jueves, 11 de abril de 2024

Un Dios Santo 1: La Importancia de Comprender la Santidad De Dios. Isaías 6:1-8.

 Hablar de santidad, sobre todo de la Santidad de Dios, o de un Dios Santo, es muy importante hoy en día, pues lamentablemente el cristianismo ha caído en dejar en desuso este tipo de temas por otros más importantes, y no me refiero solamente a las enseñanzas heréticas como doctrinas de la prosperidad, nuestra mejor vida hoy, milagros, profecías, sanidades, etc. También está el lado de los que nos denominamos sana doctrina, pues algunos han caído en tratar temas más profundos o urgentes, y se ha dejado de lado este tipo de enseñanzas.

Personalmente soy de la idea de que hay que tener equilibrio, hay que predicar y enseñar temas trascendentes como el marxismo cultural infiltrado en la iglesia y su influencia en la sociedad, a tener una cosmovisión bíblica en política, la cultura, la economía, etc. Pero no por eso debemos dejar de lado los temas fundamentales espiritualmente hablando como este, la Santidad, y no cualquier tipo de santidad, sino la santidad suprema, la Santidad Divina.

¿Qué significa que DIOS es Santo?

¿Cómo influye esa santidad en Él y en sus criaturas?

¿En qué sentido DIOS es Santo?

¿Por qué es tan importante entender que DIOS ES SANTO?

La moral en el mundo de hoy es cada vez más deplorable, lo que nuestros abuelitos conseguían solo en la zona roja de las ciudades y a altas horas de la noche no se compara   en lo más mínimo con lo que pueden encontrar en internet los niños de primaria, además los  programas de televisión con escenas explicitas de contenido sexual, lenguaje cada vez más florido en los hogares, vestimentas sin dejar mucho a la imaginación  sin que afecte  o incomode a nadie, en pocas palabras la sociedad SE HA OLVIDADO DE LO QUE A DIOS LE AGRADA.

En pocas palabras hemos aprendido a vivir con la falta de santidad y no lo vemos como algo malo por el contrario lo malo ahora es lo normal en esta sociedad, todo por la falta de conocimiento de quien es DIOS.

 Sabemos que ser cristianos significa que hemos nacido de nuevo y que una persona nace de nuevo sólo una vez. Cuando el Espíritu Santo activa en nuestras almas la nueva vida en Cristo, El no detiene su obra. El continúa trabajando en nosotros para cambiamos a la imagen de Cristo.

A pesar de ser nacidos de nuevo, no pocos nos hemos preguntado como muchos incrédulos por el hecho de que vivimos en un mundo lleno de lamentos, un mundo plagado de maldad. ¿Cómo pudo un Dios Bueno y Santo crear un mundo que ahora se encuentra en este caos? Y si estudiamos el AT encontramos historias sobre Dios ordenando la muerte de mujeres y niños, de Dios matando instantáneamente a Uza por tocar el arca, y algunos otros relatos que parecían revelar un lado brutal del carácter de Dios.

Sin lugar a dudas, el concepto, la idea central que encontramos en la Escritura, es que Dios es Santo. Sin embargo, esa palabra muchas veces nos es extraña, no conocemos a fondo su significado. El tema de la santidad de Dios, estoy convencido, es una de las ideas más importantes con las cuales un cristiano debe lidiar. Es básica para nuestro entendimiento de Dios y del cristianismo.

La idea de la santidad es tan central a la enseñanza bíblica que se dice de Dios que: Santo es su nombre. Lucas 1:49. Su nombre es Santo porque Él es Santo. Él no siempre es tratado con reverencia santa. Su nombre es pisoteado con la suciedad de este mundo. Se usa como una palabra para maldecir y una plataforma para la obscenidad. El poco respeto que este mundo tiene por Dios, es vívidamente evidenciado por la manera en que el mundo usa su nombre.

No hay honra, no hay reverencia ni hay asombro delante de Él. Si yo le preguntara a un grupo de cristianos cuál es la principal prioridad de su iglesia, sé que tendría una amplia variedad de respuestas. Algunos me dirían evangelismo, otra acción social y otra nutrición espiritual. Pero para poder responder adecuadamente debemos de saber de cuáles fueron las prioridades de Jesús. Mateo 6:9-10.

La primera línea de la oración en el Padre nuestro, no es una petición. Es una forma personal de acercamiento. Con frecuencia confundimos las palabras Santificado sea tu nombre, con la parte del acercamiento como si las palabras fuesen Santo es tu nombre.

Si ése fuera el caso, las palabras serían meramente una designación de alabanza a Dios. Pero no es así como Jesús lo dijo, más bien se expresó como la primera petición. Nosotros deberíamos de orar que el nombre de Dios sea santificado. Que Dios sea considerado Santo en toda la extensión de la palabra. Si somos observadores, nos daremos cuenta que hay una especie de secuencia dentro de esta oración, es decir:

El reino de Dios nunca vendrá donde su nombre no sea considerado santo.

Su voluntad no se hace en la tierra como en el cielo, si aquí su nombre es profanado. En el cielo el nombre de Dios es santo. Es pronunciado por los ángeles con un susurro sagrado. El cielo es un lugar donde la reverencia por Dios es total. Es necio buscar el reino donde Dios no es reverenciado.

La manera en que entendemos la persona y el carácter de Dios el Padre afecta cada aspecto de nuestras vidas.

Afecta más de lo que nosotros normalmente llamamos el aspecto religioso de nuestras vidas. Si Dios es el Creador del universo entero, entonces Él es el Señor de todo el universo. Ninguna parte del mundo se escapa de su Señorío.  Esto significan que ninguna parte de mi vida debe estar fuera de su Señorío. Su carácter Santo tiene algo que decir acerca de la economía, la política, los deportes, el romance,  en general todo en lo cual estamos involucrados.

No podemos escaparnos de Dios. No hay lugar que nos pueda esconder de Él. El no sólo se adentra en cada aspecto de nuestras vidas, sino que se adentra en su majestuosa Santidad. Por eso tenemos que buscar entender qué es la Santidad. No podemos darnos el lujo de evadir este tema. No puede haber adoración y crecimiento espiritual ni verdadera obediencia sin ello.

Esto define nuestra meta como cristianos. Dios ha declarado: Sed santos porque yo soy santo. Levítico 11:44. Para alcanzar esa meta, tenemos que entender qué es la santidad. Permitiendo que la Santidad de Dios Toque Nuestras Vidas. Isaías 6:1-8.

La palabra Santo, proviene de la palabra hebrea qadôsh (קָדוישׁ, H6918), que significa, separado, puesto aparte o separado de uso común. Con respecto a Dios la palabra tiene dos significados muy importantes. 



a.    Dios es Trascendente sobre Su Creación. La palabra trascendencia significa ir más allá, levantarse sobre, o exceder. Como Creador, Dios está sobre Su creación y totalmente distinto de cada ser creado. La distinción entre Dios y el resto de Su creación no es meramente cuantitativa (lo mismo, pero más grande), sino cualitativa (Dios es un ser completamente diferente).

A pesar del  esplendor que pueda llegar a tener, todos los demás seres en la tierra y en los cielos son meras criaturas. Sólo Dios es Dios, separado, trascendente, e inaccesible. El más espléndido ángel que se encuentra en la presencia de Dios no es más como Dios que el más pequeño gusano que se arrastra sobre la tierra.

¡Dios es incomparable! La santidad es el preeminente atributo de Dios y la más grande verdad que podemos aprender acerca de Él. Dios es santo, todo lo que es y hace es una expresión de Su santidad.

b.    Dios es Trascendente sobre la Corrupción de Su Creación. La santidad de Dios significa que Él transciende la corrupción moral de Su creación y que está separado de todo lo que es profano y pecador. Dios no puede pecar, no puede gozarse del pecado, y no puede tener compañerismo con el pecado. Es imposible sobre exagerar la importancia de la santidad de Dios. Lo que entendemos acerca de este atributo influenciará cada aspecto de nuestra relación con Él. Salmo 111:9.

Es importante entender que la santidad de Dios como todos sus atributos es intrínseca o inherente (i.e. de adentro, esencial, parte de Su naturaleza). La santidad no es meramente algo que Dios decide ser o hacer, sino es esencial a Su misma naturaleza, Él es Santo. Dios tendría que dejar de ser Dios para no ser santo. Él tendría que negar Su propia naturaleza para hacer algo que no es santo. Isaías 57:15.

En las Escrituras, encontramos que la santidad de Dios es preeminente y trascendente. Es preeminente en que no hay otro atributo divino que con tanta frecuencia se mencione y se explique en las Escrituras. Es trascendente en que simplemente no hay ninguna comparación entre la santidad de Dios y aquella de cualquier otro ser o cosa. Isaías 6:3 y Apocalipsis 4:8.

En la literatura hebrea, la repetición se emplea para dar énfasis a lo que se declara. El hecho de que la santidad de Dios se declara tres veces [llamado el trihagion en el griego, tri = tres + hagios = santo] denota que Dios es absolutamente e infinitamente santo, no solamente tres veces santo.

Ningún otro atributo divino se proclama con tan grande énfasis. Nunca leemos en las Escrituras que Dios es amor, amor, amor, o misericordioso, misericordioso, misericordioso, pero si leemos que Él es Santo, Santo, Santo. La santidad de Dios es el fundamento de todo lo que Él es y hace. Si hay un atributo de Dios que simplemente no podemos sobre enfatizar, es Su santidad. Éxodo 15:11. 1ª Samuel 2:2.

La gran mayoría de los cristianos no entienden la gravedad del pecado y los pecados porque sencillamente ignoran lo trascendente de la santidad de DIOS. Job 15:15.

La santidad de Dios no solamente significa que Él es único entre toda Su creación, sino que Él está separado de todo lo que es profano y pecador. Dios no puede pecar, no puede gozarse del pecado, y no puede tener compañerismo con el pecado. No hay absolutamente ninguna posibilidad de que Dios pudiera ser tentado o que Su naturaleza pudiera ser contaminado. Él siempre permanece como es, Santo e Incorruptible. Salmo 5.4.  Job 34.10. Habacuc 1:13a. Santiago 1:13. 1ª Juan 1:5.

Para reflexionar sobre a santidad de Dios, responda estas preguntas:

1.    Cuando usted piensa en Dios como Santo, ¿qué viene a su mente?

2.    Describa alguna ocasión en la que usted haya sido conmovido por la Santidad de Dios.

3.    ¿Le atrae la Santidad de Dios?

4.    ¿Qué significa para usted ser santo?

 

miércoles, 28 de febrero de 2024

Sodoma y Gomorra Hoy 18: Restauración. 2ª Crónicas 7:13-14.

 El día de hoy llegamos al final de esta serie de enseñanzas bíblicas acerca del pecado de Sodoma y Gomorra en la actualidad, ya vimos, conforme a las Escrituras en Ezequiel 16:49-50 que el pecado de Sodoma no consistió solamente en la homosexualidad, fue mucho más, todo comenzó con la soberbia de creer que eran más sabios que Dios y dictaron sus propias leyes para regir su forma de vida, a esto le siguió la maldición de la abundancia lo cual provoco exceso de ociosidad y una falta de compasión para finalizar en la soberbia consumada, la cual es no solamente creerse más sabios que Dios, sino encima ser intolerantes con aquellos que no viven como ellos creen que es lo correcto.

 

Pero, aun a pesar de todo esto, con nuestro amoroso Señor y Dios, siempre hay lugar para el arrepentimiento, el cual comienza reconociendo la realidad, que se está obrando en contra de Su Ley y Voluntad, para lo cual es necesario indispensablemente el ser guiados por Su infalible Palabra, lo cual nos llevará a poner en orden nuestras prioridades, a redimir el tiempo, a tener una cultura de vida y a ser compasivos.

 

Pero, si esto no llega, el juicio entonces será inminente, así que la iglesia tendrá que anunciar fiel y valientemente el evangelio, manifestar y enseñar arrepentimiento, compartir el pan y proclamar, que aunque el juicio llegue, aun no es el fin, en algunas ocasiones todavía hay lugar para la restauración.

 

Aunque el Señor no está obligado a nada, y menos ante el pecado impenitente, en muchas ocasiones muestra su gracia al restaurar después de enviar su juicio.

 

Una sociedad que no se arrepiente de su mal andar, puede ser borrada de la faz de la tierra, como sucedió precisamente con Sodoma y Gomorra, que actualmente están sumergidas en el fonde de las aguas del mar muerto. Pero no son el único ejemplo, Babilonia nunca ha vuelto a reconstruirse por más personalidades celebres que ha tendí al frente como Sadam Hussein en el siglo XX, o Nínive que fue arrasada hasta sus cimientos y jamás ha sido levantada, son otros dos casos más que las Escrituras nos muestran de las consecuencias del juicio de Dios, que se pudo prevenir pues fue anunciado por los profetas.

 

Incluso podemos sumar a los ejemplos bíblicos, el ejemplo histórico del templo de Jerusalén, que después de ser una majestuosa obra de tiempos antiguos, hoy en día solo queda un tramo de muro en pie, pues como sabemos en el año 70 las tropas de Tito el general romano lo destruyeron por completo. Todo esto pudo evitarse, pues Dios siempre previene del juicio a los hombres por medio de sus profetas:

 

En la actualidad el profeta que debe proclamar el juicio venidero del Señor es la iglesia, basada siempre en las Escrituras, por eso su silencio la hace cómplice. 

Vive y permanece para siempre: Los predicadores y la predicación

 

El ejemplo de una ciudad que se arrepintió y pospuso el juicio sin duda es Nínive, que al escuchar el mensaje de parte del profeta Jonás, pusieron manos a la obra. Jonás 3.

 

El pueblo de Israel era perdonado por Dios en muchas ocasiones, siempre que ellos se volvían a Él en arrepentimiento. Jueces 6:1-10.

 

Hay un principio en la Escritura y es que si aprendemos del juicio y ahora sí, nos arrepentimos, el Señor nos llevará a restauración. 2ª Crónicas 7:13-14.

 

Es muy claro y simple, la humillación ante Dios, la oración, el buscar su rostro y su voluntad, todo lo cual nos lleve a la conversión, siempre tendrá un resultado: ser restaurados. El Señor que es bueno, escuchará el clamor por muy distinta que haya podido estar la sociedad de Él, entonces impartirá su perdón, y restaurará no solo a nivel espiritual, sino también el entorno que ha sido objeto de su juicio.

 

La restauración es el volver a su estado original, no a lo que a nosotros nos gusta o nuestra fantasía, sino a lo que Dios diseñó que fuera originalmente, y eso siempre es lo mejor. Nahúm 2.:2.

 

Los ejemplos bíblicos claros son Daniel, quien contempló el final de la cautividad babilónica de su pueblo, o el de Nehemías quien vio con sus propios ojos la restauración de los muros de Jerusalén, o el caso de los profetas como Isaías, Amós y Habacuc que anunciaron la restauración del pueblo sabiendo que no la iban a vivir en persona pero que aun así no tenían duda alguna de que sucedería.

 

Deberíamos seguir ese ejemplo. Deberíamos humillarnos y reconocer hasta que grado nuestros pecados han alejado nuestros caminos del Señor, anteponiendo nuestra voluntad a lo que Dios dice en Su Palabra. Deberíamos orar si el juicio es inevitable, para que el Señor nos guarde hasta que concluya.

 

Deberíamos buscar su rostro para saber qué es lo que debemos de hacer y como conducirnos en medio de una sociedad que, de forma cada vez más descarada se rebela más contra Él y que inevitablemente va a recibir su justo juicio. Deberíamos convertirnos de nuestros malos caminos y caminar por la senda de justicia que Dios ha trazado para nosotros.

 

Vivimos tiempos difíciles, más de lo que parecen ser, y sinceramente se ve lejos el que llegue un arrepentimiento que retrase o evite el juicio, ante esta situación, lo mejor que podemos hacer es aceptar la realidad y comportarnos conforme a ella. Habacuc 3:17-18.

 

La clave para poder vivir en estos tiempo difíciles es la Fe en Cristo. Habacuc 2:4.

 

 

 

 

 

 

miércoles, 21 de febrero de 2024

Sodoma Y Gomorra Hoy 17: Juicio Inminente. Génesis 19:10-29.

 Estamos por llegar al final de esta serie de enseñanzas, en las cuales nos hemos dado cuenta que nuestra sociedad está en un punto muy parecido a lo que provocó que Sodoma y Gomorra cayeran bajo el juicio divino, el papel que desarrolla la iglesia en esta situación es de gran importancia, no podemos quedarnos cruzados de brazos pensando en que de todos modos el mundo se va a acabar pronto, recordemos que cuando la iglesia no hace nada, cuando se queda callada y complaciente con la situación  a su alrededor, se vuelve cómplice del pecado.

 

La iglesia, la verdadera iglesia de Cristo está llamada a:

 

1.   Renovar las mentes correctamente.

a.    Anunciar el evangelio.

b.    Tomar las cosas en serio.

c.    Regresar a la senda antigua.

2.   Tener una buena mayordomía congregacional.

3.   No hacer distinción de personas.

4.   A realizar un fuerte compromiso.

 

Y una vez hecho esto, obviamente predicar el arrepentimiento, como lo hizo Jonás en Nínive, por si acaso Dios se vuelve de su ira santa y nos perdona al ver a toda una sociedad contrita, o al menos sean suficientes justos en ella para detener el castigo, si en Sodoma hubieran existido 10 justos eso hubiera pasado…pero no los hubo. A menos que haya una conversión, nos esperan tiempos difíciles, debemos estar preparados, porque se viene el juicio del Señor.

 

Aunque si nos ponemos a examinar detenidamente los acontecimientos actuales alrededor del mundo, nos daremos cuenta que hay atisbos del juicio divino por todos lados:

 

·         La guerra en Rusia lleva ya dos años.

·         La de medio oriente lleva décadas.

·         La hambruna en África es constante.

·         La pobreza en América latina es cada día más cruda.

·         La violencia en los países tercermundistas está a la orden del día.

·         Las catástrofes naturales, incendios, sequias, inundaciones, alrededor del mundo.

·         Los desplomes y colapsos financieros de los países primermundistas suceden a diario.

·         Las ridículas leyes progresistas defienden al que hace lo malo y castigan al bueno.

 

Y muchos, pero muchos ejemplos más, de la decadencia en la cual estamos inmersos, son la prueba, para aquellos que alcanzamos a ver más allá de nuestra nariz, de que Él Señor Dios Todopoderoso está anunciando su juicio venidero.

 

Podemos hacer oídos sordos al respecto, pero no cabe duda que el juicio del Señor está cada vez más cerca, a menos que haya un claro arrepentimiento, una conversión genuina, la sociedad en general está condenada a ser objeto del justo juicio del Señor.

Auto de Apertura a Juicio Oral - Rovira Llor

Pero no nos confundamos, para nada creemos que se aproxima un cataclismo o una catástrofe de proporciones épicas, tal como un cometa que destruirá la tierra, o inundaciones masivas, si algún predicador enseña eso, solo es sensacionalismo sacado de la ciencia ficción porque la Biblia no dice nada al respecto, más bien el juicio del Señor es dejar que nosotros mismos cabemos nuestra propia tumba.

 

El juicio venidero se trata principalmente en hundirnos cada vez más en las consecuencias de nuestra actitud impenitente. Levítico 20:22.

 

Las guerras son el producto del pecado del hombre al creerse superior a otros semejantes, las catástrofes naturales las acarreamos con nuestra mala mayordomía de la creación al sobre explotar los recursos por ejemplo, las hambrunas son el resultado del pecado de la indiferencia al clamor del prójimo, los desplomes financieros y la pobreza son fruto del pecado de avaricia y mala administración financiera, y así podemos seguir con todas y cada una de las maneras en que estamos acarreando el juicio del Señor.

 

¿Qué podemos hacer ante una situación como esta?

 

1.    Anunciar el evangelio. Romanos 10:14-15.

 

La sociedad necesita escuchar que el problema no es el calentamiento global, ni las elites poderosas manipulando todo, ni los reptilianos, ni el FMI, el problema al que nos enfrentamos es al pecado.

 

El corazón pecaminoso del ser humano es el que nos tiene en esta situación y solo el arrepentirnos creyendo en Cristo nos puede salvar.

 

2.    Manifestar arrepentimiento. 1ª Juan 1:6. No podemos predicar una cosa y vivir otra distinta, así que el siguiente paso es vivir una vida arrepentida, manifestar nuestro pesar y nuestro apego a lo que Dios dice, no podemos subirnos al mismo tren que la sociedad ha abordado, no podemos caer en la lujurio desenfrenada, ni en los robos, la indiferencia, el orgullo, ni nada por lo cual el juicio está por llegar a plenitud.

 

Si los que estamos llamados a ser luz somos tinieblas, entonces si se ha perdido toda esperanza. Mateo 6:23.

 

3.    Compartir el pan. Mateo 14:16. Nuestro Señor Jesucristo dejó en claro que no debemos esperar “que alguien más lo haga” o a que “llueva pan del cielo”, nosotros somos los que estamos llamados a compartir el pan con los necesitados, y como van las cosas, no serán pocos, para muchos nos será fácil, pues el hedonismo ha hecho mella también en el cristianismo y rara vez el compartir hace feliz a las personas egocéntricas.

 

Dentro de poco se verá la madurez de una iglesia no solo por la fidelidad a la sana doctrina, y una vida en santidad, también por el grado de desprendimiento que tenga.

 

4.    Proclamar arrepentimiento y esperanza. El punto 2 es manifestar arrepentimiento, este punto se refiere a proclamarlo, no será nada fácil, hay que “gritarle” a la sociedad que el juicio del Señor es inminente, que estamos cavando nuestra propia tumba, y como lo hemos visto en estas enseñanzas, eso pocas veces es bien recibido por las personas, a nadie nos gusta ser confrontados con la verdad, sobre todo cuando la verdad nos duele en el orgullo y la autosuficiencia. Pero también:

 

Debemos proclamar que hay Esperanza para los que se vuelven al Señor con un corazón arrepentido.

 

Conclusiones. No pretendemos ser alarmistas, ni exagerados, simplemente hacemos un diagnóstico sincero y basado en las Escrituras, y encontramos que el juicio divino sobre de nuestra sociedad impenitente está por llegar, si bien nuestro Dios es paciente y puede darnos muchos años más, generaciones talvez, no significa que podemos seguir así y nada malo nos acontecerá, hay mucho ejemplos bíblicos e históricos del o que estamos diciendo: Sodoma y Gomorra. Nínive. Babilonia. Egipto. Grecia. Roma. La Francia napoleónica.  La Alemania nazi. La URSS, etc.

 

El juicio se acerca, pero siempre hay oportunidad de la restauración posterior, ese será el tema final de esta serie de enseñanzas.

 

 

 

 

miércoles, 14 de febrero de 2024

Sodoma Y Gomorra Hoy16: El Papel de la Iglesia. 1ª Timoteo 6:12.

Nuestra sociedad, al igual que con Sodoma y Gomorra, está en una espiral descendente moral y espiritualmente hablando, pero no necesariamente tiene que seguir así, con Dios siempre hay oportunidad para el arrepentimiento de este lado de la eternidad, es por ello que aún estamos a tiempo de revertir lo que estamos haciendo mal, pero es necesario mucho valor para confrontar con la verdad a las personas, sobre todo porque no van a cambiar hasta que no caigan en la cuenta de que están obrando mal. 

 

Hay que hacer un llamado a la conversión, anunciando que de no hacerlo, de manera individual y colectiva, las consecuencias serán fatales. Debemos elegir entre ser políticamente correctos y así quedar bien con todos o ser valientes y quedar bien con Dios. Hay que amar la verdad, defender la verdad y proclamar la verdad de cualquier forma, a cualquier persona y a cualquier precio. Tenemos que ser un ejemplo, como lo fue el profeta Ezequiel en su tiempo, con su pueblo impenitente.

 

Hasta ahora hemos visto cual es nuestra labor como creyentes individuales, por así decirlo, falta entender cuál es nuestra labor como iglesia, pero primero debemos de entender que:

 

Cuando la iglesia no hace nada, cuando se queda callada y complaciente con la situación  a su alrededor, se vuelve cómplice del pecado.

 

¿Qué es lo que debemos de hacer para resistir frente  esta crisis moral que estamos viviendo? Son al menos los siguientes 4 puntos:

 

1.    Renovar las mentes correctamente. Lamentablemente en la actualidad son pocas las iglesias que se dan cuenta de como está la situación, o en el mejor de los casos dicen que es lo normal porque el mundo ya se va a acabar y Cristo está por regresar. No entienden que:

 

La primer y más importante labor de una iglesia local que piensa en pelear la batalla cultural, es prepararse correctamente. 1ª Timoteo 6:12.

 

La razón es sencillamente obvia, cuando la enseñanza es la adecuada, y está se pone en práctica, estaremos capacitados individualmente y como congregación para dar la correcta batalla, y de esa manera resistiremos los vientos contrarios. Mateo 7:24-25.

 

Por otro lado, cuando esto no sucede, cuando la iglesia se olvida de la sana doctrina y de enseñar Todo el consejo de Dios, y se enfocan solamente en temas teológicos, pero dejan de lado sus aplicaciones a lo cultural, social, económico, político, etc. O peor aún, cuando sus enseñanzas  son herejías, superación personal, prosperidad, humanismo con toques de cristianismo para sentirse bien y la mayor parte del tiempo escuchamos relatos de lo maravilloso que es el pastor y sus anécdotas narradas como aventuras personales, obviamente no vamos a estar capacitados para dar la buena batalla.

 

La predicación, las oraciones y las enseñanzas deben centrarse en:

a.    Anunciar el evangelio. Proclamar que Dios es infinitamente Santo, y que todos sin excepción somos pecadores necesitados de un salvador y que el único salvador eficaz es nuestro Señor Jesucristo. Hechos 4:11-12.

b.    Tomar las cosas enserio. Dejar las enseñanzas frívolas, superficiales, ligeras y cómicas y empezar a hacer el hincapié de manera incisiva y punzante en los temas relevantes a la batalla que tenemos enfrente.

c.    Regresar a la senda antigua. Dejar de predicar o enseñar lo que está de moda por ser pragmáticos y comenzar a enseñar lo que siempre se ha enseñado a lo largo de los siglos en la iglesia y que fue lo que cambió el mundo radicalmente, regresar a la senda antigua dice el profeta Jeremías 6:16, actualmente se nos dice ser conservadores fundamentalistas.

 

2.    Tener una buena mayordomía congregacional. Este punto lo vimos cuando hablamos de la compasión, debemos, como creyentes individuales y como iglesia, ser compasivos al grado de desprendernos para poder ayudar a los que lo necesitan, mostrar que no solo son palabras lo que decimos, sino que nuestros hechos las respaldan, podríamos añadir solamente, el destinar parte del presupuesto para la capacitación correcta de los obreros cristianos, de nada serviría tener un ejercito de millones, si pocos o ninguno tiene un arma en sus manos para pelear, de la misma manera:

 

De poco sirve ser muchos cristianos en la comunidad si no estamos capacitados para pelear la batalla cultural.

 

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3.    No hacer distinción de personas. Si vamos a predicar el evangelio, demostrando el amor incondicional de Dios, debemos de hacerlo siempre sin acepción de personas, ya que el Señor no lo hace, desaprueba rotundamente que nosotros si lo tomemos esa pésima decisión. Santiago 2:1-4.

 

Dejemos de pensar que si alguien famoso o importante se convierte es un gran avance, todos valemos igual delante del Señor.

 

Muchas iglesias se preocupan solo por orar y predicarle a la gente famosa, políticos, artistas, empresarios, deportistas de elite, como si fueran una clase especial de personas, cuando lo cierto es que delante del Señor todos valemos igual y además, el que un personaje influyente se convierta al Señor no garantiza que el Reino de Dios tendrá un gran avance, eso es confiar en nuestras habilidades humanos y quitar nuestra confianza del Señor y el medio que utiliza que es Su Palabra.

 

·         Moisés era un don nadie prófugo en el desierto.

·         David era un jovencito pastor de ovejas.

·         Pablo era un fariseo entre muchísimos que había en su época.

·         Pedro era un pescador sin estudios.

·         Lo mismo que Jacobo y Juan.

·         Lutero era un monje agustino sin relevancia alguna en el mundo.

 

Ellos y muchos personajes más, pasaron a ser influyentes después de ser llamados por Dios, no antes.1ª Samuel 15:17.

 

Además tenemos que entender que el punto numero 1, renovar correctamente nuestro entendimiento es fundamental, ya que de nada sirve que un políticos influyente se convierta al Señor, si su mente no es renovada, solo usará a Cristo para sus fines en lugar de dejarse usar para el Reino de Dios y lejos de traer cambios, solo será vergüenza para el Nombre de Cristo.

 

4.    Hacer un fuerte compromiso. Por ultimo pero no menos importante, la iglesia necesita día con día, hora tras hora, momento a momento, estar profundamente comprometida con su misión en esta tierra:

 

Necesitamos poner nuestro compromiso con Cristo y con su Reino por encima de todos los demás que tengamos.

 

No hablo de comprometernos con los planes de una iglesia o con el líder al frente, porque los planes pueden frustrarse y los lideres no somos eternos ni infalibles, debemos comprometernos con Cristo, con su causa, con su evangelio y con la expansión de su maravilloso Reino, capacitándonos siempre que nos sea posible para seguir adelante en esta ardua batalla. El apóstol pablo resaltó que nuestra lealtad con Dios debe estar por encima aún de lo que pudiera decir un ángel del cielo. Gálatas 1:6-9.

 

Nuestra relación diaria con Dios no es una parte más de nuestras vidas, ni siquiera es la parte más importante de ella, es nuestra vida misma. Colosenses 3:3.

 

Conclusiones. Ante la situación que atraviesa el mundo, y dada la magnitud de la batalla que tenemos enfrente , la iglesia debe de arrepentirse de todo aquello que hace, lo cual no necesariamente es malo, pero que es intrascendente y sobre todo, alejado de lo que el Señor nos encomendó realizar, ser sal y luz del mundo. Así que, necesitamos como iglesia de Cristo:

 

1.    Renovar las mentes correctamente.

a.    Anunciar el evangelio.

b.    Tomar las cosas enserio.

c.    Regresar a la senda antigua.

2.    Tener una buena mayordomía congregacional.

3.    No hacer distinción de personas.

4.    Hacer un fuerte compromiso con el Señor.

 

Y una vez hecho esto, obviamente predicar el arrepentimiento, como lo hizo Jonás en Nínive, por si acaso Dios se vuelve de su ira santa y nos perdona al ver a toda una sociedad contrita, o al menos sean suficientes justo en ella para detener el castigo, si en Sodoma hubieran existido 10 justos…pero no los hubo.

 

A menos que haya una conversión, nos esperan tiempos difíciles, debemos estar preparados, se viene el juicio, pero aun después del juicio, hay oportunidad para la restauración, esos serán nuestros dos últimos temas.  

miércoles, 7 de febrero de 2024

Sodoma Y Gomorra Hoy 15. Políticamente Incorrectos. Lucas 3:7-14.

 El pecado de Sodoma y Gomorra no se limita a la homosexualidad descarada, pero obviamente si la incluye, en esos tiempos como en nuestros días, la soberbia consumada da luz una persecución encarnecida a aquellos que no conciliamos con las abominaciones cometidas, en nuestro caso con los promotores de la ideología de género. La ventana Overton está abierta de par en par en esta situación, La homosexualidad pasó de ser un tabú a ser normal y aceptable luego legalizada y ahora hasta pretenden perseguir y callar a los que no la aprueban, tal y como pasó en Sodoma hace miles de años.

 

Hoy más que nunca urgen hombres y mujeres que proclamen la verdad de Dios acerca de este delicado tema, verdad que puede resumirse fácilmente en cuatro puntos: 

 

1.    El matrimonio es entre hombre y mujer.

2.    Es el matrimonio el lugar para vivir la sexualidad.

3.    El matrimonio reproduce el amor de Cristo por su Iglesia.

4.    En el seno familiar los hijos son educados en el temor del Señor.

 

No podemos callarlo, no debemos negociarlo, es lo que Dios dice al respecto, no podemos elegir que creer de la Escritura, si Dios ordena esto al respecto, entonces nosotros lo creemos con todo el corazón y lo proclamamos con denuedo.

 

Y vaya que se necesita valor y arrojo para proclamar la verdad hoy en día, G. K. Chesterton dijo que “Llegará el día que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde”.

 


Previamente ya entendimos que lo primero que se debe de hacer para recomponer el camino es reconocer que se está obrando en pecado, no minimizar o trivializar el asunto y mucho menos negarlo, sino darle la importancia que en verdad tiene, ya que aquel que insiste que lo que hace es bueno, no pensará en cambiar de conducta.

 

Por eso es importante que aquellos que nos percatamos de todo aquello que es incorrecto, malvado y hasta abominable en nuestro país, lo confesemos en oración delante del Señor, no solo como una oración personal, sino comunitaria, nacional en este caso. Nehemías 1:6-9. Daniel 9.4-19.

 

Existe una responsabilidad colectiva y Daniel y Nehemías, dos ejemplos de hombres piadosos, asumieron la que les correspondía, se pararon ante Dios y reconocieron el pecado cometido por todo el pueblo, incluso aunque ellos aún no habían nacido cuando se cometieron.

 

Es necesario sentir dolor por la sociedad que se ha apartado de Dios. Mateo 5:4.

 

El problema viene cuando ese dolor y preocupación que deberíamos de sentir se ve sustituido por indiferencia, apatía, y hasta autocomplacencia y orgullo espiritual, por no ser como ellos.

Con estas actitudes, lejos de mejorar las cosas, solamente las vamos a empeorar, pues los que deberíamos ser sal del mundo, dejamos de hacer nuestra función. Lo que Dio0s debe de encontrar en los suyos ante la maldad creciente en el mundo es una ira santa, un descontento total, pero al mismo tiempo un profundo deseo de interceder y de hacer algo para que la situación cambie y así evitar el juicio venidero.

 

Interceder como Moisés, Nehemías y Daniel es un buen comienzo, pero hay que hacer más:

 

Hay que hacer un llamado a la conversión, anunciando que de no hacerlo, de manera individual y colectiva, las consecuencias serán fatales.

 

Es a partir de este punto, que no pocos empiezan a sentir incomodidad. Detectar la maldad, es sencillo, lamentarse y airarse por ello es fácil, sentir placer de no practicar esa maldad no cuesta trabajo, pero ir a donde esa maldad se comete y anunciarles las consecuencias fatales de sus actos, ya es otra situación muy diferente y que poco se practica.

 

Hemos olvidado que es precisamente ahí donde comienza la verdadera predicación, el verdadero llamado al arrepentimiento y a la genuina conversión, el ejemplo que Juan el Bautista dejo es excelente al respecto. Lucas 3:7-14.

 

Es muy importante notar que Juan hacia un llamado a dar fruto del arrepentimiento confesado, es decir a que hubiera una verdadera conversión, no solo interna, sino también externa, y no solo Juan hiso este llamado, también el Señor Jesucristo la demandó. Mateo 7:15-27.

 

El problema es que hoy en día, el denudo , el valor, el arrojo para proclamar la verdad y llamar al arrepentimiento y la conversión se ha perdido, en su lugar ha llegado el respeto excesivo, el no querer ofender a nadie, el tratar de quedar bien con todos.

 

Debemos elegir entre ser políticamente correctos y así quedar bien con todos o ser valientes y quedar bien con Dios. Gálatas 1:10.

 

Lamentablemente no poco que se dicen ser creyentes, prefieren lo políticamente correcto, aluden que no quieren ser ofensivos con las personas mientras que las personas ofenden a Dios con su estilo de vida y pensamiento, muchos están confundidos, ya que no se trata de ir a confrontar con insultos, simplemente es confrontar con la verdad, así que no proponemos el ir a gritarle a un homosexual en su cara insultos alusivos a su preferencia sexual, se trata de predicarle el arrepentimiento de su estilo de vida pecaminoso.

 

Hay que amar la verdad, defender la verdad y proclamar la verdad de cualquier forma, a cualquier persona y a cualquier precio.

 

 

 

 

No importa si es feminista, pro aborto, del lobby LGBTTTQ, simpatizante de la nueva era, gnóstico, afiliado a un partido político de izquierda, o cualquier otra corriente contraria y ofensiva a nuestro Dios, hay que hablar y defender la verdad delante de ellos, dejemos de esperar que nos llamen respetuosos y bien educados solo por no llevarles la contraria, esa actitud es completamente cobarde y patética.

 

Es como si una esposa que sabe que su esposo es un adultero pero aun así, tímidamente le ofrece una taza de café y solo se limita a decirle retraídamente, aquí tienes tu taza de café para que ya no andes tomando en otras tazas.

 

O es como si un padre de familia ve que si hijo se está convirtiendo en un adicto y delincuente juvenil y a modo de sugerencia le dijera con voz temblorosa ¿Podrías dejar de drogarte un poquito por favor?

 

Si ambos casos parecen absurdos, así de absurdos nos vemos los creyentes tibios al proclamar la verdad a los perdidos, cuando solamente les sugerimos no ser tan malos o peor aún, cuando solo los escuchamos y no les decimos nada.

 

Nuestra sociedad definitivamente ha caído en el pecado de Sodoma y Gomorra, así que tenemos una misión clara como creyentes, dolernos sí, pero dolernos a tal grado que no callemos el mensaje del arrepentimiento y la conversión por ningún motivo ya que tenemos una responsabilidad colectiva en los pecados de nuestra nación, anunciemos claramente las consecuencias, como el profeta Ezequiel 18:26-32.

 

Tenemos que ser un ejemplo, como lo fue el profeta en su tiempo, con su pueblo impenitente. Ezequiel 33:7-9.

 

 

 

 

 

Un Dios Santo 1: La Importancia de Comprender la Santidad De Dios. Isaías 6:1-8.

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