embargo, como lo vimos en clases pasadas, la neortodoxia lanza ataques sutiles, pero igual o hasta más peligrosos que los que recibe de fuera por parte de sus detractores declarados, estos ataques lo que hacen es minar precisamente la autoridad de la Escritura.

Uno de estos ataques lo vimos la semana pasada, es tratar de mitologizar relatos históricos clave para nuestra doctrina fundamental, en específico vimos que son los relatos de los primeros once capítulos del libro de Génesis, proponiendo que la teoría del universo longevo y los relatos bíblicos pueden armonizar sin ningún problema de por medio.

Pero no es el único ataque que la neortodoxia lanza contra la autoridad de la Escritura, hay otra ofensiva que suena bastante cristiana, piadosamente reflexiva y profunda, y aún fundamental, pero que en el fondo lo único que hace es despreciar la Biblia como fundamento cristiano.

Es la afirmación de que la Biblia es una autoridad porque nos lleva a Cristo. Que por eso hay que leerla con cuidado y devoción.

¿Quién de entre la mayoría de los cristianos podría notar alguna cosa extraña ante las siguientes declaraciones?

·         ¿Crees en un libro o en una persona?
·         La Biblia NO ES la Palabra de Dios. Jesús lo es.
·         La Biblia no es el fundamento. Jesús lo es.
·         Decir que la Biblia es la Palabra de Dios o el fundamento es bibliolatría.

Sutilmente este tipo de argumentos denigra la autoridad de la Escritura, decir que el fundamento de la fe cristiana no está en la Biblia sino en la persona de Jesús suena muy lógico y espiritual, más si alimentamos esta idea con textos como: 1ª Corintios 3.11. 1ª Corintios 10.4.  y 1ª Pedro 2:4-7. Donde nos dice que el fundamento es Cristo y la roca o piedra de ángulo es el Señor Jesucristo.

Y luego nos dicen que Juan 1.1 no expresa que la Palabra o el Verbo es un libro sino Cristo. Todo esto fácilmente nos lleva a concluir que La Biblia no es el fundamento, ni la roca ni la Palabra, sino Jesús.

Citando a un neo ortodoxo: A veces creo que la iglesia fundamentalista ha cambiado Juan 14:6 para que diga: Nadie viene al Padre si no es por la Biblia. Tenemos que depender mucho más de Dios mismo que de una colección especifica de libros.

Un cristiano poco preparado, fácilmente puede caer es esta sutil pero peligrosa herejía, y termine bebiendo el veneno del escepticismo que el camino final al cual nos lleva este tipo de declaraciones, porque:

Si el fundamento no está en la Escritura, entonces no hay un ancla firme a la cual nos podamos aferrar.

Para responder a la oposición de ¿Cómo hicieron los apóstoles y los primeros cristianos si no había N.T.? tenían el Antiguo Testamento, el cual citaron y utilizaron en numerosas ocasiones, además por eso en el periodo fundacional de la iglesia los dones extraordinarios del Espíritu Santo fluyeron, como prueba y muestra del respaldo divino, de la obra creciente y de la inspiración de los Escritos que formaron el canon del N.T.

Para poder enfrentar esta media verdad y sacar del error a los que hayan caído en ella es necesario entender correctamente dos conceptos:

1.    Jesús Es El Fundamento, La Roca Y La Palabra.
2.    La Biblia es la revelación y fuente primaria, infalible, suficiente e inerrante de la autoridad de Dios.

Así como sucede con la fe y el arrepentimiento, la regeneración y la conversión, Jesús y la Palabra van siempre de la mano, son dos caras de la misma moneda, son verdades paralelas e inseparables una de la otra o de lo contrario solo tendremos el camino a un error fatal.

Una parábola servirá para explicar la relación de ambas afirmaciones. Mateo 7:24-26.

En este pasaje Jesús dice que los que oyen sus palabras y las ponen en práctica son como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca, pero los que lo oyen y no practican lo que él dice, son como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena y al venir las tormentas todo se desplomó.

Cuando Jesús habla de sus palabras de estas palabras, está subrayando que a ellas pertenece toda la autoridad. Obedecer a Jesús es ser sabio y engañarse siendo falso es insensato.

Entonces ¿cómo sabemos nosotros cuáles son estas palabras (v.24) de Jesús? Únicamente a través de LA BIBLIA.

La Biblia no es Jesús ontológicamente hablando, pero sabemos de las Palabras de Jesús (llenas de su autoridad) por la Biblia.

Si la Biblia es Jesús de forma literal, caeríamos en lo que ha caído el catolicismo romano con la eucaristía, ellos adoran y se postran ante el trozo de pan llamado hostia porque su dogma dicta que el Señor Jesucristo, literalmente hablando, se ha transubstanciado en ese pedazo de pan y por lo tanto le rinden pleitesía y adoración.

No es correcto tratar nuestras biblias (estoy hablando del libro de papel en sí) como si fuera Cristo mismo, eso sí es bibliolatría. 




Dejemos los malos hábitos, si es que los tenemos todavía, como, por ejemplo:

·         Siempre llevar una biblia para estar protegidos (o nos de suerte).
·         Dejar nuestra biblia abierta en casa para que su energía llene el lugar.
·         Dormir con la biblia cerca (abierta en el Salmo 91).
·         No querer maltratarla y por ello no la leen.
·         Pensar que tenerla mutilada por el uso es malo (más allá de no saber cuidar un libro más).

Mejor actuemos como el hombre prudente ¿Cómo estamos seguros de qué actuamos como el hombre prudente?

Lo sabemos porque LA BIBLIA nos revela el carácter, vida, obra y palabras de Jesús, y por medio del Espíritu Santo somos guiados a vivir la vida que Dios quiere de nosotros:

·         Juan16:13-15.
·         Romanos 8.14.
·         1ª Corintios 2:13.

Es en este contexto en el cual podemos afirmar legítimamente que Jesús no es literalmente la Biblia, sabiendo que es imposible dejar de depender única y exclusivamente de la Biblia para seguir a Jesús. Hay que ir una y otra vez a ella para conocer estas palabras. (Mt. 7.24) suyas.

En este punto tenemos que aceptar que:

Aunque ontológicamente Jesús y la Biblia son distintos, están de tal manera vinculados que no es posible adorar, servir y gozar de Jesús, el fundamento, la roca y la Palabra, sin asistirse de la revelación infalible y suficiente de ese fundamento, esa roca y ese logos. Juan 20:31.

Aunque debiera de estar ya claro que La biblia y Cristo son uno, no ontológicamente, sino en esencia, que van siempre juntos, que es imposible separarlos, pues de ser así solo podremos caer en dos extremos malsanos: adorar a Cristo por medios subjetivos o adorar un trozo de papel, ser bibliólatras. 


Aún así, insisten los neortodoxos en sus ridículos juegos mentales para llevarnos a su error:

Si la Biblia está escrita para que creamos en una persona:
¿En qué creemos al final? ¿En una persona o en un libro?
Si tú dices: En la persona, claro
Ellos te dicen: No, tú estás creyendo en un libro.
Pero entonces dirías: Yo creo en la persona de la que habla el libro.
Ellos responderán: No. Tú crees en el libro que habla de una persona.
Y si tú dices: Creo en el libro y en la persona.
Te replicaran: Eso es bibliolatría. Porque el fundamento de la fe no es el libro sino la persona.

No es solo con el fin de hacerte dudar solamente, sino de desnaturalizar la revelación bíblica, dejarla desprovista de su autoridad divina, una vez que lo logran, podrán hacerte creer en sus herejías a su antojo.

La realidad es que tenemos que afirmar sanamente que creemos en las Sagradas Escrituras como único fundamento de nuestra doctrina y por ello creemos en Jesús, el único fundamento, la roca y la Palabra de nuestra redención.

Si los progresistas neortodoxos llaman bibliolatría a este tipo de pensamiento, es porque su único fin es separar a la Biblia de su autor divino, si creer en que la Biblia es la Palabra de DIOS revelada para nuestra salvación y que solamente por medio de ella podemos seguir, conocer y amar a Jesucristo, es bibliolatría, entonces soy un bibliólatra, aunque históricamente somos mejor conocidos como cristianos bíblicos ortodoxos.

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