miércoles, 22 de noviembre de 2023

Sodoma y Gomorra Hoy 09: Arrepentimiento Parte I. Reconocer la Realidad. Daniel 9:4-19.

La paciencia de Dios tiene un límite, eso es innegable, Un Dios amoroso no puede tolerar que una sociedad se convierta en un cáncer moral que corrompe todo lo que toca. Ya entendimos que Dios en su gracia y misericordia puede retrasar su juicio si encuentra diez justos en la ciudad. Génesis 18:22-23. Aunque tarde o temprano debe de llegar, pues la maldad del ser humano no puede quedar sin su justo pago, Dios concede periodos de aplazamiento de gracia, esperando por aquellos que aún se van a convertir a Él en arrepentimiento.

 

Para algunos esta afirmación es muy contradictoria, pues cuando una sociedad ha tocado fondo, como les pasó a Sodoma y Gomorra, el juicio debe ser inevitable, ya se han dado muchas oportunidades, ya el mal se ha acumulado excesivamente, ya la bondad de Dios se ha desbordado al límite, sin embargo:

 

Con Dios, siempre hay lugar para el arrepentimiento.

 

En especifico nos referiremos al arrepentimiento de una nación, pueblo, cultura o sociedad, más que el arrepentimiento para salvación, así que en este caso específico, el arrepentimiento consta de dos elementos: reconocer la realidad en la que se está viviendo y cambiar de vida.

 

I.             Reconocer la realidad. Es fundamental ya que vivimos en un mundo empeñado en negar la realidad casi en todas sus dimensiones, el aborto le llaman derecho reproductivo, la codicia le llaman prosperidad, al homosexualismo amor libre, y obviamente aquellos que discrepamos y entendemos la realidad, somos llamados intolerantes, por eso es muy importante este punto ya que:

 

Al igual que un enfermo debe reconocer su condición para buscar ayuda médica, solo una sociedad que se percata de su real situación, recapacitará y cambiará el rumbo.

 

La aceptación de la realidad tiene varias implicaciones:

 

a.    Reconocer el pecado. Lo primero que se debe de hacer es reconocer que se está obrando en pecado, no minimizar o trivializar el asunto y mucho menos lo niega, sino darle la importancia que en verdad tiene, en los evangelios tenemos numerosos testimonios del Señor Jesús teniendo encuentro con los pecadores, y solo los que reconocían su pecado salían bien librados, como ejemplo tenemos Lucas 18:9-14.

 

Es revelador que el Señor Jesús aprobara como ejemplar la conducta de un publicano, la peor clase de pecador posible en su época, que reconocía su pecado y rogaba por la inmerecida misericordia divina y no la de un fariseo que se ocultaba en la autojustificación, esto nos enseña:

 

Aquel que insiste que lo que hace es bueno, no pensará en cambiar de conducta.

 

Por eso es importante que aquellos que nos percatamos de todo aquello que es incorrecto, malvado y hasta abominable en nuestro país, lo confesemos en oración delante del Señor, no solo como una oración personal, sino comunitaria, nacional en este caso. Nehemías 1:6-9. Daniel 9.4-19.

 

Existe una responsabilidad colectiva y Daniel y Nehemías, dos ejemplos de hombres piadosos, asumieron la que les correspondía, se pararon ante Dios y reconocieron el pecado cometido por todo el pueblo, incluso aunque ellos aún no habían nacido cuando se cometieron.

 

b.    Reconocimiento del juicio. Si se reconoce el pecado, entonces se debe de reconocer que el Dios Justo debe de actuar en contra de ese mal, lo cual significa que traerá su juicio.

 

Cuando una sociedad llega hasta el fondo de la abominación como le sucedió a Sodoma y Gomorra, no solo debe de reconocer que se apartó de los mandamientos y la Ley de Dios, sino también debe de reconocer que esa conducta tiene consecuencias, porque no hay conductas moralmente neutras, toda conducta tiene consecuencias, buenos o malas, no hay más.

 

Reconocer que el pecado demanda juicio, es el siguiente paso para lograr el arrepentimiento, si no hay expectativa de juicio, no se apartará del pecado.

 

c.    Petición de un perdón que no se merece. Cuando reconocemos que hemos pecado y que eso demanda juicio, lo único que nos queda es arrojarnos a los pies del Señor suplicando su perdón inmerecido.

 

Nuevamente el ejemplo de Daniel y Nehemías es muy importante, pues nos muestra que ellos confiaban en la gracia de Dios para cambiar el curso de la historia de su pueblo, y sucedió así. Ambos enumeraron una larga lista de pecados comunitarios y al final, clamaron a la misericordia del Señor, pues no había, ni hay, nada más que podamos hacer.

 

Todos ser humano en particular y toda sociedad en general, debe de entender que no se puede comprar, adquirir o negociar con la gracia, el amor o la misericordia de Dios, siempre es incondicional y siempre es inmerecido todo favor de parte del Señor, nunca haremos algo que nos haga acreedores a ello.

 

No merecemos el perdón de Dios, pero lo necesitamos con desesperación como sociedad alejada de él.

 

d.    El verdadero arrepentimiento. La sociedad actual no reconoce el amor incondicional de Dios mostrado en la cruz del calvarios porque no reconoce su realidad pecaminosa, no reconoce que está bajo el inminente juicio de Dios y no reconoce que debe clamar por el perdón divino. Solo una sociedad que es consciente de hasta que punto de ha alejado de Dios, que su conducta es abominable y merecedora del juicio divino, puede arrepentirse de verdad. Pero aun falta un paso más y es el cambio de vida, lo cual veremos la próxima clase. 

 

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