A partir del día de hoy comenzaremos a
escudriñar el segundo capítulo del libro de Hechos, el cual va ligado
directamente con los acontecimientos del capítulo primero, recordemos que lo
acontecido en el primer capítulo ocurrió en los diez días de transición entre
la ascensión a los cielos por parte del Señor y el día de Pentecostés. En esos
diez días, los once, reunidos con otros discípulos más, aproximadamente 120 en
total, Pedro presidió la elección del sucesor de Judas, quien como todos
sabemos no solo transgredió y cayó del apostolado, también cayo de cabeza al
reventarse la cuerda con la que se ahorcó al suicidarse. Matías fue el elegido,
y aunque nunca más vuelva a ser mencionado en la Biblia, no por ello podemos
poner en duda que haya sido él quien suplió oficialmente el lugar vacante.
Aunque Hechos es un libro histórico, Lucas
omite referencias a fechas exactas. Generalmente, los estudiosos están de
acuerdo en que en la cronología de la fiesta de Pentecostés del año 30dC que es
la aquí narrada, fue celebrada la última semana de mayo. La palabra Pentecostés
deriva de una palabra griega que significa quincuagésimo, significa 50
días después.
Se conoce con ese nombre porque los judíos
celebraban Pentecostés como la Fiesta de las Semanas el quincuagésimo día
después de la Pascua. Levítico 23:15–16. Deuteronomio 16:9–12. También
se le llamaba la Fiesta de la Cosecha. Éxodo 23:16. Los judíos
consideraban Pentecostés el festival de la cosecha, tiempo en que presentaban
los primeros frutos de la cosecha de trigo. Números 28:26.
Al igual que la fiesta anual de la Pascua,
está fiesta también tiene un significado simbólico y profético, pues ese día se
recogió la primera cosecha de almas añadidas a la iglesia, las cuales,
eran solamente una muestra, un inicio de lo que habría de venir.
Después de la destrucción del templo en el año
70 d.C. los judíos cambiaron este festival para conmemorar el día cuando
recibieron el Decálogo en el Monte Sinaí. Se basaban para ello en la referencia
cronológica de Éxodo 19:1. Presumiblemente los judíos actuaron en
reacción a la observancia cristiana de Pentecostés.
Hechos 2:1. Cuando llegó
el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
En respuesta a la orden de Jesús, los
apóstoles esperan el don del Espíritu Santo pacientemente y en oración en
Jerusalén. El texto griego dice Y cuando llegó el día… esto indica que
el acontecimiento de Pentecostés está estrechamente ligado con la ascensión de
Jesús. Cuando se llegó al día número cincuenta del sacrificio vicario de Cristo,
el período de espera se completó. Para los apóstoles, una nueva era comenzaba.
¿Cuántas personas estaban reunidas el día de
Pentecostés? La mayoría suponemos que los 120 estaban incluidos todos los
creyentes. Sin embargo, hay algunas objeciones a esta interpretación, pues
ningún aposento alto sería sufrientemente grande para que cupieran tantas
personas, lo más probable es que eran los apóstoles, dedicados a la oración
ferviente en espera del cumplimiento de la promesa, los que estaban en el
aposento alto, y el resto de los discípulos estaban abajo en o cerca de
la casa, la cual, por cierto, tenía que estar cerca del templo o de lo
contrario no podrían darse los acontecimientos como los narra Lucas.
Este tipo de detalles, aunque es bueno
aclararlos, no deben de quitarnos el sueño, la razón por la cual Lucas
no los incluyó es porque, en primer lugar, él desea enfatizar la armonía que
reinaba en los discípulos, por ello usa la frase estaban todos unánimes
juntos, no solo estaban compartiendo físicamente el mismo lugar, juntos,
sino que también estaban en el mismo sentir, unánimes. En segundo Lugar, por la
cercanía de los acontecimientos cuando Lucas escribió su relato, es muy
probable que todos supieran por boca de los mismos allí reunidos todos estos
detalles específicos.
2. Y de repente vino del
cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la
casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4. Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
daba que hablasen.
Hay tres detalles que sobresalen en el
relato del medico amado:
a. El viento. En horas de la
mañana del día de Pentecostés, de pronto la gente escucha el sonido de un
fuerte viento que soplaba desde los cielos. Un aspecto importante en la venida
del Espíritu Santo es lo repentino de su aparición. Aunque fueron instruidos y
por ello los discípulos se quedan en Jerusalén precisamente esperando el derramamiento
del Espíritu, su repentina manifestación sorprende a todos.
Lucas dice que hay sonido como de un viento
fuerte al soplar. Leyendo otra parte de las Escrituras sabemos que tanto en el hebreo
como en el griego es una y la misma palabra la que representa el doble
significado de viento y espíritu. Nosotros oímos y sentimos el efecto del viento,
pero no podemos verlo. Así es con el Espíritu. El Espíritu Santo viene del
cielo de Dios, no del cielo atmosférico, con el sonido de un fuerte viento. Y
llena la casa donde los creyentes están sentados y clamando por su venida.
Vemos entonces que el significado del viento
en el relato de Lucas, simboliza al Espíritu Santo, quien llena la casa donde
están sentados los creyentes. El sonido del viento señala poder celestial, y su
repentina aparición nos habla del comienzo de un acontecimiento maravilloso.
b. El fuego. Y se les
aparecieron lenguas como de fuego que se dividieron y reposaron sobre cada uno
de ellos. Este es el cumplimiento de la descripción que Juan el Bautista
hace del poder de Jesús: Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego. Mateo
3:11.
A menudo en el AT el fuego es simbólico de la
presencia de Dios, especialmente en relación con la santidad, el juicio y la
gracia. Por ejemplo, Moisés oyó la voz de Dios en la zarza ardiendo diciéndole
que se quitara sus sandalias, el fuego consumió el sacrificio de Elías en el
Monte Carmelo; y un carro de fuego llevó a Elías al cielo. Los creyentes
reunidos en Jerusalén no sólo oyen la venida del Espíritu Santo, sino que
también lo ven tomar forma de lo que pareciera ser lenguas de fuego.
El fuego, símbolo de la divina presencia,
toma la forma de lenguas que no salen de la boca de los creyentes, sino que reposan
sobre sus cabezas. El Espíritu Santo se hace visible con esta manifestación
externa y reposa sobre cada uno de los creyentes.
No se trata de una ilusión óptica, porque
Lucas claramente señala que vieron lenguas de fuego. La venida del Espíritu da
cumplimiento a la profecía de Juan el Bautista de que los discípulos serían
bautizados con el Espíritu Santo y con fuego. Así, la venida del Espíritu Santo
anuncia una nueva era, porque viene a habitar con los hombres no temporalmente
sino para siempre.
c. Las lenguas. Fueron todos
llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu
les daba capacidad. El texto griego indica que la llenura con el Espíritu
ocurrió de una vez por todas; es decir, el Espíritu no vino y se fue, sino que
permaneció, como es evidente en el relato de Lucas.
El derramamiento del Espíritu no es
repetitivo porque el Espíritu Santo permanece con la persona que ha sido
llenada. Además, va alcanzando en círculos concéntricos a los samaritanos, a
los gentiles, y a los discípulos de Juan el Bautista. Esto ocurre en perfecta armonía
y en cumplimiento del mandamiento de Jesús dado a los apóstoles de ser testigos
en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
¿Qué pasó ese día? ¿Todos hablaron
como locos en una experiencia de éxtasis como muchos promotores de
los movimientos carismáticos nos quieren hacer creer? Por su puesto que no,
tenemos un estudio mucho más profundo y especifico en la serie de Pneumatología,
específicamente el Tema 23 es donde hablamos de los dones de lenguas e
interpretación de lenguas.
En ese estudio aprendimos que el don de lenguas en
realidad es el don de idiomas: la capacidad dada por el Espíritu Santo de
hablar en otro idioma que no hemos estudiado. La palabra usada por Lucas para
lenguas es glosa (γλω̂σσα, G1100) la cual se pude traducir como lengua hablando del órgano vocal y como
lenguaje o idioma.
La única descripción real del verdadero don de lenguas
en la Biblia se encuentra aquí en Hechos 2 durante el día de
Pentecostés, un texto que identifica claramente este regalo como la habilidad
sobrenatural de hablar idiomas genuinos, traducibles con significado. Debido a
la celebración de Pentecostés, judíos de todo el mundo habían viajado a
Jerusalén para la fiesta, incluyendo a muchos peregrinos que habían crecido
hablando idiomas distintos del arameo.
Que un grupo de galileos incultos de repente pudiera
hablar con fluidez en varios idiomas fue un milagro innegable, por lo que los peregrinos
que los escuchaban estaban completamente maravillados. Sin embargo, ya no es
necesario el don de idiomas en la actualidad, los dones extraordinarios, tales
como el hablar en otros idiomas sin haberlos estudiado son obsoletos o
innecesarios ya, basta y sobra con la Escritura Solamente.
El don genuino dotaba a una persona con la capacidad
milagrosa de hablar en idiomas extranjeros desconocidos en aras de la
proclamación de la Palabra de Dios y la autenticación del mensaje del
evangelio. Cuando se utilizaba en la iglesia, el mensaje tenía que ser
traducido para que otros creyentes pudieran ser edificados.
Por el contrario, la versión carismática moderna
consiste no en un milagro, sino en galimatías sin sentido que no se pueden
traducir. Se trata de un comportamiento aprendido que no corresponde a ninguna
forma de lenguaje humano auténtico.
En lugar de ser una herramienta para la edificación de
la iglesia, los carismáticos contemporáneos utilizan tal fabricación como un lenguaje de oración privado con el
propósito de la gratificación personal.
A pesar de que justifican su práctica alegando que los
hace sentir más cerca de Dios, no hay ninguna justificación bíblica para tal balbuceo
ininteligible. Se trata de un éxtasis espiritual sin ningún valor santificador
muchos más parecido al éxtasis religioso de los hindúes llamado kundalini que
al modelo bíblico. El hecho de que la moderna glosolalia tiene similitudes con
los ritos religiosos paganos debe servir como una seria advertencia de que los
peligros espirituales pueden ser introducidos por medio de esta práctica no
bíblica.
¿Y si ocurrió otro pentecostés y por eso hablan y
actúan así? Es una excusa que he escuchado algunas veces que, si DIOS quiere,
puede repetir el día de pentecostés y hasta hacerlo de la forma que él desee,
cuando el desee y con quien él desee. Lo cual es cierto, DIOS sí puede hacerlo,
pero no lo hará por los siguientes motivos:
·
No podemos
hacer doctrina de un libro histórico. Así que no podemos creer que un
acontecimiento histórico se repetirá porque entonces también podría abrir de nuevo
el mar frente a millones personas, o lanzar fuego del cielo a un altar, o derribar
los muros de una ciudad, o hacer que una asna hable, etc. por eso es que no se
hace doctrina de un libro histórico, porque es el camino seguro a la herejía.
·
Hay una
gran diferencia entre ordo salutis e
historu salutis.
Ordo
salutis conocido
también como el Orden de la Salvación, es la
aplicación del Pacto de salvación, es decir la obra de Cristo Jesús, en la vida
del creyente. El Ordo Salutis se refiere a la sucesión de los eventos
salvíficos en la vida del creyente. Aunque existen diferencias entre Teólogos
sobre el orden exacto en que estos eventos tienen lugar, es básicamente la
misma cadena nombrada de forma diferente. La obra de Cristo es lo que se conoce
como Redención Consumada, y la aplicación de la misma en el Ordo Salutis es lo
que se conoce como Redención Aplicada. El ordo salutis es para todos los
creyentes de todas las épocas y partes del mundo.
Historia
Salutis, conocido también como Historia de la Redención o Historia de la
Salvación. La Historia Salutis es la ejecución del Pacto de la Redención en
tiempo. Si bien es cierto el Pacto de Salvación tiene lugar antes de la
Creación del mundo, y por lo cual es atemporal, el mismo es ejecutado dentro de
tiempo, después de la Creación del Mundo, y registrado en las Escrituras.
La Historia de la Redención es un
sinónimo para referirse a los eventos históricos narrados en todas las
Escrituras, teniendo como punto cúspide la vida, muerte, y resurrección de
nuestro Señor Jesucristo. Los eventos antes, durante y después de la muerte y
resurrección de nuestro Señor también se les conoce como La
Redención Consumada. El libro de Hechos es un relato histórico no doctrinal, de la Salvación
consumada y aplicada en los primeros cristianos. Por eso es que esta serie de
enseñanzas se titula así: Hechos Historia Salutis.
·
La biblia
dice que antes de que Cristo regrese habrá apostasía no avivamiento de ningún
tipo, incluyendo otro pentecostés. 2ª Tesalonicenses 2:1-4.
Por último, no se repetirá ni se ha
repetido otro Pentecostés porque:
·
En Génesis
11:1-8, en la torre de Babel, el Señor confundió las lenguas del mundo como
un juicio sobre la humanidad. En un lugar alto, la torre de Babel, la rebeldía
del corazón humano alcanzó su máximo punto, cuando pensaron que ellos, por sus propios
medios podían consolidarse una vida en paz, prosperidad y bendición, dejando
fuera a DIOS de sus vidas.
Por
este motivo es que el Señor decreta juicio sobre de la humanidad representada
en Babel, al confundirlos, impidió que el trabajo que intentaban hacer, no solo
de construir una torre, sino de ser autosuficientes por completo, se viera
truncado.
Miles de años después, el juicio llega su fin, por
medio del sacrificio de Cristo ahora podemos congregarnos como uno solo, no
siendo autosuficiente, sino Cristo dependientes. Los idiomas se volvieron a
unir, por así decirlo, nuevamente en un lugar alto. Juan 11:52.
El don de idiomas iniciado en el aposento alto marcó
el final de la maldición de babel y dio el inicio a la predicación del
evangelio a todas las naciones y en todas las lenguas del mundo. Apocalipsis
7:9. Así
es precisamente como los primeros cristianos, en los siglos posteriores a los apóstoles,
entendieron el milagro de las lenguas.
Ya fue remitida la maldición, ya no hace falta otro
pentecostés por lo tanto, lo que si hace falta es entenderlo cabalmente, pues
simboliza el nacimiento de la iglesia cristiana de forma visible y patente,
estuvo latente durante siglos y edades, desde el primer creyente en la promesa
redentora, Adán, hasta los que en estos momentos creemos en Cristo para perdón
de pecados y para poder llevar una vida nueva, todos somos parte de esa
gloriosa Iglesia que se manifestó 50 días después de la muerte del Señor
Jesucristo.
La maldición de la dispersión terminó, pero muchos se
aferran a seguir como si todavía siguiera vigente, al adoptar otros dioses y
otras formas de obtener la paz que sobre pasa todo entendimiento fuera de la
suficiencia de Cristo.
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