En la última clase entendimos la necesidad
de la Escritura, es la doctrina que nos confirma que la biblia es totalmente
necesaria para conocer el evangelio y por consecuencia ser salvos, así como
para llevar una sana vida espiritual y por consecuencia madurar en nuestro
cristianismo y también para conocer certeramente la perfecta voluntad de DIOS.
Aunque no es necesaria para saber que DIOS es real ni para conocer, aunque sea
someramente, el carácter y la ley moral de ese DIOS Justo y Santo.
Recientemente leí una publicación que decía:
Para
quien tiene fe, la Biblia no es la única fuente de Revelación de Dios, mucho
menos un "canon" restringido. Hay huellas de lo sagrado lo mismo en
el Nuevo Testamento que en la iconografía ortodoxa, en el Génesis que, en el
Corán, en los Evangelios que en El Señor de los Anillos. Dios toma cuerpo tanto
en Jesús como en la persona con quien despiertas en el motel. La Revelación es
un acontecimiento a lo largo de la historia y mucho más allá de la Biblia. El
Espíritu sopla donde quiere...
El tema de la suficiencia de las Escrituras,
que estudiaremos a continuación, contestará a la pregunta que deja abierta este
tipo de pensamiento ¿Debemos buscar otras palabras de DIOS además de las que
tenemos en la Biblia?
a) DEFINICIÓN.
Esta
doctrina quiere decir que la Biblia contiene todas las palabras que Dios quería
que su pueblo tuviera en cada etapa de la historia de la redención, y que ahora
contiene todo lo que necesitamos que Dios nos diga para la salvación, para
confiar perfectamente en él, y para obedecerle perfectamente.
Esta definición hace énfasis en el hecho de
que es solamente en la Biblia en dónde debemos buscar las palabras de Dios para
nosotros. También nos recuerda que Dios considera que lo que nos ha dicho en la
Biblia nos debe bastar, y que debemos regocijarnos en la gran revelación que
nos ha dado y que está contenida en ella.
En las palabras de Pablo a Timoteo se halla
significativo respaldo bíblico y explicación de esta doctrina: 2ª Timoteo 3:15. Esto es una indicación
de que las palabras de Dios que tenemos en la Biblia son las palabras de Dios
que necesitamos para ser salvos; estas palabras pueden hacernos sabios para la salvación.
Otros pasajes indican que la Biblia es
suficiente para equiparnos para vivir la vida cristiana.
El
Salmo 119:1 dice:
Dichosos los que van por caminos
perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR. Aquí tenemos una
indicación de que todo lo que Dios requiere de nosotros se halla escrito en su
Palabra. Simplemente hacer todo lo que la Biblia nos ordena es ser perfectos ante
los ojos de Dios. Más adelante leemos que el joven puede llevar una vida íntegra viviendo conforme a tu palabra. Salmo 119:9.
Pablo dice que Dios dio la Biblia a fin de
que podamos estar enteramente capacitados
para toda buena obra. 2ª Timoteo
3:17. Y otros pasajes lo respalda: Santiago
1:18. 1ª Pedro 1:23.
b) PODEMOS
ENCONTRAR TODO LO QUE DIOS HA DICHO DE UN TEMA EN ESPECIFICO Y LAS RESPUESTAS A
NUESTRAS PREGUNTAS AL RESPECTO.
Por supuesto, nos damos cuenta de que nunca
obedeceremos perfectamente toda la Biblia en este lado de la eternidad. Santiago 3:2. 1ª Juan1:8-10. Así que
tal vez al principio no parezca muy importante decir que todo lo que tenemos
que hacer es lo que Dios nos manda en la Biblia, puesto que de todas maneras nunca
podremos obedecerlo todo en esta vida.
Pero la verdad de la suficiencia de la Biblia
es de gran importancia para nuestra vida cristiana, porque nos permite enfocar nuestra
búsqueda de las palabras de Dios para nosotros solamente en la Biblia y nos
ahorra la interminable tarea de buscarla en todos los escritos cristianos o no
en toda la historia, o mediante todas las enseñanzas de la Iglesia, o en todos
los sentimientos subjetivos e impresiones que nos vienen a lamente día tras
día, a fin de hallar lo que Dios requiere de nosotros. En un sentido muy
práctico quiere decir que podemos llegar a conclusiones claras sobre muchas de
las enseñanzas de la Biblia.
Esta doctrina quiere decir, además, que es
posible reunir todos los pasajes que se relacionan directamente con asuntos doctrinales
tales como la expiación, la persona de Cristo o la obra del Espíritu Santo en
la vida del creyente actual. En estas y otros cientos más de cuestiones morales
y doctrinales, la enseñanza bíblica de la suficiencia de la Biblia nos da
confianza de que podremos hallar lo que Dios requiere que pensemos o hagamos en
estos aspectos.
En muchos de estos asuntos podemos lograr
confianza de que nosotros, junto con la vasta mayoría de la Iglesia en toda la
historia, hemos hallado y formulado correctamente lo que Dios quiere que
pensemos o hagamos. Dicho sencillamente:
La doctrina
de la suficiencia de la Biblia nos dice que es posible estudiar teología
sistemática y ética, y hallar respuestas a nuestras preguntas.
Esta doctrina nos diferencia del catolicismo
romano, que afirma que hay que escuchar lo que el dogma de su iglesia ha
pronunciado al respecto de ciertos temas, si bien es cierto que la historia del
pensamiento cristiano es una herramienta muy útil de la cual echamos mano, esta
no contradice ni sustituye la enseñanza de la Escritura.
c) LA
CANTIDAD DE ESCRITURAS DADAS FUE SUFICIENTE EN CADA ETAPA DE LA HISTORIA DE LA
REDENCIÓN.
La doctrina de la suficiencia de la Biblia
no implica que Dios no pueda añadir más palabras a las que ya ha dicho a su pueblo,
esto sería limitarlo en su soberanía. Más bien implica que los seres humanos no
pueden añadir por iniciativa propia alguna palabra a las que Dios ya ha dicho.
Implica que de hecho Dios no le ha hablado a
la humanidad ninguna palabra más de lo que él requiere que creamos u
obedezcamos que las que ya tenemos ahora en la Biblia. Este punto es
importante, porque nos ayuda a entender cómo Dios podría decirle a su pueblo
que sus palabras a ellos fueron suficientes en muchos puntos diferentes de la historia
de la redención y cómo él pudo así y todo añadir más adelante otras palabras.
Por ejemplo, en Deuteronomio 29:29
Moisés dice: Lo secreto le pertenece al
SEÑOR nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros
hijos para siempre, para que obedezcamos todas las palabras de esta ley.
Este versículo nos recuerda que Dios siempre
ha tomado la iniciativa al revelarnos cosas. Él siempre ha decidido qué revelar
y qué no revelar. En cada etapa de la historia de la redención, las cosas que
Dios había revelado eran para su pueblo en ese tiempo, y ellos pudieron
estudiar, creer y obedecer esas cosas. Al haber más progreso en la historia de
la redención, se añadieron más palabras de Dios, y se registró e interpretó esa
historia, esta doctrina se conoce como Revelación
Progresiva.
De esta forma, en el tiempo en que Moisés
muere, los primeros 5 libros de nuestro A.T. fueron suficientes para el pueblo
de DIOS en esa época, pero DIOS dirigió a más autores posteriores a Moisés a
que añadieran más palabras a la revelación, de manera que fueron siendo
suficientes de época en época, por así decirlo DIOS dosificó la revelación e Su Palabra, hasta culminar con la
compilación del canon del N.T.
Desde
la compilación del canon del N.T. no ha sucedido otro acontecimiento
trascedente en la historia directa de la redención, por lo tanto, no ha sido
necesaria ninguna otra Palabra para registrarla en la Biblia.
d) APLICACIONES
PRÁCTICAS DE ESTA DOCTRINA.
Son varias las aplicaciones prácticas,
veamos algunas de ellas:
a) Nos
anima a estudiar lo que DIOS ha dicho de algún tema.
La suficiencia de la Biblia debería
animarnos a tratar de descubrir lo que Dios quiere que pensemos en cuanto a
algún asunto doctrinal en particular) o que hagamos en alguna situación en específico.
Debe animarnos el que todo lo que Dios quiere decirnos acerca de ese asunto se
halla en la Biblia. Esto no quiere decir
que la Biblia contesta todas las preguntas que pudiéramos formular, porque lo secreto le pertenece al SEÑOR nuestro
Dios. Deuteronomio 29:29.
Pero sí significa que cuando nos vemos
frente a algún problema de genuina importancia en nuestra vida cristiana,
podemos abordar la Biblia con la confianza de que en ella Dios nos orientará en
cuanto a ese problema.
Habrá, por supuesto, algunas ocasiones en
que lo único que hallemos es que la Biblia no responde directamente nuestra
pregunta. Este sería el caso, por ejemplo, si tratamos de hallar en la Biblia
qué orden del culto debemos seguir los domingos por la mañana, o si debemos
arrodillarnos o estar de pie cuando oramos, o a qué hora debemos comer nuestras
comidas durante el día, y cosas por el estilo.
En esos casos podemos concluir que Dios no
nos exige que pensemos o actuemos de cierta manera con respecto a ese asunto. Pero
en muchos otros casos hallaremos dirección clara y directa del Señor que nos
equipará para toda buena obra. 2ª Timoteo 3:17.
b) Nos
recuerda no tratar de añadir nada a la Biblia ni considerar ningún otro escrito
a su altura.
La mayoría de las sectas falsas violan este principio.
Los mormones, por ejemplo, aducen creer en la Biblia, pero también afirman que
el Libro del Mormón tiene autoridad divina. Los adeptos a la Ciencia Cristiana de
modo similar aducen creer en la Biblia, pero en la práctica sostienen que el
libro Ciencia y salud con clave de las Escrituras de Mary Baker Eddy está a la
par de la Biblia o por encima de ella en autoridad.
Puesto que estas afirmaciones violan el
mandamiento de Dios de no añadir a sus palabras, no debemos pensar que podemos hallar
alguna palabra adicional de Dios para nosotros en esos escritos. Incluso en
algunas iglesias cristianas a veces se comete este error cuando algunos van más
allá de lo que la Biblia dice y aseveran con gran confianza nuevas ideas en
cuanto a Dios o al cielo, basando sus enseñanzas no en la Biblia sino en su
propia especulación, o incluso en experiencias aducidas de morir y volver a
vivir.
c) Nos
advierte a no creer en nada en cuanto a la persona de DIOS o su obra redentora
que no se halle en la Biblia.
Hay muchos escritos apócrifos, que reclaman
tener palabras autenticas de parte de Jesús en persona, ciertamente por puras
probabilidades pudiera ser que en realidad si haya uno o hasta más dichos de
parte del Señor que fueron recopilados por este tipo de textos, pero en
realidad eso no importa ni les da un valor canónico a este tipo de manuscritos,
porque DIOS ha hecho que se registre en la biblia todo lo que necesitamos saber
acerca de él y de su obra redentora.
Por ejemplo, aunque se encontrara la carta perdida de Pablo a los corintios y
se autentificara fuera de toda duda su procedencia y originalidad, eso no la
hace ni digna de entrar al canon ni digna de obedecer o seguir como si fuera la
Palabra de DIOS, no tendría más valor que el histórico y lingüístico que
cualquier documento de esa época tiene.
d) Nos
recuerda que no hay ninguna revelación moderna de parte de DIOS que este a la
altura de la autoridad de la Biblia.
En varias ocasiones en la historia de la
Iglesia, y particularmente en el movimiento carismático moderno, ha habido
algunos que han aducido que Dios ha dado revelaciones por medio de ellos para
beneficio de la Iglesia.
Incluso algunos en iglesias no carismáticas
a menudo dicen que Dios les guio o dirigió de cierta manera. Sin embargo,
como quiera que evaluemos tales afirmaciones, debemos tener cuidado de nunca
permitir, ni en teoría ni en la práctica, que se coloquen tales revelaciones en
igual nivel que la Biblia.
Debemos
insistir en que Dios no nos exige que creamos nada en cuanto a sí mismo o su
obra en el mundo que esté contenido en esas revelaciones y no en la Biblia.
Y debemos insistir que Dios no nos exige que
obedezcamos ninguna directiva moral que nos venga por tales medios y que la
Biblia no confirme. La Biblia contiene todas las palabras de Dios que
necesitamos para confiar en él y obedecerle perfectamente.
e) Es
una advertencia a no añadir más pecados ni requisitos de vida cristiana que los
que en la Biblia se hallan.
Con respecto a vivir la vida cristiana, la suficiencia de la Biblia nos recuerda
que nada es pecado si no está prohibido en la Biblia implícita o explícitamente.
Andar en la ley del Señor es ser perfecto.
Salmo 119:1. Por consiguiente, no
debemos añadir prohibiciones a las que ya constan en las Escrituras.
De tiempo en tiempo pueden surgir
situaciones en las que sería incorrecto, por ejemplo, que el creyente
individual tome café o Coca-Cola, o que vaya al cine, o que coma carne ofrecida
a los ídolos, pero a menos que se pueda mostrar alguna enseñanza específica o
algún principio general de la Biblia que prohíba estas cosas o alguna otra
actividad, para todos los creyentes de toda época, debemos insistir en que esas
actividades no son pecado en sí mismas, y que Dios no siempre se las prohíbe a
su pueblo.
El descubrimiento de esta gran verdad podría
dar tremendo gozo y paz a la vida de miles de creyentes que gastan incontables
horas buscando la voluntad de Dios fuera de la Biblia y a menudo no saben a
ciencia cierta si la han hallado. Más bien, los creyentes que están convencidos
de la suficiencia de la Biblia deben empezar con ansias a buscar y hallar la
voluntad de Dios en la Biblia. Deben crecer con entusiasmo y regularmente en
obediencia a Dios, y con mayor libertad y paz en la vida cristiana. Entonces
podrán decir con el salmista:
Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu
ley. Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. … Los que aman
tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar. Salmo 119:44-45,165).
f) Es
un estímulo para tener contentamiento con la Biblia.
La suficiencia de la Biblia nos recuerda que
en nuestra enseñanza doctrinal y ética debemos enfatizar lo que la Biblia
enfatiza y estar contentos con lo que Dios nos ha dicho en ella. Hay algunos
temas respecto a los cuales Dios nos ha dicho muy poco o nada en la Biblia.
Debemos recordar una vez más y siempre que lo
secreto le pertenece al SEÑOR nuestro Dios. Deuteronomio 29:29, y que Dios nos ha revelado en la Biblia
exactamente lo que él consideró apropiado para nosotros.
Debemos aceptar esto y no pensar que la
Biblia es menos de lo que debería ser, ni empezar a desear que Dios nos hubiera
dado mucha más información sobre temas de los cuales hay muy pocas referencias
bíblicas.
Los asuntos doctrinales que han dividido a
las denominaciones cristianas protestantes entre sí, casi siempre han sido
cuestiones sobre las que la Biblia pone relativamente escaso énfasis, y asuntos
en los que nuestras conclusiones deben derivarse de deducción experta mucho más
que de afirmaciones bíblicas directas.
Por ejemplo, persistentes diferencias
denominacionales han ocurrido y se han mantenido respecto a la forma apropiada de gobierno de la iglesia, la
naturaleza exacta del sacramento del bautismo y la secuencia estricta de los
acontecimientos en torno al regreso de Cristo.
No debemos decir que estos asuntos carecen
de importancia, ni tampoco que la Biblia no nos da solución a ninguno de ellos.
Sin embargo, puesto que todos estos temas reciben relativamente poco énfasis
directo en la Biblia, es irónico y trágico que los dirigentes denominacionales
a menudo dediquen gran parte de sus vidas a defender precisamente los puntos
doctrinales menores que hacen que su denominación sea diferente de las demás.
¿Es tal esfuerzo motivado por un deseo de
lograr unidad de comprensión en la Iglesia, o brota en alguna medida del
orgullo humano, del deseo de retener poder sobre otros, y de un intento de
autojustificación que desagrada a Dios y a la larga no edifica a la Iglesia?
Podemos
terminar diciendo que no tenemos más que la Biblia, no necesitamos más que la
Biblia y no queremos nada más que la Biblia.
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