Desde el siglo XIX con la aparición de la
teoría de la evolución de Darwin sumado al racionalismo en que se sumergió la
sociedad, se ha menospreciado la autoridad de la biblia, llegando a creer que
es un libro más de espiritualidad y moral, para lograrlo se ha puesto en
duda mucho de su contenido histórico, William Ramsay, por ejemplo, un joven
inglés, educado en la escuela de Tübingen en Alemania, decidió viajar al Asia Menor
con el declarado propósito de probar que la historia presentada por Lucas en su
Evangelio y en los Hechos contenía muchos errores históricos. Los profesores
racionalistas de Ramsay habían alegado que Lucas escribió sus obras en el siglo
II y que por ende no podía estar en lo cierto. Ramsay quería probar sus teorías
por medio de la evidencia arqueológica.
Para conseguir su propósito realizó
excavaciones en las antiguas ruinas de Grecia y del Asia Menor; buscaba pruebas
de que Lucas había inventado toda la historia en un período posterior. Sin
embargo, su propia pala le hizo descubrir que las referencias históricas del
Nuevo Testamento eran veraces y exactas hasta el último detalle.
La arqueología ha confirmado la veracidad de la Biblia
en múltiples ocasiones.
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Esta crítica destructiva produjo angustia en
los creyentes sinceros que creían que la Biblia era la Palabra de Dios, y que
por lo tanto no podía estar equivocada. Tal situación comenzó a cambiar con la
aparición de la arqueología, que es la ciencia que estudia, describe e
interpreta las civilizaciones antiguas a través de los monumentos, las obras de
arte, los utensilios y los documentos que de ellas se han conservado hasta la
actualidad.
Esta ciencia ha confirmado vez tras vez la
veracidad histórica de la Biblia. En casi todos los puntos donde la Biblia fue
sometida a la crítica con base en teorías o prejuicios personales. Los
resultados de los descubrimientos arqueológicos han sido tan favorables, que ahora
consideramos la arqueología como la evidencia más concreta que tenemos a
nuestro alcance para la doctrina tradicional sobre la exactitud de las
Escrituras.
Nelson Glueck, afamado
arqueólogo judío, declara categóricamente que "ningún descubrimiento
arqueológico ha contradicho alguna referencia bíblica". William F.
Albright, el más destacado arqueólogo del siglo XX, señala que "no
puede quedar duda de que la arqueología ha confirmado la substancial historicidad
de la tradición del Antiguo Testamento.
I.
Confirmación
arqueológica del A.T.
Todos los años la pala del arqueólogo en el
Medio Oriente saca a la luz nueva evidencia que confirma la veracidad y
exactitud del relato bíblico. Así se demuestra que las especulaciones
contradictorias de algunos críticos carecen de fundamento. Puesto que los
peores ataques de estos racionalistas se dirigen contra el Antiguo Testamento,
consideraremos cómo la arqueología lo confirma.
a.
La
creación.
Se suele pensar que los capítulos 1-11 del
libro del Génesis contiene una explicación mítica derivada de versiones más
tempranas de la historia conocida en el antiguo Oriente Cercano. Es indudable
que un hombre con la excelente educación de Moisés estuvo familiarizado con los
relatos de la creación de babilonios y sumerios, pues eran muy populares en su época.
Algunos optan por notar solamente las similitudes entre el Génesis y las
historias de la creación de otras culturas antiguas; sin embargo, las diferencias
son mucho más importantes.
Los relatos babilónicos y sumerios describen
la creación como un conflicto entre varios dioses finitos, y cuando uno es
derrotado y partido por la mitad, el río Éufrates fluye de un ojo y el Tigris
del otro. El hombre es, oportunamente, hecho de la sangre de un dios malo
mezclada con barro. Moisés podría haber comparado directamente para
mostrar que Dios es superior a cualquier otra deidad. Así que Moisés estuvo
haciendo apologética básica al establecer con claridad estas diferencias.
b.
El
diluvio.
Puede demostrarse, como ocurre con los
relatos de la creación, que la narrativa del diluvio en el Génesis es más real
y menos mitológica que las otras versiones antiguas, lo cual indica su
autenticidad. Las semejanzas superficiales no apuntan al plagio por parte de
Moisés, sino a un núcleo histórico de eventos que dieron origen a todo.
Las otras versiones contienen elaboraciones
que despliegan la corrupción. Solo en Génesis se nos da el año del diluvio, como
también fechas para toda la cronología relativa a la vida de Noé. Es más, ese
relato de Génesis se lee casi como la bitácora de un buque. La embarcación
cúbica de los babilonios no podría haber salvado a nadie del diluvio, pues las
rugientes aguas la hubieran estado dando vueltas de una a otra banda en forma
constante. Sin embargo, el arca bíblica es rectangular, larga, ancha y baja, de
modo que navegara bien en los tormentosos mares.
Algunos sugieren que hubo un diluvio severo
pero limitado, no mundial, aunque la evidencia geológica apoya al diluvio
global. Se han hallado partes de esqueletos de animales recientes en profundas fisuras
(hendiduras geológicas) ubicadas en varias partes del mundo, siendo el diluvio
la mejor explicación de estos hallazgos.
c.
La
torre de Babel.
Hay bastante evidencia para concluir que el
mundo tuvo, sin duda, un solo lenguaje en una época. La literatura sumeria
alude repetidamente a eso; los lingüistas también consideran que esta teoría
sirve para categorizar los lenguajes actuales, pero, ¿Qué sucede con la torre y
la confusión de las lenguas?
Es interesante comentar que aparentemente Ur
Nammu, rey de Ur desde el 2044 a 2007 aC, recibió órdenes de construir un
enorme ziggurat (templo en forma de torre) como acto de adoración a la diosa luna
Nannat. Una estela (monumento) de casi dos metros de ancho y poco más de tres
metros de alto, muestra las variadas actividades de Ur Nammu, y hay un panel
que lo muestra con un canasto de mezcla [poniendo la primera piedra], para
empezar la construcción de la gran torre. Ur Nammu mostraba de esa manera su
lealtad a los dioses, tomando su lugar como humilde obrero. Se desenterró una
tableta de barro que afirma que el levantamiento de la torre ofendió a los
dioses, de modo que echaron abajo lo construido por los hombres, los
esparcieron por todas partes e hicieron extraños sus idiomas; todo esto tiene,
naturalmente, un gran parecido al registro bíblico. Génesis 11.
d.
La
existencia de los patriarcas.
Durante el siglo XIX se puso en tela de juicio
la existencia histórica de los patriarcas. S. R. Driver explicó los patriarcas
como personificaciones de las tribus; Gunkellos consideró como figuras de la
poesía folclórica; Winckler los interpretó como reflejos de las divinidades
astrales. Ninguno de ellos creía que el Génesis describiera la situación
histórica de la época de los patriarcas. Pero todo esto cambió con el
descubrimiento de las ciudades de Mari, Nuzi y Alalakh.
Tablillas allí encontradas, que datan
aproximadamente del siglo XVIII antes de J.C., tienen paralelos con los relatos
del Génesis; por ejemplo, una de ellas señala que el hombre puede tomar una
tercera esposa, si las dos primeras han sido estériles; otra tablilla contiene
la regla de que, si la esposa no da a luz en siete años, él puede tomar una
segunda esposa, etc.
e.
Sodoma
y Gomorra.
Se pensaba que la destrucción de Sodoma y
Gomorra era espuria hasta que empezó a acumularse evidencia que demuestra que
las cinco ciudades mencionadas en Génesis 14 fueron, efectivamente, centros
comerciales de la zona y que tienen la ubicación geográfica que cita la
Escritura. La descripción bíblica de su desaparición parece ser no menos
exacta.
Todo indica a la actividad sísmica, hay
fuerte evidencia de que las diversas capas de la tierra fueron rotas y
arrojadas al aire. Hay mucho betún allí, de modo que una buena descripción
gráfica diría que el azufre (asfalto bituminoso) fue arrojado sobre esas
ciudades que habían rechazado a Dios. Hay evidencia de que las capas de roca
sedimentaria fueron moldeadas y fundidas por el intenso calor. La evidencia de
tal quemazón se ha encontrado en la cumbre del Monte Sodoma. Esta es una prueba
permanente de la gran conflagración que tuvo lugar en ese remotísimo pasado,
posiblemente cuando una cuenca petrolera que había por debajo del ahora Mar
Muerto se incendió y explotó
Tal explicación no sustrae en absoluto la
milagrosa característica del evento, según se relata en la Biblia, pues por
cierto Dios también controla las causas naturales. El momento del hecho indica
intervención divina, dada las advertencias y las visitas de ángeles.
f.
La
existencia de los heteos.
La alta crítica del siglo XIX puso en duda
la existencia de los heteos. La Biblia menciona a los heteos unas 40 veces Josué
3:10; sin embargo, no había referencia alguna a los heteos en la literatura
pagana accesible a los críticos del siglo XIX. A la mitad de ese siglo los
registros históricos de los egipcios y asirios fueron cuidadosamente estudiados
y se encontraron referencias al poderoso pueblo heteo. Las excavaciones
iniciadas en 1906 bajo la dirección de Hugo Winckler sacaron a la luz
más de 10.000 tabletas de arcilla; así se demostró que éste era el sitio de la
antigua ciudad de Hattusa, capital de la tierra de los heteos.
g.
La
piedra negra.
Julius Wellhausen y los eruditos de la alta
crítica decían que el Pentateuco no podía ser obra de Moisés, ya que, en los
días del legislador hebreo, no se conocía la escritura. Además, Wellhausen
sostenía que la ley tenía que ser posterior a la profecía pues se ideó el
concepto de la evolución de la religión de Israel.
Estas dos ideas fueron sacudidas por el
descubrimiento del Código de Hammurabi, llamado piedra negra, porque
fue grabado en ambos lados de un pilar de piedra diorita negra de 2,5 metros de
altura. Este Código, que data del siglo XVIII aC., fue encontrado en 1901 por el
arqueólogo francés M. J. Margon, en la antigua ciudad de Susa. Con el
Código de Hammurabi se probó que la escritura antecedía a Moisés en varios
siglos; por otra parte, se observa una gran semejanza entre el código hebreo y
el babilonio, por supuesto que también hay marcadas diferencias. Esto muestra
que es incorrecto, desde el punto de vista arqueológico, decir que la
legislación hebrea es posterior a los profetas.
h.
El
uso de camellos.
Los eruditos de la alta crítica decían que
un escritor tardío se había contradicho con respecto a la historia de Abraham
porque mencionó la existencia de camellos, lo cual no podía ser ya que la domesticación
de estos animales se habría producido hasta entre el 1500 y e11250 aC. Sin
embargo, Parrot en 1916 encontró huesos de camello en el centro de Mari,
los cuales datan de alrededor del 2500 aC y también una jarra correspondiente
al comienzo del segundo milenio, sobre la cual se distinguen claramente camellos.
Kitchen también cita, de
la primera mitad del segundo milenio, una estatuilla de camello la cual fue
encontrada en Biblos, como también menciones de camellos en los antiguos textos
lexicográficos de Babilonia, y en un texto sumerio de Nipur. Todo esto
demuestra que Abraham y sus descendientes perfectamente pudieron haber empleado
camellos.
i.
El
altar de Josué. Josué 8:30.
En 1984, Adam Zertal y un grupo de
arqueólogos excavaron en el área del monte Ebal. El resultado del trabajo fue descubrir
lo que parece ser el altar que Josué edificó en conexión con la ceremonia de
bendiciones y maldiciones. Deuteronomio 27:1-10.
j.
El
rey salomón. 1ª Reyes 9:26-28.
Los eruditos de la alta crítica dudaban
acerca de la grandeza del rey Salomón. Los descubrimientos arqueológicos del
siglo pasado ofrecen evidencias irrefutables de la historicidad del rey Salomón.
Entre 1925 y 1934 las excavaciones en Meguido dirigidas por Henrey Breasted
pusieron a la luz una de las ciudades de los carros de Salomón. También se
encontraron establos con capacidad para 400 caballos; otras construcciones
cercanas revelaron la existencia de cuarteles para albergar los batallones de
carros de Salomón. Otro hallazgo que muestra la grandeza de Salomón es la
ciudad de Ezión-Geber a orillas del mar Muerto. Según 1ª Reyes 9:26-28,
era el puerto donde atracaban las naves que traían oro de Ofir a la corte de Salomón.
En los años 1938-40 el arqueólogo Nelson Glueck descubrió una enorme y
altamente desarrollada refinería de hierro y cobre.
k.
La
existencia del rey Sargón. Isaías 20:1.
Los críticos de la Biblia se jactaban al
decir que Isaías 20:1 está en un error ya que el rey Sargón nunca existió. Sin
embargo, las excavaciones realizadas en Mesopotamia en 1843 por el inglés Auston
Layard y el francés Paul Botta, pusieron al descubierto el palacio
del rey Sargón.
l.
El
cautiverio. 2ª Reyes 25.27-30.
Se han confirmado varias facetas de la
historia del Antiguo Testamento respecto al cautiverio. Registros encontrados
en los famosos Jardines Colgantes de Babilonia demuestran que Joaquín y sus
cinco hijos recibieron una ración mensual y una vivienda, habiendo sido bien
tratados 2ª Reyes 25.27-30.
m.
La
existencia del rey Belsasar. Daniel 5:1.
Una de las principales críticas hechas al
libro de Daniel era la mención del rey Belsasar en días de la invasión medo
persa a Babilonia. Daniel 5:1. Sin embargo, los historiadores seculares
decían que el último rey de Babilonia había sido Nabonido, y decían que la
Biblia no tenía base alguna para ubicar a Belsasar como rey de Babilonia.
Todo esto mostraba que la Biblia debía
hallarse en un grave error. Pero en 1853, Henry Rawlinson desenterró un
cilindro en el valle del Éufrates con una inscripción que informaba que hubo
dos reyes de Babilonia durante los días de Daniel, un padre y su hijo. Nabonido
designó como gobernante de Babilonia a su hijo Belsasar. Además, textos antiguos
de Mesopotamia confirman el relato de Daniel. Nos hacen saber que mientras
Belsasar se enfrentaba a las tropas persas en Babilonia, su padre Nabonido se
encontraba sitiado en Borsipa, cerca de Babilonia.
n.
Los
rollos del mar muerto.
Se considera que es el descubrimiento arqueológico
más significativo del presente siglo. Estos manuscritos fueron descubiertos
entre los años 1947 y 1956 en las cercanías del mar Muerto. Ellos representan
los restos de una biblioteca de una comunidad judía, Qurnrán, que vivió entre
los años 250 aC. al 70 dC. Su importancia la aclaramos en el estudio de
bibliología.
II.
Confirmación
arqueológica del N.T.
Cuando llegamos al período del Nuevo
Testamento, la evidencia de la confiabilidad histórica de la Biblia se hace
abrumadora. Esta evidencia se resume en 4 secciones: la exactitud histórica de
Lucas, el testimonio de los historiadores seculares, la evidencia física
relativa a la crucifixión de Cristo. La evidencia de la resurrección ya la
tratamos aparte.
a)
Exactitud
histórica da lucas.
Se llegó a creer que Lucas tramó su relato a
partir de las implicaciones de su imaginación, debido a que atribuyó títulos
peculiares a ciertas autoridades y mencionó gobernantes que nadie conocía. La
evidencia ahora apunta exactamente en dirección contraria.
·
El
censo de Lucas 2.1-5.
Son varios los problemas implicados al decir
que Augusto ordenó un censo del imperio durante los reinados de Cirenio y
Herodes. No hay registro de tal censo, pero ahora sabemos que se acostumbraban
con cierta regularidad en Egipto, Galia y Cirene. Es muy probable que Lucas
quisiera decir que se hacían en todo el imperio, en diferentes momentos, y que
Augusto fue quien los inició. El tiempo presente que emplea Lucas apunta
fuertemente a entender esto como un hecho repetido.
·
Galión,
procónsul de Acaya. Hechos 18.12-17.
Se creyó que esta designación, en Hechos
18.12-17, era imposible, pero una inscripción en Delfos señala el título
exacto de este hombre, y lo fecha en la época en que Pablo estaba en Corinto
(51 d C.).
·
Lisanias,
tetrarca de Abilinia. Lucas 3.1.
Este hombre fue un desconocido para los
historiadores modernos hasta que se encontró una inscripción que registra la
dedicación de un templo que menciona el nombre, el título y, además, está en el
lugar correcto. La inscripción es fechada entre el 14 y el 29 d.C., lo que es
compatible con los inicios del ministerio de Juan, que Lucas fecha en el
reinado de Lisanias.
·
Erasto. Hechos
19.22.
En el pasaje de Hechos 19.22, Erasto
es nombrado como un corintio que llegó a ser colaborador de Pablo. Si Lucas iba
a inventar nombres, este es el lugar perfecto para ello ¿cómo podría saberse? Bien,
al excavar Corinto, se encontró una inscripción cerca del teatro que dice: Erasto
agradecido por ser edil, puso este pavimento a su propio costo. Si estos
dos son el mismo hombre, entonces se explica por qué Lucas incluyó el detalle
de que se había convertido un prominente y rico ciudadano de Corinto, y que
había dedicado su vida al ministerio.
Lucas nombra, en total, treinta y dos
países, cincuenta y cuatro ciudades y nueve islas sin cometer un solo error.
Esto llevó al eminente historiador Sir William Ramsay a retractarse de
sus críticos puntos de vista.
La confirmación de la historicidad de Hechos
es abrumadora. Todo intento por rechazar su historicidad básica debe, ahora,
parecer absurdo. Los historiadores romanos lo dieron por obvio mucho tiempo
atrás. Las teorías críticas que nacieron a comienzos de los 1800, y que aún
persisten, han quedado sin apoyo. El gran arqueólogo William F. Albright
afirma: Todas las escuelas críticas radicales del Nuevo Testamento que
existieron o aún existen son prearqueológicas y, por lo tanto, sumamente
anticuadas en la actualidad, puesto que fueron construidas in der Luft en el
aire.
b)
Confirmaciones
seculares.
Uno de los malentendidos más corrientes
acerca de Jesús es que no se lo menciona en ninguna fuente antigua fuera de la
Biblia. Al contrario, hay numerosas referencias a Él como figura histórica que
murió a manos de Poncio Pilato. Algunas hasta comentan que se informó que había
resucitado de los muertos y que era adorado como Dios por todos los que lo
seguían.
·
Cornelio
Tácito. Historiador
romano y emperador de Bretaña del 80-84 dC.
·
Luciano
de Samósata. Escritor
satírico sirio.
·
Flavio
Josefo. Historiador
y fariseo judío.
·
Suetonio.
Historiador
romano en la corte del emperador Adriano.
·
Plinio
segundo o el menor. Gobernador
de bitinia, en Asia en el 112 dC.
·
Tertuliano.
Jurista
y teólogo de Cartago.
·
Talo.
Historiador
samaritano.
·
Carta
de Mara Bar-Serapio.
·
Justino
Mártir. Filósofo
y apologista del año 150 dC.
·
Los
Talmudes Judíos. Aunque
lo desprestigian llamándole Jesús Ben pantera o Jesús el hijo de la violada.
El comentario rabínico de
la Tora tiene una interesante nota sobre Jesús: En la víspera de la Pascua
fue colgado Yeshua. Durante cuarenta días antes de la ejecución hubo un heraldo
que recorría gritando: Él va a ser lapidado porque ha practicado brujería e
incitado a Israel a la apostasía. Todo aquel que tenga algo que decir a su
favor, que salga adelante y hable. Pero como nada fue puesto a su favor,
fue colgado en la víspera de la Pascua.
c)
Evidencias
históricas de la muerte de Jesús.
Hay dos descubrimientos fascinantes que
iluminan la muerte de Cristo y, en cierta medida, su resurrección. El primero
es un decreto insólito, el segundo es el cuerpo de otro crucificado.
·
El
decreto de Nazaret.
Esta estela de piedra fue encontrada en
Nazaret en 1878. Contiene un decreto emitido por el emperador Claudio (41-54
d.C.), que dice que ninguna tumba sería perturbada ni se extraerían cadáveres de
ellas, ni tampoco se moverían, bajo pena de muerte. Otras noticias advierten sobre
multas, pero ¿muerte por perturbar tumbas?
Una explicación probable es que Claudio, que
quizás oyera la doctrina cristiana de la resurrección mientras investigaba los
tumultos del año 49 d.C., decidió no dejar que ese informe emergiera nuevamente
a la opinión pública.
·
Instrumentos
de crucifixión.
La arqueología ha sacado a relucir mucho
respecto a las herramientas usadas en la crucifixión.
La cruz: Los romanos
usaban varios tipos de cruces que variaban en altura y figura. El tope de la cruz
solo se alzaba entre unos 2 a 4 metros del suelo, y se han encontrado con y sin
base. El condenado solía arrastrarla hasta el sitio de la crucifixión. Esta
pieza pesaba de unos treinta y cinco a sesenta kilogramos. Un titulus
[título] o cartel, con el nombre y delito del crucificado, podía clavarse
en el tope del madero transversalmente. Los clavos: Solía usarse clavos
cuadrangulares de 10 a 15 centímetros de largo y 1 centímetro de grosor, aunque
algunas víctimas eran sencillamente atadas con cuerdas a la cruz. Los clavos se
introducían entre los huesos de los pies y los antebrazos. El crucifragium:
Parecido a un martillo moderno, de esos que se usan para ablandar carne, aunque
más grande y pesado, era especialmente diseñado para quebrar las piernas del
crucificado con un solo golpe. Hacer eso evitaba que usará sus piernas para
alzarse, y así se apresuraba la muerte, pues se contraía la cavidad toráxica.
·
Los
azotes.
Los historiadores romanos y la arqueología
han revelado mucho en cuanto a la costumbre de azotar. El instrumento que se
usaba era un flagrum romano que consistía en un látigo de tres cuerdas, con
pedazos de hueso o plomo en las puntas. A medida que se golpeaba con este
látigo, se desgarraban la piel, los músculos, los nervios, y hasta los huesos.
La víctima era atada a una estaca recta o atravesada sobre un poste. A veces
los azotadores eran dos, uno a cada lado para alternar los golpes, no solo en
la espalda sino en el pecho y alrededor de las piernas en ambas direcciones. No
se sabe si los romanos adoptaron el límite judío de treinta y nueve latigazos.
Los soldados romanos solían golpear a sus crucificados después de azotarlos, de
modo que se esperaba que la víctima tuviera magulladuras faciales, hinchazón, nariz
quebrada y porciones de la barbilla rotas.
·
Yohanan:
una víctima crucificada.
En 1968, se descubrió en Jerusalén un
antiguo cementerio que contenía unos treinta y cinco cadáveres. Se determinó
que la mayoría había sufrido muerte violenta en el alzamiento judío contra Roma,
en el año 70 d.C. Uno de ellos se llamaba Yohanan Ben Ha’galgol, de unos
veintisiete o veintiocho años de edad, con labio leporino, y un clavo de 15
centímetros que atravesaba sus dos pies, justo a la altura del talón de Aquiles.
Esto arqueó las piernas hacia afuera de modo que no podían usarse como apoyo
contra el madero de la cruz. El clavo había sido introducido en un listón de
madera de acacia, pasando por los talones y luego entrando en el madero de la
cruz.
También había evidencia de que se usaron
clavos similares entre los dos huesos de cada antebrazo. Estos clavos causaron
el desgaste de los huesos superiores dado que la víctima se alzaba y bajaba
repetidamente al respirar, la respiración se restringe al tener los dos brazos
alzados. Los crucificados tenían que elevarse para liberar los músculos del pecho
y cuando se debilitaban mucho para hacerlo, morían asfixiados. Las piernas de
Yohanan fueron quebradas de un solo golpe, lo que concuerda con el uso común
del crucifragium Juan 19.31- 32. Cada uno de estos detalles confirma la
descripción de la crucifixión que está en el Nuevo Testamento.
III.
Conclusiones.
Como resultado del trabajo arqueológico los
eruditos han cambiado considerablemente su actitud respecto de las historias
registradas en la Biblia. Por ejemplo, W. F. Albright en 1918 escribió
un artículo sobre Génesis 14 diciendo que este era un panfleto político
compuesto unos 500 años antes de Jesucristo, sin ningún fundamento histórico y
tomado de leyendas; unos cuarenta años más tarde, afirmó que se puede establecer
la absoluta antigüedad de dicho capítulo, porque en él hay indicaciones de una
tradición antigua.
A la luz de los descubrimientos
arqueológicos pasados, uno puede esperar que los futuros hallazgos continuarán
apoyando la historicidad de la Biblia y oponiéndose a los radicalismos de los
críticos; además, tales hallazgos iluminarán el marco histórico y textual del
Antiguo y Nuevo Testamentos.
Este capítulo resume algunas de las maneras
en que la arqueología confirma la verdad de las Escrituras, aun frente a los
desafíos. La evidencia es sustancial y la gratificación que produce, en cuanto
a comprensión y confiabilidad, bien vale la pena.
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