Nuestro Señor Jesucristo
cuelga de la cruz, sus manos y sus pies fueron atravesados por grandes clavos
de acero, la corona de espinos sigue atravesando su frente, su cuerpo molido a
latigazos escurre hilos de sangre y el cartel en la cruz, encima de su cabeza
es una invitación a la burla y el escarnio y, aun así, en medio de tan horrible
cuadro, lejos de maldecir, insultar, escupir o proferir palabras de muerte, lo
que el Señor hizo es digno de admiración, dio uno de los más grandes discursos
de la historia: las siete palabras.
Ya vimos dos de
ella, que de hecho se encuentran de forma exclusiva en el libro de Lucas, la
primera, la palabra de perdón, donde literalmente oró al Padre rogando no sean tomadas en cuenta las
atrocidades cometidas en su contra, la segunda, la
palabra de salvación, dicha originalmente al ladrón arrepentido que fue crucificado junto a él:
de verdad te digo que hoy estarás conmigo en
el paraíso.
Ahora nos
moveremos al evangelio de Juan nuevamente, pues es él quien registra de forma
exclusiva la tercera palabra, conocida comúnmente como palabra
de provisión o también como palabra
de afecto, nosotros conjugaremos ambos títulos, la llamaremos palabra
de provisión y afecto, porque, como lo veremos tiene mucho de ambos
adjetivos y, además, no son excluyentes entre sí los títulos, al contrario, se
complementan.
Juan
19:25. Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre,
María mujer de Cleofas, y María Magdalena.
Nuevamente tenemos
una aparente contradicción, los tres evangelios que mencionan a las mujeres al
pie de la cruz, contienen un listado diferente, como sabemos, simplemente son
relatos complementarios, así que, al juntar las tres listas, sabemos que, al
pie de la cruz, mirando al Señor ser traspasado de dolores estaban, hablando de
mujeres:
·
María Magdalena.
·
María la madre de Jacobo y José.
·
Salomé, La madre de los hijos de Zebedeo.
·
María, mujer de Cleofas.
·
La hermana de María, madre de Jesús.
·
Y María la madre de Jesús.
No se sabe
prácticamente nada de Salomé y María la mujer de Cleofas, pero si se tiene
información de María Magdalena. Residía en Magdala, situada en la orilla
suroeste del Mar de Galilea. Jesús había hecho un maravilloso acto de
misericordia al echar siete demonios de ella. Por ello, no sorprende que se
convirtiera en una muy agradecida discípula del Señor. Aunque tradicionalmente
se le identifica como la mujer prostituta de Lucas
7:36–50 en realidad no hay ningún indicio para identificarla
como tal.
Era una de las
mujeres que, una vez convertida en discípula del Señor, lo ayudaba en el
ministerio sirviéndole con sus bienes. No nos sorprende encontrarla junto a la
cruz y después junto a la tumba cuando Jesús fue sepultado.
Es digno mencionar
que, de los once discípulos restantes, pues ya sabemos la tragedia de Judas,
solamente uno, Juan se mantuvo hasta el final al lado del Señor Jesús, no así
las discípulas del Señor, que más de una se mantuvieron lo más cerca posible de
él, su valor y amor, merecen reconocimiento.
Juan continua y
nos narra: 26. Cuando vio Jesús a su
madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre:
Mujer, he ahí tu hijo. 27. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde
aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Vamos por partes para comprender a fondo este pasaje que está lleno de
actos significativos:
1.
Jesús nos protege de la mariolatría.
El primer hecho importante que encontramos en estas palabras de Jesús es
el ¿Por qué llama mujer a su madre terrenal?
Y esto no solo fue cuando estuvo al pie de la cruz, en otras ocasiones
lo vemos también: Juan 2:4. Y en
ninguno de los evangelios canónicos encontramos que Jesús se dirija
directamente a María como madre o mamá.
Como siempre lo hemos afirmado DIOS no hace nada por casualidad, y esta
no es la excepción, el hecho de que Jesús no llamara madre a María es con un
gran propósito: no crear confusión y dar pie a la idolatría de ella.
Hay muchas personas siendo engañadas que piensan falsamente acerca de
María, casi tomando el lugar de DIOS y peor aún, la ven a ella como deidad y le
adoran en vez de adorar única y exclusivamente a DIOS, esto es lo que se conoce
como mariolatría.
La mariolatría ha llegado al extremo de decir que ella al igual que
Jesús nació de manera inmaculada, es decir sin pecado, LO CUAL ES MENTIRA
PORQUE NO ESTA EN LA BIBLIA. El que si se encuentra es el nacimiento virginal
de Cristo: Mateo 1:18-25.
Jesucristo no empezó a existir cuando fue concebido por el espíritu
santo en el vientre de Miriam (María), él es desde la eternidad y hasta la
eternidad pues él es Dios. Juan 1:14.
Durante algunos
siglos, las llamadas controversias cristológicas de la iglesia, tuvieron
esa disputa: ¿Cristotokos o Teotokos? En otras palabras ¿María fue la
madre de Jesús o la madre de DIOS?
La postura ortodoxa
a lo largo de la historia por parte de la iglesia es el Teotokos es decir es la madre de DIOS, pero
entendiéndose correctamente, no es en ningún sentido que ella haya sido antes
que DIOS, o superior a DIOS, o que dio a luz a DIOS, ni nada por el estilo, ha
de entenderse solamente con base a la persona de Cristo, en la unión
hipostática para ser más exactos, que nos dice que en la única e irrepetible
persona de Jesucristo hay un ser 100% humano y 100% DIOS, si María solo es la
madre de la parte humana, estaríamos separando la persona de Cristo en dos, lo
cual es imposible y repercute en nuestra salvación.
Lo correcto
entonces es entender que María es la madre de DIOS únicamente en el
sentido de que la persona de Jesucristo que llevó en su vientre durante 9 meses
es 100% humano y 100% divino, sin embargo, biblia nos marca claramente que María
tuvo más hijos después de nacer Jesús, los cuales fueron medios hermanos de Él,
pues su padre fue José. Mateo 1:24-25. Lucas 8:19-21. Y Juan 7.
María fue una gran mujer, obediente a la palabra de Dios, sin embargo,
esto no la convierte en digna de adoración, veneración, alabanza, honra o
bendición, el único que merece esto y más es nuestro Señor y Salvador
Jesucristo.
2. El
cumplimiento de la profecía de Simeón.
Otro hecho que es
sumamente importante resaltar, es el cumplimiento de la profecía de Simeón. Lucas
2:22-35. Fueron pocas las palabras de Simeón, pero sin lugar
a dudas, llenas de tragedia, seguramente maría las guardó en su corazón el día
que las escuchó y en estos momentos, junto a la cruz, regresaron a memoria.
No fue fácil la
vida de María, fue una vida bendecida en la tragedia:
·
El anuncio de quedar embarazada, en una sociedad que
le imputaría la pena capital por no estar casada.
·
El tener que esperar a que José la aceptara sabiendo
que podría dejarla sin más ni más.
·
El vivir la zozobra en Belén el día de su
alumbramiento, de no hallar un lugar para dar a luz al mismísimo Hijo de DIOS.
·
El tener que educar a un hijo tan especial como
Jesús.
·
Por si fuera poco, verlo sufrir injustamente.
Ella es la madre
del moribundo. El que agoniza allí en la cruz es su Hijo. Ella fue quien
primero beso su frente que ahora está coronada de espinas. Ella fue quien guio
los pies y manos en sus primeros movimientos infantiles, pero que ahora están
clavados en la cruz. Ninguna madre sufrió tanto como ella. Sus discípulos
pueden desertar, sus amigos pueden renunciar, su nación lo puede despreciar,
pero su madre se encuentra allí, al pie de su cruz.
Ninguno de los
cuatro evangelistas registra una sola palabra de ella, fue un tormento silencioso,
y a pesar de todo el dolor, no se dice que haya dejado el lugar o que se haya
desmayado de la impresión, ella es la muestra de que la fortaleza no es un
atributo exclusivo de los hombres, también las mujeres poseen esa entereza de
carácter, ella ni siquiera se hunde en el suelo por su dolor, se pone de pie.
Su acción y actitud son únicas. En todos los anales de la historia de nuestra
raza no hay otro paralelo. Su trascendente coraje. Ella estaba junto a la cruz
de Jesús, ¡qué maravillosa fortaleza!
3. Un
sublime ejemplo de honrar a los padres.
En medio de ese
cuadro tan desolador, el Señor Jesús, da una cátedra de un perfecto hombre
estableciendo el ejemplo para que los hijos honren a sus padres. En medio del
dolor excruciante, contemplamos al Señor en un tierno cuidado y una gran
preocupación por su madre.
El mismo DIOS que
dictó a Moisés los 10 mandamiento en el Sinaí más de 1500 años antes, ahora
estaba cumpliendo a la perfección el quinto de ellos: honrar a su madre.
El mandamiento
para los hijos de honrar a sus padres va mucho más allá de una obediencia
simple a este decreto, sino que también incluye el amor y el afecto, la
gratitud y respeto. Se asume demasiado a menudo que este quinto mandamiento se
dirige sólo a la gente joven. Nada puede estar más lejos de la verdad. Sin
lugar a dudas va dirigida a los hijos pues los hijos son siempre más jóvenes
que sus padres.
La honra debida a
los padres nunca termina, la edad solo debería hacer que esa honra creciera más
y más, el Señor Jesús con 33 años de edad, honró a su madre ¿qué mejor ejemplo
necesitamos?
4. Juan
volvió al lado de Jesús al final.
Sabemos por el
relato de los evangelios, que los once discípulos salieron huyendo y
abandonaron al Señor Jesús en su hora más marga, de hecho, este acontecimiento
es parte del estado de humillación y sin lugar a dudas que fue un causante de
gran dolor a nuestro Salvador, ya era bastante malo y lo suficientemente triste
que su propio pueblo, los judíos, lo despreciaron y rechazaron; pero fue mucho
peor que Todos ellos lo
abandonaron y huyeron. Mateo 26:56.
Fue debido a esto,
que leemos: Juan 18:19. El sumo
sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos.
No es difícil de llenar los espacios en blanco. Sin duda, Caifás preguntó cuántos
discípulos Él tenía, ¿y qué había sido de ellos ahora? ¿Y cuál fue la razón por
la que habían abandonado a su Maestro, y cambiaron cuando vieron el peligro?
Pero a estas preguntas el Salvador no respondió. ¡No iba a acusarlos ante el
enemigo común a pesar de que lo habían abandonado!
Sin embargo, la Escritura
que estamos considerando nos muestra a Juan al pie de la Cruz como uno de los
silenciosos testigos. No hay ningún indicio de que cualquier otro de los Once
estuviera alrededor de la cruz, pero el discípulo a quien Jesús amaba, Juan
había vuelto al lado del Salvador, y no recibe de Él un reproche, ni
reprensión, sino una encomienda bendita: cuida a mi madre.
Esto nos debe de
llenar de un consuelo incomparable, aun y cuando Juan lo abandonó en el momento
del arresto, al regresar a su lado es recibido sin algún tipo de reproche, y
eso que la obra redentora no había sido concluida. ¿Cuánto y más nosotros
tenemos certidumbre de que seremos recibidos por el Señor con los brazos
abiertos sabiendo que la sangre que derramó ahí ahora cubre nuestros pecados
presentes pasados y futuros?
Tal vez lo hemos
negado, tal vez hemos fallado, tal vez nuestra fe ha sido puesta a prueba y
fracasamos, pero por eso el cristianismo no se trata de nuestras acciones, se
trata de Cristo y de su enorme perdón otorgado en la cruz. Que nada te separe
de restablecer tu comunión intima con DIOS, ten la seguridad de que Cristo
ganó todo el perdón necesario en esa cruz.
5. Encontramos
la provisión natural y espiritual de Cristo.
Podemos inferir que José el esposo de María,
había muerto al Jesús dar en adopción a su madre, esto nos muestra el
cariñoso corazón de nuestro Salvador, en medio de la angustia de los
sufrimientos infringido por la cruz, su primera preocupación fue su madre, que
no se quedara sola y sin cuidados, años después el apóstol Pablo lo recapitula
en su carta. 1ª Timoteo 5:8.
Jesús también estaba preocupado por Juan,
Jesús fue el único que pudo darle sentido a su vida, fue quien lo cambio del
violento hijo del trueno al tierno discípulo del amor, es entonces que en
su última hora de vida le da una sagrada responsabilidad de amor.
Así ambos María y Juan que pasaban por la
peor de las crisis ahora se tendrían el uno al otro, para consuelo y fortaleza
mutua, a pesar de estar en agonía mortal, Cristo NO descuido las necesidades de
sus seres amados, y esto no ha cambiado en lo absoluto, hasta la fecha Él tiene
cuidado de aquellos a quienes ama, sus hijos.
Para Juan el poder
hacerse cargo de la madre viuda del Salvador esta fue una comisión bendita, una
herencia preciosa. Cuando Cristo le dijo: He aquí tu madre, fue como si
le hubiera dicho: ¡Que sea para ti como tu propia madre: ¡Que tu amor por mí
hoy se manifieste en tu tierna consideración hacia ella! Sin embargo, había
mucho más detrás de este acto de Cristo en eso.
Tal vez no había
nadie más que entendiera al Señor Jesús como su madre, y es casi seguro que
ninguno había asimilado de Su amor tan profundamente como lo fue Juan. Vemos,
pues, cómo serían aptos compañeros uno por el otro, ya que había un vínculo
íntimo de simpatía común que los une a ambos a Cristo. Por lo tanto, no había
nadie más adecuado para cuidar de María, ninguno en cuya compañía se
encontraría más confortable, y, por otro lado, no había ninguno como Juan a
quien conocía bien. La palabra nos dice que desde aquella hora Juan la recibió en su casa, Juan obedeció al
instante.
A pesar de lo que
diga el dogma católico, la Escritura nos muestra a una María indefensa,
necesitada como todos los seres humanos de la provisión diaria, pero, sobre
todo, de la salvación eterna de su alma.
Ella estaba junto
a la cruz. Y mientras estaba allí el Salvador exclamó: ¡Mujer, he ahí tu
hijo! Con esta frase, se expresa la necesidad, no solo de María, sino de
cada descendiente de Adán, de la salvación, de la liberación de la ira
venidera, del perdón de los pecados, de la aceptación con Dios, y el cielo. En
esa frase es como si el Señor le dijera; se que tienes una gran necesidad, y
yo me encargaré de suplirla.
6. Este
pasaje nos muestra A la perfección el Amor Incondicional del Señor Jesucristo.
Aquí quedó de manifiesto
una de las grandes maravillas de Su Persona: la expresión del amor
incondicional más perfecto. El evangelio de Juan nos presenta la mayoría de las
veces a Jesús como DIOS, ese es su sello, esa fue la intención del escritor
original, presentar al Mesías divino a los judíos incrédulos. Y aquí hay una
prueba más de que Jesús era el Verbo hecho carne.
Este cuidado por
su madre en su hora de morir era característico de su conducta, siempre
preocupado por todos los desprotegidos, los enfermos, los endemoniados, los
hambrientos, los cobradores de impuestos, los publicanos y las prostitutas, en
una palabra, siempre mostró amor y preocupación por los pecadores.
Toda su vida, todo
su ministerio fue así, y en la cruz no fue la excepción, preocupado por su
madre, preocupado por su discípulo amado, Él estaba realizando el trabajo más grande
y maravilloso de toda la historia de la humanidad, sin embargo, Él no se olvida
de las necesidades de los que ama. No por nada Isaías
9:6 dice: Su nombre será
llamado Admirable.
Lo mejor para
nosotros hoy en día es que él nunca cambia, es el mismo ayer, hoy y por todos
lo siglos dice el escritor de Hebreos, lo que significa, que sigue preocupándose profundamente por aquellos a
quienes ama: nosotros.
Esta
corta, pero maravillosa frase, contiene al menos 6 grandes verdades que hemos
visto el día de hoy:
1. Jesús
protegiéndonos de la mariolatría.
2. El
cumplimiento de la profecía de Simeón.
3. Un
sublime ejemplo de los hijos que honran a sus padres.
4. Juan
que volvió al lado del Salvador al final.
5. La
provisión natural y espiritual de Cristo.
6. Este
pasaje nos muestra la perfección del Señor Jesucristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario