El día en que se cumplió la promesa hecha
por Jesús de que el Espíritu Santo bautizaría a los discípulos ha llegado, es
la fiesta de Pentecostés, Jerusalén al igual que en la fiesta de la pascua y en
la de los Tabernáculos rebosa de peregrinos, en esta ocasión lo que encuentran
estos peregrinos es a un grupo pequeño de galileos pescadores incultos
que sin explicación alguna de repente comienzan a hablar en idiomas que nunca
estudiaron.
Sin embargo, no fue la única predicción del
Señor Jesús que se cumplió ese día, también lo que en varias ocasiones él Señor
les advirtió con respecto a la reacción del mundo ante los discípulos se
consumó: burlas, odio, persecuciones, afrentas, etc. Ese mismo día comenzaron,
lo primero fueron las burlas, pues a pesar de presenciar tan maravilloso
milagro, lejos de creer, algunos comenzaron a decir que en realidad estaban
borrachos.
Los discípulos somos odiados por el mundo porque ya no
pertenecemos más a él, ahora somos pertenencia de Alguien a quien el mundo
odia: Cristo, no odian su amor, no odian su gracia o sus bendiciones, odian su
mensaje de arrepentimiento para perdón de pecados, el cual es el evangelio,
pero siempre lo he dicho, no estamos eligiendo el menú en un restaurante, no
podemos querer las bendiciones de Cristo, pero hacer a un lado su mensaje.
Después de enumerar las naciones del mundo y
de describir la reacción de la multitud al milagro de Pentecostés, Lucas ahora centra
su atención en el sermón que Pedro predica aquella mañana. El sermón mismo es
un modelo para otros sermones y discursos registrados en Hechos. Pedro comienza
explicando el acontecimiento mismo y citando la profecía de Joel. Luego
predica el evangelio de Cristo mediante la referencia al sufrimiento, muerte,
resurrección y exaltación de Jesús. Por último, exhorta a la multitud a
arrepentirse para ser bautizados.
Algunos estudiosos son de la opinión que el
sermón de Pedro es más un discurso teológico escrito por Lucas que un relato
histórico del discurso del apóstol. Sabemos que Lucas mismo no estaba en Jerusalén
el día de Pentecostés, pero que recibió la información de testigos oculares
y ministros de la palabra. Es probable que Pedro haya servido de informante
de Lucas dándole el modelo y la fraseología del sermón.
14. Entonces Pedro,
poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones
judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis
palabras. 15. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que
es la hora tercera del día.
a. Pedro: El líder. Inmediatamente
después de la ascensión de Jesús, Pedro asume el liderazgo en el grupo de los
120 creyentes. En el día de Pentecostés, cuando toda la gente estaba perpleja
por el milagro de hablar en otros idiomas, se proyecta Pedro ante la multitud
como el líder de los doce apóstoles.
Al principio, 3 años y medio antes, las multitudes
venían a escuchar a Jesús. Ahora vienen a los apóstoles y Pedro se da cuenta
que la tarea de ejercer el liderazgo pertenece a él. Respaldado por sus
compañeros apóstoles y lleno con el Espíritu Santo, se para frente a miles de
judíos cerca del área del templo.
Con plena confianza y energía se dirige a
ellos. La presión de lo incierto de esta situación empuja a los apóstoles a dar
un paso adelante y explicar el significado de lo que está sucediendo en
Pentecostés. Así, el inculto y ordinario pescador llamado Simón Pedro encuentra
un lugar desde el cual alcanzar a la muchedumbre con la potencia de su voz.
Entonces Pedro se puso en
pie con los once. El
verbo se puso en pie jistemi (ἵστημι, G2476) no significa que él
se haya levantado de estar sentado, sino que quiere decir que se levantó en
alto o que enfrentó a la multitud. La presencia de los otros apóstoles cerca de
él muestra a las gentes que Pedro habla en nombre de todos ellos. Pedro
pronuncia su sermón en un solo idioma. Suponemos que habló en su nativo arameo,
lengua que la gran mayoría de las gentes allí reunidas entendían. Esto se
deduce al leer el v. 37, donde se dice que, a la conclusión del sermón, la gente
reaccionó compungida.
b. La audiencia. Compatriotas
judíos, y todos los que viven en Jerusalén. A medida que va desarrollando su
sermón, Pedro se va sintiendo más cómodo con su audiencia. Comienza con el
vocativo tan común: “Compatriotas judíos” (v. 14); luego apela a su orgullo
religioso y les dice: “Varones israelitas” (v. 22); y finalmente les trata de
“Varones y hermanos” (v. 29).
Pero también se dirige a todos los que han
venido de otros lugares y residen ahora en Jerusalén. Les pide mucha atención
porque va a explicar todo lo que ellos han visto y oído.
c. La reacción. Pedro contradice
a los incrédulos con un comentario que apela al sentido común. Señalando a los
apóstoles, dice: Estos hombres no están borrachos como suponen. ¡Son
solamente las nueve de la mañana! La traducción literal dice: Es apenas
la hora tercera del día, algunos eruditos propones que eran hasta más
temprano, casi las 8 de la mañana.
Antiguamente se dividía el tiempo entre el
amanecer y el anochecer en doce períodos. Esto significa que tales períodos
eran más cortos en invierno y más largos en verano. Por lo tanto, si
Pentecostés era celebrado la última semana de mayo, la hora tercera no
eran las nueve sino sólo las ocho de la mañana. Y a esta hora del día, 120
personas no iban a estar borrachas. Especialmente si era sábado y día de
fiesta, el judío no se servía su primera comida sino cercano al mediodía.
16 Mas esto es lo dicho
por el profeta Joel:
17. Y en los postreros
días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu
sobre toda carne,
Y vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán
visiones,
Y vuestros ancianos
soñarán sueños;
18. Y de cierto sobre mis
siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu,
y profetizarán.
Pedro comienza su sermón citando pasajes del
AT. Pone en práctica lo que Jesús les había enseñado, de que primero citaran
las Escrituras y luego mostraran su cumplimiento y aplicación. Pedro cita al profeta
Joel, quien predijo el derramamiento del Espíritu Santo, y les explica que la
profecía ha sido cumplida. Joel 2:28-32.
En pocas palabras Pedro indica que esos postreros
días, han llegado. La palabra postreros del griego escatos (ἔσχατος,
G2078) no solo significa últimos, también se puede traducir lejanos,
así pues, el profeta Joel no se refería a los días del juicio final,
sino a lejanos días para él, y así fue, pasaron casi 500 años para que se
cumpliera su profecía.
Pedro, como está lleno del Espíritu Santo,
ahora entiende que el pasaje que leyó tantas veces, cobra vida delante de él en
ese instante, ahora entiende que Joel quien también fue inspirado por el
Espíritu Santo, hablaba acerca de ese día único e irrepetible y de inmediato se
los hace saber a los presentes, quienes conocían a la perfección también el
pasaje, pues como vimos, eran varones piadosos.
Esta fecha inaugura la era mesiánica en la
cual Dios derrama su Espíritu sobre su pueblo. La frase sobre toda carne ha
de entenderse que no habrá acepción de personas, es decir, hombres, mujeres, jóvenes,
adultos, de toda raza, idioma o región, pues el literalismo bíblico haría caer
en la tonta y herética interpretación de que aún los animales pueden ser partícipes,
y he aquí otro ejemplo de que tener una buena hermenéutica es de bendición.
En la profecía de Joel, la expresión todo
ser humano incluye tanto a hombres como a mujeres. De igual manera, en Hechos
Lucas no hace distinción entre hombres y mujeres. Ambos sufren la persecución
(8:3); ambos se unen a la iglesia (17:4, 12); y ambos enseñan (18:26).
La frase: Sus hijos y sus hijas
profetizarán. ¿Cuál es el significado del verbo profetizar? En el ambiente
del AT significa predecir el futuro. En el acontecimiento de Pentecostés, de
ninguna manera se está prediciendo el futuro. Otra interpretación es que
profetizar equivale a predicar, profetizar del griego profeteuo
(προφητεύω, G4395) también significa proclamar el consejo divino, así que,
en ese sentido, cada vez que escuchamos la Palabra de DIOS ser expuesta
fielmente, estamos escuchando el consejo divino o estamos escuchando profecía.
Cuando dice: Sus jóvenes verán visiones,
y sus ancianos soñarán sueños. Dios se revela a sí mismo mediante profecía,
en visiones, y en sueños, tal como la Escritura repetidamente da fe de ello. En
otras palabras, es una referencia a que, con el derramamiento del Espíritu
Santo, todos los creyentes sin distinción de sexo, edad, situación social,
reciben la sabiduría y habilidad de conocer a Dios, de tal modo que ya no será
necesario que cada uno enseñe a su prójimo acerca del Señor, cumpliendo de paso
otra profecía en Jeremías 31:34.
Y aun sobre mis siervos y
sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu. La referencia a
siervos o esclavos significa que Dios concede su Espíritu a todas las clases
sociales. Dios se refiere a ellos como propios cuando dice mis esclavos.
Muchos de estos esclavos no eran judíos sino
gentiles. Esclavos gentiles, tanto hombres como mujeres, reciben el Espíritu
Santo y conocen al Señor. Esto es evidente especialmente en las epístolas del
NT Ef. 6:5–9; Col. 3:22–4:1; 1 Ti. 6:1–2; Tit. 2:9– 10; 1 P. 2:18–21.
Dios derrama de su Espíritu sobre los siervos, de modo que ellos también pueden
compartir de los dones del Espíritu.
19. Y daré prodigios
arriba en el cielo,
Y señales abajo en la
tierra,
Sangre y fuego y vapor de
humo;
20. El sol se convertirá
en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día
del Señor,
Grande y manifiesto;
21. Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo.
a. “Y mostraré prodigios
arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra”. Aunque Lucas dice que
Pedro cita la profecía de Joel, no presenta su aplicación. No dice que esta
profecía se cumplió al momento de la muerte de Jesús cuando las tinieblas
cubrieron la tierra durante tres horas. Mateo 27:45.
En ese lapso el sol no fue visible y las
señales de la naturaleza fueron un elocuente testimonio de la muerte de Cristo.
Además, Lucas no dice que en Pentecostés Dios cumplió la profecía de Joel
respecto a las señales y prodigios. Relata que el derramamiento del Espíritu
Santo ocurrió en Jerusalén (2:1–4), en Samaria (8:17), en Cesárea (10:44) y en Éfeso
(19:6). Pero en ninguna de estas ocasiones vieron las gentes las señales de la naturaleza
como las predijo Joel.
Pedro citando al profeta Joel predice que
todas estas cosas tendrán lugar antes que venga el grande y glorioso día del
Señor. No se está refiriendo al regreso del Señor, a parte de lo que vimos
en el capítulo primero, cuando los ángeles anuncian que, así como se fue, así
regresará, Lucas no vuelve a tocar el tema del del regreso de Cristo
El énfasis en estos pasajes paralelos, Joel
y hechos 2, no es el regreso glorioso de nuestro Señor Jesucristo, de aquí no
podemos echar mano para sustentar ninguna doctrina al respecto, el énfasis es la
muerte, resurrección, y exaltación del Señor Jesús, pero no su regreso.
Por el otro lado, en los escritos de Pedro
hacia el final de su vida, éste claramente delinea el regreso de Cristo como
una de las doctrinas cardinales de la iglesia: 1ª Pedro 5:4; 2ª Pedro 3:4,
10–13. Muy apropiadamente, Pedro se refiere al regreso de Cristo como al día
del Señor; esto es, el día del juicio. Para el incrédulo, este día
significa castigo eterno, pero para el cristiano, significa salvación en la presencia
del Señor.
b. “Todo aquel que
invoque el nombre del Señor, será salvo”. Pedro usa el último
versículo de su cita de la profecía de Joel como una introducción a su
explicación del evangelio de Cristo (vv. 22–36). Pablo usa el mismo texto
cuando habla de la salvación. Romanos 10:13.
La forma de este versículo de Joel en
particular indica que Pedro ya no está hablando a la multitud como un todo. Más
bien confronta al individuo que le escucha con el evangelio de Cristo y le dice
que debe invocar el nombre del Señor, por ello ha dejado de hablar en plural
para hacer un llamado personal en singular.
A estas alturas del sermón, los oyentes
entienden el término Señor como equivalente a Dios; pero en la
conclusión de su sermón, Pedro claramente deja establecido que Dios ha hecho a
Jesús Señor y Cristo (v. 36).
Invocar el nombre del
Señor
era una frase hebrea comúnmente relacionada con los que adoraban a Dios. Génesis
4:26. Lucas usa la palabra epikaleo (ἀπικαλέω, G1941) que
significa invocar, llamar y reconocer. Cuando el ser humano reconoce el Nombre
del Señor, él está invocando a Cristo.
Dios abre el camino de salvación a todos,
tanto judíos como gentiles. Su promesa está dirigida al individuo y exige de
éste una respuesta igualmente individual. Estos creyentes, como miembros del
cuerpo de Cristo, constituyen la iglesia cristiana.
Aplicación.
Son tres los grandes actos de DIOS:
1.
La
creación.
2.
La
Encarnación (incluye hasta la resurrección).
3.
El
derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés.
En los tres estuvo presente La Santísima
Trinidad, pero una de las personas de esa Trinidad resalta en cada acto, el
Padre en la creación, el Hijo en la Encarnación y obviamente el Espíritu Santo
en el día de Pentecostés. Los discípulos de Jesús sabían por la lectura de los
profetas que Dios habría de derramar su Espíritu sobre el Mesías y sobre la
casa de Israel.
Dios dio el Espíritu Santo para que
estuviera con la iglesia de Jesucristo para siempre. Cuando Jesús reunió a sus
doce discípulos empezó a formar su iglesia (Mt. 16:18) a diferencia del
judaísmo. En tanto que Jesús aún no había sido glorificado, el Espíritu Santo
no vendría, porque Jesús mismo era la divina presencia en medio de ellos (Jn.
7:39). Pero cuando Jesús fue glorificado, él sopló sobre ellos el Espíritu
Santo como un anticipo de lo que habría de ocurrir en Pentecostés. En el lapso
entre la ascensión de Jesús y Pentecostés, ellos experimentaron la presencia
del Espíritu Santo. Con el derramamiento en Pentecostés, la iglesia asumió su
propia identidad separada del judaísmo.
En armonía con la orden que Jesús dio a los
apóstoles de comenzar en Jerusalén, Pedro proclamó el evangelio de Cristo primero
en la santa ciudad. Más tarde predicó las Buenas Nuevas en Samaria y Cesárea, y
en estos lugares también fue derramado el Espíritu Santo. El resultado ha sido que,
desde este comienzo, la iglesia de Cristo es una iglesia universal.
Así como la revelación
acerca de Jesucristo es más clara después de la encarnación, la revelación
acerca del Espíritu Santo es más clara después de Pentecostés. Tenemos, por lo
tanto, mucha más luz acerca del Espíritu que los creyentes del AT y somos, por
consiguiente, más responsables que ellos de darnos a la terea de conocerlo íntimamente.
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