Cincuenta días después de la pascua, que es
cuando crucificaron al Señor Jesús, se celebró la fiesta de las primeras
cosechas, también conocida como Pentecostés, ese día, en un aposento alto y
demás habitaciones de una casa, estaban reunidos alrededor de 120 discípulos
contando a los 12 apóstoles, todos obedeciendo fielmente las instrucciones del
Señor Jesús de no salir de Jerusalén hasta el cumplimiento de la promesa: la
llegada del Espíritu Santo.
Lucas narra que de repente un viento
fuerte azotó la casa y todos los reunidos recibieron el bautismo con el
Espíritu Santo, la primera manifestación fueron lenguas de fuego posadas
sobre las cabezas de todos los creyentes, la segunda manifestación fueron los
distintos idiomas hablados por todos, aun a pesar de nunca haberlos estudiado.
El relato histórico está muy distante de las
experiencias de éxtasis y desenfreno donde se hablan sonidos ininteligibles y
sin sentido alguno, tanto la etimología como la historia relatada por el medico
amado Lucas nos muestran que los desenfrenos cometidos por muchas sectas en la
actualidad y desde hace poco más de 100 años, en realidad son productos de
malas interpretaciones bíblicas.
Sabemos además que lo que sucedió ese día es
único e irrepetible, que no pude haber otro Pentecostés como algunos
indoctos afirman:
·
No
se hace doctrinas de los libros históricos.
·
Pentecostés
es historia salutis no Ordu salutis.
·
Antes
del fin habrá apostasia no avivamientos.
·
Ya
fue remitida la maldición de la torre de Babel, ya no hace falta añadir más.
Lucas continua su relato, de hecho, como
dijimos, el capitulo dos es uno de los más extensos y provechosos de este
maravilloso Libro.
Hechos 2:5. Moraban
entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el
cielo. 6. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos,
porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
a. “Había en Jerusalén
judíos piadosos”. Notamos
que el evangelio vino primero a los judíos, no a los gentiles, tal como lo dijo
Jesús a los discípulos al instruirles y enviarles en su viaje misionero: “Por
camino de gentiles no vayáis … sino id antes a las ovejas perdidas de la casa
de Israel” (Mt. 10:5–6). Judíos temerosos de Dios venidos de lejos ya no
solo estaban de visita, vivían en la ciudad santa porque deseaban, en sus últimos
días, pisar el suelo de la tierra santa y ser sepultados allí.
En el Nuevo Testamento, el término griego
que se traduce por “piadosos” es descriptivo sólo de judíos: Simeón (Lc. 2:25),
Ananías (Hch. 22:12), y los hombres que sepultaron a Esteban (8:2). Son los que
obedecen fiel y reverentemente la ley de Dios. Y no tiene nada que ver con el
pietismo que tanto daño le ha causado al cristianismo en los últimos años.
b. “De todas las naciones
bajo el cielo”. Estos
judíos representan al mundo en su expresión más amplia. Han llegado a Jerusalén
procedentes de todas las naciones del mundo civilizado de aquel tiempo. En
versículos subsiguientes, Lucas provee una lista de aquellas naciones.
c. “Cuando oyeron este
ruido, se juntó la multitud; estaban confusos”. ¿Escuchó la multitud el
ruido del viento tempestuoso, o el sonido producido por los apóstoles hablando
diversos idiomas? Lo más probable es que el término ruido se refiere al
producido por un viento tempestuoso y no al hablar de los creyentes. Nos parece
ver a la gente reuniéndose en grupos para tratar de determinar el origen del
ruido. Y a medida que se acercan al lugar donde están los creyentes, los
escuchan hablar en diversas lenguas. Todo esto da como resultado una natural
confusión e incertidumbre.
d. “Porque cada uno los
oía hablar en su propia lengua”. Lucas indica que la gente no sólo escuchó
las voces de los creyentes, sino que cada judío presente oyó su propio idioma.
En realidad, dice que cada uno seguía oyendo mientras los que hablaban
continuaban haciéndolo.
Es de suponer que los judíos piadosos eran a
lo menos bilingües, si no que hasta poliglotas. Si vivían en Jerusalén, hablaban
el arameo. Si habían venido de alguna parte del Imperio romano, al oeste o al
norte de Israel, posiblemente hablarían el griego. Pero también habrían
aprendido el idioma nativo de los países donde vivían. Y he aquí que ahora
escuchan hablar aquellos idiomas a personas que nunca habían vivido en esos
países, sino que eran galileos.
Lucas sólo reporta el hecho de que los
creyentes hablaban, pero no nos dice qué hablaban. El motivo del sermón de
Pentecostés pronunciado por Pedro nos la presenta Lucas en versículos
subsiguientes.
7. Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8
¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que
hemos nacido?
Cuando los extranjeros residentes en
Jerusalén escuchan el idioma que aprendieron en los países donde nacieron y
crecieron, están totalmente asombrados. Algo que aprendemos es que las barreras
lingüísticas que impiden una efectiva comunicación son derribadas cuando el
Espíritu Santo capacita a los creyentes para transmitir la revelación de Dios a
numerosos idiomas, no solamente dando el don milagroso de hablar en otro idioma
son estudiarlo, sino hoy en día nos da el deseo de capacitarnos para romper con
ese obstáculo.
La multitud detecta que quienes hablan no
son extranjeros sino galileos. Quizás los reconocen como seguidores de Jesús, o
a lo mejor sus ropas muestran que son galileos es decir pobres, incultos y
pescadores. A los ojos de los judíos de
Jerusalén, Galilea era una región de Palestina muy atrasada culturalmente y
habitada por personas carentes de educación. Pese a ello, estos galileos
comunican la verdad de Dios en numerosos idiomas.
Al hablar, los creyentes están mostrando a
su audiencia que alaban a Dios en todos los idiomas y dialectos del mundo.
Están probando que la revelación de Dios no está restringida a un idioma en particular,
sino que transciende todas las variaciones del discurso humano.
Con todo, debemos observar que Dios no
repite este milagro de hablar en idiomas extranjeros. Por ejemplo, no leemos en
ninguna parte que Pablo o Bernabé se hayan dirigido a los ciudadanos de Listra
en su propio idioma Hechos14:11.
Cuando los creyentes se dirigen a la
multitud en idiomas conocidos por ellos, los judíos extranjeros que viven en Jerusalén
preguntan: ¿Cómo es entonces que les oímos nosotros hablar cada uno en
nuestra lengua en la que hemos nacido? Al hablar en otros idiomas, los
creyentes están dando evidencia del milagro que está obrando el Espíritu Santo.
Los que escuchan en su propio idioma o dialecto están atónitos y se preguntan insistentemente
cómo es esto posible.
Esta pregunta es fundamental es palteada en
tres ocasiones en los vv. 6,8 y11. Al oír su idioma o dialecto nativos, ellos
quedan dispuestos para escuchar el mensaje de Cristo y su evangelio cuando
Pedro predique el sermón de Pentecostés. Los dones milagrosos fueron para
confirmar el mensaje del evangelio no para opacarlo.
Estos extranjeros representan a los países
donde han nacido. Después de la cautividad de Babilonia, no todos los judíos
volvieron a Palestina. Muchos se quedaron en Persia y Mesopotamia. Otros fueron
deportados de Babilonia a Asia Menor durante los siglos tercero y cuarto antes
de Cristo. Y otros se establecieron en Egipto, especialmente en la ciudad de
Alejandría, o fueron hacia el oeste, a Roma. Los judíos vivían dondequiera, de este
a oeste en el Imperio romano porque eran un pueblo en diáspora.
9. Partos, medos,
elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el
Ponto y en Asia, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África
más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11
cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de
Dios.
Lucas enumera quince naciones del mundo
civilizado en sus días:
·
Comienza
con las naciones del este: Partia, Media, Elam, Mesopotamia.
·
Luego
pasa por Judea hacia Asia Menor: Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia.
·
De
allí a África: Egipto, Cirene.
·
Y
finalmente a Roma, Creta y Arabia.
Porqué enumera a estas naciones y a otras
no, como Grecia, Macedonia, Chipre, es una pregunta que no tendrá respuesta
hasta que lo veamos en la eternidad. Lucas parece querer agrupar las naciones
en categorías lingüísticas, porque su objetivo en este relato de Pentecostés es
enfatizar que las Buenas Nuevas trascienden las barreras del idioma.
a. “Partos, medos y
elamitas”.
Estos pueblos hablaban un dialecto persa, y permitían a los judíos practicar su
religión. Los medos, con los persas habían consolidado un imperio que leemos en
los libros de Ester y Daniel, residían al sudoeste del mar Caspio. Los
elamitas ocupaban la tierra que estaba directamente al norte del Golfo Pérsico
hasta al este del río Tigris. Llegaron a ser parte del imperio persa, pero
conservaron su propia lengua.
b. “Residentes de
Mesopotamia”.
Vivían entre los ríos Tigris y Éufrates. Los judíos que vinieron a Jerusalén procedentes
de Mesopotamia realmente residían en Babilonia, adonde habían sido enviados como
exiliados siglos atrás, que es el moderno Irak.
c. “Judea”. La presencia de
Judea en esta lista es problemática. A menudo, Lucas se refiere a Judea como la
tierra de los judíos. Quizás tiene en mente el territorio que controlaban David
y Salomón, desde el Éufrates en el norte hasta la frontera con Egipto en el
sur.
d. “Capadocia, Ponto y
Asia”. Siguiendo
con su lista, Lucas menciona las áreas de Asia Menor. Capadocia estaba ubicada
al norte de Siria y Mesopotamia y se extendía hasta la costa sudeste del mar
Negro. Pedro dirige su primera epístola a los judíos cristianos esparcidos a
través del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. 1ª Pedro 1:1. Eran
miles los judíos que vivían en Asia Menor. Por eso, Lucas agrega los nombres
provinciales de Frigia y Panfilia.
e. “Egipto”. En el siglo I de
la era cristiana, la población judía en Egipto alcanzaba al millón de personas.
La mayoría de ellos vivía en la ciudad costera de Alejandría. En esta ciudad,
los judíos habían traducido las Escrituras del AT del hebreo al griego.
f. “Residentes de Roma”. Lucas es
específico y una la palabra griega epidemeo (ἐπιδημέω, G1927) que
más que residentes significa extranjeros o visitantes. Estos judíos no son
necesariamente ciudadanos romanos sino judíos y convertidos al judaísmo que
viven en Roma. En los tiempos de los apóstoles los judíos en Roma alcanzan
decenas de miles. Allí propagan el judaísmo y como resultado de ello hacían
numerosos prosélitos. Entre estos convertidos había también muchos que temían a
Dios, que obedecían la ley de Moisés, pero no se sometieron al rito de la
circuncisión.
g. “Cretenses y árabes”. Al final, Lucas
menciona a otros dos grupos: los cretenses y los árabes. Creta es una isla en
el Mar Mediterráneo ubicada al sur de Grecia que Pablo vio. Los árabes que
vinieron a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés presumiblemente eran judíos
que vivían en Nabatea. Los nabateos eran habitantes del desierto que vivían en
una región que corría en dirección sudoccidental de Damasco a Egipto. Pablo
pasó algún tiempo en el reino nabateo de Arabia. Gálatas 1:17.
h. “¡Los oímos hablar en
nuestras propias lenguas las obras maravillosas de Dios!” Llenos del
Espíritu Santo, los creyentes proclaman los milagros que Dios ha hecho.
Suponemos que declaran especialmente las maravillas de Dios en cuanto a la
resurrección y ascensión de Jesús. Lucas afirma que los judíos devotos que
residen o visitan Jerusalén oyen de estas maravillas en sus propios idiomas.
12. Y estaban todos
atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13. Mas
otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.
Lucas resume su relato sobre la reacción de
la muchedumbre diciendo que estaban atónitos y perplejos, en el griego existemi
(ἐξίστημι, G1839) es ASOMBRADOS y diaporeo (διαπορέω, G1280) y
DUDOSOS.
Claramente Lucas nos da a entender que las
gentes continúan confundidas, porque no pueden explicarse el milagro del cual
están siendo testigos. Esta gente piadosa se pregunta, unos a otros, qué
significa todo eso. Pero no todos los oyentes están en la misma situación. Lucas
dice que cierto grupo ridiculiza a los apóstoles y a los que están con ellos.
Los burladores declaran que los apóstoles
están intoxicados de tanto beber vino. Atacan a Pedro y a sus compañeros con un
argumento que es ridículo: la hora del día para ver a la gente bajo la influencia
del alcohol no es a su comienzo. Pedro refuta sus acusaciones llamando la
atención a la hora del día: “¡Son solamente las nueve de la mañana!” (v. 15). La
fiesta de Pentecostés es la fiesta de la cosecha de trigo y no de uvas.
Lucas los describe como incrédulos que se
oponen al avance de la iglesia de Cristo. Con esto se cumple por primera vez de
muchísimas más la profecía de Jesús en Juan 15.18-20.
Cuando dice si
el mundo los aborrece no lo hace como si planteara una suposición o
hipótesis, como diciendo si raramente
llegará a pasar, sino al contrario, en el original griego la construcción
del enunciado está hecha de tal forma que es una afirmación con la certeza de
que va a suceder tarde o temprano, no es la primera ni la única vez que el
Señor advirtió de esta situación a sus discípulos:
·
Mateo
5:11.
·
Mateo
10:22.
·
Mateo
24:9.
Por eso es de extrañarse y hasta de alarmarse cuando
uno de los seguidores de Cristo es aplaudido, respetado y hasta amado por el
mundo, pseudo cristianos que reciben los mismos premio que los incrédulos, las
mismas atenciones, los mismos halagos, las mismas consideraciones, pseudo
líderes cristianos que no son otra cosa que pastores asalariados que han
vendido su alma al mundo, y no siempre por dinero, algunas veces por poder y
reconocimiento, para llenar su orgullo hinchado por la falta de Cristo en su
corazón.
Cuando te encuentres con algún cristiano al cual el mundo le aplauda, desconfía inmediatamente de
él, de su profesión de fe y de su cristianismo, no es un esclavo de Cristo, es
un esclavo de su propio vientre. Lucas
6:26.
Los discípulos somos odiados por el mundo porque ya no
pertenecemos más a él, ahora somos pertenencia de Alguien a quien el mundo
odia: Cristo, no odian su amor, no odian su gracia o sus bendiciones, odian su
mensaje de arrepentimiento para perdón de pecados, el cual es el evangelio,
pero siempre lo he dicho, no estamos eligiendo el menú en un restaurante, no
podemos querer las bendiciones de Cristo pero hacer a un lado su mensaje.
El mundo, que es la sociedad ajena a los principios
del Reino de DIOS aborrece a Cristo y a los cristianos por consecuencia, el
Señor lo advirtió en varias ocasiones, cuando te encuentres con algún cristiano al cual el mundo le aplauda,
desconfía inmediatamente de él, de su profesión de fe y de su cristianismo, no
es un esclavo de Cristo, es un esclavo de su propio vientre.
Si somos aborrecidos por su causa, alegrémonos, pues
nuestro testimonio causa que Cristo sea conocido. Es tiempo de que aquellos que
en realidad amamos al Señor que nos redimió, seamos luz a las tinieblas de allá
afuera, y la membresía en la congregación local es una de las armas más
poderosas, dejemos ya en sentimentalismo, seamos directos con cualquiera que se
diga cristiano pero que no refleja a Cristo ni tenga el interés de hacerlo.
No somos más que nuestro Señor, si a nuestro Cristo lo
aborrecieron. ¿Qué podemos esperar nosotros? Cuando el mundo nos aborrezca por
causa de Cristo, bienaventurados seremos, Soli Deo Gloria cuando esto suceda.
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