miércoles, 6 de mayo de 2020

CFB 1689. Tema 21: De Las Buenas Obras Parte 1. Cita: Hebreos 13:21 .

LECCIÓN 8. Obras y seguridad.
Confesión capítulo 16. De las buenas obras.

De la misma manera que en nuestra vida anterior, antes de ser regenerados por el poder del Espíritu Santo, expresábamos lo que era natural en nosotros: malas obras, ahora que hemos nacido de nuevo, en el proceso de reflejar la santificación somos conocidos por practicar buenas obras, pues como dijo el Señor Jesucristo, todo árbol se conoce pro su fruto, el mal árbol da malos frutos, el buen árbol, frutos buenos o en este caso: buenas obras.

A.   La Norma de las buenas obras. Las buenas obras son solamente aquellas que Dios ha ordenado en su santa Palabra1 y no las que, sin la autoridad de ésta, han inventado los hombres por un fervor ciego o con el pretexto de que tienen buenas intenciones.2

1.    Expresadas positivamente. Mi. 6:8; Ro. 12:2; He. 13:21; Col. 2:3; 2 Ti. 3:16,17.

Solamente DIOS por medio de la Escritura determina cuales son las obras agradables delante de Él.

2.    Expresadas negativamente. Mt. 15:9 con Is. 29:13; 1 P. 1:18; Ro. 10:2; Jn. 16:2; 1 S. 15:21-23; 1 Co. 7:23; Gá. 5:1; Col. 2:8,16-23.

Cualquier intento por añadir tradiciones, costumbres, ideas, etc. como si fueran buenas obras, por más bienintencionados que sean, no velan nada delante de DIOS.



B. La importancia de las buenas obras. Estas buenas obras, hechas en obediencia a los mandamientos de Dios, son los frutos y evidencias de una fe verdadera y viva;1 y por ellas los creyentes manifiestan su gratitud,2 fortalecen su seguridad,3 edifican a sus hermanos,4 adornan la profesión del Evangelio,5 tapan la boca de los adversarios6 y glorifican a Dios, cuya hechura son, creados en Cristo Jesús para ello,7 para que teniendo por fruto la santificación, tengan como fin la vida eterna.8

1.    La evidencia de nuestra fe y arrepentimiento para salvación son las buenas obras. Stg. 2:18,22; Gá. 5:6; 1 Ti. 1:5.

Como las buenas obras son el fruto del corazón regenerando, por lo tanto, su inicio está en la gracia de DIOS y no en los creyentes mismos.

El Espíritu Santo es quien nos da: La fuerza para hacerlas. La dirección correcta para realizarlas. El amor para ejecutarlas.

2.    Las buenas obras son muestra de la gratitud de nuestro corazón. Sal. 116:12-14; 1 P. 2:9,12; Lc. 7:36-50 con Mt. 26:1-11.

Cuando entendemos el evangelio, lo menos que vamos a desear hacer son las buenas obras que DIOS prepara para nosotros, y aun ese deseo viene de parte del Señor.

3.    Las buenas obras nos fortalecen en la seguridad de que somos salvos. 1 Jn. 2:3,5; 3:18,19; 2 P. 1:5-11.

No podemos dejar de insistir que las buenas obras son necesarias, pero como manifestación de una vida regenerada, no porque sin ellas no podamos recibir la salvación, ni tampoco porque por medio de ellas conservemos la salvación, sino porque somos miembros de Cristo como tales en unión con él, lo menos que podemos hacer es llevar fruto como die Juan 15:5.

Al realizar las buenas obras del Señor, nuestro corazón se afirma en su Gracia y aumenta la certeza de nuestra salvación.

En este punto es necesario aclarar que debemos tener mucho cuidado de caer en el orgullo espiritual y creer que porque hacemos buenas obras somos mejores que los demás, o que las buenas obras nacieron en nosotros realizarlas,  o peor aún, que podemos pecar descarada e imprecatoriamente y que porque hacemos buenas obras estamos seguros de nuestra salvación. El ejemplo del adultero que diezma ilustra a la perfección este punto.

4.    Las buenas obras sirven para edificar con nuestro testimonio a nuestros hermanos en la fe. 2 Co. 9:2; Mt. 5:16.

5.    Las buenas obras son un adorno de gracia al Evangelio. Mt. 5:16; Tit. 2:5,9-12; 1 Ti. 6:1; 1 P. 2:12.

Nuestras buenas obras NO sustituyen el evangelio, pero es más creíble nuestra predicación si va acompañada de un buen testimonio.

6.    Las buenas obras sirven para silenciar a los enemigos del evangelio. 1 P. 2:12,15; Tit. 2:5; 1 Ti. 6:1.

Los enemigos del evangelio siempre murmuraran de él, pero no les demos ocasión extra de hacerlo viviendo impuramente.

7.    Las buenas obras son para glorificar a DIOS. Ef. 2:10; Fil. 1:11; 1 Ti. 6:1; 1 P. 2:12; Mt. 5:16.

Las Buenas Obras No Solo Se Hacen Para Cumplir La Ley, Sino Para Glorificar A DIOS Cumpliendo Su Voluntad.

8.    Las buenas obras son manifestación del llamado irrevocable de DIOS. Ro. 6:22; Mt. 7:13,14,21-23.

Únicamente Los Que Hemos Nacido De Nuevo Podemos Realizar Buenas Obras A Los Ojos De DIOS.

Y todos aquellos que hemos nacido de nuevo seremos preservados por el Señor para vida eterna, es otras palabras, la manifestación de que nuestra salvación es permanente son las buenas obras que el Señor nos lleva a realizar, obras tales como el perdón incondicional, el amar sin condiciones, el vivir y hasta el morir si es necesario por la causa de Cristo y el Evangelio, este tipo de buenas obras, únicamente los regenerados somos capaces de hacerlas.

C. La causa de las buenas obras. La capacidad que tienen los creyentes para hacer buenas obras no es de ellos mismos en ninguna manera, sino completamente del Espíritu de Cristo. Y para que ellos puedan tener esta capacidad, además de las virtudes que ya han recibido, necesitan una influencia real del mismo Espíritu Santo para obrar en ellos tanto el querer como el hacer por su buena voluntad;1 sin embargo, no deben volverse negligentes por ello, como si no estuviesen obligados a cumplir deber alguno aparte de un impulso especial del Espíritu, sino que deben ser diligentes en avivar la gracia de Dios que está en ellos.2

1.    DIOS es el que nos da la capacidad de realizar las buenas obras. Ez. 36:26,27; Jn. 15:4-6; 2 Co. 3:5; Fil. 2:12,13; Ef. 2:10.

En el catolicismo romano, desde el concilio de Trento sostienen que después de que el pecador ha recibido la gracia de Dios en su corazón, es capaz de realizar obras meritorias, es decir, obras que le otorgan el derecho a solicitar la salvación y la gloria, lo cual es sinergismo y como ya lo hemos entendido, este NO es bíblico.

Las buenas obras no nacen de nuestro corazón, es el Espíritu Santo quien las provoca en nuestro interior.

2.    No debemos ser negligentes para realizar buenas obras. Ro. 8:14; Jn. 3:8; Fil. 2:12,13; 2 P. 1:10; He. 6:12; 2 Ti. 1:6; Jud. 20,21.

Tomar como pretexto que es El Señor quien nos da las buenas obras para cruzarnos de brazos y no realizarlas nunca, es señal de inmadurez espiritual, cuando afirmamos que las buenas obras no nacen de nosotros es porque afirmamos que no tenemos mérito alguno al realizarlas, no porque nosotros no hagamos nada. ¿Qué demos hacer entonces?

Debemos ser dóciles al Espíritu Santo cuando nos guía a las buenas obras. Santiago 2:15-16.

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